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Chapter 6 - 6. Soy tu dueño

Jaume llevó a Andrea a toda velocidad hasta llegar a su casa, abrió la puerta y subieron hasta el dormitorio. Andrea se bajó de los brazos de Jaume y se apartó de él todo lo que pudo, no sabia que le iba a hacer Jaume, tampoco pensaba que pudiera defenderse de él ya que se sentía débil todavía.

—   ¡No te acerques!— le gritó Andrea, quien veía como Jaume se acercaba a ella.

—   Debí de hacer esto desde el principio, no sabes todos los quebraderos de cabeza que me habría ahorrado.

Jaume abrió el armario de pared de su habitación y abrió la caja fuerte que había dentro y de su interior sacó una pequeña caja de madera. Dejó la cajita en el escritorio de su habitación y la abrió, dentro de la caja había un bote que contenía un líquido de color rojo, parecido a la sangre y un palo de madera oscuro, que terminaba en una parte metálica con el extremo circular también metálico.

Andrea recordó todo lo que le contó Sofía mientras estuvo en casa de Marcus. Ella se había enterado por el propio Marcus de que  Jaume tenía que marcar el símbolo de su familia con un líquido abrasivo sobre su piel, para así hacerla de su propiedad, al igual que Marcus hizo con Sofía el primer día que ella llegó a vivir con él. Andrea se horrorizó al recordar la marca en la espalda de Sofía y supo que eso era lo que se disponía a hacer Jaume en ese momento con ella misma.

Andrea bajó corriendo por las escaleras, quería salir huyendo y así evitar que Jaume marcara su cuerpo. Jaume bajó de un salto al piso de abajo y cayó justo detrás de Andrea, quien intentaba abrir la puerta para escapar, pero Jaume la agarró y la lanzó encima del sofá. Él se abalanzó sobre ella, Andrea intentaba quitar a Jaume de encima suyo pero no podía, él la tenía sujeta de las muñecas y con su cuerpo encima del suyo la tenía completamente inmovilizada.

Su rostro estaba muy cerca del suyo y pudo observar bien sus facciones, ya que nunca lo había mirado detenidamente por miedo. Jaume era pálido y algo ojeroso, como todos los vampiros, pero tenía unos grandes ojos verdes preciosos, llamaban mucho la atención. Se concentró en sus labios, eran carnosos y los tenía entreabiertos, dejando asomar unos perfectos dientes blancos y los colmillos de vampiro que tanto le aterraban a Andrea. Le daba miedo que le clavara esos grandes y afilados colmillos y se bebiera toda su sangre hasta darle muerte. A pesar de tenerle miedo, no podía dejar de pensar que era un chico muy atractivo y, que si él no fuera un vampiro, ella podría llegar a enamorarse de él sin ninguna duda.

Sus cuerpos estaban justo uno encima del otro y encajaban perfectamente. Jaume sujetaba los brazos de Andrea por las muñecas y su cara estaba demasiado cerca de la suya. Aunque sabía que eso no estaba bien, sabia lo que Jaume le iba a hacer, pero no pudo evitar sentirse muy excitada y se odiaba por ello. Por un lado, pensaba en salir corriendo pero, por el otro, deseaba quitarse la ropa y que él la hiciera suya.  

Jaume acercó su rostro al suyo hasta que sus narices casi se rozaron. Soltó una de las muñecas de Andrea y se la pasó a la otra mano, de tal modo que con una sola mano tenía sujetos los dos brazos por las muñecas. Como tenía mucha más fuerza que ella, con una sola mano podía tenerla sujeta y ella no podría soltarse aunque quisiera. Con la mano libre le tocó el pelo y se acercó a olerlo, parecía sentirse embriagado por el olor de su pelo. Él fue bajando poco a poco a la vez que seguía oliendo su pelo, hasta llegar al cuello de Andrea. Comenzó a besarle el cuello y ella se sentía muy excitada y, en ese momento, Jaume le mordió en el cuello. Le dolió bastante al principio, pero enseguida empezó a sentir un gran placer, sentía un calor dentro de ella y un cosquilleo que le recorría todo el cuerpo. Jaume seguía mordiéndola y Andrea estaba demasiado excitada, sin darse cuenta comenzó a jadear de placer, a la vez que empezó a hacer movimientos con su cuerpo, era como si dibujara círculos con el movimiento de sus caderas,  involuntariamente buscaba rozar su sexo con el de Jaume, sentía muchísimo placer y  estaba muy cerca de llegar al éxtasis.

En ese momento, Andrea sintió un gran dolor en su hombro izquierdo y comenzó a gritar. Jaume, sin que ella se pudiera dar cuenta, había cogido el sello con el símbolo de su familia y había marcado el hombro de Andrea con un líquido abrasivo. Andrea notaba que le ardía el hombro, era un dolor insoportable, le estaba quemando la piel. Ella intentó que Jaume la soltara, pero no podía hacer nada, él tenía demasiada fuerza.

Unos segundos después Jaume quitó el marcador del brazo de Andrea y se levantó dejándola libre. Ella se levantó y observó su dolorido hombro, tenía unas iniciales dentro de un círculo, marcados en su piel. Jaume le puso una especie de crema en el hombro, pero ella no quería ni que se lo tocara, le ardía y le escocía horrores.

—   Me has marcado, como los humanos marcamos al ganado — dijo Andrea con lágrimas en los ojos, no pudo evitar echarse a llorar—. Para ti sólo soy eso ¿verdad?

—   No he tenido otra opción…

—   Ya, claro…por eso ni me miras a los ojos cuando me hablas.

—   Será mejor que nos vayamos a dormir.

—   ¡No, no quiero irme a dormir!— dijo Andrea bastante alterada— ¡Quiero irme a mi casa! ¡Déjame irme a mi casa!

—   Lo siento, pero no puedo dejar que te vayas…

—   ¡Sí que puedes, lo que pasa es que no quieres que me vaya! ¡Quieres tenerme aquí y usarme cuando te dé la gana!— gritó a la vez que le daba un empujón a Jaime en el pecho— ¡No eres más que un cerdo! ¡Te odio!

Andrea empezó a golpear a Jaume en el pecho de una manera alocada, estaba tan disgustada que ya todo le daba igual, sólo quería irse de allí y alejarse de Jaume.

—   ¡Basta ya!— gritó Jaume enfadado a la vez que agarraba a Andrea de las muñecas para que parase de golpearlo—. Te he dicho que nos vamos a dormir, así que hazme caso por una vez, estoy siendo demasiado paciente contigo…

—   ¿Y si no te hago caso qué? ¿Me matarás? Pues venga, hazlo, prefiero estar muerta que tener que estar cerca de ti.

—   ¡Ya vale humana!— gritó Jaume quien estaba ya muy alterado— ¡Tienes que hacer lo que yo te diga, yo soy tu dueño! ¿Lo entiendes?

Jaume empezó a golpear la mesa y la pared muy cabreado. Andrea pensó que Jaume se estaba descontrolando y eso la asustó mucho. En ese momento, recordó que había escondido una botella de cristal debajo de la manta en el sofá, así que se tiró encima del sofá y cogió la botella con la que, seguidamente, golpeó la pared e hizo que se rompiera en pedazos, menos el trozo que llevaba ella en la mano, el cual podría usar como arma contra Jaume.

Jaume se acercó muy decidido hacia Andrea, ella se asustó al ver que él la iba a atacar, así que justo cuando él se abalanzó sobre ella, Andrea agarró fuertemente la botella y se la clavó en la tripa. Jaume gritó por el dolor y empezó a sangrar, brotaba de la herida mucha sangre y, finalmente, cayó al suelo.

Andrea se horrorizó al ver lo que le había hecho a Jaume, pero aprovechó la oportunidad para escapar, le quitó a Jaume la llave, quien estaba inconsciente en el suelo y así, pudo abrir la puerta y salir a la calle.

Ya casi era de día y no se veía a nadie por la calle, así que Andrea corrió hasta la salida del pueblo y se internó en el bosque. Corrió sin mirar atrás, aunque no dejaba de sentirse culpable por haber dejado a Sofía en el pueblo de los vampiros y también se sentía mal porque quizás había matado a Jaume. No estaba segura de si estaba muerto o no, pero si era sincera consigo misma, sabía perfectamente que deseaba que Jaume no hubiera muerto. Se odiaba así misma por pensar así, pero no podía evitar sentir algo por Jaume, a pesar de todo.

Ella corrió por el bosque hasta que ya no pudo más. En ese momento, escuchó un sonido, era como si alguien o algo se acercará a ella. Estaba asustada pensó que los vampiros la habrían encontrado, pero no eran vampiros los que la seguían. Se dio la vuelta y se encontró con dos grandes lobos que estaban justo detrás de ella, eran gigantescos y parecían ser muy agresivos. Andrea se quedó quieta, correr no le serviría de nada, estaba demasiado asustada y muy segura de que iba a morir esa noche, en ese mismo instante.