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Chapter 30 - Veintinueve

Lo ví arrastrarse y me desesperé, corrí a él llamándolo. ¿Qué demonios pasó? Lo llamaba pero no logré nada. Cuando me acerqué a él, lo escuché susurrar. Me pedía que cuidara a nuestro bebé Boruto.

Hasta le hubo dado un nombre. Demonios no dejaría que me sea arrebatado aquel que tanto amaba y que tanto había hecho por mí.

Me arrodillé a su lado y al tocarlo sentí que estaba muy frío. Sai llamó a Itachi y Neji habló con el director. Yo usé el Sharingan para hablar con Kurama.

Así supe que le habían arrojado veneno en forma de polvo azúl en plena cara. Miré más allá y así pude ver entre los recuerdos de mi amado a las perras que le hicieron eso a mi amado.

Kurama lo mantenía vivo pero necesitaba atención médica urgente para extraerle el veneno del cuerpo. Inmediatamente llegaron Minato y mi hermano.

Llevamos a Naruto a la clínica de la familia, donde fue atendido con urgencia. Los médicos en cuestión de minutos le sacaron el veneno del cuerpo al completo a mi marido, usando el chackra y las técnicas medicinales.

Ésto apuró el parto, inmediatamente le hicieron la cesaria. Mis nervios amenazaban con enloquecerme por dios. No soportaría perderlo y me negaba a hacerlo.

Varias horas pasaron, hasta que al fin mi amado dorado salía del quirófano. Lo llevaron a una de las habitaciones vip. Estaba inconciente.

Le sujeté la mano derecha mientras le susurraba palabras de amor. Recordé las palabras de su madre en la navidad pasada. Agradecí su regalo ya que me permitía llegar a él sin importar dónde se encuentre ni cómo esté.

"Naruto, te amo tanto. Lo que pasó fue mi culpa por descuidarte. Pero no volverá a pasar. Solo regresa a nosotros por favor."

Él permanecía en silencio y sabía que me podía oír. Podía sentir su inmenso dolor. Pero no dejaría que se fuera de éste mundo.

"Kurama, no le permitas morir"

"No lo haré, pero no puedo evitar que se oculte dentro de sí mismo. Después de todo ustedes los humanos se ocuparon de matar su alma"

"No, no todos. Y él no está muerto. Su alma sigue  viva"

"Tendrás que esforzarte bastante muchacho"

"Lo haré, él hizo y haría lo que fuese necesario por mí. Yo no podría vivir sin él. Además ahora tenemos un hijo"

Cuando me sercioré de que mi amado estaba fuera de peligro, fuí a ver a Boruto nuestro bebé. Pedí que él esté en la misma habitación que Naruto. Y por supuesto no aceptaría negativas.

Momentos luego, veía a mis dos amores de mi vida juntos. Sujeté a Boruto entre mis brazos con placer. El pequeño tenía la misma mirada que Naruto. Era igualito a él para mayor placer mío.

Sin embargo estaban esas malditas asecinas que lo atacaron en el colegio. Debía ocuparme de ellas. El líder del clan Uzumaki llegó momentos luego. Se veía preocupado y yo quise reír de la ironía.

— No me diga que se preocupó por su nieto. Porque no sería nada creíble.

Le espeté furioso debido a la frialdad con que lo trató desde que el resto supo que era el Jinchuriki del Kyuubi.

— Es mi nieto y....

—¿Ahora se acuerda de eso? Si quiere hacer algo ocupese de quienes lo atacaron. O lo haré yo.

— Dime quienes son entonces.

Usamos nuestras técnicas de chakra para mostrarle lo que había descubierto. Al parecer el líder del clan las conocía, porque se desfiguró y tras asegurarme que se ocuparía,  me pidió que me quede junto a mi esposo y mi hijo. Luego se fue.

No me alejaría de Naruto hasta que él reaccione. Sujeté a nuestro bebé en mis brazos y me acerqué a mi amado.

— Naruto, no puedes abandonarnos. Regresa a nosotros. Boruto te necesita y yo también.

Luego coloqué a nuestro bebé sobre su pecho y llevé su mano derecha hacia el pequeño. Boruto se movía y hasta sonreía emitiendo sonidos con su pequeña voz.

Lloraba sin poder evitarlo, dios ¿por qué demonios me descuidé así esa maldita mañana? No quería a nadie ahí. No podía evitar que Minato y el abuelo de mi amado entren pero si el resto.

Mi suegro entró en esos momentos acercandose a su hijo en silencio. Le acarició su dorada cabellera y le besó la frente. Tambien acariciaba a Boruto.

— Lo siento hijo, te dejé muy solo por seguir las normas del clan. Tu abuelo y yo creímos que era lo mejor para tí. Perdón.

— Siente a Boruto, él también desea que vuelvas a nosotros mi amor — dije con gran dolor. — Te amo Naruto. Tu madre me dió el poder de llegar a tí sea donde sea que te encuentres. No puedes irte sin mí. Y no te dejaré hacerlo ¿sabes?

Naruto movió los dedos que sujetaban a nuestro bebé, empezaba a reaccionar. Sujete a nuestro bebé, mientras el doctor entraba y Minato le decía lo que sucedió.

Aquello era buena señal en toda regla, el doctor se mostró optimista. Coloqué a Boruto en su cuna.

Naruto empezaba a respirar con mayor intensidad  hasta despertar. Minato lloraba sin poder creerlo. Pero mi esposo lo miró con dureza.

—Hijo....gracias a dios...

— ¿Qué demonios quieres padre? — fue la dura pregunta de Naruto que nos descolocó a todos — Dime ¿a qué viniste?

—Naruto.....hijo....

—¿Hijo? ¿Ahora vuelvo a ser tu hijo? Que extraño, porque durante varios meses lo que menos hiciste fue comprortarte como un padre.

— Yo....

—Vete, solo vete de aquí y de mi vista....padre.

— Pero....hijo yo....

— No quiero verte ¡Solo vete!

Su grito asustó al bebé quien empezó a llorar. Me apuré a sujetarlo nuevamente entre mis brazos, para calmarlo. Minato no tuvo otra opción mas que irse de la habitación.

El doctor se fue también tras asrgurarse que estaba fuera de peligro. Al quedar solos nuestras miradas se cruzaron, podía ver su intensa tristeza.

— ¿Por qué me trajiste de vuelta....Sasuke?

— Porque te necesitamos mi amor.

Coloque a nuestro bebé en sus brazos. Naruto sonrió con amor, así volvía a ser el de antes.

— Bebé, mi hermoso bebé. Boruto. Perdón por querer irme dejandote. No lo haré de nuevo.

Naruto lo besó en su frente, así empezó a llorar amargamente. Lo abracé con suavidad, podía sentir su dolor.

— Mi amor, perdoname.

— Pude sentir tu voz todo el tiempo Sasuke, mi amor. Gracias por amarme así.

— Perdoname por descuidarme hoy

— No tienes la culpa de nada mi amor.

— Te amo Naruto.

— Te amo Sasuke.

Nuestro bebé reía felíz colmandonos de placer, y alejándo de nuestros corazones el dolor. Al menos por unos momentos.