Chapter 46 - 23.2: Viajando 2

Nota del autor:

He creado una página de patr eon. Si quieres apoyar mi trabajo, por favor visítala. Ahí se pueden encontrar 6 capítulos adelantados para los mecenas, pero solo en español, ya que aunque tengo un montón de capítulos acumulados aún no los he traducido todos.

https://www.patr eon.com/finlegost

You can find the map that the characters talk about in this chapter here:

https://www.insta gram.com/finlegost

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Tardamos 12 días en total en llegar al 'pueblo encrucijada', y eso gracias a que, hace dos días, nos subimos a una carreta conducida por un viejecito, de aspecto tan inofensivo, que nos llevó a perder toda cautela y agradecer su ofrecimiento de acelerar nuestro viaje. El tiempo que tardamos en llegar me hace apreciar de otra manera la velocidad a la que habíamos viajado, hace un año, en el caballo de Joaquín, ya que esa vez, el viaje solo nos llevó 6 días.

Actualmente estamos acampando a las afueras del pueblo, ya que llegamos cuando ya era noche cerrada. Y aunque el anciano se adentró en el pueblo, ansioso por dormir en una posada, nosotras preferimos dormir a la intemperie. A fin de cuentas, para algo compramos las tiendas. Mientras comemos empezamos a hablar de lo que haremos mañana.

"sabemos que puede ser difícil para ti el entrar al pueblo, Xelean. Por lo que, si quieres, podemos buscar un carro o algo con lo que transportar las armas a la tienda del cliente" dice Sabrina.

"tengo guardadas casi 1000 objetos en mi habilidad de almacenaje ¿quién tirará del carro con semejante peso?" pregunto, con una sonrisa.

"yo podría hacerlo... Tal vez no todo en un solo viaje, pero podría" dice Agustín, golpeándose el pecho con el puño.

"además, no creo que a sus padres les agrade la idea de que exhiban por el pueblo lo que traemos, teniendo en cuenta lo que vale y todos los consejos que nos dieron antes de partir" digo sin dejar de sonreír.

"bueno..." empieza a decir Agustín, pero le interrumpo.

"agradezco el ofrecimiento, pero no es necesario. Ya tenía asimilada la idea de que tendría que volver algún día. A fin de cuentas, no pienso quedarme viviendo en la capital para siempre" digo.

"¿y qué harías fuera de la capital?" pregunta Sabrina desconcertada.

"hmm, no sé..." digo pensativo "Explorar, matar monstruos, ayudar a la gente. Cuando murieron mis padres, me propuse llegar al último piso del laberinto con la esperanza de encontrar algunas respuestas, pero ahora tengo claro que no es algo en lo que me pueda enfocar únicamente. A fin de cuentas, por algo Ragnar me recomendó que viajara... los laberintos no se mueven, y viajar puede ayudarme a aprender a adaptarme a situaciones desconocidas"

"no es muy seguro viajar solo. Piensa en lo que pasaría si te ataca un gran número de enemigos" dice Agustín.

"nunca estoy solo" digo dándole una palmadita a Azur, el cual se está acurrucado a mi lado "pero entiendo lo que quieres decir"

"Yo te acompañaría. ¡¡Nos cuidaremos las espaldas!! Siempre quise explorar el mundo" dice Joseph, entusiasmado.

'genial' oigo murmurar a Sabrina y Agustín, con el mismo tono de desánimo y exasperación que siempre ponen cuando Joseph dice alguna temeridad, mientras este último continúa hablando entusiasmado sobre los lugares a los que iremos. En mi opinión esta vez están exagerando, no pasa nada por salir de la capital de vez en cuando.

"cambiando de tema, para ir al próximo destino, después de esta entrega ¿hay algún camino desde aquí, o tenemos que volver sobre nuestros pasos?" pregunto.

"sí, aunque en el mapa que nos dieron no salgan los caminos, sabemos, por lo que nos dijeron nuestros padres, que siguiendo la frontera con el país enano hay un camino que lleva a la aldea" dice Agustín, sacando el mapa y extendiéndolo, para señalar un punto en él.

"tengo una idea ¿qué tal si, cuando entreguemos el segundo pedido volvemos a la capital cruzando el bosque?" pregunta Joseph con brillos de emoción en los ojos.

"no creo que sea buena idea" dice Sabrina escuetamente.

"sí, aunque puede parecer más corto, podríamos perdernos en el bosque" agrega Agustín.

"si es por el temor a perdernos, no hay de qué preocuparse. Tengo la confianza de que sé volver a la capital desde donde sea, con mapa o sin él" digo crípticamente, sin decir nada más, ya que no quiero explicar sobre mi habilidad. El mapa de mi interfaz solo se va llenando con la información del terreno que recorro, pero como ya he estado en la capital, para volver solo tendría que ir en línea recta hacia la ubicación que señala el mapa de la interfaz.

"bueno... Si tienes la confianza de que no nos perderíamos, me parece bien el acortar el camino. Además, Azur podría volar por encima de los árboles para ver la dirección" dice Sabrina, cambiando su voto.

"me voy a dormir" anuncia Agustín enfurruñado, levantándose bruscamente.

"si" dice Sabrina, con un bostezo "creo que deberíamos ir todos" levantándose y dirigiéndose a su tienda.

Joseph y yo le damos la razón y nos dirigimos hacia nuestras tiendas. Cuando estoy por entrar a la mía escucho la voz de Joseph exclamando '¡¡piensa rápido!!'. Me doy vuelta y veo que una rama vuela en mi dirección. La atrapo en el aire sin mucho esfuerzo y le muestro la rama. Joseph sonríe al verla y diciendo 'buenas noches' entra a la tienda. Llevamos realizando este juego los cuatro desde que se le ocurrió a Sabrina el tercer día, como forma de que aprenda a controlar mí fuerza. El juego consiste en que ellos me lancen cosas por sorpresa, y yo tengo que atraparlas sin destruirlas en el proceso.

Al otro día, llevamos las cosas a la tienda del tío de los chicos. Mientras entrábamos al pueblo, vimos a algunas personas construyendo un edificio alrededor del laberinto, similar al que rodea al de la capital.

Del incendio y el ataque de hace un año no quedan casi huellas. La mayoría de las casas y edificios quemados ya han sido demolidas, y han construido casas nuevas en su lugar. El único recordatorio de la calamidad es una placa de piedra gigantesca, con todos los nombres de los fallecidos en ella. No me sorprendió encontrar mi nombre escrito junto al de mis padres. Después de todo, me fui del pueblo junto a Joaquín después de la tragedia. Pienso que es cierto que morí de cierta manera ese día, por lo menos esa parte de mi lo hizo. Del vertedero del pueblo no queda nada tampoco. Aparentemente ahora echan los desechos dentro del laberinto, donde desaparecen, absorbidos por el mismo.

Cuando entregamos las armas y armaduras del encargo, Joseph anunció que no podíamos irnos sin comprar algún objeto de recuerdo de nuestro viaje. Por lo que, después de estar mirando un rato en diferentes tiendas, compramos nuestros souvenirs. Joseph y yo compramos capas largas con capucha, para protegernos del viento o la lluvia. La de él es verde y la mía negra, haciendo juego con nuestro color de pelo. Sabrina se compró un par de botas más aptas para caminar largas distancias, ya que, durante el camino, maldijo más de una vez su calzado, lindo, pero poco apto para viajar largas distancias. Agustín se compró un par de guantes de cocina. Está realmente empecinado en aprender a cocinar, aunque creo que es solo por los cumplidos que Sabrina le dirige a su primo cada vez que comemos algo preparado por él.

Después de comprar nuestros souvenirs y de re aprovisionarnos de algunos ingredientes de cocina, partimos hacia la aldea que nos señalaron a llevar el segundo encargo de nuestro viaje. Dirigiéndonos hacia las montañas que se ven a la distancia, en el borde norte del pueblo, frontera del país enano.