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Chapter 4 - Capitulo III. El asesinato del 14 de Junio

5 días después de nuestra llegada a la mansión Chandler, nos encontramos todos en el jardín cerca de las 11:30 de la mañana, era un bello día, lleno de aire puro, el sol parecía más radiante que nunca, el sonido de las hojas movidas por el viento eran relajantes, igual de relajantes como escuchar la mejor nota de piano que pueda existir. Estuvimos muy unidos conversando acerca del porque de las cosas.

—¿responda señor Chandler, sabe usted el significado de la existencia humana?—preguntó Ángela mientras le pasaba el azúcar a mi tío para su café.

—veras hija, no existe un "¿por qué?" debemos existir, es un "necesario" existir. El universo está equilibrado en una balanza cuyos peso son el bien y el mal; para que triunfe el bien, debe derrotar al mal y por ello el mal debe existir, es su único propósito. ¡Ahora!¿quién crees tú qué es el bien y quién es el mal?

Ángela quedó satisfecha con la respuesta de mi tío, y sabía que responderle.

—el mal es el hombre. y la naturaleza, el universo son el bien pues el hombre nunca podrá con el universo mismo.

—te equivocas—dijo mi tío—, el ser humano no es el mal, es un mero contenedor del mal, la verdadera maldad está en la mente; la inteligencia y el conocimiento nos hacen superior a las otras especies del planeta pero nos hace inferiores ante el universo que nos la brindó. El hombre nunca encontrará paz hasta que logré vencer al bien, ¿Y cómo vences al bien?

—siendo el bien—contestó Sarah.— si no puedes con tu enemigo, únete a él, ¿Es eso tío?

El tío Arthur asintió a la respuesta de Sarah.

—¿pero como sabes que te has vuelto el bien?—preguntó el coronel.

La señora Daphne parecía tener la respuesta.

—cuando crees que has obrado bien pero ante el mundo obras  mal y  no te resignas.—respondió la señora Daphne.

—el bien es el bien si siente que hace el bien por su propio bien—completó mi tío.

Era una conversación muy profunda la que inició la señorita Ángela y creí que lo mejor sería cambiar de tema pero cuando estuve a punto de hacerlo, llegó la señora de la cocina; la señora Christina. Llegó junto al portero en busca del coronel.

—señor, le busca el señor Alvin Cooper.—dijo Christina.

El coronel pareció apresurado a terminar su taza de café, parecía que esperaba su visita, terminó su café y salió en busca del tal señor Cooper.

—como odio a ese a abogado.—comentó Isabelle tomado con cierta ira su café—sólo quiere sacarle dinero a papá con sus enredos sobre leyes, pues papá le debe dinero al banco. no es que tengamos problemas de dinero pero ese hombre alarga el proceso para aumentar sus honorarios.

—¡Es de lo peor!—apoyó Irene.

El tío Arthur pareció consternado, pues ayer mismo el portero confundió a mi tío con ese hombre, en realidad desde ayer el coronel esperaba a su abogado, ¿Por qué habrá demorado?

—aqui hay gato encerrado—dijo por fin mi tío pensativo.

—¿Por qué lo crees tío?—preguntó Steve.

—es un presentimiento.

Los presentimientos del tío Arthur no siempre traen nada bueno, desde nuestra posición podíamos ver todos al coronel y al abogado entrar a la mansión, mi tío por otro lado ya le había echado el ojo al abogado y estoy seguro y sacó de él información valiosa para las hijas y esposa del coronel.

—ese hombre planea algo.—dijo el tío Arthur—siento que lo he visto en alguna parte, ¿Pero dónde?—añadió pensativo.

Cuando estás tomando café en horas de la mañana, rodeado de bellas mujeres el tiempo suele pasar volando; pues apenas y me di cuenta que desde la llegada del abogado habían pasado 120 minutos. Minutos que yo sentí como ¼ de hora. Aún recuerdo el grito que pegó Christina desde el segundo piso, nosotros no lo oímos bien pero las otras empleadas de servicio sí. Mary, Hermione, y Annie(las otras empleadas de la mansión) fueron a ver qué le sucedió a la señora Christina. Acto seguido vino la señorita Mary agitada y el rostro palido a darnos una noticia terrible.

—¡Señora Daphne!¡Señora!—exclamó Mary agitada—¡Algo horrible ha sucedido!

—¿Qué ha pasado?—pregunté consternado.

—¡El señor Sandler, murió!

Está noticia nos dejó sin palabras, después de unos segundos, Irene salió desesperada exclamando:—¡No, no es posible!¡Debe ser mentira!

Corrió tan rápido que la perdimos de vista en segundo.

—debemos ir con ella, tal vez siga con vida y sea un mal entendido.—aconsejó mi tío.

—sí, vamos.—apoyó Isabelle.

Y nos dirigimos a la habitación de trabajo del coronel en el  segundo piso a toda prisa. Tal era la adrenalina que no recuerdo cuando fue que subimos las escaleras y nos encontramos frente a frente con la puerta de la supuesta tragedia, el tío Arthur abrió la puerta de un golpe y todos entramos; allí estaba el coronel Jhon Sandler bañado en un mar de sangre, nunca olvidaré la terrible expresión que había en su rostro, parece que antes de que la haya pasado lo que sea que le haya pasado vio a la muerte misma frente a él. Sus ojos mirando hacia el techo, sus labios totalmente morados y rígidos, sus largos dedos, duros como la pata de un caballo.

—¡No...!¡Jhon, Jhon, despierta!—gritaba la señora Daphne entre lágrimas—¡Hagan algo!¡Hagan algo!

No se podía hacer nada, era muy tarde para el coronel. Esa tragedia arruinó el hermoso día que era ese cálido 14 de Junio; al cabo de una hora llegaron los de la morgue para hacer la debida autopsia pero los detectives que llegaron antes, por alguna razón les dijeron que esperaran, por otro lado mi tío nos llamó a Sarah, Steve y a mí a la sala de estar.

—debo confesarles, que estamos en un ambiente peligroso para ustedes, lamento decirles que hace un momento hablé con los detectives a cargo del caso y les dije que les ayudaría a resolverlo, fue fácil convencerlos con decirles quien soy; lo que quiero decir es que no podremos realizar el viaje de verano ya que yo mismo me encargaré que el culpable sea llevado a la justicia.

—que importa el viaje tío, te queremos ayudar a resolver el caso—comentó Steve—, sea como sea sé que llegaras al fondo de ésto y quiero estar presente cuando lo hagas.

—es cierto tío, te ayudaremos—apoyó Sarah.

El tío Arthur volvió su mirada hacia mí.

—¿Y tú Matthew, qué piensas hacer?

—eso es obvio, me quedaré para ayudarles.

—bien, debo pedirles que de ahora en adelante sigan durmiendo aquí, la casa rodante será nuestra oficina y lugar de reuniones.

No sé si la adrenalina que sentía  era por la recién ocurrida tragedia o porque iba a resolver un misterio que días después envolvería a todo el pueblo de Howardville.

—señor Chandler, venga a la escena del crimen para que la examine.—dijo un hombre alto y delgado de rostro pálido y lánguido y mejillas pálida—¡Un gusto, soy el detective Morrison del Departamento de investigación de Homicidios! (DIH)—añadió en forma de presentación.

El tío Arthur le dijo que en un segundo le seguía y nos dio diferentes misiones a los tres; a Sarah y Steve les pidió ir al pueblo en busca de un cerrajero, y a mí me pidió que le acompañará a la escena del crimen.

Nos encontramos en segundos en la escena del crimen, aún seguía allí el cuerpo del coronel, esperando a que mi tío le examinara. La habitación era sencilla, amueblada con un escritorio y dos sillas detrás de éste, retratos de sus hijas colgados en la pared, la repisa de la chimenea estaba decorada con hermosas y curiosas figuras de cera en forma de animal, de las dos cortinas sólo una estaba corrida hacia la pared mientras que la otra permanecía cumpliendo su trabajo evitando que la luz del sol entrase a la habitación. Al tío le pareció extraño y se dirigió a la cortina corrida para encontrar lo que parecía ser pieza clave en éste misterio; detrás de la cortina estaba escrita con sangre la palabra «justicia».

—¡Bingo!—exclamó con excitación.