La semana fue transcurriendo, con una carga más creciente debido a los preparativos de la gala. Los imprevistos parecían aparecer en los momentos menos inesperados, no le supuso a Liliana ningún problema, ya que como responsable principal, manejaba el desafío con eficacia. A pesar del agotamiento, sus esfuerzos daban estaban dando frutos: esta gala prometía ser más destacada y llamativa que las de años anteriores.
- Sr. Parks, esta gala proporcionará grandes resultados. Tiene usted una asistente muy capaz; no ha dejado piedra sin levantar -comento con admiración el Ceo de AG Star.
- Estoy de acuerdo, Marcus. Por más capaces que sean mis asistentes, ninguno habría logrado lo que ha conseguido esta joven. Si hubiera postulado para trabajar en mi empresa, ¡habría sido un golpe maestro! -añadió el Ceo de Hella Glow, riendo con fuerza.
Sr. Parks, escuchando los halagos hacia Liliana sin reaccionar demasiado. Mientras los demás hablaban con entusiasmo, el mostró una leve sonrisa imperceptible para los presentes. Su mente se encontraba en otro lugar, atrapado en una maraña de pensamientos que no compartía con nadie.
- Con los últimos detalles resueltos, me retiro. Que tengan un buen descanso -dijo William, dando fin a la videoconferencia.
La pantalla se apaga dejando tras de sí un rostro abatido y distante. Su frialdad ya no sorprende a los presentes.
Tras colgar, los presentes en la llamada no se sorprendieron antes de sus frías acciones.
- Tan joven y mostrando un caparazón tan frío..... ese muchacho no tiene remedio -comento Marcus, con una mezcla de incomodidad y resignación.
- Esa frialdad es lo que lo ha llevado donde está hoy. Ni su padre ni su hermano hubieran logrado lo que este en su tiempo -respondió el Ceo de Yang Ying, con un tono más pragmático.
- Estas en todo lo correcto, James -asintió Marcus-. Espero que algún día sea capaz de ablandar ese duro caparazón.
- Lo veremos con el tiempo. Que tengan un buen día, caballeros. Me despido -añadió el Ceo de Hello Glow antes de finalizar la llamada.
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- ¿Cuántas tiendas llevamos ya? -preguntó Clara, agotada.
- Perdí la cuenta en la décima -respondió Liliana con una sonrisa cómplice.
- Mira, cielo, sé que no debo meterte presión, pero hoy es el último día. En cuanto comience la semana estarás ocupada con la gala y no tendrás energía ni tiempo suficiente para ello.
- Lo se... pero no he encontrado ningún vestido que realmente me encante.
- Pues vamos a seguir buscando, cariño. Aun nos queda toda la tarde, y ese vestido tiene que aparecer hoy, sí o sí -dijo Clara, con una amplia sonrisa y talentosa.
Liliana la miro con agradecimiento. -Gracias, Clara... por estar siempre ahí.
- Gracias, Clara... Por estar siempre ahí.
- Ay, cariño.... tanto años juntos y aún sigues dándome las gracias. Eres mi familia. Esto nunca será una carga para mí. Lo único que quiero es verte disfrutar de ese maravilloso día, con un vestido que ames. Y si tenemos que recorrer todas las ciudades vecinas, lo haremos. Así, que señorita, ¡mueve ese culo, que no tenemos todo el día! -añadió Clara, riendo mientras empujaba suavemente a Lilian hacia la siguiente tienda.
Una dulce sonrisa afloro en el rostro tras retomar su búsqueda. A medida que avanzaba la tarde, las tiendas eran menos frecuentes, llevándolas finalmente a la ciudad vecina. Con cada paso, sus esperanzas iban disminuyendo poco a poco.
El sol comenzaba a descender tiñendo el cielo con tonos anaranjados y púrpuras. No solo anunciaba la llegada del anochecer, sino también la creciente amargura y decepción por no haber encontrado el vestido. La búsqueda había sido ardua, y el esfuerzo compartido de ambas amigas empezaba a parecer inútil. Se detuvieron un momento, observando cómo el cielo se apagaba lentamente, mientras las farolas de la calle comenzaban a encenderse, iluminando su camino con luz suave y melancólica.
- Lo siento mucho cielo, podemos seguir un poco más si quieres -dijo Clara, con una sonrisa de apoyo.
- No pasa nada, Clara. Seguro que encontrare alguno, no voy a perder la esperanza -respondió Liliana, intentando mantener el ánimo-. Seguro es una señal para que encuentre un diseñador. ¿Quién sabe?
Ambas se miraron y, tras una pausa, Liliana soltó una pequeña risa.
- Venga, vamos. Te invitamos a cenar después de este día tan arduo. Nos lo hemos ganado.
Claro irritante, aliviada por el cambio de tono. -¡Eso suena perfecto! Cenar después de todo esto suena como el mejor plan.
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Durante los días siguientes, Liliana se enfocó por completo en los últimos detalles para la gala. Surgieron accidentes y errores que, de no haber sido detectados a tiempo, habrían puesto en riesgo el evento o su cancelación. Esto la obligó a dejar de lado la búsqueda de un diseñador para su vestido.
La mayoría de los días, Liliana se vio obligada a permanecer en el hotel para evitar los trayectos apresurados entre su casa y el lugar del evento. El estrés y la presión crecían a medida que la fecha se acercaba, dejando poco espacio.
Se corrigieron los errores pertinentes de los platos y se ajustaron los últimos detalles.
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La apertura del evento fue marcada por la entrada de cada una de las estrellas, quienes desfilaron deslumbrantes, luciendo sus mejores prendas para la ocasión.
-¡Sra. Katherine, mire hacia aquí, ¡por favor! -gritaron algunos fotógrafos, buscando la mejor toma.
- Sra. Katherine, por favor unas palabras para sus fans, ¡por favor! -pidió un reportero entre la multitud, mientras los flashes iluminaban el entorno.
Mientras las estrellas seguían llegando, el bullicio en la alfombra roja crecía. Los flashes no dejaban de iluminar el lugar, y las preguntas de los reporteros resonaban en el aire, buscando la mejor forma de captar cada uno de sus movimientos. A medida que avanzaba la noche la alfombra iba disminuyendo el flujo de entrada de las estrellas. El ambiente cambió, los murmullos de la multitud cambiaron siendo más intenso, las cámaras giraron al unísono hacia la entrada principal.
Una limusina negra se detuvo frente al evento, provocando un silencio expectante. Liliana al reconocer la matrícula se dirigió hacia ella, abriendo la puerta para permitir que bajara la persona que se encontraba en él.
Unos zapatos de cuero italiano relucían bajo las luces, y su traje negro perfectamente ajustado hablaba de poder y elegancia. Su mirada fría e indiferente escaneaba el lugar.
Los fotógrafos no tardaron en reaccionar. En cuanto lo reconocieron, el sonido de los flashes y el clamor de los reporteros llenaron el aire. Todos buscaban la mejor toma de un hombre que nadie había esperado ver.