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Chapter 5 - El viaje

Un par de meses pasaron antes de que la tierra empezara a temblar y grandes destellos se vieran en dirección oeste, la guerra de los Valar contra Melkor había empezado y se hizo sentir en todas las direcciones, de vez en cuando veíamos algunos seres en caballos blancos rodeados de un aura de tranquilidad, nunca se acercaban lo suficiente como para hablar con ellos.

No quise adelantar información a Ingwë de cosas que en verdad no debería saber, cosas como que era probable que esos seres fueran maiar, lo que si le dije era que transmitían la misma aura que Oromë y es probables que fueran seres de su tierra.

Algo en lo que coincidió conmigo, los grandes temblores que causaron las batallas entre estos seres omnipotentes en verdad no tuvieron muchos estragos, no teníamos edificios todavía si no tendríamos grandes cantidades de derrumbes, lo más peligro que sucedió es la caída de algunas carpas y árboles.

Aunque habíamos conocido a Oromë y se había creado confianza hacia él, la demostración de fuerza de los Valar asusto a la mayoría de los elfos, sobre todo a los Noldor y a los Teleri.

Lo que es frustrante es que intente cambiar muchas veces algunas cosas acerca de los libros como que los elfos no rehuyeran a la llamada de los Valar, pero pareciera que algunas cosas siguen siendo inamovibles, el rapto de los elfos, y la futura creación de los orcos, así como la desconfianza hacia los Valar de una parte de los elfos.

Eso demuestra que las cosas a pesar de mi intervención deben de transcurrir de alguna forma en concordancia con la canción de los ainur.

Decidí entonces no intentar forzar los eventos y dejar que las cosas pasaran solo preparándome mejor para ellas, empezando con el viaje a Valinor, mi pueblo no tenía una gran cantidad de equipaje. Las armaduras podían ser llevados puestos o en caballos juntos con las carpas, lamentablemente para los elfos que se quedaran no pensaba dejar un solo miembro de mi clan atrás.

Tal vez eso ayudaría como disuasivo a que menos elfos se quedaran, pero era ser optimista.

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Volvieron a pasar varios meses hasta que Oromë volvió esta vez con la invitación formal para que fuéramos a Valinor.

Gran Carpa— Campamento principal

Ingwë: "Pienso que hacer el viaje sería la opción más sabia"

Noble Teleri: "Si el enemigo ya ha sido vencido, ya no veo la necesidad de irnos"

Ingwë: "Eso puede ser cierto, pero debo pensar en los Vanyar y creo que cerca a los grandes señores podremos progresar más rápido"

Finwë: "Pienso lo mismo no hay necesidad de quedarnos aquí, si podemos tener tanto el conocimiento como la naturaleza a nuestra alrededor, y es lo que tendremos por lo que nos conto mi señor Oromë"

Noble Noldor: "De todas formas el viaje según sabemos es muy largo para acercarnos a los dominios de estos señores de gran poder" a algunos Noldor tenían ya desde ahora un complejo con la independencia.

Olwë: "Es un viaje largo que por lo menos estoy dispuesta a hacer si es para garantizar la felicidad eterna de mi pueblo"

Elwë: "Yo pienso lo mismo, no es un viaje tan difícil, si vez lo que ganaremos"

Tulcowë: "Todos los Tulcar haremos el viaje"

Lo que dije fue una afirmación más que un comentario, lo que dejo a todos sorprendidos, quedarte sin el clan guerrero que los protegió del peligro era una mala noticia.

Ingwë: "No estamos llegando a un acuerdo, pidamos al Gran Señor Oromë más tiempo para discutirlo"

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A Oromë no le gusto mucho la indecisión de los elfos así que regreso a Valinor a pedir consultada a los demás Valar, dos meses se demoró en ir y venir, con la propuesta de enviar embajadores, muy seguro de que la belleza de Aman convencería a los indecisos.

Los elegidos fueron los mismos Ingwë quien fue el primero en lanzarse como voluntario, seguido de Finwë y Elwë, termine tomando una decisión e ir como embajador de los Tulcar y coronarme en cuanto llegue a Valinor como rey de estos.

Me di cuenta de que el único que dudaba acerca de esto solo era yo, ninguno de los comandantes Tulcar o mis hijos esperaban otra cosa que no fuera eso, así que para que discutir algo que no estaba en duda.

Oromë trajo junto a él varios caballos muy hermosos y fuertes, los cuales montaríamos los cuatro embajadores de los elfos para movernos rápidamente hacia Arda y después cruzar el mar estrecho.

El viaje fue pacífico y aunque yo no era un amante de la naturaleza como para quedarme a observarla por horas, las vistas si lograron impresionarme, grandes montañas con glaciares imponentes, bosques hermosamente extensos y que tenían vida en cada paso, si esto lograba impresionarme para los demás acompañantes solo podria describirse con términos milagrosos, la verdad es que nunca habíamos salido más haya del Cuiviénen.

Entre más al oeste llegamos, intentaba tratar de reconocer los lugares donde en el futuro estarían los reinos de la tierra media, pero no tenía un mapa a la mano, y estaba seguro que al llegar al mar me daría una idea mejor.

Mi curiosidad entonces vino, como cruzaríamos este mar, no paso mucho tiempo y una isla fue levantada de la nada en el mar, era pequeña del tamaño de 4 autobuses, en ella había un poderoso señor que reconocí como Ulmo el señor de las aguas, fue bastante amable con nosotros y la Isla empezó a moverse una vez estuvimos encima de ella; su velocidad no era rápida o lenta, es más bien un poco imperceptible su movimiento.

Gracias al tamaño de la isla pudimos descansar en ella, hasta que la luz salió al siguiente día y entonces apareció en el occidente las costas de Valinor.

Una gran cadena de montañas verdes que adornaban las costas como un muro natural, y en el centro dé estas una gran montaña que atravesaba las nubes, la morada de Manwë el más grande de todos los Valar.

Tocamos tierra un momento después y montados a caballo atravesamos las montañas en dirección a Valimar, pero antes de llegar en una sima vimos a las más grandes creaciones de Yavanna, los culpables de que se haga la luz todos los días, Telperion y Laurelin.

La verdad es que la forma en que estos árboles daban luz día a día era irreal y me decían que en este mundo la magia definitivamente tenían que existir.

Las hermosas hojas que emitían una luz plateada mientras que el otro emitía un brillo dorado, me dejo claro que era la hora en el día en que uno florece y el otro se atenúa; ciertamente no podría nunca ver otro espectáculo natural que se comparara a este.

Después de ser interrumpidos de nuestra concentración por Oromë , fuimos entonces a Valimar, lleno de palacios que eran hermosos en arquitectura, los Valar y Maiar que aquí habitaban nos recibieron con felicidad, y con la aprobación de Manwë fuimos enseñados por ellos durante dos años.

Durante ese tiempo conocí a Tulkas unos de los Valar más fuertes y con quien pase grandes días de entrenamiento, siempre feliz forzado mis habilidades al límite y después de mucho tiempo volví a sentir esa sensación de cuando combatía con Serceyë.

En ese momento aunque los elfos del Cuiviénen relacionaron nuestro nombre con la fuerza, me di cuenta de que nuestro nombre estaba relacionado con Tulkas el único más fuerte y uno de los Valar a los que menos recordaba irónicamente.

Al conocer que había una tribu entera de elfos que se habían entrenado desde que nacieron para la lucha estaba emocionado de recibirlos, aunque estaba feliz de conocer la llegada de los elfos en un principio no pensó que pudieran tener mucho que compartir, ya que él también tenia en mente que serian sabios y nobles algo más parecidos a Manwë.

En segundo Lugar traté de acercarme mucho a Aulë al igual que Finwë ambos teníamos mucha curiosidad por sus conocimientos, aprendimos mucho de él, pero muy poco teniendo en cuenta la cantidad de conocimientos que tenía para ofrecer.

La verdad que los deseos de extender nuestra instancia no eran pocos, pero todos teníamos una responsabilidad y era necesario volver; fue entonces el momento de regresar cumplido el tiempo y fuimos guiados nuevamente por Oromë quien nos indicó que sería el encargado de escoltar a los demás elfos que decidieran venir.

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El viaje duro entonces dos largos meses hasta volver al Cuiviénen y ser recibidos por todas las tribus en la Gran carpa del campamento principal, estábamos vestidos con las hermosas telas de Valimar en el caso de Ingwë, Elwë y Finwë, yo en cambio traía una gran armadura con tantos detalles y funcional que no parecía tener punto débil.

Nos encargamos de contar todas las maravillas de Valinor, la luz de los árboles, la arquitectura de Valimar y los bosques de Yavanna; habíamos hecho nuestro mejor esfuerzo para convencer a todos y ahora solo quedaba sus decisiones.

Entonces sucedió inevitablemente la primera división de los elfos, Algunos señores Teleri decidieron quedarse, y pocos señores Noldor tomaron la misma decisión, supondré en el caso de los Teleri que conservar la tierra en el que nacieron era la razón y en el caso de los Noldor tal vez el deseo de vivir sin la vigilancia de los Vanyar y Tulcar.

En apretado tiempo de una semana todas las carpas estaban levantadas e innecesariamente los Vanyar prendieron una llama a partir de la Gran fogata, se encargarían de mantenerla encendida durante todo el camino.

Y así empezó el viaje a Valinor.