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Chapter 7 - La Oscuridad del Sur

Sin darme cuenta paso una Era, no estoy seguro de cuanto tiempo paso, ni cuál es el criterio para que finalice una Era y comience otra, los Vanyar fueron los que avisaron acerca de ello.

Tal vez tenga algo que ver con las estrellas o los dos árboles.

Pensando un día sobre el tiempo en que estuve aquí no podía creerlo, ya han pasado muchos siglos desde que renací y este mundo parece ser cada vez más pacífico, me cultive en todas las artes posibles en este tiempo, sobre todo en la herrería.

Al tal punto que una vez decidí emprender un gran proyecto para crear una espada jamás vista o creada en Valinor, pero lo haría yo solo, durante 30 años martille la espada de Mithril y la imbuí con la luz de los dos árboles y los adornos fueron tallados con gran detalle.

Hasta ser termina era una hoja que se dividía en dos, pero antes de acercarse a la empuñadura se unían, justo más abajo de esa unión estaba tallado en mithril un adorno de metal entrelazado, parecido al diseño de la vara de Asclepio y que terminaba juntándose con la Cruz de la espada cuyos gavilanes eran dos alas de ángeles, de allí seguía una empuñadura gruesa con un hermoso patrón escamado y coronado con otras dos hermosas alas.

foto:

https://drive.google.com/drive/folders/1JW8Y8-ssukXdi4d69MXMaTd58FrPGLfC?usp=sharing

La verdad sea dicha que esa espada no fue planeada así desde un primer momento y nunca pensé que nacería una espada tan maravillosa, a pesar de nacer de mis manos cuando estuvo terminada e intente tomarla el peso de su poder me era difícil de manejar, mucho más pesada de lo que parecía a simple vista, causaba en su portador tranquilidad, también parecía distorsionar el tiempo y daba al que la poseía un tiempo de reacción impresionante.

La verdad es que la espada toma habilidades que le introduce el forjador, pero su poder también depende del poder del forjador, si este es débil las capacidades de la espada estarán presente pero serán sutiles.

Eso me convertía sin querer en uno de los forjadores más poderosos de Aman.

Al primero que le presente la espada por ser el Valar con el que más tiempo compartí fue Tulkas, al ver la espada le dio felicidad aunque admiraba más la fuerza física no dudaba que las habilidades con armas eran necesarias y que forjarlas tiene su reto, para el portarla no significaba ningún problema, su fuerza era la más grande entre todos los Valar o eso creía yo, me alentó para que intentara dominar el poder de esta arma.

En consecuencia la mantuve conmigo todo el tiempo y practica con ella largas horas hasta que la espada me reconoció, en ese momento su fuerza y la mía se juntaron en una sola convirtiendola en una extensión de mí.

Esa maña decidí practicar con todo su poder y al intercambiar un golpe de espadas con uno de mis guerreros salió disparado con el choque, no podía medir mi fuerza, la explosión fue igual a la que desataría Sauron portando el anillo en la guerra de la última alianza, aunque juraría que el mío era mayor, pues sentí que no utilice toda mi fuerza.

Lástima que no habría ocasión para probarla hasta dentro de mucho tiempo, bajo el gobierno de los Valar los conflictos nunca se solucionarían por la fuerza, pero también nos era imposible, ya que en verdad se nos consideraba como el ejército bajo el servicio de ellos, y al tener tal prestigio era mejor conservarlo.

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Otra era paso y todo siguió igual de tranquilo, la única noticia relevante fue que Indis se casó con Finwë después de que su esposa decidiera no volver a su cuerpo, y nacieron los hermanos Nolofinwë y Arafinwë junto a sus dos hijas más.

Cuando Curufinwë (Fëanor) nació solo asistí una vez para felicitar el nacimiento del primogénito de los Noldor, este chico al que Finwë malcriaría no levantaba ningún agrado en mí.

En cambio cuando Nolofinwë (Fingolfin) nació era un niño por el que sentía más agrado, yo creo que por lo que sabia de él y porque ya conocía a su madre Indis.

En varias ocasiones cuando creció vino a quedarse por invitación mía a Hyarnost para enseñarle a luchar, y al final antes de que se fuera le entregue un regalo de mi parte, Ringil la espada de hielo, una hermosa espada blanca que emitía un fuerte frío.

Fue bastante sencilla de hacer debería ser más fuerte que la de la historia original pero no comparable con mi arma personal.

La amistad entre los dos fue creciendo hasta que me considero una especie de tío lejano, que podría ser, ya que Ingwë me consideraba un hermano.

Le enseñé algo de mis habilidades en la forja y aprendió rápido, pero no al mismo nivel, todavía le faltaba experiencia para eso.

Estuve involucrado mucho en su vida más que en la de Fëanor lo que molesto un poco a Finwë, quien me pidió que invitara también a este y eso hice, pero solo me demostró lo orgulloso que era rechazando la invitación.

Sin quererlo creo que me involucre un poco en la política de los elfos Noldor y aunque quise alejarme era difícil recibiendo la visita de los hijos de Fingolfin cada cierto tiempo.

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Tratando de despejar mi mente, salí a explorar los alrededores de Hyarnost dirigiéndome hacia el sur como siempre, pero esta vez me aleje más de lo normal durante varios días de viaje.

Hasta llegar a una zona donde la luz de los árboles empieza a apagarse y la oscuridad aumenta, intente ver atreves de ella lo más lejos posible, pero parecía ser tan espesa que era imposible ser atravesada.

Entonces un pensamiento fugaz atravesó mi mente y el nombre de la criatura que habitaba este lugar apareció Ungoliant la tejedora de tinieblas, la gigante araña a la que inclusive Melkor tenía miedo.

Muchas líneas de acción cruzaron por mi mente, pero para la mayoría de ellas no estaba preparado.

Decidí entonces volver rápidamente a Hyarnost y convocar a los Paladines.

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Gran sala de reuniones - Hyarnost

Maethoran: "De que tamaño estamos hablando mi señor"

Tulcowë : "No estoy seguro de su tamaño, pero puede acabar con los dos árboles con su fuerza, y la oscuridad siempre la envuelve porque ella misma la genera"

Cánowë: "No parece ser algo fácil de tratar, dices que se alimenta de la luz, pero no podemos luchar sin ella"

Narwë: "Estaría en ventaja si hiciéramos ello, pero creo que si levamos las gemas de luz no sería capaz de devorarlas todas"

Tulcowë: "También pensé en ello, yo y mi guardia tomaremos la delantera, necesito entregar a los últimos candidatos a paladines las últimas armas y armaduras que tengo en mi bóveda, necesito toda la fuerza que tengamos"

Narwë: "¿Piensas llevar a todo nuestro ejército?"

Cánowë: "Las elites serán suficiente"

Tulcowë: "Si, con ellos tendrá que ser suficiente"

Kulwë : "sesenta mil guerreros de la guardia de los paladines, son la elite de la elite"

Tulcowë: "Está bien tenemos unas semanas para prepararnos"

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Sé que podía dejar a Ungoliant en las montañas por un largo tiempo hasta que saliera por sí misma con Melkor, pero tenía más temor a que me agarrara desprevenido que a pelear con ella.

Y si salía antes de lo planeado a atacarnos no sería fácil rechazarla y pedir ayuda a los Valar no era algo que quisiera, quería probar mis fuerzas y las de mis guerreros aunque sea que muchos caerían, el conocimiento de que descansarían en los salones de Mandos me tranquilizaba.

Para empezar el ataque se dividió en varias unidades en formaciones yo estaría en a cargo del ejército principal y quien avanzaría primero con veinte mil guerreros.

Maethoran (hijo de Cánowë y paladín) estaría a cargo de una unidad de 10 mil guerreros con armas de largo alcance entre arcos y balistas con punta de mithril para penetrar la piel de Ungoliant.

Las otras 3 unidades serian comandadas por Cánowë, Narwë y Tanowë (Paladín) con 10 mil guerreros cada uno, llevando consigo y protegiendo las 3 grandes esferas que contenían en ellas la luz de los dos árboles y por un tiempo limitado deberían brillar igual que ellos.

Cuando llegamos a las cuevas del sur la presencia de Ungoliant se hizo cada vez más evidente las telarañas empezaban a acumularse más y más, avanzamos hasta donde era posible sin caer en las telarañas y en un espacio donde el ejército pudiera moverse bien, ya ubicados tiramos el cebo para llamar a la presa.

Las tres grandes luces se prendieron penetrando y alejando la oscuridad que se retiraba como nubes negras, pero era lento, seguro por la cantidad de tiempo que habían estado allí era realmente espesas.

Siguió retirándose hasta que una de los montes alrededor seguía cubierto por ella, rápidamente racione ese no era un monte.

Tulcowë: "Preparados "grite tratando de alertar a todos.

Entonces el monte se abalanzó hacia nosotros y la asquerosa forma de esta araña con muchas patas salto a la vista quería ir a por las luces así que era el momento.

Tulcowë : "Ataquen"