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Chapter 9 - CAPITULO 8: UNA HORA ANTES DEL ASEDIO

Cuando llegaron al hogar del pequeño Jimmy, casi había anochecido. El caballo llevaba al pequeño delante, a Colt detrás y a Manuel al final sujetándose, como podía, de la espalda de Colt. Ni bien llegaron, Jimmy se bajó inmediatamente del caballo e intentó ayudar a Colt con Manuel

- Por favor, no se preocupen… estoy bien- gimió Manuel; pero Colt lo ayudo a bajar de todos modos diciéndole

- No seas orgulloso viejo, esas heridas dicen cualquier cosa menos la palabra "Bien"

- Y tú dices cualquier cosa menos la palabra "Mujer"- se quejo Manuel descendiendo del caballo y apoyándose sobre el hombro de Colt

- Los conceptos de hombre o mujer poco me importan- le contestó fríamente Colt llevándolo dentro de la casa- lo único que me importa en este árido desierto son dos cosas: que mi munición nunca falte y que mi tabaco tampoco se acabe

- ¿Tienes tabaco contigo?- pregunto Manuel sorprendido y esperanzado

- Sí ¿Quieres un poco?- le contestó Colt adentrándose a la casa con Manuel sujetándose de sus hombros

- Si no es mucha molestia vata- le pidió Manuel sonriendo y Colt, riendo, le dijo

- Para nada

Ambos se adentraron a la casa para arreglarla cuanto antes, esperaban visitas para esa misma noche.

. . .

Sentado en su silla, el Gobernador escribía una carta que debía ser enviada de inmediato a Saavedra, en dicha carta se describía el problema que tenían junto con la posibilidad de que las tropas rebeldes atacasen Hope Town.

Jorge Ramírez, un hombre calvo con pocos cabellos blancos en sus costados, llevando un traje elegante color marrón con un moño negro y una camisa azul, se encontraba aterrado ante la idea de que las tropas de Jazmín Citera estuviesen cerca y desearan tomar Hope Town; pero más le aterraba aquella mujer de cabellos rojos que había aparecido esa misma tarde. Era una mujer hermosa y su cicatriz fuera de hacerla ver fea, en realidad la hacía ver exótica por completo, una bella y rara flor en medio de ese desierto; pero esa flor tenía espinas venenosas consigo. Mató sin ningún problema a ocho soldados profesionales, sabía que de no contestar pronto al ataque, esa mujer podría matar a toda una armada ella sola. No podía explicar aquella disparatada idea, solo lo sabía. En la carta que le mandaba a Saavedra le pedía que les facilitara la Gatlin, era su única solución y salvación. Al poco tiempo un hombre grande y robusto entro en la habitación, se trataba de Alfredo Diego Escatar, un sargento de caballería de las tropas mexicanas, Ramírez, al verlo, le dijo:

- Envía a las tropas a la casa del puto chavo, es hora del contra ataque sargento y no olvide traerme a la mujer… viva

- Si mi gobernador- le respondió Alfredo dando un golpe en el suelo con sus botas, le hizo un saludo militar y se retiró. Ramirez se quedó sentado en su asiento esperando a que le trajeran aquella bella flor del desierto para poder quitarle sus espinas y aspirar sus pétalos. Luego la colocaría en un hermoso florero de su habitación

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Jimmy se encontraba cansado; pero de todos modos colaboraba en todo lo que podía. Manuel se encontraba sentado con un arma en su mano y con la otra armaba un cigarrillo, Colt le había prestado un poco de tabaco junto con un poco de papel. La pistolera, por otro lado, se encontraba cargando sus revólveres junto con la escopeta y el rifle winchester. Jimmy se acercó a Colt con intenciones de hacerle una importante suplica: que entrase en razón.

- No sé si estas armas serán suficientes Colt ¡Por favor! ¡Huyamos de aquí mientras podamos! ¡Tengo miedo de perderte como perdí a mis padres!... no vale la pena Colt, no lo vale- dando un pequeño gemido añadió- si quieren mis caballos pueden quedárselos, ellos no valen tanto como tú

- ¿Y que dices de Manuel?- le preguntó Colt con calma mirando hacia afuera por la ventana

- ¡Por eso digo que nos vayamos también! Manuel nos puede acompañar, unos caballos no valen la vida de dos personas, siendo una de ellas alguien maravillosa- continuó Jimmy con sus sollozos y Colt, mirándolo con dureza junto a un gran pesar, añadió

- Si huimos ellos vendrán tras nosotros Jimmy, te agradezco que te preocupes; pero es tarde y debes dormir- antes de que Jimmy le contestase una sola palabra, le ordenó con dureza- ahora ve a acostarte

- ¡Bien!- lloró Jimmy golpeando el piso en señal de enojo, se fue diciéndole- de todos modos no me caían muy bien que digamos, por lo que no los extrañaré cuando los maten

- Es un muchacho muy valiente- señaló Manuel viéndolo partir y Colt, sonriendo, le dijo

- Y muy inocente, se preocupa mucho por nosotros, solo que no sabe cómo enfrentar sus temores todavía- con un tono demasiado melancólico añadió- tengo que buscarle un lugar en donde sea querido y amado, aun es muy niño para tomar la responsabilidad de un hogar o de un adulto

- Al parecer te preocupas por él más de lo que deberías- señaló Manuel y Colt le dijo

- ¿Y tú no lo haces?- bajando la vista, Manuel le respondió con un duro pesar

- Solo lo necesario para que el muchacho sobreviva la noche. No llego a encariñarme demasiado con las personas… por lo menos no después de ver a mi hija morir a manos de esos soldados de porquería

- Yo si me encariño demasiado con los que son débiles, eso lo aprendí hace mucho tiempo atrás durante la guerra- le explicó Colt sin perder su calma o paciencia

- ¿La civil?- le preguntó Manuel confundido y Colt, riendo, le dijo

- Si, la civil- con un suspiro añadió- en realidad fue otra guerra, en la que aprendí a que es importante el cuidar a los demás porque si tú no lo haces, nadie más lo hará

- Me sorprende oír tanta ingenuidad de alguien tan imponente Colt- señaló Manuel sorprendido

- Y a mi tanta frialdad de alguien tan agradable- le contestó calmadamente Colt en señal de reproche. Antes de poder añadir algo mas, escuchó el sonido del galopar de los caballos acercándose, las tropas estaban llegando. En realidad eran las de caballería porque era muy posible que la infantería ya estuviese en la puerta de la casa. Colt, con una mirada fría, le dijo a Manuel- prepárate, ellos ya se encuentran aquí

- Como digas- le contestó Manuel tomando su pistola y preparándose para combatir

El asedio estaba comenzando. Por otro lado, Jimmy, se encontraba en su habitación sosteniendo un cuchillo en caso de que los soldados aparecieran de la nada. Mientras oía los sonidos de tumulto abajo, Jimmy lloraba debido al miedo de morir, de perder su hogar y de perder a Colt, su mejor amiga en ese cruel y solitario mundo. Aun llorando por el miedo que sentía, Jimmy, no soltó el cuchillo en toda la noche hasta el amanecer cuando terminó el asedio y el sueño lo venció; pero para ese entonces todo ya había terminado.