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Chapter 13 - CAPITULO 12: LA CUARTA HORA DEL ASEDIO: CARRERA INFERNAL EN EL LLANO DE LA MUERTE

Los caballos corrían con fuerzas por todo aquel enorme llano desértico y oscuro, los Jinetes perseguían a Colt creyendo que ella finalmente se había acobardado, emprendiendo una fútil huida; pero poco imaginaban que Colt los estaba llevando a donde ella quería: lo más lejos posible de la casa de Jimmy.

Los pensamientos, o visiones en este caso, ajenos a la mente de Colt le indicaban que el cañón estaría listo para ser usado de un minuto a otro; pero la sorpresiva "huida" de Colt los puso a la espera de que hacer a continuación. Tenía muy poco tiempo para actuar antes de que esos sujetos usaran el cañón. Los Jinetes le disparaban con sus fusiles creyendo tener la victoria asegurada; pero, Colt, logró dar vuelta su caballo en plena carrera y los confrontó sosteniendo uno de los fusiles de aquellos Granaderos rebeldes. Apuntando a su contrincante, le disparó en el pecho acabando con él, eran seis Jinetes quienes la perseguían; pero tras aquel ataque se convirtieron en cinco que intentaron darle en el hombro. Colt, con un rápido movimiento, se dio vuelta hacia abajo permitiendo que las balas de los soldados pasaran de largo. Con sus revólveres, Colt, le disparó en el cuello al quinto Granadero hiriéndolo de gravedad, se sostuvo su cuello sangrante y cayó del caballo sin poder desabrochar su pie de la montura, siendo arrastrado por el asustado equino por todo el desierto.

Los demás observaron con horror como aquella mujer les había engañado, no eran ellos quienes la estaban cazando a ella sino ella quien los estaba cazando a ellos y, a menos que tuviesen una buena idea para confrontarla, lo mejor era, en ese momento, huir. Deteniéndose de forma abrupta, dieron media vuelta emprendiendo su escape de las garras de aquella pistolera que no dudaría en matarlos. Esbozando una sonrisa, Colt, asintió con la cabeza al ver que las cosas se habían puesto a su favor.

- Así me gusta- sonrió ella iniciando la persecución

Las cosas habían cambiado, el cazador se había convertido en presa y la presa en cazador, los cuatro muchachos se vieron a las caras, mostrando sus terribles expresiones de pánico, y se dijeron al unisonó:

- ¡Separémonos en grupos de dos!- sin perder tiempo los cuatro jinetes se separaron en una V, dos jinetes fueron a la izquierda y los otros dos a la derecha obligando a Colt a elegir a cual debería perseguir

Colt detuvo su caballo y observó las posibilidades que tenía a su alrededor: por un lado si perseguía a los jinetes que se dirigían a la izquierda entonces se adentraría en el desierto dejando a Ramón junto a Jimmy a su suerte debido a que no sabría si podría llegar a tiempo para salvarlos del cañón. Por otro lado si seguía a los que iban a la derecha, podría volver a la casa de Jimmy a tiempo y detener el cañón cuanto antes; pero bajo el riesgo de que esos dos Jinetes aparecieran en el momento inoportuno para capturarla o asesinarla, a ellos ya les daba igual. La opción era clara, mejor asumir el riesgo a dejar bajo su suerte al pequeño Jimmy, aun no confiaba del todo en Ramón aunque de momento se mostraba cien por ciento de su lado.

Sosteniendo con todas sus fuerzas el revólver, Colt apuntó a uno de los jinetes diciendo:

- Al menos me preocuparé por uno solo- y disparó. La distancia era enorme, el viento para nada favorable; pero aun así la bala entro por la espalda de uno de los jinetes que se adentraba en el desierto y salió por su pecho, el cuerpo de aquel granadero dio un empujón hacia adelante mientras sus manos soltaban la montura e intentaban sujetar su herida inútilmente, el cuerpo cayó al suelo y su compañero gritó de horror al ver ese terrible espectáculo mientras continuaba con su patética huida

Dando media vuelta, Colt, reanudó su cacería en contra de los otros dos jinetes, algo le decía que ese idiota sobreviviente no tendría las agallas para enfrentarla nuevamente.

El cañón estaba listo para ser usado. El Sargento vio como la muchacha emprendió la huida siendo perseguida por sus jinetes por lo que no había necesidad de esperar más tiempo, con un solo ademan de su brazo ordenó que cargaran el cañón y lo apuntaran a la casa de ese mocoso sobreviviente, los establos estaban a una distancia más que prudente por lo que no perderían su provisión de caballos.

- Muy bien hombres, cuando yo les diga, ustedes dispararan- alzando su mano gritó- ¡Carguen… apunten… fu…!

No pudo terminar su orden porque los jinetes volvieron a donde ellos estaban con una expresión de horror, parecía que el diablo los hubiese perseguido

- ¡Está detrás de nosotros!- gritaba uno de los Jinetes aterrado- ¡Esa hija de puta no es una mujer, es el Demonio camuflado!

- ¡Soldado! ¡¿De qué carajos me está hablando?!- lo increpó el sargento sintiéndose molesto ante aquella infantil actitud

- ¡Está detrás de nosotros!- continuaba gritando el Jinete aterrado cuando el sonido de un disparo se escucho y aquel horrorizado jinete cayó al suelo muerto con un agujero de bala en la cabeza

El sargento tenia la sangre de aquel hombre en su rostro, se la secó con una expresión de asco y vio allí, a la distancia, como un caballo negro enorme se acercaba a ellos siendo montado por aquella enorme mujer de largo cabello rojizo cuyos ojos ya no eran azules sino rojos como el fuego del infierno ¡La malnacida tenía los ojos rojos como si fuese un demonio! Sosteniendo sus dos pistolas, largó una risa fuerte y, por momentos, gruesa como si fuese la risa de un monstruo antes que la risa de un ser humano. Aterrado, el sargento, sintió como un cálido liquido salía de sus pantalones, sin saberlo se había meado encima.

Dentro de poco el asedio terminaría.