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Chapter 12 - CAPITULO 11: EL PASADO DE SANTIAGO Y LA DECISIÓN DE ANA

Sosteniendo aquel papel con sus manos temblorosas y observándolo de forma borrosa debido a las lágrimas que nublaban su vista, Santiago solo pudo bajar los brazos seguidos de la cabeza susurrando:

- Entonces todo está perdido, ya nada por lo que peleé vale la pena

- ¡Santiago!- exclamó Ana furiosa tomando la carta con su mano, apretándola con su puño- ¡No puedo creer lo que oigo! ¡¿Acaso piensas rendirte después de todo lo que hemos vivido?!

- He sido vencido Ana, es muy diferente a rendirse- le contestó Santiago con los ojos al frente y la mirada perdida- mis hombres me deben de haber dado por muerto o traicionado, no tengo fuerzas para defenderme de ningún ataque y las tropas de México son demasiado grandes como para poder darles pelea, entre tú y yo junto con Winchester no podremos hacerles nada ¿Acaso es deshonroso el aceptar la derrota?

- ¡No!- exclamó Ana dándole una fuerte bofetada para que reaccionara- pero sí lo es cuando aun tienes las cartas a tu favor ¡Ahora reacciona! La carta que tenemos en la mano iba dirigida a Juan Madera quien todavía no ha recibido la respuesta. Aquello lo pondrá nervioso y cometerá un error, nosotras también ayudaremos a que la confusión se vuelva más grave al atacar a las tropas mexicanas que estén en las cercanías argumentando que somos enviadas del gobernador Madera

- ¿Nosotras?- preguntó Santiago con un tono demasiado chirriante, sus ojos se agrandaron por el terror y exclamó- ¡No, tú no harás nada de eso, no quiero perderte Ana! ¡NO QUIERO QUE MUERAS!

- Santiago escúchame bien…- intentó hablarle con dureza Ana; pero Santiago le interrumpió diciendo

- Cuando era niño mi madre me abandonó. Debía de tener seis años el día que ocurrió, lo recuerdo bien… mamá y papá no se llevaban bien entre ellos, solían discutir mucho, pelear por tonterías al punto de no saber si al poner la mesa mal podría desencadenar otra batalla de gritos, golpes y constantes discusiones… solía haber un hombre que nos visitaba cuando papá se encontraba trabajando en las afueras del pueblo, llevando el ganado a otro corral para ganar dinero. No era un mal hombre; pero nunca supe su nombre solo sabía que cuando él llegaba mamá me pedía que fuera afuera a jugar mientras ambos hablaban de cosas privadas que no debía de oír, fuese lo que fuese siempre terminaban en fuertes gemidos que se escuchaban aun fuera de la casa… no fue sino hasta que llegué a la edad adulta que supe qué tipo de conversaciones eran las que ambos tenían. Una noche papá llegó más temprano de lo usual y oí nuevamente las discusiones. Mamá junto a aquel hombre se subieron a un caballo y emprendieron la huida mientras papá los perseguía con una escopeta en mano. Corrí tras ella gritando "¡Mamá espera! ¡¿Adónde vas?! ¡No me dejes por favor!" pero fue en vano, ella huyó y no volteó su cabeza ni una sola vez… lloré de tristeza al ver como mi mamá se fue de la casa; pero mi angustia creció al ver a mi papá llorar también, cubriéndose su rostro con su enorme y velluda mano, dando fuertes gemidos casi ahogados. Papá era un hombre rudo, fuerte y con mucha confianza, por eso me dolió mucho verlo reaccionar así tras la partida de Mamá, dejando una cicatriz en mi corazón de forma permanente el verlo llorar así- en su mirada se podía ver la amargura de un niño pequeño antes que un hombre adulto, subiendo su cabeza un solo centímetro, continuó- al crecer y enterarme de lo ocurrido, me dije a mi mismo que si alguna vez llegaba a querer a una mujer, fuese como una amiga o una amante, entonces debería de asegurarme de que nunca la irritaría ni la alejaría de mi vida como lo hice con mi madre

- Por eso quisiste hablar conmigo antes de hacerlo ¿Verdad?- le preguntó Ana tocando con su mano la mejilla de Santiago- para saber si era de tu verdadero agrado

- Me gustabas mucho; pero quería saber si no te era molesto y… debo decirte que siendo una prostituta tienes más lealtad , honor y cariño hacia mí del que mi "honrada" madre tuvo conmigo

- Sé que sonara irónico de mi parte el decir esto, Santiago; pero… tu madre fue la verdadera puta en todo esto- le contestó Ana abrazándolo con fuerzas- lo que hacía, lo hacía para sobrevivir en un mundo que no me dejaría avanzar de otra manera; pero tu madre no tenia porque hacerlo, lejos de preocuparte por ti, de preocuparse por el hombre a quien ella decía amar, lo único que hizo fue dañarlos a ambos. Me es claro que ella ya engañaba a tu padre de mucho antes y jamás asumió su error, jamás fue clara y honesta con su sentir hacia ustedes dos. No fue tu culpa, ella no te amaba porque te abandonó a la primera oportunidad que tuvo, abandonó a un maravilloso muchacho como tú, a un hombre digno como tú; pero jamás te abandonaré Santiago, gracias a ti ya no soy una puta, soy una guerrera y pienso defenderte a como dé lugar

- Pero…- intentó protestar Santiago, sin embargo el fuerte abrazo de Ana fue más que suficiente para callar todas sus protestas

- Y te prometo que jamás me perderás- afirmó Ana mirando a Winchester de reojo- nunca

Santiago le devolvió el abrazo y puso su cabeza sobre su regazo durante unos minutos derramando lágrimas silenciosas. Era una promesa.

La carta decia que la primera caravana de soldados aparecería dentro de dos horas para discutir todo lo que fuese necesario con el gobernador Madera, desde el plan de batalla que desarrollarían para retomar una gran parte de California hasta que zonas del pueblo serian utilizadas como albergue para ellos. Mientras le daba algo para comer y beber a Santiago, Ana junto a Winchester ya tenían un plan en mente, solo necesitaban una pequeña y potente arma para llevarlo a cabo.