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Chapter 18 - CAPITULO 17: EL DUELO EN LA MISIÓN ABANDONADA

Había pasado la hora y Winchester aun no había aparecido y posiblemente nunca lo haría, pensó Madera sintiendo un leve sentimiento de esperanza debido a que temía enfrentarla. La hoguera se encontraba lista para ser usada, llevando su biblia en la mano, el Padre Carlos abrió la puerta del cuarto donde tenían cautiva a Ana quien se encontraba de pie mirando la ventana. No parecía tener intenciones de escapar o pelear, solo se encontraba vislumbrando el desértico paisaje que se extendía a lo largo de la llanura.

¡Anabela Gonzales!- le habló el padre Carlos con severidad- la hora ha llegado, he venido a oír tu confesión para perdonar tus pecados antes de que mueras Ahórrese la cháchara padre- le respondió Ana sin dejar de mirar el extenso horizonte- ni siquiera usted se cree estas cosas, aparte de que es la última persona que tiene el derecho a perdonar mis pecados ¡¿Eso quiere decir que no te arrepientes?!- le recriminó el Padre Carlos sorprendido e indignado Exacto- asintió Ana volteando su cabeza lentamente y mirándolo con ira- no me arrepiento de nada, en realidad el que tiene que arrepentirse es usted ¡Acaso no temes a las llamas del infierno!- exclamó el Padre Carlos sintiéndose injuriado Si el cielo está lleno de infelices como tú, entonces prefiero ir al infierno donde al menos habrá gente decente- lo confrontó Ana una última vez

El padre Carlos, furioso, se acercó a darle una bofetada que le dejó la mejilla marcada, riendo Anna le dijo:

Golpearme no cambiará las cosas Padre ¡Cállate y sígueme!- le ordenó aquel furioso clérigo

Los Milicianos se encontraban esparcidos por distintas partes de la capilla, sosteniendo sus rifles, escopetas y pistolas, dispuestos a disparar a lo primero que viesen. Un árido viento comenzó a soplar creando una pequeña tormenta de arena.

El pueblo de San Domínguez parecía un poblado fantasma con sus edificaciones destruidas, los cadáveres tirados por el suelo y el gemido del viento que levantaba la arena cubriendo la visibilidad. Caminando entre aquel desolado paraje, Winchester se acercó al cadáver de Ramírez y tras moverlo con el pie izquierdo, se agachó para quitarle la ensangrentada placa de sheriff que tenía en el pecho y la guardó en el bolsillo de su sobretodo negro. Caminando con cautela, oyó en medio del gemido del viento un relincho y esbozando una sonrisa, Winchester decidió llamarlo por medio de un silbido, tenía muy poco tiempo para actuar.

Los pobladores se acercaron a la capilla abandonada donde los Milicianos se encontraban listos para disparar. Anna estaba siendo conducida hacia el enorme poste de madera cubierto por cientos de leñas donde se crearía la hoguera.

Lo siento Santiago- se lamentó Ana dirigiéndose al poste con tranquilidad- hice lo que pude, pero al menos me alegra saber que estarás a salvo ¡Preparen la hoguera!- ordenó Madera viendo si Winchester aparecería a salvar a su amiga

Ana se dejó atar las muñecas por el Miliciano y estaban por encender la hoguera cuando oyeron el sonido de un disparo fuera de la capilla.

¡Oye Madera!- gritó James furioso- ¡suelta a la chica y ven aquí a enfrentarnos como un hombre! ¡Claro, si es que tienes agallas!

Los Milicianos devolvieron el fuego matando a James de un disparo en el cuello, los demás respondieron al fuego asesinando a los que cuidaban la puerta. El Miliciano que se encontraba en el campanario les disparó a los ciudadanos matando al Peluquero del pueblo, otros dos Milicianos respondieron al fuego hiriendo al muchacho del banco al dispararle en la pierna mientras que el almacenero le voló los sesos al que se encontraba en un costado de la capilla. La frente, del almacenero, recibió un agujero proveniente del tirador del campanario.

Je, que inútiles, creyendo que podrían vencerme con un reducido número de rebeldes- se rió Madera. Viendo al Miliciano que sostenía la antorcha, le ordenó- enciéndela, no vendrá Si señor- asintió el Miliciano cuando descubrió que Ana se había librado de las ataduras y llevaba un cuchillo escondido en la manga de su elegante vestido rosa. Un cuchillo que ella siempre guardaba debajo de las almohadas de las camas donde dormía, como la cama del cuarto en donde estuvo encerrada

El Miliciano del campanario vio al joven muchacho del banco que trataba de apuntarle con su revólver, riendo se dispuso a dispararle cuando el sonido de un cañón se oyó en las cercanías y una bala de cañón aterrizó en donde él estaba, destruyendo el campanario y destrozándole una mitad del cuerpo. Largando un chillido de agónico dolor, el Miliciano cayó al suelo siendo enterrado por los escombros que le aplastaron las piernas y el pecho acallando sus lamentos, tardando más de una hora en morir debido a sus graves heridas.

Moviéndose a un costado, el muchacho del banco vio con asombro como Winchester había llegado cabalgando trayendo consigo a la vieja Betsy. Descendiendo del caballo, se acercó a él y le preguntó:

¿Te encuentras bien? S…si- asintió el muchacho Lamento haberte dejado plantado pero tenía cosas que hacer- se disculpó Winchester dirigiéndose a la capilla- ahora quédate allí y no hagas nada, esto es entre ellos y nosotras. Es hora del duelo final