Miraba al sol salir por medio de su ventana, un nuevo día y una nueva oportunidad para enfrentar a la escoria que se encontraba en ese pequeño pueblo. A su lado se encontraba Winchester quien estaba desnuda por completo, ella también observaba la ventana con una mirada demasiado centrada, parecía estar pensando en algo, en algo que no podía imaginar; pero, por el brillo de sus ojos, debía de ser algo muy personal y muy doloroso. Dirigiéndose a donde estaba su ropa le dijo:
- Vístete, hoy me acompañaras al desierto
- ¿Por qué?- le preguntó Ana sorprendida
- Porque tú sabes quienes son- le contestó Winchester colocándose sus pantalones negros junto a sus oscuras botas
- ¿Quiénes?- inquirió otra vez Ana sintiéndose muy confundida
- Los amigos de tu novio- le respondió Winchester con un tono frío, colocándose el resto de su negro atuendo, finalizó al poner su sombrero sobre su cabeza- ya sabes, los que lo abandonaron y traicionaron, debemos de buscarlos para sacarles la mayor información posible. Supongo que deben de poseer bastante
Bajaron las escaleras y antes de partir, Ana le dijo a James:
- Nadie sube a mi cuarto mientras me encuentre fuera, tampoco cuando esté al lado de Shirley, si quieren estar conmigo, los atenderé en la escuela abandonada ¿entendido?
- De acuerdo Ana; pero… no sé si alguien desee estar contigo. Últimamente hay mucho ajetreo en el pueblo, se habla de algo raro y muchos pistoleros han decidido dejar de venir por aquí, por otro lado los clientes disminuyeron mucho desde que tu sobrina vino aquí… ¿Estás segura de que ella es tu sobrina? Hay muchos que ni bien oyen de su apellido se largan sin siquiera pagar la cuenta o pedir algo para empezar
- Si lo estoy- le contestó Ana retirándose de allí- ahora, si me disculpas, debo ir con mi sobrina a dar una cabalgata por el pueblo
- De acuerdo- asintió James continuando con su labor
Ambas mujeres cabalgaron por el desierto por una o dos horas en búsqueda del grupo de amigos que tuvo Santiago, primero irían por los que se habían rendido y después irían por los traidores. Durante la cabalgata Winchester le preguntó a su nueva amiga:
- Dime ¿Cuántos hombres estaban a favor de tu novio?
- Quince- le contestó Ana sintiendo una repulsión al recordar aquellos hombres que solían estar con ella durante una hora para saciar sus necesidades antes de conocer a Santiago- todos clientes míos
- Son muy pocos- sonrió Winchester haciendo enojar a Ana
- ¡¿Que quieres decir con eso?!- preguntó Ana furiosa- ¡¿acaso dices que eran pocos hombres para enfrentar al gobernador o que eran pocos clientes para mí?!
- Ambas cosas- le contestó Winchester riendo- el ejercito de Timber no será muy grande; pero quince hombres es poca cosa comparado a cincuenta milicias junto a cinco oficiales de policía
- Santiago creía que los números eran insignificantes ante el deseo de libertad- le respondió en voz baja Ana bajando su mirada
- Algunas veces sí, otras veces no- señaló Winchester con un tono divertido- esta vez fue no
- ¿ Y piensas que nosotras dos haremos la diferencia?- le preguntó Ana molesta haciendo reír a Winchester un poco más de la cuenta
- Pronto lo sabremos- sonrió Winchester añadiendo- ¿donde crees que pueda estar el resto de sus hombres?
- Cinco de esos hijos de puta se rindieron- le contó Ana furiosa- cuando oyeron que Santiago había sido capturado, entendieron que de nada servía el continuar combatiendo y se rindieron. Los otros cinco que no se rindieron e intentaron continuar con la pelea fueron asesinados a manos de los hombres del Gobernador junto a los últimos cinco que se unieron a la milicia a las pocas horas; pero ese Macalister… puto cobarde
- ¿Acaso fue él quien entregó a tu novio?- le preguntó Winchester con un tono de voz frío
- No, aunque posiblemente lo hubiese hecho de haber tenido la oportunidad- le contó Ana furiosa- Jim Macalister no es siquiera un hombre en el término de la palabra
- ¿Acaso es un rarito?- le preguntó Winchester haciendo reír a su compañera
- No, a Jim le gustan las mujeres y mucho; pero no tiene las pelotas para pelear
- No todos los hombres fueron concebidos para la guerra- le contestó Winchester haciendo que Ana volviese a reír
- Si, lo sé. Te sorprenderías de la cantidad de hombres de hogar que estuvieron a mi lado hace años atrás en algunas ciudades del este. incluso se sabe que en la granja de un los Billswourd hay un muchacho joven que actúa como el niño más suave que veras en tu vida, si no cambia de actitud al crecer y algún día consigue una novia pues entonces buena suerte para esa chica al vivir con ese jarrón de porcelana- recordando con un poco mas de ternura a otra persona finalizó diciendo- una vez conocí a un muchacho llamado Richard Kent, un gran muchacho que deseaba estudiar el comportamiento de las tribus nativas, estando entre ellas la de los Apaches. Quise darle una sesión gratis porque me cayó simpático; pero él se negó, ya sabes por los complejos morales y toda esa mierda; pero sabía en el fondo que era un hombre de hogar
- Entonces ¿por qué este Macalister te hace enojar?- le preguntó Winchester sintiéndose curiosa
- Porque los hombres que te menciono conocen sus propios límites y suelen saber cuándo actuar como también cuando no actuar; pero ellos son valientes a su manera mientras que este gusano pretende actuar con el típico valor de todo hombre; pero a la hora de la verdad demuestra su cobardía como cuando casi es capturado él junto a los suyos al rendirse ante un grupo de milicianos al mando de Timber, si no fuera porque Santiago llegó a tiempo entonces…- su mirada se enardeció y le contó, sintiendo como la furia escapaba de su propia voz golpeando sus dientes apretados- en una ocasión lo confronté y el idiota decidió irse del grupo
- ¿Cuál fue la causa de esa confrontación?- le inquirió Winchester sintiéndose más divertida que enojada ante lo que Ana le contaba
- Si debíamos atacar la diligencia que movía una extraña cantidad de dinero perteneciente a Timber o investigar a donde se dirigía. Jim exclamaba que debíamos atacar la caravana; pero le insistía en que teníamos que ser pacientes, seguir a la caravana y saber que destino tenia fijado, saber por qué razón Timber estaba moviendo esa cantidad de dinero a un lugar determinado en pleno desierto
- Chica lista- la halagó Winchester haciendo sonrojar a su amiga quien le contestó
- Gracias- volviendo al relato añadió- pero Jim continuaba con sus berrinches infantiles. exclamaba que debíamos perjudicar a Timber robanbole el dinero y cuando le dije que éramos revolucionarios, no ladrones, ese chillón se fue del grupo con la actitud de un chico malo y rebelde. Admito que pocas veces pierdo la paciencia con alguien; pero ese día aquel enclenque me enfureció y le grité que volviese a su lugar
- Y supongo que él se fue ignorándote- supuso Winchester haciendo que Ana riera una vez mas
- ¡Por favor, Winchester! le estas dando más actitud a ese mocoso de la que en realidad tiene. Él se dio vuelta, vio a sus dos únicos partidarios y, bajando la cabeza, se volvió a su lugar. Santiago calmó los ánimos diciendo que deberíamos de ignorar la caravana… veras aunque lo amo, él nunca tomó en cuenta mis opiniones por… por…
- Por el mero hecho de que eres una mujer- finalizó Winchester con calma- te entiendo, los hombres no son de admitir que una mujer puede ser igual o más lista que ellos y muchas veces creen que somos incapaces de manejar un arma. según he oído de mi misma, en Nueva York creen que soy un hombre
- Quizás se deba a que vistes como uno- resaltó Ana con una sonrisa que emanaba travesura antes que malicia haciendo que Winchester se sonrojara un poco
- Las faldas son incomodas a la hora de realizar un tiroteo e intentar atacar a alguien- le confesó Winchester sonriendo- sin embargo… no toda mi vida fui así. Hubo un tiempo en que fui distinta, en que fui una señorita hasta que un día… solo diré que entendí el verdadero significado de la frialdad junto a la dureza de los hombres y me gusto mucho aquello, tanto que quise adaptarlo a mi modo de vida, podre haber nacido mujer; pero soy igual de ruda que los hombres e igual de fría que ellos ¡Y me encanta! Prefiero matar forajidos a estar tomando el té o bordando, eso último es ¡Muuuuy aburiiiidoooo!
Aquello último hizo que Ana estallara en carcajadas debido a que tenía razón, muchas costumbres femeninas no solo eran aburridas sino que también eran demasiado estúpidas para su gusto, mejor para ella ser una puta a una doncella. Podrían no tener el mismo respeto ni el mismo trato; pero al menos tenía más libertad de actuar como quería en lugar de las almidonadas doncellas que no servían para nada, ni siquiera para tomar un rifle. Algo que pronto le mostraría a Winchester como sabia dominarlo.
Tenían suerte, los cobardes estaban acampando en las cercanías de una ladera. Winchester tomó su rifle y bajó de su caballo siendo acompañada por Ana quien tenía su propio rifle junto a su pistola Smith y Wesson en la mano. Las dos mujeres se vieron a los ojos y asintieron con su cabeza.
Moviéndose a los distintos costados, Ana les gritó, al colocarse en una posición ventajosa para ella:
- ¡Oigan idiotas! ¡¿Recuerdan a Santiago, el muchacho al que traicionaron?! ¡Vine a saldar las cuentas con ustedes!
Sin siquiera decir una palabra más, el tiroteo comenzó. Los cinco hombres se levantaron del suelo sacando sus revólveres de sus fundas; pero el disparo de Winchester le reventó la cabeza a uno de ellos, Jim largó un grito de horror al ver eso y su arma se le cayó de la mano. Tirándose al suelo, se cubrió con sus brazos adoptando forma fetal. El segundo de los hombres recibió un disparo en el pecho producto del escopetazo de Ana. Winchester vació su cargador y lo recargó con una velocidad estrepitosa pudiendo matar a dos de los hombres restantes durante su ataque. Al ver eso, Jim, se puso boca abajo con las manos extendidas gritando:
- ¡No, alto, me rindo! Lo siento Ana, no me mates por favor- el tiroteo acabó y ambas mujeres bajaron de la colina
- Siempre supe que eras un cobarde Macalister- rió Ana apuntándole con su rifle a Jim- ahora ¡Levántate!
- S… si… lo que tú digas- levantándose del suelo, Jim, se meo en sus pantalones haciendo sonreír a Winchester
- Escucha niño- le habló Winchester con dureza, sin dejar de sonreír- necesitamos información
- ¿Qué tipo de información?- le preguntó Jim, casi pegando alaridos de terror
- Decirnos quien fue el que delató la ubicación de Santiago sería un buen inicio- lo interrogó Ana apuntándolo con su rifle en la nariz- también saber donde estaban ustedes cuando el ataque ocurrió y por qué abandonaron a Santiago en un momento tan crucial como ese
- Es… escucha… escucha yo no fui quien delató la ubicación de Santiago- le confesó Jim con la voz entrecortada- pero si sé quien lo hizo
- ¡Dilo!- le ordenó Ana acercando aun mas su rifle a la nariz de Jim
- ¡Mi… mi hermano…! ¡Él fue quien nos traiciono! Cuando lo supe no lo podía creer; pero quisimos informarle a Santiago… sin embargo ya era demasiado tarde
- ¿Donde estuvieron ustedes?- le preguntó otra vez Ana alejando el rifle del rostro de Jim- ¡Dilo!
- ¡Escondidos en los montes!- exclamó Jim aterrado- ¡Quisimos ayudar; pero no teníamos las suficientes balas para enfrentar a las tropas del sheriff García y nos mantuvimos en secreto observando la situación! Cuando se lo llevaron a donde lo iban a fusilar, nosotros… nosotros creímos qué era lo mejor… porque vimos el momento en que a él lo…
No pudo decir nada más porque Ana le disparó en los testículos reventándoselos, Jim se los sostuvo con sus manos y cayó al suelo dando alaridos inarticulados de autentico dolor. Ana respiraba de forma agitada; pero pudo recomponerse lo suficiente para decir:
- Siempre dije que… no eras… lo suficiente hombre… para estar con… nosotros- sonriendo con verdadera malicia añadió- supongo que al final siempre tuve la razón. Nos vemos eunuco
- Saludos- sonrió Winchester alejándose lo suficiente de Jim, los alaridos continuaron hasta caer la noche cuando un grupo de Milicianos al servicio del gobernador lo encontraron en el suelo, medio muerto e incapaz de hablar mientras se desangraba. Tras reír un rato por su desastroso aspecto, procedieron a matarlo como un acto de piedad.
Las milicias conformadas por los ex miembros de las tropas de Santiago, partieron rumbo a su destino cerca de los límites del pueblo. Siendo solo cuatro hombres al mando de Stan Macalister, un joven soldado de cabello negro con un fino bigote, piel blanca que se encontraba bronceada por los rayos del sol y llevando ropas pertenecientes al ejército de México, es decir una camisa verde junto a un pantalón blanco con botas negras, se dirigía a un encuentro especial, un encuentro que no pudo concretarse como lo esperaban cuando fueron emboscados por dos peleadoras excepcionales.
Los veían desde la distancia montadas en sus caballos. Winchester parecía estar interesada por el aspecto militar de sus objetivos; pero Ana se mostraba intrigada, al punto de que estaba dudando si atacar o no a los traidores junto con la rata que entregó a su amado ante las tropas de Madera. Debieron de seguirlos en silencio durante unos minutos hasta que Winchester le preguntó:
- ¿Quieres matarlos o deseas averiguar a donde van?- en su tono de voz había una seguridad junto a una curiosidad demasiado grande como para ser sarcasmo
- Deseo saber a dónde se dirigen- le contestó Ana iniciando la persecución- sus vestiduras me son muy inquietantes
- Las tropas del ejército Mexicano no deben de serte inquietante Ana. Hay muchos Californianos que desean seguir siendo parte de México- señaló Winchester mirando con detenimiento a los soldados
- Sin embargo las milicias o los hombres del gobernador nunca han mostrado tal patriotismo en su forma de vestir- frunciendo el ceño, Ana, dictaminó- debemos seguirlos de inmediato
- Si insistes- le contestó Winchester continuando con su persecución
Ambas mujeres los siguieron hasta casi los límites del pueblo en aquel abrazador desierto, los milicianos se detuvieron cerca de un rio donde los esperaba un soldado Mexicano que llevaba una nota consigo. Algo raro estaba pasando y Ana junto a Winchester deseaban saber que era, decidieron esperar a que la reunión se concretase antes de emboscar a los hombres y obtener respuestas de lo que ocurría.