Merua permaneció en silencio ante la directa pregunta de Varasloth, varías memorias surcaron caóticamente su mente.
Su raza, conocida como la raza autómata, era una raza con una inmensa esperanza de vida capaz de rivalizar con la de dragones y elfos, más funcionaba de una forma particularmente diferente.
Los autómatas poseían la capacidad de entrar en largos períodos de hibernación, los cuales generaban una pausa total en todo su sistema y organismo, incluyendo en ello la degeneración de sus cuerpos, lo que les permitía pausar su vida por largas instancias de tiempo y vivir incluso más tiempo del naturalmente designado por los cielos. Asimismo, poseían grandes habilidades orientadas a la gestión de recursos, análisis, observación y otras similares.
Todo ello hacía a la raza autómata perfecta para poder ejercer puestos de guardianes, carceleros, supervisores y demás cargos similares, el guardián de una bóveda, por ejemplo, podía vivir eones en un estado de hibernación mientras nadie entrase a despertarlo, por lo que no había necesidad de estar cambiándolo o reemplazándolo constantemente ante una eventual muerte natural. De igual manera no necesitaban alimento alguno dado que su sistema se alimentaba del mana mismo y elementos residuales en ambiente de manera muy básica.
No obstante, ¿Quién anhelaría pasar su vida custodiando determinada ubicación u objeto?
En planos menores donde la mencionada raza existía libremente, enormes civilizaciones se habían levantado de manera pacífica. Incluso cumplían también las funciones de juzgadores o mediadores ancestrales ante las disputas de reinos de otras razas en razón a su extensa presencia en la historia y el tiempo de planos menores, claramente hablando de una relación equitativa para con todos los bandos.
Sin embargo, esa igualdad desaparecía cuando la conversación del tema de la servidumbre era traída a la mesa en la presencia de un ser divino.
Muchos clanes o reinos autómatas estarían más que dispuestos de ofrecer y proponer a sus descendientes como sirvientes para seres divinos, al fin y al cabo, la longevidad de su raza les permitía forzar especiales vínculos de confianza y lealtad con entidades divinas que los beneficiaban en gran medida, a diferencia de otras razas cuya existencia resultaba efímera en comparación la esperanza de vida con los autómatas y la eternidad de los seres divinos.
¿Más donde quedaba la voluntad del sirviente elegido? ¿Era acaso el honor y el orgullo que tanto predicaban sus hipócritas vendedores suficiente para darle sentido a su existencia?
Kolacris entendió la complicada situación en que Merua se encontraba y procedió calmadamente a explicarle a Varasloth las particularidades de su raza y destino. —Su tiempo está por acabarse, si bien la esperanza de su vida es realmente larga, no es eterna. Ella por lo menos no ha alcanzado la divinidad. Merua fue elegida para ser mi supervisora y celadora, más con el transcurso de los siglos una amistad llegó a formarse entre nosotros. Le hablé de los lugares que existen más allá de los confines del estómago de un anfibio avaricioso, allá en el inmenso exterior y lo que la vida plena puede ofrecerle. Lo único que desea es poder salir y conocer el mundo, sí te acompaña cumplirá su deseo y te será de gran utilidad. Por lo menos tendrás a alguien más que te pueda asistir hasta que yo me recupere. —
Varasloth continuó sin mostrar reacción alguna, más en su interior el nuevo concepto adquirido empezaba a comprender y entender. Aquella era la razón por la que sentía afinidad con la historia de la autómata. Eran de cierta forma, similares.
Una prisión eterna, un falso albedrío y anhelo de conocer lo que la existencia manifiesta en plenitud. Sí su tiempo estaba por acabar, las posibilidades de que su sueño se cumpliesen eran remotas. El nuevo concepto adquirido le permitió a Varasloth ponerse en los pies de Merua y ampliar la comprensión del sentimiento formado.
Injusticia divina. Furia eminente contra sus amos y vendedores. Tristeza profunda y constante. Voluntad inquebrantable frente a su destino.
—¿Cuánto tiempo le queda? — preguntó.
Más la pregunta realizada con evidente empatía y con consternación provocó en Merua por primera vez una ligera sonrisa, la cual sorprendió a Varasloth.
Kolacris en cambio no pudo evitar soltar carcajadas, —No te preocupes por ello, cuando hablamos del tiempo que le queda, aunque lo calificamos como corto, lo hacemos en referencia al total de su posibilidad de vida. Su tiempo restante, sigue siendo miles de veces más amplió al tuyo. No obstante, al fin de cuentas sigue siendo corto para ella. —
Varasloth sonrió al entender lo inocencia evidenciada con su pregunta. —¿Y la forma de garantizar mi seguridad? No deseo una sirvienta, pero no puedo permitir amenazas a mi alrededor. —
—Un pacto de sangre divino, con mi presencia como testigo. Las condiciones acordadas serán equitativas, proveerás a Merua de El Plano Púrpura para que resida y en ella podrá ayudarme a liberarme de mis cadenas progresivamente, a cambio Merua te asistirá en las necesidades que presentes siempre y cuando no manchen su honor y dignidad. —, dijo alegremente Kolacris al notar la positiva dirección a la que se dirigía la negociación.
—Astuta dragona, entiendo y comprendo la situación de Merua y el acuerdo me parece razonable. Acepto la propuesta, más debo cuestionar la inclusión de tu rescate sin previa discusión. Merua me asistirá cuando la situación lo amerite y yo le brindaré un lugar para residir, así como la posibilidad de escapar de estos dominios, pero ¿Y tú? ¿Qué me ofrecerás a cambio de tu rescate? — dijo sonriendo Varasloth, mirando agudamente a la dragona que había intentado sutilmente aprovecharse de la situación.
Kolacris suspiró ante el fracaso de su descarado plan, —Todo mi ser se encuentra sellado, así como mis habilidades mágicas. ¿Puedo ofrecerte un poco de mi sangre o quizás conocimientos? Mi linaje es bastante puro y mis procreadores gozan de un estatus equiparable a Las Sombras. Hay pocas cosas que no sé o no puedo saber si me lo propongo. — dijo confiadamente.
Varasloth miró firmemente a la dragona, sí el ofrecimiento hubiera sido realizado anteriormente no habría dudado un segundo en aceptar, más el entendimiento del nuevo concepto de empatía lo introducía a una nueva perspectiva.
El conocimiento era anhelado, pero dado el placer que obtenerlo significaba para Varasloth, el antiguo demonio entendía el peligro de una adicción y comprendía debido a la confiada expresión de la dragona, que un plan bajo la manga se encontraba presente.
El conocimiento podía ser existencialmente necesitado, más sería una tontería dejarse cegar por su brillo adictivo solo para perder una opción mejor. Al fin de cuentas, la presencia que se alzaba delante de ella, en sus propias palabras era la descendencia directa de dos entidades similares a Las Sombras. ¿No resultaba en ese caso un poco económica su salvación? ¿Información? ¿Sangre draconiana pura?
La información siempre podía ser obtenida por otras vías y dado que el profundo deseo de Varasloth era adquirirla toda, tarde o temprano poseería los secretos que Kolacris mantenía. No había razón para desesperarse, el control emocional era fundamental.
La sangre pura que se ofrecía probablemente sería una gran tonificador para su cuerpo, pero ¿En verdad valía la pena? Lo único que debía hacer para conseguirla era asesinar dragones, independiendo la pureza de su linaje, Varasloth no creía que cien, mil o diez mil dragones devorados no podían en conjunción igualar la pureza del linaje de Kolacris.
Además, si bien respetaba a Kolacris por su conducta y el respeto mostrado, no existía una empatía directa con su situación. En antaño Varasloth hubiese dado todo por encontrarse en una situación como la de ella y la muerte era el camino natural para todos los seres. Así como el había aceptado en antaño su crudo final, Kolacris podía hacerlo también. Claro que esto implicaba un proceso de locura y demencia absoluta seguida de la respectiva reconstrucción poco probable de su mente que debía alcanzar sin ayuda alguna, junto al peso en sus hombros por la destrucción de sus padres y su clan.
—Tus ofrecimientos no son suficientes. Debo rechazar la propuesta al menos que tengas algo más que ofrecer. — dijo con una digna cara de poker.
Kolacris frunció el ceño y gruño —De verdad no tengo nada más ¿Qué te parece si acordamos beneficios luego de mi liberación? Con mi poder restaurado todo será posible. —
Más Merua sonrió escalofriantemente mientras avanzaba elegantemente hacía Varasloth, — Maestro, ¿Puedo decir algo? —
Varasloth miró sorprendido a Merua y secamente respondió, — Nunca más me llames maestro, llámame por mi nombre. Nuestra relación será equitativa, no hay diferencia de posiciones. Ahora habla. —
Merua pareció sorprendida ante la educada y considerada respuesta de Varasloth, poco a poco la original y casual hostilidad entre ambos iba desapareciendo, formando una relación neutral con posibles positivos desenlaces. Cada vez sentía en su interior que el desarrollo de la situación había tomado una adecuada conclusión, quizás las palabras de La Décima Sombra eran ciertas. Su nuevo compañero parecía alguien razonable pese a su brutal y feroz aspecto.
—Varasloth, ¿Sabías que cada dragón dorado puede brindar en su vida una bendición divina a quien desee? Sino mal recuerdo, Kolacris jamás ha utilizado su bendición. —
Al escuchar esas palabras, Kolacris palideció gravemente, con horror miró a Merua para estallar en sollozos, —Maldita mocosa, ¿Dónde quedó nuestra amistad? ¿Nuestros sueños? ¿Por qué me haces esto? —
Merua la miró fríamente mientras reía alegremente, —Te recuerdo que fuiste la primera en informarle y proponer a Varasloth que yo realizase un pacto de sangre. Sí la situación se hubiese desarrollado de otra manera, muy probablemente habría terminado sirviendo a un nuevo maestro y solo te podría guardarte rencor por el resto de mis días. Acéptalo como un pago justo a nuestras deudas, querida amiga. —
Kolacris quiso continuar debatiendo con Merua, pero fue interrumpida por Varasloth quien inquirió información sobre la bendición y su importancia.
—La más pura de las sangres draconianas es de cierta forma considerada sangre divina, pese a que no hayan alcanzado formalmente el nivel divino. Kolacris es un ejemplo de ello, se le puede considerar un ser divino técnicamente por la pureza de su linaje heredada de sus padres y el magnífico cuerpo producto de su estirpe dorada. Esto le permite brindar bendiciones divinas de cierto nivel, que, si bien palidecen en comparación con seres divinos formales, sigue siendo una maravillosa ganancia dado que solo existe una de dicha clase y solo puede ser brindada a una sola persona en toda su vida. Además, en un futuro, cuando Kolacris alcance el nivel divino formalmente, la bendición automáticamente se fortalecerá y alcanzará un nivel divino completo. No hay mejor pago por su rescate y salvación, además como bien lo dijo Kolacris, solo el camino de Varsaloth no nos conducirá a la muerte segura. Me parece un precio más que razonable. — rio malvadamente.
Kolacris pareció querer llorar, al parecer la bendición tenía una real importancia y no había considerado que dicha carta quedará expuesta en la negociación. Más ni ira ni frustración emanaron de ella, pues comprendía claramente que su bendición a cambio de un camino ausente de muerte segura era un trato completamente justo. Al fin de cuentas su vida y libertad eran más valiosas que la bendición
La dragona intento sollozar y negociar otras opciones, pero todo fue inútil. Una vez Merua puso en la mesa del acuerdo la cuestión de la bendición, cual experto apostador, Varasloth sabía que la situación le era extremadamente beneficiosa y no permitiría que se le escapase de las manos.
Toda propuesta adicional fue cortantemente rechazada por lo que Kolacris regañadientes y con gran disgusto para con Merua, aceptó finalmente.
El pacto de sangre con Merua fue sencillo, las cláusulas negociadas se escribieron con sangre divina de Kolacris y fueron firmadas con la sangre de Merua y Kolacris. Una vez hecho esto, el contrato se desvaneció, pero ambos contratantes pudieron sentir como la escritura arcaica empezaba a inscribirse en sus corazones, garantizando el cumpliendo de ambas partes.
—Desde hoy, Merua, eres la nueva guardiana de El Plano Púrpura. — dijo finalmente sonriendo Kolacris. Pese a su evidente conflicto y traiciones, la autómata y la dragona eran grandes amigas. Compartían en el fondo la alegría que el fortuito encuentro con Varasloth les había brindado. —¿Sabes que deberías sentirte orgullosa? A diferencia de las bóvedas, cárceles u otras instalaciones que has supervisado o cuidado, El Plano Purpura es un artefacto legendario. En un futuro quizás albergue mundos enteros y vida misma. Podrás experimentar todo ello desde una perspectiva diferente y te ayudara a comprender las leyes universales y el ciclo karmico, formando de esta manera una base sólida de entendimiento si algún día deseas comenzar el camino hacia lo divino.—
Merua entendía perfectamente las palabras de Kolacris y asintió profundamente agradecida. Tanto por la real amistad que la dragona le había ofrecido como por la posibilidad de ostentar dicha posición como guardiana de El Plano Púrpura y obtener su libertad gracias a su mediación. Ella nunca había sido buena con las palabras ni interactuando con otras personas. Durante la explicación de su situación, Kolacris había prácticamente sola apelando al corazón y la empatía de Varasloth para obtener la salvación de su amiga y por ello le estaba infinitamente agradecida.
Hecho ello, Merua procedió a asimilar El Plano Púrpura tranquilamente en un rincón tomando dominio y control del artefacto.
Por otro lado, Varasloth miró sonriendo a la dragona quien no parecía nada contenta, —Ahora es el turno de la bendición, empecemos ya. Debemos apurarnos, los demás candidatos aún rondan libremente en el bosque. —