La intimidad de las parejas se da en formas distintas, ir lento o ir rápido es una cuestión que solo los amantes pueden decidir, se necesitan de las dos partes para tomar una decisión, así se mantiene en buenos términos y una sana convivencia de ambos. En cambio la situación es distinta cuando sólo una parte toma todas las decisiones e impone el control desde el principio, él o ella ordena mientas que el otro es sumiso ante su pareja. La mayoría de las relaciones alfa y omega son de esta manera, no es amor es sólo control de una pareja sumisa.
Era normal que entre semana Daniel y Morgan no se vieran a menudo, ambos tenían un horario distinto y eran pocas las veces que podían pasar la tarde juntos sin interrupciones.
La tarde marchaba bien, Morgan estaba al teléfono con Daniel, normalmente se llamaban y duraban algunas horas al teléfono, su conversación era de cosas triviales que les había pasado en el día o algunas cosas de su club en particular, todo marchaba bien hasta que sintió su cuerpo algo diferente, un escalofrío recorrió su columna, su temperatura estaba aumentando, y una sintió un hormigueo en su parte baja. Su celo se había adelantado.
Puso la llamada en espera, y busco en sus contactos Marina, la doctora llevaba un estricto control de su celo, tenía que avisarle de inmediato para que pudiera inyectarle un supresor fuerte, en realidad nadie sabía sólo excepto ambas que su celo era demasiado fuerte y podía causar problemas si no se controlaba.
Volvió a la llamada y se despidió de su novio, con la excusa de no sentirse bien. En quince minutos la doctora ya estaba tocando su puerta.
— Adelante —. Apenas audible murmuró.
— De verdad que... — Marina no terminó su frase, vio a la chica recostada en su cama, con la respiración agitada, el sudor cubría su cuerpo y traspasó la tela de su blusa, el color gris de sus ojos estaba mezclándose con un débil amarillo brillante, en definitiva eso no era una reacción normal, Marina se acercó con la intención de aplicar el inhinidor, pero Morgan reaccionó de manera violenta.
— Hey linda soy yo, Marina —. La doctora pudo notar que su estado actual, su mente estaba un poco aturdida.
Trató de acercase de formas más sutil, pero él resultado fue el mismo, volvió a ponerse agresiva e incluso empezó a emitir feromonas muy fuertes, pensaba en llamar al único delta dentro del internado, Selene era la única con fuerza suficiente para retener físicamente omegas y alfas dominates, pensó en llamarla hasta que se desmayó la omega. Aplicó el supresor, llamó a los gemelos para que fueran a la habitación de la chica.
Ambos chicos llegaron rápido, brevemente la doctora los puso en contexto acerca de lo sucedido, se despidió y pidió amablemente que la cuidaran.
No fue hasta un par de horas que ella despertó, vio a sus amigos allí, cenaron juntos, pero dentro de su habitación, ya que ella aún sentía malestar por el celo, al día siguiente también tendría que ir con la doctora para otra inyección y un chequeo.
***
Al término de sus clases, fue directo con Marina, inyectaron de nuevo el supresor lo que le ocasionó leves efectos secundarios como sueño y mareos, tomó un chequeo de su cuerpo, todo se mantenía normal, pero en cuanto a su celo algo estaba pasando con sus feromonas, llegó a la conclusión que Morgan se estaba exponiendo a fuertes feromonas que estaban descontrolando su ciclo de celo además de causar otros efectos, mientras tanto la mantendría en chequeos más habituales.
Pensó en ir a su habitación para recostarse un rato hasta que los mareos se esfumaran, pero se detuvo en la biblioteca y entró allí. Busco su lugar de siempre, tomó un libro al azar, lo hojeo pero al final sus ojos cedieron, realmente la medicina que habían inyectado era muy fuerte.
Daniel entró ala biblioteca, podría ser un estúpido pero amaba la lectura además de ser un excelente estudiante, eligió un clásico de la literatura francesa, busco un lugar para leer tranquilo pero se encontró a su novia dormida con un libro en sus manos.
Se le hizo demasiada tierna verla allí, pensó un momento en llevarla cargando a su habitación, pero hizo lo contrario, la llevó a la habitación del chico, un lugar peligroso lleno de feromonas a las que ella debía no estar más en contacto.
Morgan sintió una calidez, sentía suavidad y tenía algo abrazando que hacía realmente cómodo su siesta. Lentamente abrió sus ojos, observó a detalle la habitación que se le hacía familiar, olfateo feromonas que no eran de ella pero estaba muy familiariza, no estaba en su habitación, estaba en la habitación de Daniel.
Volteó encontrando la cara sonriente de su novio, quien tenía la mano en su cintura, él beso su mejilla tiernamente.
— Hola linda —. Volvió a besarla en la mejilla.
— Hola... ¿Qué hago aquí Daniel? —. Devolvió la sonrisa.
— Te quedaste dormida en la biblioteca, iba a llevarte a tu habitación pero dijeron que los alfas no podían entrar, así que te traje aquí para que descansarás —. Daniel dijo la mentira con una perfecta cara de buen chico.
— Oh... De verdad gracias, en verdad eres un buen novio.
— Sabes Morgan, ayer no pude evitar preocuparme ya que terminaste la llamada inesperadamente.
— Verás, mi celo llegó adelantado entonces llame a la doctora para que me inyectara un supresor de emergencia.
— De verdad, ¿ahora estas mejor? —. En su mente la palabra celo encendió la excitación dentro de él, un alfa con un omega en celo... Las historia era resumida terminaba en sexo.
— Si ya estoy mejor, hoy aplicaron de nuevo el supresor es fuerte y me dejó mareada.
— Cariño... —. Escuchó atento el tema del supresor, soltando una ráfaga de feromonas, ansiaba ver que tan efectivo era la medicina, ansiaba verla reaccionaron de manera tan sumisa a él solo para él.
— O-ye Da-Daniel tu —. Morgan no sabía que hacer, su cuerpo empezaba a calentarse de nuevo.
— Tocaté Morgan... Es una orden cariño.