Hay ciertas líneas excelentemente marcadas en una relación, es el respeto mutuo, la confianza y sobretodo no abusar de ningún tipo a tu pareja, Daniel no pensaba en respetar ninguna, el tenía la creencia firme de ser dueño de la persona con quien salía, no importaba el género, alfa, beta u omega, todas sus parejas sufrían lo mismo al estar a su lado. Cada uno de ellos tenían los mismos pensamientos acerca de él, *Cunado estoy con Daniel no puedo ser feliz* *Estar en una relación con él solo me trae dolor* *Soy su pareja no su propiedad*, adinerado alfa que solo buscaba su propio placer al someter a otros, anteriormente sólo tenía parejas sexuals para satisfacer su rut, tuvo algunos noviazgos cortos con un par de chicas alfa y omega, pero nunca respetó la relación y su vida seguía siendo la se u promiscuo.
Cuando vio a Morgan por primera vez unos años atrás, ella era solo una niña que le pareció adorable, pero cuando llegó su pubertad realmente la notó como una mujer, más allá de eso como una omega. Daniel tenía un fetiche por omegas de aspecto fino e inocentes, Morgan cumplía perfectamente con estos rasgos, entonces decidió acercase a ella, sigilosamente como un carnívoro acechando a su presa. Desde su encuentro en la biblioteca, supo su gusto por la literatura, el punto de partida fue compartir tiempo a solas, con la excusa de hablar de libros, al principio ella actuaba neutral hacia él, solo tenían conversaciones cortas y aburridas, pero su espera valió la pena cuando empezó a notar como su forma de mirarlo cambió, su timidez al hablar, sus mejillas rojas cuando se le acercaba demasiado intencionalmente, hasta que llegó el día donde la sedujo por completo, robo su primer beso, su primera carta de amor y tomaría más que eso.
Sus amigos eran un problema, pero con solo mencionar la seguridad de Morgan el problema quedó atrás. Morgan sería su omega, la entrenaría correctamente, sería una buena esposa obediente y fiel hacia su dominante. Tendría una buena descendencia.
* * *
Morgan estaba nerviosa, era la primera vez que estaba en la habitación de su novio, había terminado los ensayos de un nuevo baile que estaba enseñándole su tía, Daniel la espero como de costumbre, estaba realmente empapada de sudor, pidiendo a su novio esperarla a que se bañara y pudiese cambiarse de ropa, Daniel no tuvo problema pero antes de irse susurró en su oido que la esperaba en su habitación. A esa hora era muy poco probable que alguien estuviera en las regaderas, así que ella aprovecho para llevar sus cosas de arreglo personal, rara vez podía afeitarse de manera lenta y esta ocasión pudo tomarse su tiempp para hacerlo, dejando suaves sus piernas y axilas. En su habitación busco dentro de su armario buscando que ropa debía ponerse para verlo, recordó el día de compras con su tía, con una sonrisa saco el vestido azul cielo se lo puso, peinó su cabello en una trenza, uso el perfume de rosas y coloco sus zapatos de piso.
La habitación de su novio no era diferente a la de ella, él estaba sentado en su cama esperándola, corrió a abrazarlo y aspiro su perfume, pero al hacerlo sintió un olor extraño otras feromonas que no eran de él, no pregunto nada porque sabía que él era muy popular y podía ser de uno de sus muchos amigos. Hablaron muy poco antes de que Daniel la besara, sus besos eran intensos, antes solo ella le permitía un beso corto y tímido pero en poco tiempo el logro hacer que probarán diferentes tipos de besos, cada uno más intenso que el otro.
Sus respiraciones entrecortadas a causa de los besos fogosos, la mano del mayor en pequeños movimientos sutiles iba bajando de sus caderas hasta llegar a sus piernas, acariciandolas sensualmete, sacando suspiros a la joven, en esa habitación cerrada dejó liberar un poco sus feromonas, lo que causó que la joven reaccionará de manera distinta a su toque, fácilmente podrían llegar a tener sexo, pero Daniel quería entrenarla adecuadamente para servir a su amo. Libero más de sus feromonas, y sintió como ella inconscienteme libero un poco las de ella, intensificó los besos, acarició los muslos, con una mano libre tomó su cabello y lo jajo un poco, separándolos de golpe, dejando ver una escena maldita mente exitante. Los cabellos negros sujetados, la cara de la omega rosada, ojos ligeramente llorosos, su boca entreabierta, rosada y con un hilo de saliva.
— ¿Qué que pasa? —. Apenas audible preguntó tiernamente a su novio.
— Nada preciosa, vamos al jardín, te miras hermosa como para quedarnos aquí —. Con una sonrisa hipócrita, acomodó sus ropas.
La pareja salió de la habitación del alfa, creyendo no ser observado, Pether observó cómo ambos salían de su habitación.
Durante la cena los amigos estaban reunidos, Morgan se miraba un poco enferma, Pether sentía el olor de las feromonas de Daniel, eran fuertes, su amiga omega era débil ante ese tipo de feromonas lo sabía, viéndola allí sentada con ellos sonriendo como siempre le hacía feliz, pero tenía un mal presentimiento.
— Oye Morgan se acerca tu cumpleaños— Vincent llamó la atención de los tres.
— Es cierto, ¿qué deberíamos hacer? — El segundo gemelo siguió.
— Bueno, aún no lo he pensado, me gustaría... Ir a la ciudad con ustedes.
— Es una buena idea, pero iría la señorita Selene —. Daniel quería hacerla feliz en su cumpleaños.
— Es realmente buena idea — Vincent miró a su novio, tenían el mismo objetivo.
— Joder, podemos beber algo de alcohol para celebrar que mi linda Morgan es toda una señorita —. Los comentarios idotas de a Viktor no podían faltar.
— Basta idiota, pero me alegra pasarla con ustedes —. La omega se veía feliz.
Continuaron su charla, hasta que terminó la hora de la cena, y cada uno llegó a su habitación. Morgan se recostó en su cama y miró al techo.
El 23 del mes de abril, dos días después de su cumpleaños tendría un mes con Daniel, y aún no sabía que regalarle, pasó unos minutos pensando eso, antes de caer dormida.