La entrada era lo suficientemente grande para que bajaran los dos, Aris le dio una dulce sonrisa, sostuvo su mano y Ethan lo ayudó a bajar, él, con la otra mano levantó un poco el ruedo del camisón para no tropezar.
Ya estaba bastante oscuro y casi no se veía lo que había frente a ellos.
—Ethan, que oscuro es aquí dentro, casi no se ve nada—dijo con voz suave, casi en un susurro.
—No te preocupes por eso, ya lo solucionaré— soltó su mano y recogió los pantalones que había dejado a un lado—llevemos la fruta a la cocina para lavarla.
Ethan le dio el que tenía las uvas y fresas, agarró el suyo con una mano y con la otra tomó la cintura de Aris y le dijo:
—Tú solo sígueme, aunque está oscuro conozco el camino, no chocaremos con nada.
—Mm.
Avanzaron esquivando las vigas y llegaron a la cocina, tenía unos seis metros de largo, había una abertura en el techo junto con un tubo grueso que conducía hasta arriba por dónde salía el humo y el calor, con una compuerta que sellaba el agujero cuando no se cocina para evitar que se filtrara el agua de las tormentas.
—Espera un momento, encenderé la luz—pusieron la fruta en la mesa, buscó un banco y encendió las linternas de aceite que colgaban de las vigas y el techo.
Todo se iluminó con una luz amarillenta y se creó un ambiente cálido y acogedor. Encendió la última, bajó del banco y miró el rostro pálido de Aris, tenía un brillo en sus ojos con la luz parpadeante del fuego, se miraba tan misterioso y seductor, su figura parada ahí, observándolo, todo él era blanco y daba una extraña sensación de frialdad, excepto por sus ojos azules, que irradiaban dulzura.
—Bien, ahora podemos empezar—dijo encendiendo la linterna que estaba en la mesa.
—¿Qué tienes planeado? —preguntó caminando hacia su lado.
—Primero, quiero que hagamos una fogata en la playa, llevaré una lona y algunas sábanas para sentarnos, también llevaremos la fruta, quiero que pruebes las fresas con azúcar.
—Oh, sí, tengo curiosidad de cómo sabe.
—También llevaré un poco de vino.
—¿Qué es eso?
—Es una bebida, jugo de uvas fermentado, sabe un poco fuerte pero buscaré el más dulce que tenga.
—Mm, se oye bien—dijo mientras sacaba las uvas y fresas—dijiste que hay que lavarlas, ¿Dónde hay agua?
—Aquí—a un lado de la cocina había barriles llenos de agua, Ethan abrió uno y llenó una cubeta.
La puso en la mesa y Aris metió las uvas y fresas, de una gaveta sacó un cuchillo, una tabla y un plato hondo.
—Hay que quitarle las hojas a las fresas.
—¿Puedo ayudarte?
—Si, te enseñaré —tomó el cuchillo y cortó la parte con hojas de la fresa y la puso en el plato—ten cuidado, no vayas a cortarte.
—Tendré cuidado— al tomar el cuchillo Aris rozó su mano, agarró una fresa y la cortó. Lo miró y preguntó:
—¿Así está bien?
—Si, lo haces bien.
Mientras él las cortaba Ethan quitaba las hojas y las ponía a un lado, enjuagó las uvas y las puso en otro plato mientras que Aris ya había cortado la mitad.
—Aris, ¿si quieres yo puedo seguir con las demás?—le sugirió y le entregó una manta para que se limpiara—ten, límpiate las manos
—Gracias— y se apartó a un lado—¿Qué hay de las naranjas y manzanas?
—Pensaba guardarlas para mañana.
Las luces parpadeaban de vez en cuando y proyectaban sombras por todas partes.
—Por mí está bien—se sentó sobre la mesa, cruzó las piernas y apoyó las manos hacia atrás mientras lo miraba cortar una por una.
—¿Puedo preguntar algo?—dijo Aris luego de un rato.
—Claro.
—Lo pregunto, ya que no sé mucho de las cosas que ustedes hacen....¿qué hacen las personas cuando se enamoran? Sé que pasan el rato juntos y esas cosas, pero.... a lo que me refiero es, ¿Qué podemos hacer nosotros?, te acaricié ahora pero... siento que falta algo.
—Oh, es una buena pregunta...
"Ahhh no esperaba que hiciera esa pregunta"
Pensó entrando en un mini pánico.
—Pero no te preocupes, sabes, cuando estás con alguien, al menos la mayoría de las veces, todo va a su ritmo. Poco a poco sabrás lo que falta, primero es conocer a la otra persona, aún no hemos pasado ese nivel—hizo una pausa y sonrió—para poder querer a alguien de todo corazón tienes que conocerla lo mejor posible.
—Oh, tiene sentido, primero conocer—dijo reflexionando— quiero conocerte más y más...para poder amarte de verdad, con todo mi corazón.
Su pecho se sintió cálido y se sintió tan conmovido ante sus palabras tan lindas y sinceras.
"¡¿De verdad alguien me dijo algo así?, que quiere amarme...No cualquiera puede decir algo tan importante como eso, espero que de verdad podamos amarnos..."
—Yo también quiero amarte con todo mi corazón—musitó con una suave expresión, terminó de cortarlas y lo miró, se acercó a él y lo abrazó, ahí sentado en la mesa. Aris abrazó su cabeza y la acarició, en esa posición Ethan pudo escuchar los latidos de su corazón, y sus manos rodearon su cintura.
—Vamos a buscar las demás cosas, dejemos esto aquí por ahora, luego vendré por ellas—dijo luego de un rato.
—Vamos—respondió al soltarlo del abrazo.
Ethan tomó una linterna y bajaron las escaleras que estaban más adelante, dirigiéndose hacia último nivel del barco, la zona de cargamento y artillería.
—Hay que buscar la lona y madera, sostén la lámpara por favor.
—Está bien.
Caminó hacia adelante, a cada lado habían ocho cañones, en total dieciséis, barriles enormes y cajas de madera llenos de comida, agua, ropa, jabón, algunas armas blancas y pólvora mágica, todas las necesidades de primera mano.
—Ilumina esta parte—Aris obedeció y Ethan buscó en todos los rincones hasta que encontró lo que quería.
—Listo, ahora las sabanas.
—¿Están en tu cuarto?
—Sí, tenemos que regresar, vamos.
Aris caminó hasta las escaleras y las subimos, pasaron la cocina y de ahí tomaron un encendedor y un poco de aceite, apagaron todas las lámparas y subieron a cubierta.
Aris sostenía la linterna y yo la lona, el saco de leña, el encendedor y el aceite.
—Sabes que, primero dejemos esto en la playa y volvamos por las otras cosas.
—Mm.
—Espera—Ethan puso todo en el suelo— pon la linterna en el suelo.
Aris la puso en el suelo y lo miró:
—¿Y ahora?
—Ten—dijo Ethan acomodando todo en los brazos de Aris.
—Oh, está bien, yo puedo llevarlo...
Pero fue interrumpido por Ethan, quien lo tomó de la espalda junto con las piernas y lo levantó.
—¿Q-Qué estás haciendo?— preguntó riéndose mientras Ethan avanzaba hacia la rampa.
—No quería que mojaras el ruedo de tu ropa— respondió sonriendo.
—Que amable—exclamó en voz baja y besó su mentón.
Feliz y deleitado con ese gesto bajó del barco y caminó sobre el agua hasta llegar a la playa y dejó a Aris sobre la arena, le ayudó a poner las cosas en el suelo y le dijo:
—Bien, ahora volvamos por las otras cosas—ya estaba oscureciendo, la poca luz que quedaba apenas los dejaba ver sus rostros. Pero Ethan aún podía ver su sonrisa.
Aris descansó sus brazos en los hombros y el cuello de Ethan, quién se agachó y lo levantó de nuevo.
—Eres muy atento y dulce—comentó riendo recostando su cabeza sobre él.
—Ya estás conociéndome...
Regresaron y de la habitación sacaron unas sábanas blancas y cuatro almohadas grandes, la fruta, un tarro de azúcar, una botella de vino y dos copas.
Llegaron a la playa, ya estaba oscuro, la brisa era suave y tibia.
Ethan sacó la leña y la apiló, esparció un poco de aceite y encendió el fuego, la fogata no era tan grande pero las llamas iluminaban lo necesario para ver el rostro del otro.
—Listo, ahora a poner lo demás.
Aris le ayudó a extender la lona, poner las sábanas y almohadas, quedando lo suficientemente grande para que dos perdonas pudieran acostarse.
—¿Te ayudo a sentarte?—preguntó Ethan ya que estaba usando un camisón.
—Muchas gracias—tomó su mano y se sentó.
La fogata iluminaba sus cuerpos, el viento era suave y cálido, se sentaron muy pegados, hombro con hombro, Ethan tomó las fresas y la azúcar y exclamó:
—Bien, pruébalas y dime qué tal—sumergió una fresa en la azúcar y se la acercó.
Aris no tomó la fresa con las manos, en cambio, inclinó su cabeza y la tomó con la boca, sus labios húmedos rozaron lo dedos de Ethan y un escalofrío recorrió su mano.
—¡Mm, la azúcar es deliciosa, es áspera pero luego se deshace en mi boca! ¡Muy dulce! —sus ojos brillan de asombro—y junto a la fresa, es tan....
—Sabía que iba a gustarte, amo comerlas así.
—¿Puedo ver de cerca la azúcar?—preguntó emocionado.
Riendo le pasó el frasco, Aris lo miró por un rato y luego algo temeroso metió el dedo dentro, sacó algunos cristales y los observó de cerca.
—Tenías razón, es como la arena.
Se miraba muy lindo absorto en su observación, Ethan tomó otra fresa y se la dio, él la miró y rápidamente la agarró y la metió dentro, la giró un par de veces para cubrirla toda de azúcar, la sacó y la acercó a la boca de Ethan con una dulce sonrisa.
Ethan abrió la boca y la comió, sus labios lamieron débilmente sus dedos llenos de azúcar y se deleitó con tan magnífica escena.
Pusieron el plato con fresas en medio de los dos, Aris tomaba una y se la daba, Ethan tomaba una y se la daba. Y esto continuó hasta que casi se las acabaron todas.
Después de un rato de comer las fresas uno del otro en silencio Ethan preguntó:
—¿Quieres probar el vino?
—Si—respondió y lamió un poco de azúcar que había quedado en la comisura de sus labios.
—Es un poco...raro...pero después te acostumbras — abrió la botella y sirvió una copa—ten pruébalo, pero solo un poco.
Aris olió el vino, arrugó la nariz y le dio un pequeño sorbo, y lo escupió de regreso a la copa.
—Esto es horrible—sacó la lengua y se metió varias fresas a la boca para quitarse el sabor de la boca.
—A mí tampoco me gustaba—Ethan tomó la copa de su mano e hizo girar el vino con un movimiento circular—pero sabes, hay algo especial en el vino.
—¿Qué?—tenía una mirada de curiosidad.
—Luego de tomar unas cuantas copas lo sabrás—contestó con una ceja levantada y bebió de la copa sonriendo.
—E-Espera, no te lo tomes—exclamó nervioso.
—¿Por qué?
—Ah...tiene mi saliva— ladeó su mirada y se sonrojó.
—Ya nos besamos, ya he probado tu saliva—comentó riendo.
El rostro de Aris era complejo, y Ethan no sabía que estaba pensando exactamente, pero al parecer quería preguntar algo, en sus ojos pudo notar la duda.
—Dame más vino, quiero intentarlo de nuevo.
Ethan sonrió victorioso, le sirvió en la otra copa y se la entregó. Al instante se empinó la copa y lo tragó todo de una vez, su piel blanco se tornó rosada con un leve rosa más intenso en sus mejillas.
—Mm, no es tan malo—musitó con los ojos entrecerrados.
Que su piel mostrara un color así de rápido fue divertido y fascinante para Ethan. Aris inclinó la cabeza y lo miró seriamente.
—Otra.
"Lo he corrompido"
Ethan obedeció con gusto y llenó su copa, y él volvió a beberlo. Ambos bebían de sus copas y volvían a llenarlas casi de inmediato, luego de haber bebido unas cuatro copas cada uno el rostro de Aris se volvió en verdad rosada, muy rosada, el vino era fuerte así que era obvio que estaría borracho.
—¿Cómo te sientes?
—Mm, raro y un poco mareado...quiero más....— su mirada era un poco borrosa.
—Espera, hagamos una cosa, aún nos queda la mitad de la botella.
—¿Qué cosa?—interrogó Aris con una expresión atontada.
—Se me ocurrió un juego.
Ambos se sentaron uno frente al otro con las piernas cruzadas y Ethan continuó:
—Contemos historias o hagamos preguntas, pero en el transcurso el otro tiene que adivinar lo que pasara a continuación, si ganas tomas una copa entera, ¿Qué opinas?
—Mm, buena idea— aceptó con una sonrisa.
Llenaron ambas copas y empezó el juego:
—Bien, yo empiezo—Ethan aclaró su garganta— Cuando era niño a veces no podía comer cuando yo quería, no había tanta comida, así que una vez vi a un hombre sentado en la plaza, tenía tanta comida que no creía que pudiera comerla toda él solo, entonces pensé que no le molestaría si comía un poco de ella, así que me acerqué y...
¿Qué piensas que paso después?
—Mm, ¿le pediste que te diera y te la dio?
—Más o menos, intenta de nuevo.
—¿Sé...rehusó?
—Correcto, adelante, toma de la copa.
La bebió y Ethan volvió a llenar.
—Me dijo que no me daría porque iba a comerla toda, pero yo seguí pidiéndole, él me empujó y me dijo que me fuera, yo estaba decidido a que no me iría sin un poco, pero sabía que no iba a darme...
Tu turno.
—¿La robaste?— abrió los ojos en sorpresa.
—Correcto, bebe.
Aris bebió ansioso esperando la continuación de la historia.
—Metí la mano en su plato, agarré todo lo que pude y salí corriendo, giré mi cabeza hacia atrás y vi que él me estaba persiguiendo, estaba muy cerca, traté de correr más rápido pero al final me atrapó...
—¿Mmm...te quitó la comida...y se fue?—su tono tenía un toque de embriaguez muy notable y su mirada era de preocupación.
—...Correcto, ten otra copa.
—¿Y luego...pudiste encontrar más comida...verdad?—preguntó lentamente.
—Sí.
—Uff, menos mal, bueno...ahora es mi turno—exclamó aliviado y puso su mano en su pecho—ah no soy bueno....contando historias....No tengo nada interesante que decir.
—No te preocupes, entonces pregunta algo.
—Está bien..., ¿Cuántas algas de fuego crees que puedo soportar?
—¿Qué?—
"... ¿Qué rayos es eso?"
—Son algas de color rojo, cuando las tocas se siente como si quemara tu piel... te arde todo y te sientes sofocado. Una vez entré en un montón de ellas por accidente. ¿Cuántas crees que pude soportar?—dijo riendo.
—Mm, ¿cien?
—Incorrecto.
—¿Doscientos?
—¡Si!, bueno...más o menos eso, no pude contarlas todas—respondió aún riendo—vamos, bébelo.
—De acuerdo, de nuevo mi turno, veamos...
Cuando tenía más o menos doce años me gustaba nadar en el mar, ¿Cuánto crees que puedo aguantar la respiración bajo el agua?
—No estoy seguro de cómo responder, pero podría decir que mucho.
—Sí, puedo aguantar durante quince minutos, esos es mucho supongo...
—Ohh, que bien, acerté— se empinó la copa y luego de un hipo continuó—bien, aquí te va una difícil,... ¿por cuánto tiempo puedo permanecer en forma humana?
—Ahh...vaya, no sabía que había límite de tiempo, ¿diez días?
—Nooo...mássss... sigue intentando.
—¿Veinte?
—Nooo....—exclamó con una leve carcajada victoriosa— yo gano—se inclinó, le quitó la botella a Ethan y se tomó el resto.
"No puedo creer que haya salido así de borracho. Ahora tengo con quien beber, realmente pensé que tendría otra reacción cuando se emborrachara, pero sigue siendo lindo"
—Ya no hay másssss...se acabó el juego...—dijo lentamente con una sonrisa.
—Pero dime, ¿Cuántos días son?
—Mmm, te lo diré—desdobló sus piernas y se inclinó sobre sus rodillas— pero tienes que hacer algo....
—Mm, adelante, ¿Qué es?
—Bueno en realidad...es una petición y una.... pregunta.
—Dime cuál es tu petición primero.
—La petición tiene que ver con mi pregunta, cuando estábamos en la cascada, y...te estaba acariciando...se sintió raro, pero no sé qué era exactamente, quiero saber que es y quiero que me acaricies también... Eso es...
—...
"M*erda, era obvio que le pasara en algún momento, pero no creí que....que desconsiderado soy....y tonto también"
Pensó con pánico.
—Si me ayudas a saber y me acaricias te diré...—añadió Aris en voz baja.
Ethan lo abrazó y acarició su cabello mientras reflexionaba.
"Fui distraído y no pensé en él. Él nunca ha tenido a alguien y no sabe nada sobre las reacciones que pueden tener los humano"
—Escucha...creó que sé lo que te paso, eso es normal, no te preocupes—dijo un tanto nervioso.
—Oh...y ¿qué es lo que me paso?
—Ven acostémonos primero, te lo explicaré.
Ambos se acostaron y apoyaron la cabeza en la blanca almohada y se cubrimos con la sábana. Sus rostros quedaron muy cerca y Aris lo miró fijamente, mientras que Ethan miraba el cielo estrellado muy nervioso.
—Lo que sentiste...—"no puedo creer que este explicando esto"—pasa cuando estas con la persona que quieres y tu cuerpo quiere estará cerca del otro, por así decirlo.
—¿Eso les pasa a todos?
—Sí, cuando eso pasa...ahhh...puedes hacer cosas con esa persona, como besarse, y otras cosas, pero sólo puedes hacerlo con alguien que te gusta, aunque...
—¿Aunque?
—Esas cosas que se hacen también puedes hacerlas con alguien que no amas, o te obligan, o te compran para hacerlo.
—Pero... eso no tiene sentido.
—Lo sé, cuando te obligan...obligar a alguien a hacer algo que sólo harías con alguien que amas es horrible. Pero también puedes obligar a alguien que amas a hacer cosas que esa persona no quiere. Y eso es aún más horrible.
—Todo lo que quieras hacer....puedes hacerlo...conmigo—dijo luego de meditar esas palabras.
—Lo sé—sonrió y giró su cabeza para mirarlo a los ojos— yo...jamás haría algo que no quieras hacer—se levantó un poco y se apoyó sobre su codo mientras lo miraba hacia abajo—yo...¿Qué es lo que quieres?—preguntó seriamente.
—¿Qué es lo que puedo hacer cuando me siento así?
—Tocar a la persona que quieres, o la otra persona...te toca.
—Entonces...quiero que...me toques.
Ethan tragó grueso, quería esperar un poco más, pero Aris nunca ha experimentado por esto, y decidió que sólo le enseñaría algunas cosas...y sería dulce y tierno con él.
—Está bien, voy a besarte y tocarte un poco y tienes que decirme lo que sientes, ¿de acuerdo?
Aris asintió feliz y Ethan lo besó, lamió sus labios y los saboreó lentamente, la respiración caliente entraba en sus bocas con un leve sabor a alcohol, era tan dulce y ambos sintieron una oleada caliente recorriendo todo su cuerpo, las manos de Aris se enredaron en su nuca, abrió la boca y metió su lengua, era suave y tibia, y Ethan enrolló su lengua con la suya.
Un poco de saliva corrió por la esquina de sus labios, la respiración de ambos era rápida y pesada, dejaron de besarse lentamente con un hilo que se cortó cuando separaron sus lenguas.
Ethan se inclinó y besó su cuello, al mismo tiempo que sus manos se deslizaban por su cuello y pecho con suavidad.
—¿Cómo te sientes ahora?—preguntó en voz baja y su corazón latía cada vez con más fuerza.
—Ahhh...se siente bien y...un poco caliente...
Aún por encima de su ropa Ethan continuó deslizando sus manos lentamente por su cintura, lo que hizo a Aris estremecer.
—¿Es así como te sentías?
—Si...pero...
—Pero....
—No puedo sentir tus manos....en mi piel, y se siente raro...en....—su rostro tenía un tinte rosa y su respiración era un poco agitada.
—¿Dónde?
—Todo...ahh...donde pones tus labios...y...abajo...es incómodo.
—¿Quieres sentir mis manos?
—Sí...yo...no puedo...quiero que lo hagas...por favor...
Ethan respiró profundo y respondió con una expresión tímida.
—Está bien.