Cuando los primeros rayos del sol comenzaban a brillar, padre e hijo salieron de la casa en silencio y caminaron apresurados hacia la fábrica de telas donde trabajaban. La pequeña casa donde vivían estaba junto a un hermoso bosque donde la vegetación crecía libremente.
Cuando estaban por llegar a la fábrica pudieron escuchar detrás de ellos un grito que los llamaba -Trova, Teo- cuando la pareja volteó pudieron ver que tres personas se aproximaban no muy lejos de donde estaban. Mientras caminaba a paso veloz el que de manera evidente era el hijo menor saludó a Teo con una sonrisa y con un sutil abrazo se arrojó sobre el cuello haciendo que este por poco cayera.
- ¡Hey Teo! ¿por qué tan agüitado? ¿otra vez hiciste enojar a tu viejo? - el chico que tenía la misma edad que Teo era mucho más alto y delgado, este siempre había sido su vecino más cercano. Al estar en una comunidad rural, era común que las casas estuvieran separadas por varios kilómetros.
Los dos amigos caminaban juntos hacia la fábrica, compartiendo anécdotas y risas en el camino. Hablaban de sus sueños y metas a futuro, de sus planes para el fin de semana y de cualquier cosa que se les pasaba por la mente.
Mientras avanzaban por el camino de tierra, Teo le contó a Leo sobre la pelea que había tenido con su padre la noche anterior y cómo se había sentido después. Leo lo escuchó atentamente y le dio algunos consejos y palabras de aliento para que se sintiera mejor.
Finalmente llegaron a la fábrica de telas, donde ambos trabajaban como obreros. Se despidieron con un apretón de manos y se dirigieron a sus respectivos puestos de trabajo, listos para comenzar otro día de arduo trabajo.
Con los últimos rayos del sol Teo y Leo salían de trabajar muy cansados, pero ya habían hecho el plan de que hoy cuando terminara su turno irían rápidamente a una pequeña colina donde con ayuda de unos binoculares (que Leo tomo prestados sin autorización de su padre) podían ver unos baños termales al aire libre.
Estos baños termales tenían una bella vista del bosque que lo rodeaba, por lo que hacía que fueran muy populares por la zona; estos y la fábrica de tela eran el principal sustento de la comunidad donde vivían. Cuando los chicos terminaban la escuela primaria que estaba a varios kilómetros de distancia de la casa de Teo; los hombres iban a trabajar a la fábrica, mientras que las mujeres a los baños termales. Desde hace más de 50 años esta ha sido la tradición.
Los chicos cada que podían iban a esa colina con el fin de ver a las turistas bañarse en las aguas termales. Ambos tenían una muy buena relación ya que desde muy jóvenes tuvieron intereses afines (como el espiar los baños).
- ¡Wow, esa señora sí que tiene unas tetas enormes! -
-Podría ahogarme en ellas si me descuido un poco-
-El culo de esa güerita es tan hermoso-
- ¡Ya sé! ¡qué ganas de darle una nalgada! -
Cuando la luz del sol que quedaba terminó con su diversión, el par de amigos tomaron rumbo a sus casas, como Leo vivía antes, Teo continuó su viaje solo. Mientras caminaba repitiendo en su mente las imágenes con los cuerpos de las pobres chicas que fueros sus víctimas hoy; un golpe fuerte y seco despertó a Teo de sus fantasías.