Chereads / Symphonix: El violín de Ethel / Chapter 7 - Capítulo 6

Chapter 7 - Capítulo 6

Era una hermosa noche en medio del bosque. Las plantas eran iluminadas por extrañas criaturas, muy parecidas a las luciérnagas pero con colores diferentes, que parecían bailar al rededor de Ethel, quien las había seguido hasta ese lugar. La joven tenia el violín en manos, y observaba a las criaturas con fascinación antes de comenzar a tocar como si siguiera el ritmo del baile de las raras luciérnagas y les ayudara a seguir bailando.

Y entonces, escuchó un crujido que la hizo detenerse y voltear, era ese chico de nuevo, vestía como un príncipe de la Edad Media. El apuesto joven  la observaba avergonzado de nuevo. Ethel solo sonrió al verlo nuevamente y volvió a tocar el violín, esta vez para él, haciendo que el joven se acercara lentamente y comenzara a rodear a Ethel, como sí, al igual que las raras luciérnagas, bailara al rededor de ella. 

El joven le ofreció su mano sin dejar de girar a su alrededor esperando a que ella la tomara. Ethel lo dudó, pues seguía tocando, pero de repente, el violín desapareció de sus manos, aunque la música seguía tocando. La joven, aprovechando que sus manos ya no estaban ocupadas, agarró al posible príncipe y comenzaron a bailar, dándose vueltas el uno al otro y haciendo extraños pasos que convidaban el ballet con danza moderna.

Ethel nunca había disfrutado tanto bailar con alguien, pues normalmente lo hacía por compromiso, esperando impresionar a alguien, pero esta vez lo disfrutaba.

El joven dio un último giro y se separo de Ethel e hizo una reverencia.

—No, espera —dijo Ethel al ver como se alejaba —¿Quien eres? —preguntó, pero el joven solo sonrió.

—Ethel... ¡Ethel, despierta, vas a llegar tarde! —la voz de su madre la despertó, y la decepcionó ver que todo había sido un inocente sueño.

Después de eso se apuró, desayunó lo más ligero posible, tomó un autobús a su escuela y logró llegar a la hora, aunque casi le cerraban la puerta en la cara. Su clase fue aburrida y demasiado lenta, tanto que, cuando los alumnos salieron de ella gritaron de alegría.

Dos clases más pasaron, y Ethel ya se comenzaba a olvidar del hermoso sueño que había tenido, pues se estaba concentrando en la escuela.

—¿Y el violín? —preguntó Ivette en cuanto ubicó a Ethel en los pasillos. La pobre chica saltó del susto al escuchar.

—Me espantas —mencionó Ethel mirando a su muy bien vestida amiga que traía un hermoso vestido formal rosado —¿Y eso? —se refirió al vestido.

—El estúpido gato destrozó todos mis pantalones, seguro por venganza. Es que cerré la ventana por donde salta y ha estado en la casa todo el día, solo quería estar tiempo con él y la cosa esa me trata como si fuera basura verde  —explicó divagando un poco. —No importa, no tenia pantalones así que me puse el vestido. ¿Y el violín? —volvió a preguntar con una sonrisa llena de curiosidad.

—Lo dejé en mi casillero antes de entrar a mi  clase.

—¿Tocaste algo más? Es que no puedo dejar de pensar en lo que pasó ayer, fue... increíble —dijo Ivette aún sonriendo.

—Quería, pero mi mamá llegó y me llevó a su casa, y sabe que yo no sé tocar el violín y creí que seria extraño que de repente escuchara esa música salir de mi cuarto, además ¿Qué tal si hacía que las cosas flotaran de nuevo? ¿Como le explicó?

—Buen punto. deberías tocar solo en la escuela, y en mi casa por supuesto —propuso Ivette mientras empujaba a Ethel hasta la entrada de un salón en el que tenían clase juntas.

Su maestro no había llegado, así que la mayoría de los alumnos platicaban libremente, reunidos en pequeños grupos de 3 o más.

—Ven, vamos con Markian —le dijo Ivette mientras tomaba la mano de Ethel y técnicamente la jalaba hasta él.

Markian, se encontraba hasta el fondo del salón con solo la compañía de Dina, la extraña chica de cabello rojo ya peinado con una trenza en diadema que le quedaba muy bien. La extraña chica cruzó los brazos cuando vio a las dos acercarse.

—Hola —saludó Ivette —¿Qué hacen tan solos?

—No solos —aseguró Dina con su mal traducción de francés.

—Hablo de que Markian usualmente está con sus amigos —dijo Ivette.

—Es que no quería que Dina sintiera que la hacía a un lado —dijo Markian.

—Siempre tan considerado —pensó Ethel mientras sonreía un poco.

—¿Estas bien, Ethel? —preguntó Markian al ver como sonreía de repente.

—Si, si, obvio, es que... recordé algo lindo —trató de explicarse —Por eso sonrío. Ah... Dina ¿Quieres estar el próximo periodo libre con nosotras? Así te enseñamos la escuela y nos conocemos —trató de ser cortés.

Dina, en vez de responder, abrir los ojos como si se hubiera sorprendido y volteó su vista hacía la única ventana del salón con apuro, como si fuera un perro escuchando que el cartero se acercaba. Obviamente el extraño comportamiento de la chica incomodó a Ethel y a Ivette, mientras que a Markian parecía preocuparle y darle pena. La rara chica mostró y apretó los dientes, como sí gruñera, y volteo a ver a Markian con una mirada seria. —Crifder —le dijo, preocupando a Markian.

—¿Eso es Galés? —preguntó Ivette al reconocer el idioma —Creí que eras de America.

—Oigan, perdonen, chicas, tengo que ir a sacar unas copias —dijo Markian mientras sacaba dinero de su bolsillo y trataba de irse.

—¿Para qué? —le preguntó Ivette.

—Ay, no me digas que nos dejaron imprimir algo. Ash, no revisé mi correo —dijo Ethel algo nerviosa.

—No, es otra cosa, con permiso —dijo antes de lograr pasar entre las dos chicas e irse apresurado, dejando a las chicas con Dina, quien mostró una muy leve sonrisa como si tratara de disimular.

—Y dice que la extraña soy yo —dijo tratando de ser graciosa pero parecía esforzarse mucho.

Ethel rió por compromiso, mientras que Ivette la miraba como si fuera un bicho raro —¿Y como conociste a Markian? —preguntó Ethel.

—Es... complicado —dijo Dina —Sus padres dejan que me quede en su casa.

—Ouh, no sabía eso. Es interesante —dijo Ivette tomando el asiento delante de Dina y sentándose de manera en que pudiera mirarla de frente —¿Como es vivir en su casa?

Dina, ignorando por completo a Ivette miró a Ethel de nuevo mostrando sus penetrantes ojos azules. —¿Escuchas algo? ¿Como un tintineo? —le preguntó haciendo que él oido de Ethel se agudizara y que la chica entrara en pánico al lograr percibirlo. Ella creía venía del violín, no sabía como, no sabía porqué, pero estaba segura de que era eso.

—¿Ethel? —la llamó Ivette al ver a su amiga con la mirada nerviosa que ponía cuando veían películas de terror.

—Debo revisar algo —dijo antes de irse del salón en dirección a su casillero.

—Claro, déjame sola —habló Ivette consigo misma.

—Es un... lindo vestido —dijo Dina de nuevo con esa leve sonrisa.

—Ah, gracias, que linda —dijo Ivette, para luego quedarse sin palabras que decirle a la extraña chica.

Ethel fue rápidamente por los pasillos, bajó dos pisos y llegó al primer piso de la escuela para poder ir hasta su casillero, al cual le salía un extraño brillo azulado.

—¿Ahora qué? —se quejó antes de abrir el casillero, sacar al violín de su estuche y darse cuenta de que este era el causante del brillo y extraño tintineo. Era como ver a un teléfono gigante vibrando, como si estuvieran llamándole o algo parecido. —¿Qué? ¿Qué quieres? —se dirigió al violín en voz baja, pero este solo tintineaba y brillaba. —Yo no entiendo con tintineos ¿Quieres que te levante?—dijo mientras tomaba el violín y el arco, pero este seguía brillando y tintineando, haciendo que Ethel se quejara—Ay, genial, ya me volví loca, le estoy hablando a un violín mágico que seguro hace todo menos hablar —dijo de nuevo en voz baja muriendo de vergüenza, y entonces, el violín se detuvo.

—Él no, pero yo si —la voz la tomó por sorpresa.

—¿Qué diablos? —exclamó buscando al portador de esa elegante voz.

—Hola, Ethel —saludó ese elegante hombre apareciendo frente a Ethel.

—Usted —lo señaló con el arco —Es... el hombre británico de mi sueño.

—Es un sobre nombre interesante —comentó acomodando su traje, tratando de verse mas presentable —Tom Pocked, un placer —le ofreció su mano para saludarla, pero Ethel solo lo examinaba con la mirada.

—¿Disculpe? —dijo Ethel —Es que su nombre no me dice gran cosa, y en realidad quería saber —Ethel dejo de hablar al ver que el hombre se había esfumado. —Ah, maravilloso —exclamó algo molesta.

—Toca el violín para mi, Ethel —escuchó como un susurro en el aire.

—Si, que otra cosa voy a hacer con él —dijo algo molesta antes de hacerle caso a la voz susurrante y simplemente tocar tres simples notas —¿Eso es todo? —preguntó al no poder tocar más. Pero, justo en ese instante, la magia del violín comenzó a salir, dirigiéndose al cuerpo de Ethel y haciéndola aparecer en un callejón —¿Pero que..?

—¡Corre, creo que lo perdimos! —escuchó a un hombre al final del callejón. Eran dos hombres con capuchas negras y trajes extraños como de agentes secretos, corrían desesperados con una bolsa en mano, y se dirigían hacia Ethel, la habían visto, pero no por eso se detendrían.

Ethel, con algo de nervios extendió el arco del violín hacia el frente esperando que la magia la protegiera de esos hombre, pero en cambio, la magia salió disparada del arco como si fuera una varita mágica, y logró derribar a ambos hombres y dejarlos inconscientes. Ethel se cubrió la boca tratando de no gritar por la sorpresa, pues ambos hombres se habían estrellado de lo lindo contra el piso. La joven se acercó por curiosidad aún con el violín en las manos, dispuesta a revisar La Bolsa.

—¡No la toques! —le gritaron.

—¿Markian? —preguntó al reconocer la voz del chico. 

El suelo comenzó a temblar, lo que solo podía significar una cosa según las noticias. Tremblement estaba cerca. 

Entrando en pánico, Ethel agito el arco del violín como varita mágica, deseando desaparecer, y en cambio se volvió invisible.

—¡Espera! —escuchó al joven. Ethel retrocedió hasta golpear contra la pared del callejón para poder observar al héroe.

Tremblemet, el único superhéroe de la ciudad. El joven vestía con un traje y antifaz azul, tenía extrañas muñequeras largas de metal que parecían muy pesadas. 

—¿Markian es Tremblemet? —pensó Ethel al ver el cabello rubio del supuesto héroe.

—No toques eso —balbuceo uno de los hombres intentando levantarse.

Tremblement suspiro y extendió su mano hacia el hombre, haciendo que las ondas sísmicas salieran de su mano en una magnitud pequeña que solo aturdió al hombre y lo dejó inconsciente al golpear de nuevo con el suelo. El héroe tomó La Bolsa y la abrió para dejar ver un extraño objeto metálico que brillaba. 

—Que cerca —dijo para el mismo poniendo La Bolsa en su espalda, y luego dirigirse al hombre que no estaba inconsciente —¿Para quién trabajas? —preguntó agarrándolo de la camisa.

—Esa... es una pregunta estúpida ¿No crees? NOVATO —dijo como si fuera un insulto el adolorido hombre —Vamos, llévanos con los policías de una vez. Y así todos sabrán que tu no nos derribaste y que casi escapamos —comentó tratando de reír, pero estaba algo adolorido.

Tremblemet saco un suspiro cansado y apretó un botón en su muñequera de metal y se alejó de esos hombres con La Bolsa aún en la espalda —Llegarán en unos 10 minutos, háganme un favor y no se vayan, no quisiera tener que romperles las piernas —amenazó antes de alejarse diez pasos de los hombres, ponerse en cuclillas y mantener sus manos extendidas durante unos segundos. El suelo volvió a temblar, asustando un poco a Ethel, quien presenció como Tremblemet usaba su poder para salir disparado hasta el techo de un edificio y desaparecer.