Chereads / Symphonix: El violín de Ethel / Chapter 9 - Capítulo 8

Chapter 9 - Capítulo 8

"Querido Diario.

Estos últimos dias han sido increíbles, maravillosos, totalmente mágicos. Para empezar, he pasado los últimos 5 dias tocando el violín mágico cada reseso en la escuela, y cada vez que mi mamá sale a comprar papas me dedico a tocarlo, y cada que lo hago me siento bien, como si cada nota me quitara un peso innecesario de encima, pero eso no es todo. El violín aparentemente se ilumina y vibra cada que hay un problema serio en la ciudad, y yo uso su... rara magia para aparecer justo en el lugar indicado y ayudar a las personas que están en problemas, aunque lo único que hago es mover el arco del violín y detener a los ladrones, nunca lucho contra nadie, bueno... en realidad no hago casi nada, solo aparezco, apunto y los desmayo, aunque ya van dos veces que lo hago con las personas equivocadas, pero estoy aprendiendo, de los errores se aprende. ¿No?

En fin. No comprendo bien como funciona el violín ni que es exactamente lo que esperan que haga con el, pero disfruto mucho tocándolo y usando su magia para aparecer en los techos y observar esa hermosa y mágica vista de la ciudad mientras sigo tocando, iluminando todo con las notas que salen del violín  y luego escapar para que Markian... a perdón,  para que Tremblemet no me vea, me hace sentir como Cenicienta, pero la Cenicienta de mi obra favorita  "Into the Woods" , donde el festival dura tres noches y dos noches, Cenicienta baila con el príncipe y luego sale corriendo, pues es emocionante tener una noche de cuento de hadas y luego irte corriendo para regresar a tu hogar con la adrenalina llenándote las venas."

—Vaya, vaya, vaya. —la voz joven y masculina la sobresaltó y la hizo tirar el diario por la orilla del techo del edificio. —Pero sí es la violinista.

—Ay, no —dijo Ethel al no poder evitar que su diario cayera y terminara en el suelo. La joven se alejó de la orilla y se acomodó su cuello de tortuga para que le llegara hasta la nariz, y se cepilló  su peluca negra antes de voltear y encontrarse con el superhéroe de la ciudad, el casi respetado Tremblemet. —Héroe —lo llamó tratando de no parecer nerviosa. —Siempre es un placer, pero... se me cayó algo, adiós. —dijo tratando de retirarse, pero el superhéroe rápidamente la amenazó con su brazo extendido, dispuesto a lanzarle alguna onda sísmica.

— ¿Por qué estas aquí? ¿Quieres robarme mi trabajo?

—Ah... no. —respondió negando mientras procuraba que el cuello de tortuga no se le cayera. —Solo...bueno, en realidad no sé lo que hago.

—¿Qué eres? —preguntó aun con el brazo extendido, apuntándole a Ethel.

—¿A que te refieres?

—¿Humano o super? —dijo de manera seria acercándose un paso a Ethel, quien retrocedió por reflejo.

—Humana, vamos, dilo... ¡No! Espera ¿Por que voy a contestar su pregunta? Soy como Cenicienta ¿No? Puedo ser aquello que soñé durante la noche y luego escapar. —pensó antes de responder en voz alta a Tremblemet —No te lo diré.

—¿Qué? —dijo algo molesto.

—Tu eres el superhéroe. Averígualo —dijo mientras retrocedía y agarraba el violín del suelo rápidamente, preparándose para tocarlo.

—¿Qué crees que haces?

—Voy a tocar. —trató de decir de manera coqueta, pero algo no la hacia sonar convincente. —¿Qué? ¿No te gusta mi música?

Tremblemet, con algo de desesperación le lanzó su poder a Ethel dispuesto a aturdirla, pero ella, rápidamente tocó una nota, logrando que la magia del violín evaporara el poder de Tremblement.

—¿Como lo hiciste? —preguntó sorprendido mientras que Ethel sonreía y trataba de que no se le cayera el cuello de tortuga al hacerlo.

—Creí que era obvio —dijo antes de girar el arco del violín de manera presumida, mientras se acercaba a la orilla poniéndose en una pierna como toda una bailarina —Nos vemos luego ¿OK? de verdad debo irme —dijo tratando de pensar en una buena voz diferente a la suya para cada vez que ambos se encontraran. —Y creo que sí. Si quiero tu trabajo —y entonces, sin pensar bien en lo que hacía, Ethel dio una vuelta como una hermosa bailarina y luego se dejó caer, asustando por completo a Tremblemet, quien se acercó a la orilla del edificio para ver si la misteriosa violinista de cabello negro estaba bien, pero al mirar al suelo, esta ya no estaba.

Ethel, con ayuda del violín apareció en el cuarto de Ivette, asustando a su pobre amiga que se encontraba viendo animes extraños en su computadora. —¡Ethel! —gritó algo horrorizada mientras cerraba su computadora y miraba bien a su amiga —¿Si eres tú?

—Si —dijo con gran emoción antes de quitarse la peluca y lanzarla para poder dejarse caer en la cama de Ivette, la chica estaba feliz y emocionada.

—¿Y esa peluca? —preguntó haciendo sonreír a Ethel —Me hiciste caso. —afirmó emocionada acercándoselo a Ethel —Ay, que emoción ¿Cómo es?

—Mágico, emocionante... mágico

—Ya dijiste mágico —le mencionó Ivette —Es extraño, porque nunca te imaginé como... lo que quiera que seas ahora. Ya sabes, con eso de que siempre eres tan aburrida.

—¿Qué? —se ofendió de inmediato.

—No, no, no. No lo tomes a mal, ósea, no eres de los que se divierten tomando riesgos, eres más de ir al cine, ver series, ósea... cosas normales. No te visualizo saltando entre los techos de los edificios, aunque tampoco imaginaba ver mis peluches flotar con una canción de violín, ni a mi mamá tomando lácteos. Oh ¿Te dije que mi mamá no es intolerante a la lactosa? Su nutrióloga se lo aseguró y comenzó a tomar leche como loca. Ya me cansé de tantos licuados de fresa pero no se como decirle. ¿A ti te gustan los licuados de fresa? Porque dudo mucho que...

—Ive, concentrate —le pidió Ethel

—Lo siento ¿De que hablaba? Ah, si, claro. Me alegra que te sientas feliz, Ethel, aunque es difícil verte tan cambiada.

—Yo no cambié, soy la misma, bueno, hasta que me pongo la peluca y toco —dijo enseñando el violín —Ay, aunque hoy me morí de miedo. Estuve la mayor parte de la tarde desmayando gente y escapando de Tremblemet, que... creo esta algo molesto conmigo por hacerlo quedar mal con la gente, aunque creo que solo quiere saber que soy.

—¿Como sabes?

—Me lo preguntó. —dijo Ethel de manera obvia —Y luego me atacó. Es muy serio cuando es Tremblemet, porque cuando es Markian es más relajado y lindo, o al menos así lo veo yo.

—¡Ethel, linda, tu madre ya llegó! —gritó la madre de Ivette.

—Ya voy señora —dijo Ethel mientras buscaba debajo de la cama de Ivette y sacaba el estuche del violín y lo guardaba con cuidado. —Nos vemos mañana —le dijo dejando el violín sobre su cama. —Ah... también te dejo mi peluca —dijo dejándola igual sobre la cama.

—Si de verdad quieres seguir con esto deberías considerar tener tu propio disfraz de superhéroe.

—No quiero ser un superhéroe, solo... me divierto ayudando a la gente y molestando a Tremblemet. Esto es... solo por diversión.

—¿Segura? porque pareces muy contenta por esto.

—Es la primera vez que me pasa algo interesante, solo lo gozo antes de que termine.

—¿Como sabes que terminará?

—Las cosas buenas siempre terminan rápido. —mencionó Ethel antes de sacar un suspiro, sonreír hipócritamente y salir por la puerta. —Adiós —se despidió y salió de la casa de Ivette con su madre, quien trataba desesperadamente de hacer platica en el auto, mientras que Ethel se quejaba por un inusual dolor en su espalda.

—¿Que tienes? —preguntó su madre.

—No es nada... dolor muscular —dijo tratando de sobarse. —Debe ser por el baile.

—No puedo creer que regresaras. Pensé que no te gustaba ir. —le dijo su madre.

—No sé lo que me gusta, mamá y creo que debo seguir, al menos por un tiempo hasta que aclare mis ideas.

—Claro, y mientras sigues sacándole dinero a papá, me parece buen plan. —dijo la madre sonriendo de manera extraña. —Ah, por cierto, debes volver con él en tres días, pero no te preocupes, que en un mes es el juicio y todo esto se resolverá. —aseguró antes de comenzar a acelerar.

Mientras tanto, en medio del bosque Hoia, un lugar recreativo y según muchos, un lugar encantado en donde cosas inexplicables pasaban. Era el lugar perfecto para esconderse, o al menos así le parecía a Diaval, claro que los turistas que llegaban a hacer recorridos eran algo molestos, pero nada que no pudiera manejar. El joven deseaba estar solo por un tiempo, y cuando digo un tiempo hablo de específicamente 6 días hasta que su vuelo a Francia saliera.

Flashback. Dos dias atrás.

Elizabeth, la única y mejor amiga de Diaval se encontraba tranquilamente caminando por las calles en ese día nublado, hasta que sintió como alguien la jalaba hasta una pared.

—¡No, déjame en paz! —dijo la chica comenzando a golpear al sujeto encapuchado.

—Beth, Beth, soy yo —le susurró para que se calmara y dejara de llamar la atención.

—¿Diaval? —dijo con algo de tristeza —Creí... creí que estabas...

—Desearía estarlo —dijo Diaval. —Necesito tu ayuda.

—¿Que-que fue lo que pasó? ¿Por qué pasó? —cuestionó Elizabeth haciendo que Diaval rodara los ojos.

—No quiero explicarte ¿Ok? necesito irme de la ciudad, debo estar en un lugar donde mi padre no pueda decirme que hacer. —le dijo.

—¿Vas a escapar?

—Si.

—¿Por..? —la joven se detuvo al ver la cara de su amigo, era seria, pero algo en sus ojos le decían que estaba destrozado —Ok, yo... creo que conozco un lugar, ah... mi primo Greg siempre me decía que cuando quisiera alejarme de todo por unos días  podía utilizar su departamento en... en una ciudad rara en Francia, puedo llamarlo y conseguirte un boleto de avión, pero necesito...

—Toma —interrumpió Diaval sacando rápidamente un puñado de billetes que le entregó discretamente a Elizabeth —Consígueme un boleto de avión, y un lugar en donde esconderme y te lo agradeceré por siempre.

—Ah... claro, yo lo hago —dijo guardando el dinero.

—Bien, ya debo irme. Y si mi padre pregunta por mi, dile que me fui a Paris hace dos días —le pidió.

—¿Qué? Diaval, por favor —la chica no pudo decir más pues recibió un cálido abrazo de su amigo, que obviamente lo necesitaba, pero se separo rápidamente al escuchar un extraño gemido de dolor de su amiga, quien terminó con la espalda algo quemada.

—Avisame cualquier cosa a este numero —dijo entregándole un pedazo de papel, para luego desaparecer entre la gente.

Volviendo al bosque.

Diaval se encontraba recargado en un extraño tronco mientras sacaba llamas de los dedos como si jugara, mientras trataba de no pensar en su madre, aunque los recuerdos de ella no dejaban de venir, una y otra vez, haciendo que sacara algunas lágrimas mientras se ponía su capucha y se sentaba en el pasto, esperando quedarse dormido. Y entonces, su teléfono desechable comenzó a sonar, era un simple mensaje.

"Tu vuelo sale mañana, debes llegar a las 5 am en punto o no podré darte los boletos, no llegues tarde"