¿Qué es la vida?
¿Qué es el tiempo?
¿Acaso entiendes tu propia realidad?
Ese tipo de preguntas, me queman en lo profundo de la mente todo el tiempo. Aunque no es correcto decir que todo el tiempo. Hubo una vida en la que era inocente y desconocía los alcances de mi propia existencia.
Ya lo dije una vez, aquellos que estamos condenados por un pecado capital, nunca terminamos bien. Esa es la percepción que he tenido hasta ahora.
Este bucle infinito; este maldito castigo que solo me permite ver la realidad alternativa inmediata mientras siga con vida.
Siempre es lo mismo.
La primera vez, Balam tuvo una buena vida y solo fue casi al borde mi muerte, cuando las llamas de infierno consumieron su mente. No supe que paso después.
El bucle se reinició.
Una y otra vez.
Cada persona condenada a su pecado, posee una habilidad. No siempre están conscientes de ello. Yo particularmente, caí en la locura durante los primeros bucles de reinicio.
Ahora solo observo desde lejos. Desde cerca. Desde nunca. Desde siempre.
En todas las vidas que he visto este cuento, no he visto indicios de un final feliz.
Tampoco es que mi vida signifique un final o un inicio.
Si quieres entender la historia, tendrás que regresar en las palabras una y otra vez.
Si quieres respuestas, tendrás que estar en mi lugar. No, no deseo ese mal a nadie.
Solo pon atención a los detalles, a lo bizarro y lo ordinario, a lo escondido y lo visible.
Soy tu guía, soy tu verdugo. Estoy legando mi pecado.
Después de tantas vidas, solo quiero tener esperanzas de que alguien puede ser feliz más allá de las apariencias.
Quiero descansar. Quiero tranquilidad.