Han pasado dos semanas. No tengo ganas de nada.
No sé cómo sentirme. Se supone que él es la causa de que yo no tenga padres, pero no siento dolor por eso.
Me duele más está situación donde permanecemos en silencio todo el tiempo, sin ganas de nada. Nos volvimos monótonos. Siento que así es un matrimonio cuando se descubre una infidelidad, pero se niegan a separarse.
Casi no me ve a los ojos y se limita a hablar lo justo en un tono neutral donde no sé si está enojado o triste.
Yo por mi parte no he salido al trabajo con él. Me quedo en casa y estudio todo el tiempo. Preparo la cena y espero a que llegue.
Tengo miedo de preguntarle sobre el pasado, sobre nosotros. En realidad, tengo más miedo de que me abandone, de que si es un asesino.
¿Estúpido no?
Cualquiera huiría, si se entera de que el asesino de tu padre es el hombre con el que vives. No solo eso, que mató a quien sabe cuántas personas.
Creo que es algo que ignore en su momento por pura conveniencia. Siempre dijo que estuvo en prisión y tanto Julie como la abuela dijeron que cometió muchos crímenes, que por eso está solo y se dedica a trabajar para no pensar en ello.
Siempre lo dijo, es un monstruo.
Y aun así quiero quedarme con él.
Supongo que es un berrinche de adolescente, aunque no estoy muy consciente de cómo funciona.
¿Debo obsesionarme con él?
¿Decirle que lo odio, cruzarme de brazos y dar la vuelta esperando que me diga algo bonito?
No lo sé, soy nueva en esto de querer a una persona.
Tal vez le debí poner más atención a las chicas de la escuela, así sabría cómo reaccionar. Aunque sabiendo lo tontas que son correrían a los brazos del primero que les hable bonito.
Solo divago en mis pensamientos de esta forma todo el día.
— ¡Vamos rápido al hospital! —fueron las primeras palabras que salieron de mi boca al verlo.
Regresó una tarde todo golpeado. Por primera vez en mucho tiempo sentí verdadera ansiedad. Se comportaba estoico y muy sereno, como si fuera lo más normal del mundo, pero sus heridas no eran normales.
—Solo son rasguños, un baño, un poco de pasta a la boloñesa para cenar y mañana estaré como nuevo. —Su tono era sereno y muy relajado.
La cuenca vacía de su ojo izquierdo me miraba con un negro tan oscuro que pensé que saldría un monstruo de allí. Su cabello blanco por las canas se encontraba teñido de rojo en varias partes.
La ropa desgarrada y una herida en el pecho de casi 20 centímetros. Tal como dijo solo se metió a bañar y cuando salió se sentó en la sala con un botiquín, saco aguja e hilo y frente al espejo empezó a coser su pecho.
Era una escena aterradora, pero decidí quedarme por si algo salía mal. Tenía miedo de preguntar así que solo observe en silencio.
—Intentaron secuestrarme, me siguieron desde el restaurante y me interceptaron en la carretera. Pobres idiotas, rogaron por sus vidas así que los maté rápido. —No esperaba que hablara con naturalidad sobre la muerte de otros, pero ahora que sé de su pasado, no me sorprende tanto.
—Igual te hirieron mucho, debes tener más cuidado. —Fue lo único que pude decir.
Seguimos en silencio hasta que terminó de coser. Alzó la mirada y con su único ojo me miró.
Ahora que lo pienso su ojo izquierdo se veía raro, pero yo pensaba que era por la cicatriz así que no quise indagar más. Nunca pensé que fuera un ojo prostético.
Da miedo cuando me mira de esa forma, con una cuenca vacía.
—Tu ojo...—
—Se cayó durante la pelea, así que hasta comprar otro usaré un parche, para parecer pirata. —Era su primer chiste malo en dos semanas, eso me hizo sentir un poco mejor.
—Sí, Capitán. —Aprovechando esta primera oportunidad le seguí el juego.
Se echó a reír durante un rato mientras se acomodaba el parche.
—Así darás más miedo en la calle, déjame dibujar un corazón para que parezcas pirata del amor. —
Solo se reía, nos hacía falta esto. Creo que podemos seguir viviendo juntos después de todo.
— ¿Cómo sigues después de lo que ha pasado? ¿Aun quieres quedarte aquí? —Dio el primer piedrazo.
—Hasta el final, no tengo a donde ir y de todas formas no puedo culparte de nada, tú pagaste por ello en su momento. Además, si no fuera por ti probablemente esta sería otra historia. —Bueno creo que lo hice, le dije todo lo que debía... Creo.
—Está bien, ven aquí y siéntate. —dijo mientras daba palmaditas sobre el sillón invitando a sentarme junto a él.
Dios mi corazón se acelera, sé que solo han pasado unas semanas desde que me mimó por última vez, pero ya añoraba hacerlo de nuevo.
Agarré valor y no solo me senté, recosté mi cabeza en su regazo, no se puso tenso como otras veces, al contrario, empezó acariciarme como a un gato.
Bueno eso es mejor que nada.
—Tengo una pregunta. —Se me escapan aquellas palabras de la boca.
—Dime, puedo responder cualquier cosa, no quiero tener más secretos. —
De alguna forma eso me reconfortó, busqué su mano y la apreté fuerte con las mías. Quería sentir su calor.
—Esa mujer dijo que nunca le pudo decir a mi papá que estaba embarazada, pero tú dijiste que sus últimas palabras fueron sobre su hija, no entiendo eso. —En efecto, ¿Cómo era posible que lo supiera?
Escuche que empezó a reír y me hizo cosquillas a propósito, no pude evitar retorcerme, pero me gustó que lo hiciera.
—Es una historia viejísima, teníamos como 15 años, estábamos entrenando en el basurero, cuando ese tonto se tropezó y cayó de cabeza unos diez metros en una pequeña barranca. Quedó inconsciente unos minutos, pero al despertar estaba muy contento. —Puedo sentir la alegría y nostalgia en sus palabras.
—Solo dijo "Tuve una epifanía, una bella esposa en mi cama al amanecer, una adorable hija que corre felizmente con un vestido blanco a mis brazos y yo, un hombre hermoso en la cima del éxito" le metí un golpe en la cabeza esperando que recuperara la razón. —
Me acariciaba el cabello y de esa forma me transmitió una inmensa paz con esa historia. Me da risa, ese hombre suena muy alegre y despreocupado. Incluso sus últimas palabras sonaban así.
—Siempre creí que era parte de sus idioteces, pero durante años dijo que ese sueño era la profecía de un futuro próximo... —pude notar que su voz se quebró, sentí una gota de agua en mi mejilla, pero no quise voltear, solo me aferré a su mano aún más.
—¿Quién diría que tuvo razón? Eres real. —Eso sonó muy raro y algo grosero— Cuando... Me dijeron quién era tu madre, tuve una ligera sospecha. Nunca lo conociste, pero tienes mucho de él, la manera en como comes despreocupada llenando los cachetes como ardilla, ese bostezo largo y cantarín con tres notas que das al amanecer al amanecer, la manía de quemar todo lo que cocinas, la sonrisa perdida que pones cuando te regalo algo. Es irónico, eres igualita de la cara a él a su edad. —
No puede ser que me pone tanta atención de esa forma.
Es algo vergonzoso que te digan las cosas que haces con tanta familiaridad, aunque siento que lo de la comida es más un reclamo.
—Tenía mis sospechas y Willy también—Ese nombre creo que lo he escuchado antes—Así que decidí cuidarte, tu padre, más que un amigo, fue mi hermano, el protegió a mi familia cuando yo perdí el rumbo. Así que quiero al menos devolver el favor. —Siento pesado el aire, mi corazón late muy rápido.
—Me gustaría que seamos una familia, sé que no es lo mismo y se ve mal, incluso se malentiende, pero como padre e hija… —
—Quiero quedarme contigo...—aunque lo interrumpí al hablar, mi voz es a duras penas perceptible, ya no sé qué pensar, de alguna forma no estoy conforme, pero sé que por fin puedo estar tranquila.
—Ya veo, entonces es hora de que conozcas a tu hermano. Él estará feliz de verte. —