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Chapter 17 - SANTO CUARTETO IMPERIAL

Sin invitación o advertencia, Edward chasqueo los dedos haciendo que aparezca una cadena de plata que atrapo al emperador, poniéndose de pie la segunda princesa extendió su dedo donde su anillo empezó a brillar, dejando aparecer una cama. Edward se puso de pie mientras cargaba dulcemente a la tercera princesa, dejándola caer suavemente en la cama que contenía numerosas almohadas como también sabanas de seda.

Ella rápidamente se puso de rodillas, Edward se acercó abrazándola fuertemente, coloco sus poderosas manos en su espalda atrayéndola a su pecho, sus ojos se volvieron lujuriosos, ella extendió sus manos y la coloco en las mejillas de él mientras ella alzaba su barbilla procediendo a besarlo. Se separaron momentos después de que su parte inferior se sintió húmeda.

El olor masculino de Edward se extendió entre ellas, inhalando su fragancia, las princesas y la emperatriz sintieron que sus cuerpos se calentaban por una ardiente lujuria.

Si bien no era la primera vez que experimentaban este sentimiento, se sintieron sorprendidas y deseosas de hacerlo rápidamente.

—Edward... eres el más desvergonzado que existe en este mundo... hacerlo aquí, enfrente de ese asqueroso hombre...

Murmuro la segunda princesa mientras sucumbía a su lujuria.

—De hecho, pero si no fuera así, no podría estar con todas

Sus mujeres aprobaron moviendo la cabeza diciendo sí.

Sin tiempo para perder, la emperatriz se acostó en la mitad de la cama, mientras la primera princesa a su izquierda y la segunda a su derecha.

Haciendo un breve trabajo con sus manos rápidas quito las molestas ropas, revelando grandes melones, cuerpos deliciosos y partes inferiores chorreantes. El separo las piernas de la emperatriz colocándolas en sus hombros, cayendo de rodillas, estiro sus manos la derecha y la izquierda respectivamente hacia los cuerpos de la primera y segunda princesa.

Con elegancia y suavidad froto sus labios mientras rozaba con su lengua los pliegues de la cueva rosada de la emperatriz, la fragancia masculina y femenina abrumo rápidamente las mentes de los cinco, el fuego de la lujuria alcanzo el punto máximo, los labios de Edward se movían apasionadamente mientras la tercera princesa se situó a su espalda besando desde su cuello, sus hombros, su espalda; luego se arrodillo atrás de Edward usando su brazo izquierdo abrazo su cuerpo y con su mano derecha la extendió hacia el pene de Edward haciéndole una paja mientras besaba su amplia espalda.

—Aaah...

Las cuatro gimieron apasionadamente, el emperador que estaba a unos diez metros no podía creerlo.

Los sonidos húmedos encendieron la lujuria dentro de sus corazones.

Edward seguía trabajando esa área inferior de la emperatriz, ni siquiera parecía dolerle la mandíbula, su lengua corría salvajemente dentro de ella, sus dedos tocaron las cerezas en los senos de la primera y segunda princesa haciendo que los gemidos de los tres alcanzaran nuevos umbrales de placer.

Las llamas del deseo brotaron dentro de ellos llenando al cuarteto de madre-hermanas haciendo que sus últimos restos de racionalidad se desvanecieran en la nada.

Viendo esto, la primera princesa levanto la mitad superior de su cuerpo y tomo el pezón izquierdo de su madre con sus labios. La segunda princesa hizo lo propio pero con el pezón derecho. La emperatriz estaba sucumbiendo por un triple ataque en pinza provocando que alcanzara el clímax rápidamente desbordando su líquido de amor sobre Edward. El abrió la boca tragando la mayoría de ese líquido plateado, su cara se humedeció fuertemente, parecía que acababa de salir de bañarse.

Edward dio un paso atrás poniéndose de pie mientras las princesas parecían bebes bebiendo de los senos de su madre, los deseos prohibidos desbordaron de los cinco.

La tercera princesa hizo que Edward se diera media vuelta revelando su gran hermano menor, cuando se retiró el juego de madre e hijas alcanzo otro nivel. La emperatriz alineo las piernas de su primera hija con las de ella levantando una para colocarse en una tijera y frotar su coño contra su hija.

La segunda princesa se alineo con su hermana menor besando lo labios de Edward, entrelazando sus lenguas como si fueran serpientes apareándose, al separarse un hilo plateado se dibujó entre sus labios.

El sonido del coño de la emperatriz y su hija mientras se frotaban los labios inferiores llenando los alrededores con sonidos lascivos.

—Déjame hacerlo

La segunda princesa dijo mientras se lamia los labios de manera seductora, Edward se rio entre dientes, la tercera princesa utilizo sus delgados dedos para frotar la bolsa de té de su esposo, la segunda princesa beso la punta del hermano menor de Edward.

Rápidamente se dio cuenta que solo acariciar no era suficiente para satisfacer el hambre voraz que sentía por dentro. Por lo tanto abrió un poco más la boca llevándoselo directamente hasta la garganta, sorbiendo fuertemente la barra de carne dejando que su nuevo sentido de libertinaje reemplazara su sensibilidad y la guiara mientras lo llevaba hasta el final.

*Sorber*

Las manos de la segunda princesa se deslizaron sobre los pezones de Edward, presionándolos, tirando y provocándolos mientras su lengua alargada saboreaba íntimamente el pene de Edward.

La tercera princesa vio que no le dejaban nada para llevarse a la boca, refunfuñando un poco se puso de pie besando los labios, el cuello y su lengua recorría el pecho de Edward.

Mientras una lamia la vara de Edward ahuecaba de manera elegante las bolas con sus manos. La otra lo abrazo y acaricio deslizando sus dedos en su espalda.

Los labios de color cereza de cada una de ellas se llenó de saliva mientras la varilla de Edward se deslizaba más allá de su lengua, pinchando la garganta de la segunda princesa. Edward acaricio la espalda de la tercera princesa, llevando sus manos hasta sus glúteos amasándolos mientras se seguían besando.

La emperatriz y su hija ya habían llegado al clímax, separándose llevaron sus manos a sus coños que goteaban lentamente.

La segunda princesa termino su trabajo haciendo que Edward desbordara su semilla dentro de la boca de ella, tragándolo se puso de pie sentándose en la cama mientras veía a su hermana pequeña con su esposo, lentamente el dúo de madre-hija que ya habían terminado su trabajo se sentaron junto a ella.

Edward empezó a besar las cerezas junto con los senos de la tercera princesa, retiro sus dedos su trasero, dejando que el cuerpo caliente y inerte de ella hiciera que lo abrazara fuertemente, dejando caer su cabeza en su pecho sintiéndose completa.

—Que sabroso… un sabor único del que nunca me cansare

Ella se avergonzó aún más.

—Realmente envidio a mis hijos que pueden hacer esto siempre

—Tonto… tú también puedes hacerlo cuando quieras…

—Es bueno saberlo…

Edward dijo mientras se burlaba de la tercera princesa, mientras ella se sentía completa e impulsada por su instinto animal.

—¿Dime quieres hacer bebes?

—Si…

Tomándola por la mano la llevo junto con sus hermanas mientras su corazón sonaba como un tambor de guerra, la emperatriz se puso de pie abrazándolo y besándolo mientras ella se dejaba caer en la cama con él sobre ella, el resbaladizo pliegue de la emperatriz apretó su agarre trayendo la cabeza de Edward a sus senos haciendo que el los besara y lamiera; Edward introdujo a su hermano menor en el coño de ella, el resbaladizo pliegue de ella apretó su varilla mientras las otras los observaban como su madre dejaba escapar gritos de éxtasis.

*Pah* *Pah*

Sus movimientos de cadera eran rápidos y constantes hasta que ella terminara por quinta vez, Edward se desbordo dentro de ella introduciendo su semilla en ella, tapándose su cueva impidió que la semilla de él se desbordara queriendo mantenerla dentro de ella pretendiendo quedar embarazada, quedando indefensa se quedó acostada tapándose con una sábana queriéndose dormir un rato dejando que sus hijas y esposo se divirtieran un rato.

La batalla se reanudo. La primera princesa salto sobre él abrazando su cabeza mientras sus delgadas piernas se situaba en los costados de Edward.

Él introdujo su varilla en su agujero mientras su lengua picara se coló en la boca de ella complaciéndola.

Los ojos de sus hermanas brillaron con dolorosas necesidades. Incapaz de hacerlos esperar por mucho tiempo, acelero su trabajo de caderas devastándola arando su túnel una y otra vez, desbordando su semilla dentro de ella, queriendo quedar embarazada hizo lo mismo que su madre.

El mismo proceso lo realizo con las otras dos princesas, chillidos de placer llenaron los alrededores cuando el cuarteto imperial se rindieron ante sus toques, cambiando de lugar entre ellas siguieron con olas tras olas de orgasmos derrumbando a todas en la cama, derrotadas por el pistón en la cadera de Edward.

La sesión de apareamiento duro un día más y solo cuando vacío su última gota de esperma, Edward retrocedió dándole un poco de espacio a sus esposas mientras observaba el cielo azul que no contenía ni una nube, bajando su mirada a la cama donde ellas estaban acostadas tapadas con una sábana, observo el completo desastre que habían causado.

Sudor, fluidos plateados combinados con grandes charcos de un líquido blanco esparcido por todos lados.

Caminando un poco bajo su cuerpo colocándose en cuclillas, llevo sus dos manos al suelo haciendo que se creara un gran baño termal con magia de agua y fuego.

Sintiendo que la temperatura era perfecta lavo primero su cuerpo con magia de agua antes de introducirse en ella, su cuerpo se sintió tan cálido que dejo escapar un suspiro de alivio.

...

Los parpados temblorosos de las cuatro mujeres, después de una breve lucha, sus ojos se abrieron, despertando, su vista vago hasta posarse en su esposo dentro de las aguas termales, poniéndose de pie estando desnudas lavaron sus cuerpos con magia de agua y prosiguieron a estar junto a Edward.

Una hora pasó demasiado rápido mientras ellos cinco seguían hablando de manera jovial, colocándose ropa nueva y elegantes todos se sintieron como nuevo, aparecieron unas sirvientas semi-humanas llevándose las sabanas sucias junto con la cama, inclinándose abandonaron el lugar mientras recibían instrucciones de su amo.

Finalmente posaron su atención sobre el emperador que tenia ojos de querer morir pronto, nunca en su vida hubiera esperado que su esposa y a sus tres hijas que eran los grandes amores de su vida estuvieran gimiendo fuertemente mientras sacudían sus caderas y abriendo la bocas gozar de otro hombre que no sea él.

—Padre…

La tercera princesa hablo extendiendo su muñeca para examinar su pulso.

—Padre… ¿Cómo te sientes?

Pregunto dulcemente mientras colocaba su mano en la mejilla derecha del emperador, al inicio no reacciono pero viendo como su hija lo trataba con dulzura pensó que todo era un mal sueño, un mal sueño.

—bien… b-bien, cansado pero bien…

—Eso es bueno...

Ella retiro su mano apartándose lentamente de él, quitando las cadenas permitió que se pusiera de pie.

El poderoso sonido de la palma de su mano derecha golpeo la mejilla izquierda del emperador, el sonido del golpe resonó por todo el lugar. El emperador se tambaleo un poco hasta caer sobre su trasero con una línea de sangre goteando sangre por la esquina de su labio roto.

—Es bueno que estés bien. De lo contrario, ¿Cómo podría darte un poco de castigo? Claramente, es hora que aprendas un poco sobre el odio que todos tenemos sobre tu pobre existencia

—¡Tu! ¡Pequeña maldita…!

Queriendo masacrar a su hija se puso de pie pero fue reprimido por su ex esposa y su primera hija que colocaron espadas sobre su cuello.

Lucho brevemente para ponerse de pie, pero fue reprimido por un potente dolor en su abdomen que lo hizo retroceder, bajando su mirada observo como la sangre se derramaba junto con un poco de sus entrañas, observo como su segunda hija tenia una mirada sádica con lo labios curvados en una sonrisa burlona.

Intento moverse pero.

*Puh*

Incapaz de hacer algo soltó un chorro de sangre queriendo desmayarse cayendo al suelo en posición de "Orz"

Con un chasquido de dedos cerro fuertemente sus ojos al sentir un deslumbrante brillo que lo cegó temporalmente, al abrir los mismos su corazón colapso y se hizo pedazos al ver a todas las mujeres importantes de su vida rodeando con deseos lujuriosos a los pies del hombre que más odio, la emperatriz y sus tres hijas sentadas junto a él como un monarca acompañado de sus esposas, a sus pies todas las mujeres que en algún momento llamo concubinas, sus otras hijas debajo de sus madres acostadas mirando a Edward como si fuera un Dios y su madre mostrando sus senos a Edward con un claro deseo lujurioso en su mirada.

Sin soportarlo más, el emperador de un imperio murió de manera lamentable mientras se maldecía por ser tan tonto como para seguir las ordenes de ese asqueroso Dios al desatar una guerra con este hombre, lágrimas de impotencia salieron de sus ojos, dejo escapar su último suspiro mientras su alma abandonaba su cuerpo para ir al infierno para estar ahí toda la eternidad.