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Chapter 17 - Capítulo 17: Familiaridad

- Tía Marian, su comida es deliciosa, ¿tiene mas? - Dariel termino su plato de caldo, mientras no dejaba absolutamente ni una gota. Marian lo miraba como si fuese el ángel mas hermoso, mientras mostraba su pecho alzado, orgullosa de su cocina. Aunque para los demás presentes, los enfermos de la clínica, Laura y Oswald. Tenían una idea muy diferente.

Es un pozo sin fondo.

Realmente Dariel se había comido una olla suficiente para cuatro o cinco personas, aun así, el pedía mas comida con una sonrisa brillante, la comida le había devuelto un poco en color a su cuerpo.

- Mi niño, parece que se ha acabado, pero tranquilo, iré de inmediato a la cocina del doctor y te prepare otra buena olla, tu tranquilo, no te dejare con hambre aun si terminas con todo lo que hay en el frigorífico - Ella sonreía, el efecto abuela de querer cebar a los nietos como si fuesen ganado, era don genético heredado por la raza humana, no había abuela en el mundo capaz de escapar a el.

Dariel asintió y le sonrió a Marian.

- Esperare lo que haga falta, hacia mucho que no comía, ahora no se como detenerme - Aunque Dariel interpretaba su papel como un niño pequeño, esta frase le salió del corazón. Esto entristeció a la sala, todos los vecinos sabían que Dariel había sufrido algo traumante en su inocente y corta vida, solo había que verlo tan esquelético como para tener pena por el, con su frase, el débil corazón de Marian dolió, se remango las manos y con los ojos enrojecidos y a punto de llorar dijo.

- Tranquilo mi vida, no te hare esperar mucho, podrás comer hasta que no pueda entrar nada mas y si algún día tienes hambre, no dudes, siempre te cocinare, da igual cuando sea, te hare la comida mas deliciosa que pueda - Todos tenían ese ligero picor en los ojos o una impotente ira, el pequeño parecía de buen corazón, eso mas su mala experiencia, lo hizo querido en la comunidad. En solo unos días se gano el corazón de muchos de los vecinos, siempre saludaba a los heridos o enfermos, se le vio recibiendo algunas clases por parte de Laura y escuchando música, todo con una sonrisa infantil.

Incluso vieron como Oswald le estaba enseñando las dolencias de los pacientes y como tratarlas.

- Chico, creo que ya puedes comenzar a salir de la clínica, seria bueno que te de el aire, aunque es frio, por lo menos no seguirás entre cuatro paredes - Dariel miro extrañado a Oswald. El comprendió su mirada.

- Estate seguro, en este barrio nadie puede hacerte daño, es el mejor lugar para esconderte, incluso de los grandes señores de los sectores - Dariel asintió, en estos días comprendió que tanto Laura como Oswald no buscaban aprovecharse de el, no tenia ese sentimiento de aprensión de ellos.

- Laura, coge la silla y prepara algunas mantas, un gorro, guantes, braga y la silla, lleva a Dariel a dar una vuelta, de paso, visita a la tía, si descubre que Dariel salió pero no la visito, vendrá a quitarme los años que me quedan - Al decir esto, tanto el paciente que atendía el doctor, como los jóvenes tenían una sonrisa divertida. También, como Laura y Dariel, eran sus hijos, Oswald apretó un poco de mas " sin querer", la prótesis del paciente, haciéndole dar un par de gritos de dolor.

Laura no tardo en traer todo, tenia una gran sonrisa pensando en pasear con su nuevo hermanito, el joven tenia una mente brillante, aprendía todo muy rápido, incluso tuvieron largas conversaciones sobre la música de violín, nunca tuvo una rabieta y se metía con el doctor de vez en cuando, haciéndolo muy cercano a la ya amable Laura, tener un hermano había sido una experiencia muy agradable para ella.

- Dariel, ya que vamos a salir, tengo que hacerte una proposición que llevo mucho tiempo aguantando - Laura miro seriamente a Dariel, sus ojos no se apartaron de los del otro. Dariel al verla seria asintió.

- ¿Puedo trenzarte el pelo? - El shock quedo en el rostro de Dariel. Mientras, Laura no aparto su mirada, seria como si se hablase de una cuestión de vida o muerte.

Oswald los miro divertido.

- Tu pelo lleva salvaje mucho tiempo chico, aprovecha que a Laura le encantan las trenzas, con un pelo tan largo como el tuyo, da gracias por todo el autocontrol que ella a mostrado - Viendo que no podía escapar, simplemente suspiro, dándose por vencido.

Esto no escapo de Laura, así que dio un pequeño salto de alegría, mientras su mirada cambio a la de un depredador viendo el pelo de Dariel, por un momento, un escalofrío recorrió todo el cuero cabelludo del chico.

A la hora, Dariel fue ayudado a subirse a una silla que levitaba, su pelo ahora en una gran cola de caballo con algunas trenzas medianas y pequeñas recogidas, había que decir que casi toda la hora fue para que Laura le peinase, aun asi, el no se movió ni un milímetro, el contacto de otra persona con su pelo le fue extraño y se sentía incomodo, pero como fue Laura, no hizo nada para evitarlo.

Oswald se rio alegre. - Chico, al fin pareces algo presentable, seguro cuando te recuperes podrás encantar a alguna chica - Dariel le miro y le dio una sonrisa traviesa.

- No doctor, no todos tenemos tu encanto, la forma en como coqueteas con la tía Marian en realmente inspiradora, cuando la vea, le diré que le hechas de menos, ya que hoy aun no nos ha visitado - La sonrisa de Oswald se atasco en una tos, se había atragantado con su saliva.

- Tu, mocoso maloliente, no juegues con el corazón de este anciano - Laura sonrió alegre, su hermanito jugaba mucho con el doctor, esto mostro como se abría paso en la familia, además de que molestar a su padre, era uno de sus pasatiempos favoritos.

- Doctor, tengo una petición egoísta, no se si será posible - Los ojos de padre he hija brillaron, que Dariel pida algo era nuevo y muy bueno, significaba que veía esta como su casa.

- Mientras no pidas algo con lo endeude a este anciano, se puede contemplar - Dariel se contuvo por unos segundos y luego hablo.

- Una mascota, se que esto es una clínica, pero me gustaría tener una si es posible - El silencio se ocupo la sala, que un niño pida una mascota, era lo mas normal del mundo, incluso Laura hubo una temporada que pidió una, a lo que Oswald le regalo un hámster del néctar, un animalillo adorado por las niñas, muy cariñoso, fácil de cuidar y que solo comía miel y algunos aditivos dulces. Pero en este caso, era Dariel el que lo pedía, Oswald tenia la sensación de que había mas que solo el deseo de un crio. Aun así, decidió permitírselo, había muchos animales extremadamente higiénicos, incluso algunos con cualidades sanadoras, por lo que tenerlo en la clínica no implicaría ningún malestar a los pacientes.

Cuidar de un ser vivo seria bueno también para Dariel, le ayudaría a inhibirse de su pasado y esta era su primera petición, volviéndola en un punto de inflexión.

- Bien, Laura te llevara después del paseo a una tienda de animales, no te preocupes por el precio, el dueño de la tienda me debe varias facturas medicas, su pobre mujer es muy débil de salud, el es buena persona, así que de paso le haremos un favor y le quitaremos las deudas, así que no te contengas y coge el animal que mas te guste - Dariel asintió.

Laura comenzó a llevar la silla, mientras salía con Dariel, seria la primera vez para el chico de ver el exterior.

- Que rápido crecen..., solo le faltan una madre, seguro que la señora Marian estaría encantada de ayudarte con eso - El paciente, que era el carnicero del barrio, no dudo en molestar al doctor, el lo miro y dio una fría sonrisa.

- Bueno señor Johnson, ya que ha venido y la clínica a quedado solitaria, porque no le reviso las vacunas que le faltan, estoy seguro que serán unas pocas, docenas - La cara del carnicero se blanqueo, pero no existía una medicina para el arrepentimiento.