Corrimos todo camino hasta llegar a la habitación de Sayuri en los establos. Dejamos a la chica acostada en una cama improvisada hecha con algo de paja y la ropa que tenía en mi mochila.
-Usa la magia de sanación que usaste en mí, por favor – dije preocupado tan rápido cuando la acostamos.
-No estoy segura si podre sanarla por completo, esto parece ser serio – dijo Sayuri viendo las heridas de la chica.
-Entonces di el hechizo en voz alta para que yo pueda imitarlo – dije tratando de buscar una solución.
-Está bien, aunque no creo que puedas hacerlo así de fácil – dijo Sayuri mientras se alejaba un poco.
-No importa, es mejor intentarlo y fallar a quedarme aquí sin hacer nada – dije tratando de sonar convincente.
Sayuri asintió a mis palabras y tomo una gran bocanada de aire.
-Dioses que viven en lo alto, permítanme usar su poder para restaurar las heridas que agobian el cuerpo de los demás. Sanación Rápida – dijo Sayuri.
Su voz era clara y melodiosa, como si estuviera recitando algún poema. Al momento que dijo el nombre del hechizo sus manos brillaron por un segundo y luego se apagaron.
-Lo sabía, esto no fue suficiente – dijo ella frustrada.
-Úsalo de nuevo, úsalo cuantas veces sea necesario – dije aún más preocupado.
-No, este hechizo no es suficiente para sanar sus heridas, solo un hechizo elemental sería capaz de curarla y no tengo afinidad a otro elemento aparte del fuego – dijo ella.
-¡Maldición! – dije golpeando el suelo con mi mano.
Estaba frustrado, no podía hacer nada aunque dijera el mismo hechizo que ella.
-Si tan solo supiera algún hechizo… Si tan solo supiera que hacer… ¡¿Porque traerme a este mundo si no puedo tener algún descanso?! ¡Primero casi muero en ese templo, después con los goblins, después el rinoceronte, después ese viejo en cosplay de Gandalf…! – pensaba al recordar todas las cosas que me había pasado.
-No hay más remedio, tendré que intervenir – escuche una voz dentro de mi cabeza, era una de las voces que había escuchado antes en Kiyomizu-dera –Solo repite las palabras que te mostraré y podrás sanarla. Recuerda el hechizo, te será útil después.
No estaba seguro de lo que decía la voz, pero debía confiar en ella. Algunas piezas parecidas a rompecabezas aparecieron en mi mente y se fueron juntando lentamente, había algunas palabras escritas en ellas en un idioma extraño pero podía entenderlas. Cuando estuvieron unidas pude ver lo que decían.
Respiré profundo, coloque mi mano derecha sobre la chica y comencé a leerlas.
-Tierra, lugar en donde todas las cosas crecen, donde la vida florece, concédeme tu fuerza, préstame tu poder para sanar heridas, para corregir los daños a otros, para aliviar el sufrimiento de los demás… – empecé a decir las palabras que aparecían en mi mente, no sabía si las estaba diciendo de la manera correcta ero tenía que intentarlo.
-¿Qué estas…? – pregunto Sayuri, intentaba hablarme, pero no debía perder la concentración.
-…En nombre del guardián de la tierra, Genbu, te lo pido. Libera tu poder para sanar todas las heridas… Elixir De Tierra – dije en alto el nombre del hechizo.
Mi mano emitió una luz marrón, después la luz envolvió todo el cuerpo de la chica y desapareció. En ese instante mi cuerpo se sintió pesado y me costaba mantenerme sentado.
-¿Qué fue eso? Jamás había escuchado ese hechizo antes – dijo Sayuri sorprendida.
-No… lo sé. Pero… - trate de hablar, pero las palabras apenas si salían de mi boca.
-Es mejor que no hables, apuesto que te quedaste sin maná, así que no tardaras en desmayarte – dijo Sayuri, pero apenas si la podía escuchar.
-Dime… si funciono… - traté de decir algo pero mi visión se volvió negra y no supe nada más.
Cuando me desperté pude sentir el frio de la mañana, pero había algo cálido alrededor de mi cuerpo, era como si algo estuviera sobre mí.
Lo primero que fui a Sayuri sentada a mi lado, parecía estar tranquila.
-Por fin despiertas, pensé que dormirías todo el día – dijo ella, solo que parecía estar un poco preocupada.
-Lo siento, dime… ¿funcionó ese hechizo? – pregunté aun acostado.
-Sera mejor que lo veas tú mismo – dijo ella mientras señalaba hacia el otro lado, justo detrás de mí.
Pero no había nada, bajé la vista y la chica me estaba abrazando, parecía estar dormida, pero definitivamente se veía mucho mejor que ayer.
-El hechizo de sanación que uso solo puede curar heridas menores, mientras que los hechizos elementales y superiores pueden curar incluso varios huesos rotos en muchas personas. Pero el que usaste incluso hizo que ella recuperara un poco de peso – dijo Sayuri tratando de explicarme algo de los hechizos. Parecía muy confundida, pero yo lo estaba aún más.
En ese momento la chica movió sus orejas y se apartó de mí con un salto.
-¿Qui… quienes son ustedes? ¿Dónde estoy? – pregunto ella con los ojos aun cerrados, parecía estar asustada y nerviosa, incluso su cabello se erizó un poco, como si fuera un gato asustado, aunque al ser semihumana casi era uno.
-Tranquila, soy Sayuri y al que estabas abrazando se llama Ryuuji. Ayer vimos cuando tu amo te golpeaba y te ayudamos. Ryuuji uso un hechizo de sanación muy raro en ti, pero parece que funcionó muy bien – Dijo Sayuri en un tono dulce, tratando de hacer que la chica se calmara un poco.
La chica parecía muy confundida, pero movió un poco sus manos y de pronto parecía muy sorprendida.
-Pero… ¿Cómo? – pregunto ella.
-No estoy seguro, las palabras del hechizo solo aparecieron mi mente… no sé cómo explicarlo. Por cierto ¿Por qué no abres los ojos? – dije tratando de evitar el tema.
Ella parecía un poco incomoda, pero abrió lentamente los ojos. Eran de color verde, pero parecían apagados, sin vida. Estaba ciega, no había duda de eso.
-Gracias por sanarme. Me llamo Haruka Mori, no tengo como agradecerles y me gustaría pagárselo, pero tengo que volver con mi amo – dijo ella mientras hacia una reverencia hacia nosotros y trataba de sonar convincente, pero podía notar que estaba un poco asustada.
-¿Por qué no te quedas con nosotros? – pregunté de inmediato.
-Ella no puede hacerlo, todos los esclavos tienen una maldición que los hace obedecer a sus amos, sin importar que orden les dé – dijo Sayuri respondiendo a mi pregunta.
Este era un mundo cruel. Pero recordé lo que su amo había dicho antes de irse.
-Si recuerdo bien, tu amo dijo que hicieras lo que quisieras. Así que ¿Qué quieres hacer? ¿Te quedarías con nosotros? – dije tratando de convencer a ambas.
-¡Oye, no puedes decirle a alguien se quede con nosotros sin siquiera preguntarme! – dijo Sayuri molesta.
Haruka pareció confundida por un segundo, pero luego sonrió y habló.
-Yo… yo me quedaré con ustedes… – dijo ella, precia estar feliz.
-Ya la escuchaste Sayuri, ahora ya tienes dos compañeros. Ahora si somos un grupo que puede salir a misiones – dije con muchos ánimos, esperando la reacción de Sayuri.
Ella parecía un poco molesta, pero después también empezó a sonreír.
-Esto puede traernos más problemas, pero no hay que preocuparnos de eso por ahora – respondió Sayuri mientras sonreía.
Pasaron un par de días desde que Haruka se había quedado con nosotros, en esos días aprendí lo básico sobre este mundo, sobre cómo era el sistema de gobierno y que hacer para las misiones.
Sin hacer nada en los establos me estaba quedando sin dinero, por lo que era hora de hacer una misión. Sayuri y yo fuimos a comprar comida al centro de la ciudad, mientras que Haruka nos esperaba en la salida sur de la ciudad. Cuando llegamos ella estaba escondida detrás de unos arbustos.
-¿Qué sucede? – pregunte al verla escondida.
-Mi amo estaba cerca, así que tuve que esconderme – respondió ella susurrando.
-¿Y cómo sabes que estaba cerca? – pregunte confundido.
-Ella es una semihumana, sus sentidos son más finos que los nuestros – respondió Sayuri.
-Además mis oídos y mi olfato son más fuertes debido a que no tengo vista – dijo Haruka siguiendo la respuesta de Sayuri.
Eso era verdad, había visto como Haruka caminaba por la ciudad sin ningún problema.
-Bueno, es mejor que nos vayamos – dije tratando de tomar la iniciativa.
-Sí, estoy segura que con su ayuda podré terminar la misión que acepté del gremio – dijo Sayuri mientras empezaba a caminar.
Los tres salimos pensando que todo saldría bien. Pero mi suerte nos tenía algo preparado, un grupo de goblins nos atacó cuando apenas llevábamos 10 minutos fuera.
-¡Ya maté a tres y todavía siguen viniendo! ¡¿Esto no se va a acabar?! – pregunté enojado.
-¡Solo cállate y sigue usando esa daga! ¡Haruka ¿Qué demonios estás haciendo?! – dijo Sayuri mientras volteaba a verla.
Sayuri y yo nos estábamos haciendo cargo del grupo de goblins mientras Haruka estaba de pie con los ojos cerrados y los brazos estirados hacia adelante. Ella se había quitado su túnica y estaba usando una blusa y falda blancas, muy desgastadas y manchadas. De pronto empezó a hablar.
-Linaje ancestral de Byakko, ancestros míos, préstenme su poder, dominen el viento a mi alrededor y transfórmenlo en cuchillas que corten a mis enemigos…
-¡Chico, quítate de en medio o serás rebanado! – dijo una voz dentro de mi cabeza, era otra de las voces que había escuchado en Kiyomizu-dera. De inmediato tomé la mano de Sayuri y corrí a un lado, como la voz había dicho.
-¡Cuchillas de viento! – Haruka grito el nombre del hechizo y de inmediato el aire alrededor de ella se condenso y salió disparado hacia los goblins, formando media docena de cuchillas en forma de media luna que cortaron a todos por la mitad.
Fue un hechizo increíble y muy poderoso, incluso el suelo había sido cortado por esas cuchillas.
-¡Avísanos antes de usar un hechizo como ese! ¡Si Ryuuji no se da cuenta, hubiéramos terminado como esos goblins! – grito Sayuri enojada.
Ella de verdad estaba de verdad enfadada. Pero yo no podía dejar de pensar en la voz que me había advertido del hechizo.
-Gracias – dije en mi mente tratado de agradecer a esa voz.
-Lo siento, por lo general el amo solo me usa como carnada y jamás había usado ese hechizo antes, por lo que pensé que sería útil – dijo Haruka tratando de disculparse.
-Solo cálmense chicas, tenemos que concentrarnos en la misión… por cierto ¿Cuál es? – dije tratando de calmarlas, aunque también tenía curiosidad por la misión.
-Conseguir manzanas doradas, debemos conseguir 5 de ellas. La recompensa son 100 monedas de plata, que son 100000 de bronce – dijo Sayuri explicando la misión.
-¡Tanto dinero solo por conseguir manzanas! – grite sorprendido.
El precio era demasiado alto por unas manzanas, lo que me daba un mal presentimiento.
-¡¡Idiota!! ¡¿Cómo aceptaste una misión como esa?! – grito Haruka, parecía estar enojada.
-¡No me grites Gata! ¡Solo se trata de conseguir fruta! – respondió Sayuri enojada por las palabras de Haruka.
-¡Y para conseguirla necesitas pasar sobre el dragón de tierra que se las come! ¡Siempre está cuidando el árbol para que nadie las toque! ¡¡Mi amo ya intento hacer esa misión y no la pudo completar!! – dijo Haruka molesta, explicando lo difícil que era la misión.
-¡Lo sabía! ¡Ahora se la razón por lo que ella siempre falla en las misiones! ¡No sabe cómo elegir las que están a su nivel! – pensé de inmediato.
El color se drenó del rostro de Sayuri y también del mío, pero ya estábamos dentro de la misión.
Se me ocurrió un plan, era un plan muy malo, tan demente que podría funcionar.
-Cre… creo que tengo un plan que puede funcionar – dije asustado.
Se los conté y seguimos nuestro camino.
2 horas más tarde me encontraba corriendo por mi vida mientras un dragón marrón me seguía de cerca.
El dragón de tierra era similar a un cocodrilo, solo que sus patas eran más largas, su piel era más lisa y era de color marrón bríllate, no tenía alas, pero Sayuri había dicho que podían escupir fuego, por suerte no lo había hecho todavía.
-¡¿Por qué siempre se me ocurren estas tonterías?! – grité mientras corría.
El plan estaba funcionando.
Sayuri y Haruka habían logrado distraer al dragón usando magia, mientras tanto yo aproveché para robar una manzana de oro de su árbol, pero el dragón se dio cuenta de inmediato y empezó a perseguirme.
Corrí tan rápido como pude, alejándolo tanto de su árbol como fuera posible, mientras Sayuri y Haruka robaban las 5 manzanas que necesitábamos.
Por suerte me había percatado que era realmente bueno para escapar también en este mundo, sino el plan no hubiera funcionado.
-¡Ya regresa a tu árbol! ¡Deja de seguirme, monstruo inútil! – dije mientras corría y algunas lágrimas salían de mis ojos por el miedo.
Corrí de regreso al árbol, pude ver que Sayuri y Haruka ya se había alejado bastante del árbol. El dragón soltó un rugido aterrador, tal vez se había dado cuenta que habían robado más manzanas de su árbol.
Mis piernas se movieron aún más rápido por el miedo, estaba seguro que el dragón me mataría si no corría más rápido.
Pasaron unos 30 minutos y el dragón todavía me perseguía. Estaba a punto de alcanzar a las chicas, pero ellas vieron hacia atrás y se dieron cuenta de la situación, por lo que corrieron más rápido.
-¡Corran, corran, corran! ¡Esta cosa aun nos persigue y está alcanzándonos! – dije detrás de ellas.
Seguimos corriendo tan rápido como podíamos, nuestras vidas dependían de ello.
De alguna manera habíamos logrado escapar del dragón de tierra, pero no sin antes de que dejara mi ropa y la de Haruka quemada, a Sayuri no pareció afectarles las llamas.
Ya estábamos dentro de los muros de la ciudad y nos dirigíamos hacia el gremio.
-Pensé que moriría. Vi pasar mi vida frente a mis ojos más de una vez – dije aun temblando por el miedo y el cansancio.
-No pensé que te ofrecerías como carnada… en realidad no pensé que se te ocurriría un plan – dijo Sayuri aun tratando de recuperarse.
-No soy tonto, solo mi rostro me hace parecerlo. Además creo que soy el más rápido de los tres si se trata de huir – dije un poco avergonzado por eso.
-Es cierto, los dragones de tierra suelen ser muy rápidos y agiles, pero lo esquivabas muy bien Mizushina. Gracias a eso logramos recolectar 10 manzanas de oro – dijo Haruka mostrándome las manzanas.
-Ya te dije que me llames Ryuuji, Sayuri me llama así. Además no estoy acostumbrado a usar ese apellido. Por cierto, si no puedes ver ¿Cómo es que sabes eso? – pregunte confundido, pero no tuve respuesta.
Mientras hablamos, llegamos al gremio. Sayuri fue a entregar las manzanas y tratar de vender las que nos sobraban mientras nosotros la esperábamos cerca de los mostradores.
-Oye Haruka ¿Crees que se sorprenderán porque no solo cumplimos la misión? – pregunté mientras observaba a Sayuri mientras se acercaba a los mostradores.
-¡Claro que sí! Yo todavía no puedo creer que lo hiciéramos – dijo Haruka, parecía estar feliz por completar la misión.
Así de difícil era la misión. Tal vez todos pensaban que tenían que enfrentar el dragón de frente y luego tomar las manzanas cuando estuviera debilitado.
-¡¿Qué?! ¡¿Diez manzanas de oro?! – Los gritos de la chica que estaba atendiendo a Sayuri me sacaron de mis pensamientos. Todas las personas dentro del gremio se sorprendieron por su grito y de inmediato voltearon a ver.
Sayuri habló un poco más con la chica y regreso con una pequeña bolsa de cuero.
-Logré vender las demás manzanas a un buen precio. Nos dieron 24 monedas de plata por cada una que nos sobró – dijo Sayuri feliz mientras me enseña una bolsa de cuero.
-¡Eso es sorprendente! ¡Ganamos más que la recompensa de la misión! – dijo Haruka igual de feliz.
-Solo espero que no tengamos que hacer otra como esta, ya no quiero actuar de carnada – dije un poco deprimido al recordar mi tonto plan.
-Creo que con ese dinero podremos comprar algo de equipo, además su ropa esta quemada – dijo Sayuri mientras nos veía.
-Estoy bien así, además… – dijo Haruka tratando de sonar despreocupada, pero su cola se movía de un lado a otro, era obvio que estaba emocionada.
-Tu amo jamás te compró nada ¿Verdad? Pero esto saldrá de lo que dividamos de las ganancias. Además yo tampoco quisiera cambiar mi ropa, pero no tengo más remedio que hacerlo – dije mientras veía mi ropa quemada, por suerte aún tenía mi ropa deportiva en la habitacion del establo.
-Bien, entonces yo llevaré a Haruka. Espéranos cerca de la fuente en la calle principal – dijo Sayuri emocionada.
Nos repartimos las ganancias, pero no podíamos repetirla de manera igual, a 2 de nosotros nos tocaría 73 monedas y a alguien 74. Por lo que decidimos dejarlo a la suerte, lanzando una moneda. Para nuestra mala suerte, Haruka fue quien se quedó con las 74 monedas al primer lanzamiento.
Los tres nos dirigimos hacia el distrito comercial de la ciudad, en busca de ropa nueva, pero al llegar ahí nos dividimos.
Entré a una tienda que parecía vender ropa y armaduras.
-Buenas tardes, necesito algo de ropa – dije entrando a la tienda.
-Bien…venido, señor – La encargada era una chica, tal vez un par de años mayor que yo. Parecía estar alegre de tener un cliente, pero apenas me vio, su expresión cambio por completo. Tal vez por mi aspecto y mi ropa quemada.
-¿Qué tipo de ropa necesita? Últimamente los precios han subido un poco, por lo que… - dijo ella con poco ánimo.
-¿Cree que pueda conseguir por lo menos 2 juegos de ropa con 25 monedas de plata? – pregunte viendo lo que había en los estantes de la tienda.
-¡¿25 monedas de plata?! ¡Por supuesto señor, eso es más que suficiente! – dijo la chica, esta vez muy alegre.
Al escuchar el presupuesto que tenía su actitud cambio de nuevo. Ahora parecía estar a punto de estallar de alegría.
Escoger la ropa fue fácil, elegí 2 conjuntos casi idénticos. Una camisa roja de algodón y pantalones de piel marrón obscuro. Por suerte mis botas no tenían ningún daño y pude conservarlas, no sin antes negarme a vendérselas a la encargada de la tienda.
-Muchas gracias por su ayuda. Volveré otro día si necesito… - dije feliz con mi compra.
Ya había pagado mi ropa, llevaba un juego puesto y el otro en la mano, estaba a punto de irme, pero vi algo que me llamo la atención. En una esquina de la tienda, había lo que parecía ser un abrigo de piel negra, estaba cubierto de polvo y apenas si se podía ver.
-Perdone ¿Qué es eso? – pregunte señalando el abrigo. La encargada fue rápido por él, lo sacudió y me lo mostró.
-Es solo un experimento que hizo mi padre, trato de combinar la ropa con algo de armadura. Tienes buenos atributos de protección, está influenciado por la afinidad a los elemento del usuario y puede incrementar mucho el nivel de suerte, pero a nadie parece gustarle, además vale 20 monedas de plata haciéndole un descuento – dijo la chica con el abrigo en las manos.
La chica parecía estar hablando sin mucho entusiasmo. Saque otras veinte monedas de plata y las coloqué en el mostrador.
-Me lo llevo – dije de inmediato.
Me lo puse y salí de la tienda. Para ser un abrigo de piel negra era bastante fresco, pero estaba seguro que si lo cerraba con los botones sentiría bastante calor.
Mientras me dirigía hacia la calle principal todas las personas me volteaban a ver, seguramente parecía un bicho raro.