Ya casi llegábamos a la ciudad, teníamos a la vista grandes murallas de piedra que la protegían, pero un monstruo nos perseguía mientras corríamos.
-¡¿Por qué esa cosa está tan cerca de la ciudad?! – gritó Sayuri.
-¡¡No me lo preguntes a mí!! ¡¡Es la primera vez que vengo!! – le respondí molesto.
El monstruo que nos perseguía parecía un rinoceronte de color marrón con 3 cuernos y con mucho pelo, además de eso, sus patas parecían ser las de un gato y sus garras eran muy grandes.
-¡¡Solo sigue corriendo, no puedo encargarme de esa cosa ni con magia de fuego!! – grito Sayuri desesperada.
-¡¡No sé lo que quieres decir, pero está bien!! – le respondí igual de asustado.
Corrí usando toda la fuerza que tenía, dando todo lo que tenía para huir.
-¡¡No me dejes atrás, espérame!! - grito ella.
Sayuri se había quedado atrás, solo pude bajar el ritmo, tomar su mano y correr aún más rápido que antes mientras gritaba.
La muralla de la ciudad ya estaba cerca. Había dos guardias que vigilaba una de sus puertas. Al vernos cerraron una de las puertas y nos hacían señas para que corriéramos más rápido.
De alguna manera mis piernas se movieron más rápido mientras comenzaba a arrastrar a Sayuri. Cruzamos las puertas y los guardias la cerraron detrás de nosotros. Se escuchó un fuerte golpe pero las puertas no cedieron.
Estaba de rodillas en el suelo tratando de recuperarme, sentía que mi pecho iba a explotar por el esfuerzo y mis piernas habían terminado sin fuerzas.
-¿Qué hace un Rinoceronte asesino tan cerca de la ciudad? Eso es muy extraño – dijo uno de los guardias.
-¿Rinoceronte asesino? Que nombre tan mas original – pensé al escuchar el nombre del monstruo.
-Sí, tuvieron suerte de salir con vida – dijo el otro guardia.
-Es… gracias a… él. Si no… hubiera corrido… tan rápido… mientras me sujetaba… nos hubiera alcanzado – Sayuri aún tenía problemas para respirar, pero aun así habló.
-Será mejor que no vuelvan a salir hasta que un aventurero más experimentado se haga cargo de esa cosa – dijo uno de los guardias.
-Si… por el momento… solo iremos al gremio – dijo Sayuri, era obvio que estaba cansada.
Ella se levantó, agradeció a los guardias y comenzó a caminar. Yo la seguí como pude.
-¿Cómo es que puedes correr de esa forma? Te moviste mucho más rápido que cuando peleamos contra los goblins – pregunto ella aun un poco agitada.
-No lo sé… supongo que no quería morir – le respondí tratando de pensar en una excusa.
No estaba orgulloso de mi habilidad para poder escapar de algo, pero esta vez me había servido de mucho.
-Está bien. Por el momento iremos al gremio. Ahí pediré mi recompensa por la misión y por matar a los goblins. Tú aprovecha para registrarte y luego pide una recompensa por los cuatro goblins que mataste y un lugar en los establos para poder dormir – dijo ella mientras seguía caminando.
-De acuerdo, pero ¿Cómo sabrán que de verdad mate a cuatro goblins? – pregunte confundido.
-Pues… será mejor que ellos te lo expliquen. Después de eso iremos a comer algo ¿Si? – Dijo eso con otra sonrisa.
-Si – dije tratando de seguir su paso.
Caminamos unos cuantos minutos cuando pude ver una gran edificio de dos pisos, no parecía ser una iglesia pero era igual o más grande que una. Sus puertas eran grandes y estaban abiertas, podía escuchar muchas voces viniendo del interior.
Dentro había muchas personas, todas usando alguna clase de armadura, algunas eran ligeras y otras eran de cuerpo completo. Todos llevaban alguna clase de arma, algunos llevaban espadas, lanzas, arcos, hachas, mazos y otras más extrañas. Me sentía tonto usando esta ropa, una mochila y la daga que Sayuri me había dado.
-Si esto es un sueño… debe ser por culpa de tantos anime isekai… aunque tal vez, en realidad, no sea un sueño... – pensé preocupado.
El lugar parecía ser mucho más grande por dentro que por fuera. Estaba separado en 3 secciones. En un lado, el más grande, había mesas y sillas muy largas, tal vez un restaurante o bar. En un pequeño espacio había un gran tablero con muchos papeles pegados que no alcanzaba a leer. Y por último estaba el segundo piso, pero no podía ver que era.
Al momento que nos vieron entrar, todos se callaron. Un segundo después empezaron a susurrar entre ellos.
-Es la bruja carmesí.
-¿De nuevo arruino otra misión?
-¿Quién es ese sujeto que viene con ella? Es extraño.
Cosas como esas se podían escuchar. Voltee a ver a Sayuri, parecía que ella estaba enojada, pero trataba de ocultarlo.
Llegamos a lo que parecía ser una línea de mostradores de madera alineados en una fila, dentro de ellos había varias chicas, tal vez ellas atendían los mostradores.
-Ve al mostrador de a lado para registrarte, yo estaré aquí – dijo Sayuri mientras se paraba frente a uno de los mostradores, definitivamente estaba enojada.
Fui al otro mostrador como había dicho Sayuri, una chica de cabello castaño y ojos verdes me saludo, parecía ser un poco mayor que yo.
-Buenas tardes ¿Qué puedo hacer por usted? – pregunto la chica mientras sonreía
-Supongo que tendré que seguir la corriente hasta investigar todo esto, así que tendré que seguir con Sayuri un poco más…
-Buenas tardes… en realidad… me gustaría volverme un aventurero – dije un poco nervioso.
-Muy bien, entonces sígame. Tendremos que ir con el mago a cargo del gremio para que pueda registrarlo y activar sus estadísticas – dijo la chica mientras salía del mostrador y empezaba a caminar.
-Disculpe ¿Me podría explicar eso de las estadísticas? – dije tratando de fingir que no sabía sobre eso.
-Son, por así decirlo, las cualidades que tiene. Estas estadísticas son Fuerza, Poder, Defensa, Resistencia física, Resistencia a la magia, Agilidad, Maná, Vitalidad, Inteligencia y Suerte.
-Creo que ya entiendo un poco, pero ¿Defensa, Vitalidad y Resistencia no son lo mismo?
-Por supuesto que no. Defensa se refiere a la magnitud de los golpes que puede recibir. Vitalidad es la cantidad de energía que tiene, en simples palabras, quiere decir que tan activo puede ser. Mientras que resistencia se centra más en que tanto daño puede soportar sin que lo afecte físicamente o que tanta resistencia a la magia tiene.
-Ya veo – dije tratando de parecer sorprendido.
Seguimos caminando hasta llegar a una sala separada del gremio. La sala era obscura y solo estaba iluminada por unas viejas antorchas, en el centro de la sala había una silla grande en donde parecía estar alguien sentado, como si esperara algo.
-¿Qué es lo que quieren? - Escuche la voz de un anciano, parecía estar enojado.
-Disculpe maestro, he traído a alguien que quiere volverse aventurero – dijo la chica de forma respetuosa.
-De acuerdo, que se acerque – dijo el anciano aun enojado.
Hice lo que dijo, caminé hasta que pude verlo. Parecía ser realmente viejo, su cabello, sus cejas, su barba, todo era de color blanco, vestía una túnica gris y llevaba un báculo de cedro en su mano derecha.
-¿Está imitando a Gandalf el gris? – pensé de inmediato al verlo.
-Joven, quítate la camisa y date vuelta – dijo el anciano cuando estaba frente a él.
-¿Por qué tengo que hacer eso? – dije empezando a ponerme nervioso por su petición.
-Para que pueda activar y ver sus estadísticas. Esto podría tomar unos minutos, así que tenga paciencia – dijo el anciano pero esta vez parecía estar más tranquilo.
Hice lo que dijo. Al momento que me di la vuelta toco mi espalda con su báculo. Una luz blanca iluminó toda la habitación y sentí como si una corriente eléctrica recorriera mi cuerpo, me recordó a la vez que había intentado arreglar una lámpara de mi habitacion pero termine electrocutado, solo que esta vez era mucho peor.
-¡¡Esto definitivamente no es un sueño!! ¡El dolor que siento es muy real! – pensé al momento de sentir el dolor.
No sabía cuantos minutos había pasado cuando el dolor de detuvo. Todo mi cuerpo estaba sudado y me costaba respirar. Voltee a ver al anciano, pero algo en su rostro me hacía pensar que algo muy raro estaba pasando.
El anciano tenía una pequeña esfera azul en su mano, le colocó algo parecido a una lámina de metal encima y luego le puso una cuerda.
-Con esto podrás ver tus estadísticas y como crecen cuando derrotas algún monstruo, además los empleados del gremio podrán ver cuantos monstruos has matado y saber si completaste alguna misión, así que cuídalo bien – dijo el anciano cuando me entrego la esfera, pero por alguna razón parecía confundido.
-¿Enserio? – pregunté un poco incrédulo.
Vi la pequeña esfera contra la luz. En mi visión aparecieron pequeñas letras que luego se hicieron más grandes.
Fuerza:10 Poder:10 Defensa:10 Resistencia:8 Resistencia a la magia:7 Agilidad:10 Maná:15 Vitalidad:6 Inteligencia:14 Suerte:2
Pero había algo raro, los números de Fuerza, Poder, Defensa y Agilidad se movían a cada segundo. Algunas veces llegaban hasta 20 y otras bajaban hasta 5.
-Oiga ¿Por qué estos números se mueven? – pregunte más confundido que antes.
-No lo sé, jamás había visto eso antes. Pero dejando eso, todas las estadísticas están dentro de lo normal para alguien principiante, tu inteligencia y maná es mayor a lo normal, pero tu suerte es muy mala.
-Eso lo pude notar. Pero hace unas cuantas horas maté a 4 Goblins ¿No deberían de aparecer? – dije al notar que eso no aparecía.
-Aparecen, pero no puedes verlos. Además tus estadísticas no se vieron afectadas por eso. Ahora vete, reclama la recompensa por los goblins y sigue luchando – dijo el anciano mientras levantaba su báculo.
Prácticamente el anciano nos echó de ahí. La chica me llevó de nuevo a un mostrador y me entregó 16 monedas de bronce.
-Cada goblin tiene un precio de 4 monedas de bronce, son monstruos de bajo nivel, por lo que no son muy valiosos y matarlos solo ayuda a unos pocos granjeros. Si necesitas un lugar para dormir puedes buscar un lugar en los establos – dijo la chica en el mismo tono alegre de antes.
-Está bien, gracias – dije mientras empezaba a caminar por el gremio.
Busqué por todo el lugar a Sayuri, estaba sentada en una de las mesas y se veía molesta.
-Hola ¿Qué sucede? – pregunté preocupado por su estado de ánimo.
-Te tardaste mucho y este lugar no es mi preferido. Vámonos de aquí – dijo ella un poco molesta todavía.
Ella se levantó y empezó a caminar sin esperar mi respuesta, no tuve más opción que seguirla. Caminamos unos cuantos minutos hasta que llegamos a un pequeño restaurante.
Dentro había unas 10 mesas pequeñas de madera blanca con bancos de madera gris, había lo que parecía ser un bar a un lado. Todo parecía ser un poco oscuro al estar solo iluminado por unas extrañas antorchas. Sayuri pidió la comida y algo de beber. Ella parecía seguir molesta, así que tenía que decir algo.
-Sé que te vas a molestar ¿Pero estas así por lo que dijeron esos sujetos? Ellos te llamaron "Bruja Carmesí" – dije recordando lo que escuche al entrar al gremio.
-Sí, esos sujetos son unos idiotas. Trabajo tan duro como puedo, pero al final todo sale mal, ya no puedo soportarlo – dijo ella, se podía notar que ella estaba frustrada. Ella estaba apretando sus manos con fuerza, estaba muy enfadada.
-Siempre que trato de encontrar a compañeros que me ayuden, ellos huyen después de la primera misión – dijo ella, pero su tono era cada vez peor. Ella no solo estaba molesta, podía ver algo de tristeza y soledad en su rostro.
-Incluso hecho a perder misiones sencillas. Estoy segura que incluso a ti no te gustaría ser mi compañero – dijo mientras agachaba la cabeza.
-Te equivocas – dije de inmediato al escuchar sus palabras.
Ella levanto su rostro y me miró. Yo solo pude sonreír un poco.
-Creo que ya vi lo suficiente, para poder confiar en ti. Además me diste esta daga, me diste la confianza para pelear cuando jamás lo había hecho – dije tratando de convencerla.
-Pero… - dijo ella, pero la interrumpí, la tomé de los hombros y la acerqué a mí, ella se sonrojo un poco.
-Te contaré de dónde vengo y quien soy. Si quiero ser tu compañero no puedo seguirte engañando – dije susurrando para tratar de alguien mas no nos escuchara.
-Supongo que después de todo este es otro mundo… al menos puedo ser compañero de ella ¡Puede que mi suerte no sea tan mala! – pensé ante la idea de vivir en un mundo de fantasía, con una compañera como Sayuri.
Le conté unas cuantas cosas a Sayuri, fue un pequeño resumen de lo que me había pasado, claro que no sabía si ella me creería o no.
-¡¿Qué?! ¡¿Qué vienes de otro…?! – grito ella sorprendida. Lo único que pude hacer fue taparle la boca con una mano para evitar que ella dijera algo más.
-¡No grites, esto es un secreto! – dije tratando de hablar lo más bajo que pude, pero algunas personas voltearon a vernos.
-Tal vez este no sea el lugar para hablar de eso, es mejor… ¡¡haaa!! – trate de explicarle algo más, pero sentí un dolor en mi mano, Sayuri me había mordido para que la dejara hablar.
-¡No… no hagas eso de nuevo! ¡Además no creo que eso sea verdad! – dijo ella enojada.
-Te contaré todo lo que paso, pero no aquí – dije tratando de hacer que ella bajara la voz.
Ella suspiro profundamente.
-Conozco un lugar – dijo un poco cansada, tal vez de verdad dudaba de mi historia.
Dejamos un poco de dinero en la mesa y nos fuimos. Sayuri empezó a caminar cada vez más rápido, hasta que se detuvo frente a la muralla y parecía que iba a escalarla.
-Espera hasta que yo esté arriba para que puedas subir ¡Y ni se te ocurra ver hacia arriba mientras lo hago! – dijo ella mientras me amenazaba con su espada, para después volverla a guardar en su vaina.
Con esa amenaza di media vuelta y vi hacia la cuidad. Parecía ser muy pacifica para estar rodeada de monstruos, las tenues luces que colgaban fuera de las casas le daban una atmosfera antigua y maravillosa, podría quedarme viéndola toda la noche.
-Sube ya mientras no hay nadie cerca – dijo Sayuri desde la cima de la muralla.
Empecé a escalarla, pero era más difícil de lo que parecía, no tenía idea de cómo Sayuri lo había hecho tan rápido y usando un vestido.
-Aquí nadie podrá escucharnos, así que empieza a hablar – dijo ella con los brazos cruzados.
Parecía estar calmada, pero tenía una expresión seria en su rostro. Respire profundo para tratar de controlar mis nervios.
-Primero mi nombre… mi verdadero nombre es Ryuuji Cliford. Aunque Cliford es el apellido de la familia que me adoptó. Descubrí que mi verdadero apellido es Mizushina.
-¿Por qué me cuentas eso? Ve a lo más importante – dijo ella empezando a molestarse.
-Eso es importante. Mi nombre y mi verdadero apellido son muy extraños del país de donde vengo – dije tratando de explicar.
Empecé a contarle un poco de mi vida, aunque fue muy poco porque tenía que contarle como había llegado hasta aquí.
Le conté sobre el viaje a Japón, sobre lo que había escuchado en Kiyomizu-dera, sobre las personas que me perseguían, sobre las voces que escuché en mi cabeza y como había saltado del templo.
-… Y cuando me di cuenta estaba en el suelo gritando, ahí fue donde me encontraste. Lo demás ya lo sabes – dije un poco cansado por contar tantas cosas.
-Es una historia un poco larga y no estoy segura de creerla. Pero ese collar y los brazaletes aparecieron cuando terminaste de contar tu historia – dijo ellas mientras me señalaba.
-¿Collar? ¿Brazaletes? – pregunte confundido.
Vi mis manos y en cada una de ellas había un brazalete de cuero. El de mi mano izquierda era blanco y tenía un dije de tigre. El de mi mano derecha era azul y tenía el dije de un dragón oriental. Mis manos fueron a mi cuello y sentí una fina cadena que colgaba, era de plata y tenía dos dijes, uno era de una tortuga de color marrón y el otro de un ave de color rojo.
-No recuerdo cómo es que los tengo – dije confundido.
Recordé a los animales que había visto antes de tomar el agua de la fuente, eran del mismo color que los dijes que tenía.
-No sé mucho del mundo de dónde vienes, pero estoy segura que también saben sobre los guardianes, de Seiryu, Byakko, Suzaku y Genbu ¿verdad? Preguntó Sayuri.
-Sí, te conté que estaban en ese templo estaban buscando a alguien que recibiría la bendición de Seiryu, pero que nadie… - dije tratando de recordar con más detalles.
-Tú fuiste quien la recibió. Y, por alguna razón, te trajeron aquí. Quiero comprobar algo, pero tendrá que ser hasta mañana. Por ahora solo quiero digerir esto – dijo Sayuri, parecía estar exhausta y no podía culparla, incluso a mí me costaba creer mi propia historia.
-Sí, vamos. Todavía tengo que encontrar un lugar en los establos – dije tratando de cambiar el tema.
-Si no encuentras uno, yo tengo un espacio muy amplio en la parte trasera del establo, siempre me dejan lejos para que mi suerte no les afecte a los demás – dijo Sayuri mientras comenzaba a caminar.
-De… acuerdo… - dije un poco nervioso mientras la seguía.
-Aunque no podría dormir si estoy tan cerca… - pensé ante la idea de dormir cerca de ella.
Bajamos de la muralla y Sayuri me guiaba hasta los establos. En un callejón vimos a un grupo de personas caminando y detrás de ellos iba alguien más pequeño con una túnica marrón un poco desgarrada que la cubría por completo.
-Amo… por favor… - Era la voz de una chica, parecía que estaba muy débil.
-¡No puedes callarte! ¡Pensé que comprar un esclavo me haría más sencillas las cosas, pero no pedí uno tan inútil como tú! - El que grito fue un hombre vestido elegantemente. Se acercó a su esclavo y lo pateó, al ser tan pequeño salió volando hasta chocar contra una pared.
-¡Maldito! – dije a regañadientes, eso me hizo enfurecer, estaba a punto de correr y golpearlo, pero Sayuri me detuvo sujetándome del brazo.
-Él es un noble, no se su nombre pero su nivel está muy por encima del nuestro. Si vas ahora te molera a golpes y después pedirá que te ejecuten – dijo ella en un tono bajo, tal vez para que no nos escucharan.
Lo que ella decía era muy serio, por lo que tenía que quedarme ahí y quedarme quieto.
-Pero amo… yo… - dijo la chica vestida con la túnica, se levantó de nuevo y camino lentamente hasta su amo.
-¡Cállate de una buena vez! – el mismo hombre volvió a gritar y la recibió con un golpe aún más fuerte, esta vez el esclavo no se levantó.
-¡Sí no puedes soportar eso no me sirves para nada! ¡Haz lo que quieras! – dijo mientras daba la vuelta.
El noble, junto a las demás personas, se marchó, dejando al esclavo en el suelo. Cuando vimos que no podían vernos corrimos a ayudarlo.
-¡Oye, resiste! – dije tratando de que me escuchara.
La levanté del suelo y su túnica se abrió. De verdad era una chica, estaba muy delgada y tenía un corte en su frente. Parecía ser una chica normal de 13 años, a excepción de las orejas de gato que sobresalían de su cabello blanco y una cola del mismo color.
-Es una semihumana… ahora entiendo por qué tanta agresividad – dijo Sayuri molesta.
-Eso no me importa ahora. Llevémosla al establo y tratemos de curarla – dije preocupado por la chica.