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Chapter 5 - Capítulo 4

Nuestros pies se mueven con rapidez absoluta en el suelo.

El crack de las hojas amarillentas resuena dentro de mi oído. Aquel sonido me gusta demasiado, no puedo negar que la sensación es realmente maravillosa a la hora de hacerlo. La magia, después de todo, es existente, pienso que quizás jamás podría encontrar una pequeña pizca de magia, pero aquel pequeño brillo de hadas se hizo presente. Ya es hora que algo bueno suceda en mi vida, últimamente, las cosas que estoy viviendo no puedo negar que son mágicas. Cada día que paso con mi prometido mejora.

Una pequeña sonrisa se posa sobre mis labios que poseen un brillo labial, lo único que uso de maquillaje. El maquillaje no es algo que realmente me guste, pienso que las personas no deberían de esconderse detrás de aquel artefacto explosivo, pero tampoco quiero criticar a esas personas; ellas no tienen la culpa de que eso a mí no me guste. Todos tenemos gustos diferentes y aquello nos hace únicos.

Un mensaje nuevo interfiere en la bella tarde.

Suelto un pequeño suspiro al sentir el viento sobre mi rostro. Aquella sensación magnífica que me deja pensando seriamente en los caídos que, no lograron sentirlo hasta el último suspiro que sale de sus labios. Esas personas que quizás no conocían con claridad, pero aún así están a su lado.

No necesariamente necesitas conocer a una persona para darle tu apoyo o una mano, quizás un hombro para llorar o una oreja para oír sus problemas. Quizás me di cuenta demasiado tarde para poder hacer algo, ya es demasiado tarde para pedir perdón. Me gustaría poder borrar algunas cosas dichas, quisiera saber que está bien y que lo estará.

Paul toma mi mano con delicadeza absoluta despertándome de mis pensamientos más profundos.

—¿Todo está bien?—Pregunta deteniendo nuestro paso.

Mi ceño se frunce al notar que ya no estamos caminando y niego con la cabeza.

—Me llegó un mensaje que no esperaba, Paul...

—¿Qué sucedió?

Mis ojos se encuentran completamente cristalizados.

—La hermana de mi amiga... ella murió.

Las cejas de Paul se elevan al oír lo que salió de mis labios.

—¿Murió?

Paul no parece creer lo que le estoy diciendo. No puedo culparlo, después de todo, lo que está pasando es una verdadera locura.

Asiento con la cabeza.

—Vamos... —Susurro casi como un pequeño sollozo.

Nunca nadie hubiera imaginado que esa pequeña moriría, tengo una gran vida por delante. Lo peor son los rumores de su muerte, todos tienen una teoría diferente sobre la razón de su muerte. Nadie sabe la verdad, solo sus familiares. No es justo que las personas comiencen a crear teorías sobre lo sucedido, detesto cuando hacen esas cosas.

Hago a un lado a mi prometido y continúo con el camino. Mis ojos me pican y se encuentran llenos de lágrimas que no caen. Al sentir que toma nuevamente mi mano una sonrisa amplia se dibuja sobre mis labios. Miro el cielo azul y sé que aquella sonrisa es para ella.

Sé que no era su amiga, pero aún así, no era grato saber que la hermana de tu amiga murió.

Bajo la mirada.

No me di cuenta que ya llegamos al shopping, no estoy completamente bien, pero debo seguir adelante con los preparativos y demás.

—Katy, podemos ir a casa si quieres.

Niego con la cabeza.

—Tengo que comprar las cosas, Paul. Luego me haré un tiempo para poder despedirme de la hermana de mi amiga o no lo sé... ella sabe que no la conocí bien, pero me duele... me duele por mi amiga y su familia —susurro con un tono de voz un poco enfadada.

—Está bien, tranquila.

Asiento por milésima vez en el día.

Las cosas ya no están yendo bien, de un momento para otro, me entero de la muerte de la hermana de una de mis mejores amigas y ahora ya no tengo ganas de nada.

Me gustaría ir a casa a dormir por unas cuantas horas y al despertar saber que todo lo que me entere fue una horrenda pesadilla y que nada de eso es verdadero.

Lamentablemente, todo es real y hay que seguir adelante, por las personas que quedamos vivas.

—Katy, no estás bien y también tienes tu regla.

El comentario de Paul me hizo pensar seriamente. Me doy cuenta que tener la regla no significa absolutamente nada. En estos momentos, tener la regla es como una bendición que me hace saber que sigo viva.

—La menstruación no me impide nada, cariño.

Suelta una carcajada sonora ante mi respuesta.

—Lo sé, aunque no sigo sin comprender la razón de detener nuestro encuentro —comenta esperando una respuesta de anoche.

Hago una mueca con mis labios. No quiero responder aquello, pero sé que tengo que hacerlo. No es justo para él.

—Sabes... no puedo responder eso aquí, Paul —trato de ser lo más comprensible por él.

—¿Por qué no?

—Cuando vamos a casa te lo explico mejor...

Él rueda los ojos un tanto nervioso por la situación. No le agrada aquello.

Se acerca a mi oído y sonríe sobre este.

—¿Eres virgen, Katy?

Asiento tan solo una vez.

Nunca nos habíamos puesto a platicar sobre ello. Nunca habíamos llegado tan lejos.

Se separa para verme a los ojos. Su rostro se queda completamente estupefacto ante mi respuesta.

—Vamos... —Susurro con diversión para caminar.

Mi ceño se encuentra completamente fruncido, las personas que nos rodean parecen muy preocupadas por conseguir lo que buscan. No lo crítico, también yo lo estoy pero, en estos momentos, no puedo pensar en otra cosa que mi amiga y aquella pérdida especial que acaba de sufrir. No puedo pensar en otra cosa que no sea en la familia de mi amiga y a ese nuevo ángel del señor.

Levanto la mirada del suelo al sentir un fuerte calor en mi pecho, es una gran angustia que crece con rapidez dentro de mí.

—¿Todo está bien?—Pregunta Paul, aquello que sale de sus labios lo siento como una pregunta para responderle; tengo que hacerlo, después de todo, él se está preocupando por mí.

Asiento con la cabeza, pero es mentira.

—Sí... —Murmuro acariciando mi nuca.

Paul niega con la cabeza y toma con fuerza mi brazo, con cuidado caminamos juntos hasta llegar a una pequeña tienda que se encuentra algo vacía. Aquello me hace sentir un poco mejor; el calor de mi pecho mejora bastante. Siento un gran nudo bajando por mi garganta, niego con la cabeza y apoyo esta sobre el pecho de Paul.

Cierro mis ojos para evitar llorar, pero es completamente inútil. No logro contener las lágrimas, siento como mis piernas flaquean junto con una ola de sentimientos encontrados que pensé que había dejado atrás, pero él me toma con delicadeza absoluta para lograr sostenerme y que no caiga.

Me abraza, demonios, necesitaba de su amor.

El abrazo termino más rápido de lo que había pensado, pero él toma mi rostro entre sus manos. Seca las lágrimas que caen de mis ojos con la yema de su dedo pulgar. Una pequeña sonrisa se dibuja sobre mis labios, no era el mejor momento, pero aún así, él siempre me logra sacar una pequeña sonrisa.

—¿Estás segura de que no quieres regresar a casa?—Oigo sus palabras con detenimiento.

Asiento con la cabeza de nueva cuenta.

—Tranquilo, estoy bien...

Mis palabras salen de mis labios sin pensar en la respuesta, no pienso en nada, simplemente, respondo. Sabiendo que no era verdad.

—Vamos a casa, Katy —susurra él cerca de mis labios. Al hacerlo, nuestros labios chocan.

Su aliento cálido a eucalipto llega a mis fosas nasales, me encanta la calidez y frescura junta que posee. No puedo regresar a la casa por sentirme mal, tengo que seguir adelante con los preparativos y demás.

—Estoy bien. Solo me puse a pensar en lo sucedido, eso es todo... —Explico y luego agrego a la conversación—: Vamos, tenemos que seguir adelante.

Él asiente y deja un beso casto sobre mis labios. Le respondo del mismo modo, pero no deseo aquel simple beso.

Llevo mis manos hacia su nuca para acariciar aquella zona y sonrío levemente sobre sus delicados y suaves labios, aquella sonrisa pícara que posee cuando yo lo deseo. Sus manos bajan hacia mis caderas y me acerca a él lo más que puede, no espero menos. Mi lengua lame sus labios de manera única, me gusta ver aquella mueca que no logra ocultar con mi accionar. Mi ceño se frunce rápidamente al recordar en el lugar público que nos encontramos.

Una tos nos regresa al mundo real y observo a la anciana de la tienda.

Paul suelta una carcajada sonora por lo sucedido, le parece bastante gracioso, no puedo negar que también me parece algo gracioso. Inmediatamente, me separo de él y aliso mi atuendo en reflejo a la situación.

—Lo siento...

Muerdo mi labio inferior y con lentitud lo voy soltando de entre mis dientes. Apuesto lo que sea a que mis mejillas están más rojas que un tomate listo para cenar. Él está como si nada hubiera sucedido, no comprendo cómo puede manejar de ese modo tan particular su cuerpo.

Un suspiro sonoro sale de mis labios y niego con la cabeza tan solo una vez, creo que ya me estoy volviendo loca. Ya no soy una adolescente hormonal que no sabe como mantenerse a raya, esto es una verdadera locura ¿qué demonios?, ¿qué sigue ahora?

Se supone que no debo comportarme de este modo y mucho menos en un lugar lleno de personas que, no tienen la menor idea de quién soy, bueno... tampoco estoy muy segura de quién soy. Yo creo que eso es una construcción social, según la investigación de todos los años anteriores en la universidad, me di cuenta de eso.

Ahora no sé quién soy, todavía no lo descubro, pero estoy segura de que muy pronto algo me hará dar cuenta de la persona que realmente soy y en la que me convertiré al final de la cursada.