Ya habían pasado un par de semanas desde la muerte de Chester, y cada día se sentía peor que el anterior.
Ir a cada reunión con los chicos y sentir su ausencia hacía que mi corazón se rompiera un poquito más.
Pero trataba de mantenerme fuerte, o al menos aparentar estarlo, simplemente porque sabía que si no lo estaba, Mike se preocuparía más por mi bienestar que por el suyo, y no quería que eso sucediera.
Noté que me encontraba de pie a mitad del pasillo, y cuando reaccioné, me dirigí a la sala de instrumentos, en donde Mike había pasado casi todo el día, todos los días durante el último tiempo. Abrí la puerta y encontré a Mike, sentado frente al piano, sin hacer nada. Era la primera vez que lo había visto allí sin escribir ni tocar nada, y eso me dió un indicio de lo mal que estaba. Me acerqué a él y posé mis manos en sus hombros.
- Hey.- saludé en un tono suave.
- Hey.- respondió él, desanimado.
- ¿no has escrito nada?- pregunté, tratando de sacar su mente de sus pensamientos.
- No puedo. Simplemente no viene nada a mi mente.- suspiró, frustrado.
- Es normal, Mike. No sabemos cómo reaccionar a ciertas cosas, y es comprensible que no sepamos qué hacer luego de que pasan.- hablé, intentando que no se sintiera mal.
- Lo sé.- respondió simplemente. Yo suspiré y me senté a su lado.
- Mike.- llamé, pero él no respondió, simplemente se limitó a observar las blancas teclas del piano.- Michael.- insistí, y esta vez él me observó.- no te culpes. Sé que lo estás haciendo, te conozco. Pero no es tu culpa. No hay nada que pudieras haber hecho. Ninguno de nosotros.- hablé, aunque debo admitir que yo pensaba lo mismo por momentos. La culpa se apoderaba de mi, y me sentía parcialmente responsable por no haber notado la gravedad del malestar de Chaz. Pero por otro lado, en el fondo sabía que no era mi culpa.
- Siento que todos se alejan, tarde o temprano.- habló Mike, sacándome de mis pensamientos. Yo fruncí el ceño.
- ¿cómo es eso?- pregunté confundida.
- He perdido demasiada gente a lo largo de mi vida, y me aterra perder más. Siento que con cada pérdida que tengo, no seré capaz de aguantar otra. Sin embargo, sigo adelante, no sé cómo, pero lo hago. Y por momentos pienso que no debería hacerlo.- explicó. Lo último me llamó la atención, y luego la preocupación se apoderó de mi.
- ¿a qué te refieres?- pregunté, tratando de mantener la calma para no alterarme ni alterarlo a él.
- Pues, eso. Tengo miedo de perder a ciertas personas.- comentó.
- ¿a quiénes piensas que perderás y por qué?- inquirí.
- Principalmente, a ti.- habló. Yo fruncí el ceño nuevamente.
- ¿por qué piensas que me perderás?- pregunté confusa.
- Sé que tarde o temprano te cansarás de mi.- habló simplemente, para luego desviar la vista. Yo me acerqué a él y tomé su rostro con ambas manos, obligándolo a verme.
- Jamás me voy a cansar de ti. Eres todo lo que quiero, y todo lo que necesito. No pienses eso, cariño. Nunca te abandonaré.- dije, en tono seguro. Él suspiró, para luego dejar entrever una leve sonrisa.
- Te amo, Hannah.-