Faltaba apenas media hora para que me encontrara caminando hacia el altar. Me observé al espejo, sin poder creer lo que estaba por suceder, y preguntándome en qué momento había pasado tanto el tiempo. Sacudí mi cabeza, y me coloqué mis pendientes. Finalmente me retoqué mi brillo labial, y suspiré, nerviosa.
- Hannah.- oí la voz de Mike, y yo me volteé instantáneamente, pero fruncí el ceño al notar que no se encontraba en la habitación.
- ¿Mike?- pregunté, debatiéndome sobre si finalmente había enloquecido.
- Estoy detrás de la puerta.- respondió él, y yo suspiré aliviada de saber que mi cordura aún se encontraba de pie. Me levanté y caminé hacia la puerta, sin abrirla.
- ¿qué haces aquí? no puedo dejarte pasar, no puedes verme antes de tiempo.- dije yo.
- Lo sé.- habló él.- simplemente quería asegurarme de que estabas aquí.- aclaró.
- Por supuesto, ¿dónde estaría?- pregunté confusa.
- No lo sé, simplemente no puedo creer que esto esté pasando. No puedo creer que en unos minutos podré decir que eres mi esposa. Y no puedo creer que cumplí mi promesa a Chester.- explicó. Mis ojos se humedecieron al oír el nombre de mi difunto mejor amigo. A decir verdad, los últimos meses había estado tan ocupada planificando la boda que no me había tomado el tiempo de pensar en Chaz, aunque honestamente tampoco quería hacerlo; aún me dolía demasiado siquiera escuchar su nombre.
- Cállate, que me harás llorar y no quiero arruinar mi maquillaje.- dije, para luego reír. Él me acompañó en la risa.
- Ya, ya me voy. Te espero en el altar, futura señora Shinoda.- dijo él, y yo me mordí el labio. No podía estar más feliz.
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Me encontraba parada al final del pasillo, frente a las puertas que me separaban del altar. Estaba demasiado nerviosa, y solo rogaba que no hiciera nada estúpido, y que mis tacones altos no me mandaran al suelo. Rob entró y me observó. Pude notar un dejo de tristeza en su rostro.
- Te ves hermosa, rubia.- dijo él, y yo le ofrecí mi mejor sonrisa.
- Gracias, Rob.- me acerqué a él al notar su pena.- ya encontrarás a alguien que esté destinada a estar contigo. Solo debes ser paciente.- lo alenté.
- No sé si podré aceptar el hecho de que la persona a la que quiero no será la que esté a mi lado.- dijo él, y yo suspiré, apenada.- pero sé que eres feliz con Mike, y eso me alcanza.- añadió, a lo que yo lo miré y sonreí. Iba a hablar cuando oí la canción "A Thousand Years" de Christina Perri sonar. Era la canción que había elegido para caminar hacia el altar, por lo cual supe que era hora. Miré a la puerta, y luego a Rob, a la vez que sentía los nervios apoderándose de mi.
- ¿estás lista?- preguntó Rob, alzando su brazo para que yo lo tomara.
- No me dejes caer, Bourdon.- pedí, mirando hacia la puerta.
- Nunca.- habló él en voz baja, antes de que la puerta se abriera. Sentí el aire desvanecerse de mi cuerpo, y yo comencé a caminar. Estaba por doblar la esquina cuando me detuve. Estaba demasiado nerviosa.
- ¿estás bien?- susurró Rob. Yo me tomé unos segundos y tomé aire, armándome de valor.