Mi mirada se cruzó con la de Mike, y pude notar a simple vista la preocupación en estos.
- ¿qué piensas?- pregunté, acercándome a él. Él negó con la cabeza, sin emitir sonido.- ¿no qué?- lo observé.
- No estoy listo para ser padre. No puedo.- respondió.
- ¿de qué hablas? por supuesto que puedes. Nadie nace con un manual de cómo ser padres, pero se aprende. A mi también me asusta esta situación, para ser honesta. Pero luego pienso que te tengo a ti a mi lado, y eso me da la suficiente seguridad como para decirme a mi misma que puedo hacer esto. Y así como yo podré, tú también podrás, Mike. Sé que serás un gran padre, y sé que podremos hacer esto juntos.- hablé, tratando de quitarle tensión, y a su vez de quitármela a mi misma.
- Es que...- comenzó, pero luego se llevó una mano a los ojos, apretando éstos.- ¿qué tal si no lo soy?- me miró, angustiado.
-No pienses negativo. Sé que lo serás. Todas las personas que te conocen quedan encantadas con tu bondad, tu buena fe, tu afecto y tu carisma. Y sé que así será también esta vez.- dije yo, a lo que él simplemente asintió.
- Deberíamos volver a casa.-
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El avión aterrizó y una vez que bajé de éste lo observé, pero esta vez no con temor, sino con pena de no haber podido completar nuestro viaje. Subimos a la camioneta que nos esperaba y fuimos hasta casa. Cuando llegamos, Mike se encargó de las maletas, y yo abrí la puerta, entrando y dirigiéndome a la cocina por un vaso de agua. Tomé todo de un golpe mientras miraba hacia un costado, viendo a Mike entrar en la cocina.
- Vaya que tenías sed.- dijo con una leve risa, a lo que yo también reí y asentí con la cabeza. Una vez que dejé el vaso sobre la mesada, nos dirigimos a nuestro cuarto y nos sentamos en la cama. Sin saber el por qué, mis ojos se humedecieron repentinamente, y supuse que se debía a que recién ahora entraba en razón de lo que significaba ser madre.
- ¿Hannah? ¿estás bien?- preguntó Mike, pero antes de que terminara de hablar, yo rompí en llanto. Él se acercó a mi, rodeándome con sus fuertes y cálidos brazos, en los cuales me sentía segura.- hey, tranquila.- murmuró. Yo escondí mi rostro en su pecho.
- No sé si podré hacer esto.- hablé con la voz entrecortada.
- Claro que si podrás. Recuerda lo que me dijiste a mi. Todo eso aplica para ti también.- dijo él, tratando de hacerme sentir mejor. Yo lloré durante un rato, y luego me recosté sobre la cama. Él se acostó detrás mío y me abrazó por la cintura.
- Tengo miedo, Mike.- susurré.
- No lo tengas. Voy a asegurarme de que todo salga bien.-