Salimos tomadas del brazo de la última tienda en la cual finalmente Mary había quedado a gusto con el vestido que había elegido, y yo observé a Mike sentado fuera de ésta, exhausto. Al vernos, se levantó y se acercó a nosotras.
- ¿ya consiguieron un vestido?- preguntó, tratando de ser cortés, pero yo sabía que quería irse.
- Si, ya hemos conseguido.- sonreí. Ví como su rostro se iluminó.- no te ilusiones, Shinoda, aún faltan los zapatos.- añadí yo, e instantáneamente su rostro volvió a mostrarse exhausto, a lo que yo reí.
- Nunca entenderé este lado de las mujeres.- dijo más para si mismo.
- Aún así me amas.- dije, depositando un corto beso en sus labios y adelantándome junto a Mary a la tienda más cercana de zapatos.
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Cuando ya todas las compras del día estuvieron hechas, yo me despedí de Mary y me acerqué a Mike, quien me tomó de la mano. Caminábamos a paso tranquilo hasta donde nuestro coche se encontraba aparcado.
- ¿te has divertido?- me preguntó.
- Ya lo creo. Salir con Mary siempre es divertido. Además, me emociona verla tan feliz.- respondí pensativa.
- Se nota.- dijo él, con una sonrisa. Subimos al coche y Mike condujo hasta casa, a la cual llegamos cuando ya había anochecido. Yo me quité los tacones cuando estuve dentro, y caminé hasta la habitación. A decir verdad, yo también estaba cansada. Me encontraba quitándome mi vestido cuando sentí las manos de Mike acariciar mi desnuda espalda, lo cual hizo que automáticamente mi piel se erizara. Él acercó sus labios a mi cuello y, como si de un reflejo se tratara, yo levanté la cabeza, dándole mejor acceso a ésta zona. Sus manos subieron por debajo de la tela de mi vestido hasta mis pechos, acariciándolos.
- Mike... no podemos.- susurré.
- Solo una vez.- pidió él. Yo no podía hablar; no quería que se detuviera, por eso tuve que recurrir a todas mis fuerzas para apartarme yo, lo cual hice. Él me observó.
- Ya tendremos tiempo para eso.- dije yo, acercándome nuevamente a él, y rodeando su cuello con ambos brazos. Él suspiró, algo molesto con la situación.
- No estoy seguro de poder aguantar tanto tiempo.- respondió. Yo bajé la vista; a decir verdad, yo también lo necesitaba. Volví a verlo.
- Pues, si me haces una rica cena, tal vez me lo piense.- dije yo, a lo que él corrió a la cocina, lo cuál me hizo reír.
- ¿qué quieres comer?- preguntó desde la cocina.
- ¡lo que sea mientras no incendies toda la casa!- respondí yo en un grito, para luego negar con la cabeza y sonreír.