El sofá estaba demasiado cómodo y, pese a que quería una taza de café, no estaba dispuesta a levantarme para prepararlo. Oí la puerta de entrada abrirse y cerrarse, y luego vi a Mike acercándose a mi.
- Buenos días, lindura.- me saludó con un corto beso en los labios.
- Hey, ¿dónde estabas?- pregunté curiosa; se había ido antes de que yo despertara y ya era casi mediodía. Él sonrió pícaramente, para luego dirigirse a la cocina, y volver a la sala de estar con cuatro bolsas repletas de distintas comidas.
- Quise hacer un pequeño gesto para ti.- respondió simplemente. Yo sonreí enternecida.
- ¡Mike! tampoco era necesaria toda esta cantidad.- dije yo, riendo un poco ante la desproporcionada cantidad de comida.
- Pues, mejor que sobre a que falte.- dijo a la vez que levantaba los hombros. Yo me dispuse a estirarme para tomar una de las bolsas, con el fin de investigar su contenido, pero me detuve al sentir una puntada atravesar mi abdomen. Solté un quejido y apreté mis brazos contra mi cuerpo.
- ¿qué sucede?- preguntó Mike, en tono preocupado. Yo iba a responder cuando otra puntada apareció, provocando que me retorciera un poco del dolor.- ¿Hannah?- insistió Mike.
- Creo que debo ir al hospital.- dije entre quejidos. Él se apresuró a levantarse y tomar las llaves del coche. Yo traté de levantarme, pero sentí que mis piernas me iban a dejar caer. Antes de que lo hicieran, Mike me sujetó de la cintura con fuerza, previniendo la caída.
- Te tengo.- dijo, para luego cargarme hasta el coche. Él condujo a la mayor velocidad que pudo, maldiciendo al tránsito que nos retrasaban en algunas calles. Cuando llegamos al hospital, Mike nuevamente me cargó, y yo me sujeté de su cuello con ambos brazos. Sentía mis ojos arder, debido al dolor, por lo cual los cerré, tratando de contenerme de no gritar.
- ¡necesito un doctor!- gritó Mike, y pude oír los pasos de doctores acercándose a nosotros. También oí una camilla, y luego sentí como me recostaban suavemente sobre esta. Abrí mis ya humedecidos ojos y miré a Mike, quién caminaba a paso apresurado junto a los doctores mientras sujetaba mi mano.
- Tranquila, Hannah, todo estará bien.- dijo con el fin de que no entrara en pánico. Cuando cruzamos unas puertas, ví como un doctor retenía a Mike, mientras nosotros nos alejábamos cada vez más de ellos. Entramos en una sala, y los doctores se apresuraron a ponerme anestesia.
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Pasados unos minutos de que dos doctores salieran para llamar a Mike, lo ví entrar apresurado en la habitación. Frenó su andar de golpe al verme sosteniendo a nuestro hijo en brazos. Se acercó lentamente a nosotros, y se dejó caer sobre la silla a mi izquierda.
- saluda a Elijah, tu hijo.- dije con una sonrisa, esperando su respuesta al nombre que había elegido.
- ¿Elijah?- levantó la vista hacia mi.
- ¿qué opinas?- pregunté. Él observó a nuestro recién nacido, y una sonrisa se formó lentamente en su rostro.
- Me encanta.-