- ¡Mike! ¡apúrate! ¡llegaremos tarde!- grité mientras caminaba a paso apurado, sin importarme que los pacientes en la sala de espera me observaran por gritar en un lugar público. Una vez que estuve frente a la puerta del consultorio, tomé aire y llamé a esta. Mike llegó a mi lado justo antes de que la puerta se abriera. Yo sonreí a la ya familiar doctora que me estuvo atendiendo durante los últimos meses.
- ¡Hannah! Por favor, adelante.- dijo en su típico tono alegre. Ambos entramos y Mike cerró la puerta detrás suyo.- por favor, recuéstate en la camilla.- pidió, a lo que yo obedecí. Ella levantó mi camiseta y colocó el frío gel sobre mi abdomen. Yo suspiré, nerviosa, mientras observé a Mike tomar asiento a un lado de la camilla. Finalmente la doctora apoyó el ecógrafo sobre mi, y yo miré hacia arriba, hecha un manojo de ansiedad y nervios. El hecho de que la doctora se tomaba su tiempo para hablar me ponía impaciente.
- Es un niño.- dijo finalmente. Yo dejé salir el aire que inconscientemente estaba reteniendo, y giré mi cabeza para ver a Mike. Pude notar lágrimas asomándose en sus ojos.
- Tendremos un niño. Tendremos un hijo.- dije yo. Él no podía emitir sonido, por lo cual simplemente se limitó a asentir con la cabeza. Yo me senté en la camilla y tiré de sus brazos, acercándolo a mi y abrazándolo.
- Felicidades, Hannah. Estoy segura de que harás un gran trabajo.- habló la doctora una vez que nos separamos. Yo le sonreí y ella desvió la vista hacia Mike.- y felicitaciones también a ti, Michael. Puedo afirmar que tendrás una gran familia.- añadió, a lo que Mike también respondió con una sonrisa. Yo me quité los restos de gel y acomodé mi camiseta, para luego despedirme de la doctora y salir del hospital. Cuando estuvimos fuera, me giré a ver a Mike, y no pude contener uno de mis típicos gritos agudos. Me abalancé sobre él, rodeándolo con sus brazos, y ví cómo él dejó salir un par de lágrimas.
- ¡Tendremos un niño!- grité, alargando la "o".
- Lo sé.- habló por primera vez. Él se limpió las lágrimas, y yo me separé de él.
- Aunque ni sueñes que te dejaré elegir el nombre.- dije, a modo de broma.
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- ¿qué tal Andrew?- preguntó, a lo que yo negué con la cabeza por decimoquinta vez en el día.- ¿y que tal Eugene?- insistió, y yo reí al oír esa sugerencia.
- ¿qué clase de nombre es ese? ¿acaso quieres que se burlen de nuestro hijo?- pregunté entre risas.
- ¡al menos estoy pensando en nombres!- respondió él a modo de defensa.
- ¿quién dijo que yo no?- lo miré. Él frunció el ceño y ladeó la cabeza.
- ¿tienes algún nombre en mente?- preguntó.
- Por supuesto que si.- respondí.- pero no te lo diré hasta que el niño no nazca.- añadí, levantándome de mi lugar y caminando hacia el baño.
- ¡Hannah! ¡no puedes hacer eso!- exclamó molesto.
- ¡te dije que no elegirías el nombre!- respondí yo antes de cerrar la puerta del baño.