El Hombre de Acero se puso de pie al borde del cráter que quedó a sus espaldas. Su traje estaba sucio, al igual que su rostro que reflejaba su terrible enojo.
-¡¿Es todo lo que tienes?!
Sus palabras llegaron a Batman arrastrando un eco casi sobrenatural. El Caballero de la Noche se detuvo con un imperceptible suspiro que, sin embargo, fue captado por las sorprendentes capacidades auditivas del kryptoniano.
Lentamente se dio vuelta quedando frente a frente con Superman en medio de esa calle desolada.
-No. Todavía tengo algunos trucos proverbiales.
Batman juntó sus puños violentamente originando una descarga eléctrica y unos vivos resplandores rojizos. Destellos de sol rojo, pensó Kal-El. Como el sol de su natal Krypton, capaz de neutralizar sus poderes. En verdad, eran trucos proverbiales.
Sin embargo, no iba a dejarse intimidar y comenzó a avanzar hacia él. Ambos avanzaron en pos del inevitable choque. Batman corrió hacia él, saltó y le dio el primer golpe.
Superman soportó el ataque estoicamente. En otras circunstancias los destellos del sol escarlata y la armadura de kryptonita habrían sido suficientes para doblegarlo, pero era tanta su determinación y su enojo que respondió a la agresión con una patada a la cabeza de su oponente.
Batman hincó una rodilla en el suelo, pero inmediatamente le dirigió un brutal golpe a Superman que este detuvo con una mano.
Así con una mano aprisionada el Caballero Oscuro se levantó quedando a la misma altura del Hombre de Acero, teniendo la mirada fija el uno en el otro. Entonces Batman lanzó un puñetazo con su otra mano directamente a la cara de Superman.
No obstante, este último detuvo el puño y con su aliento final, haciendo caso omiso del dolor, hizo chocar los dos puños de Batman que tenía atrapados con tal fuerza que hubo un destello seguido de una descarga eléctrica que recorrió toda la armadura.
Batman cayó de rodillas, su armadura humeante, cortocircuitada. Entonces Superman lo levantó por encima de su cabeza, pero sus brazos comenzaron a flaquear. La armadura de Kryptonita lo estaba afectando, si bien ya no contaba con sus artilugios, la roca verde aún seguía incrustada en ella.
Superman lo arrojó, pero debido al debilitamiento sufrido no llegó a ser un lanzamiento tan convincente, aunque sí lo suficiente para hacerlo estrellarse contra un automóvil abandonado. Los vidrios reventaron cuando chocó contra el vehículo.
Batman se deslizó del capó del automóvil con gran pesar, pero apenas sus pies tocaron el pavimento fue recibido por una tormenta de golpes de parte de Superman. Golpes prodigados desahogando toda su furia y frustración, golpes dados con tal determinación que comenzaron a agrietar la armadura de su oponente.
Superman dio un paso atrás, agotado, los nudillos sangrantes, mirando al hombre que era su amigo y ahora su rival. De pronto Superman miró a los lados, como buscando algo, hasta que se acercó a una señal de tráfico que llevaba escrita: "Prohibido estacionar".
La arrancó del piso y con ella aporreó a Batman en la cabeza haciéndolo caer al piso.
-Quédate ahí -le ordenó con voz firme.
Batman rodó en el piso, le dolía hasta el alma, pero no estaba dispuesto a quedarse en el suelo. "Aún no", murmuro o tal vez lo había hecho en su imaginación. Se levantó.
Superman lo atacó de nuevo.
-Quédate abajo -repitió la orden nuevamente con la clara consigna de ser obedecido.
Y Batman se mantuvo en el suelo inmóvil por un rato, parecía que no se levantaría cuando de alguna manera... volvió a ponerse de pie.
Al verlo Superman retrocedió un poco y sopló una poderosa ráfaga de aire, enfocándola tan estrechamente que se convirtió en un canal blanco tan visible a causa del frío...
Batman recibió la ráfaga protegiéndose el rostro. El frío glacial expulsado por Superman continuaba inalterable mientras las articulaciones de la armadura de Batman se congelaban. Con mucha preocupación sintió la tensión crujiente del metal a medida que su armadura se volvía quebradiza.
En ese momento los pies del hombre de acero abandonaron el suelo y en vuelo hacia adelante, luego de balancear la señal de tráfico, como si de un montante se tratara, arremetió contra Batman lanzándolo por los aires.
El cruzado encapotado aterrizó en la calle bruscamente al mismo tiempo que fragmentos de su armadura se esparcieron por los alrededores.
Finalmente, Batman yacía derrotado en el suelo. Era notorio que faltaban varias piezas de su armadura. Su máscara estaba rota, aunque no lo suficiente para no cumplir su objetivo de ocultar su identidad.
Superman observó por un momento su obra, con mucho pesar por lo sucedido. Más derrotado que vencedor. Dejó caer el letrero, miró sus manos temblorosas. Después fijó su vista arriba, en el cielo nocturno y lentamente comenzó a elevarse a su destino.
Momentos después una ráfaga veloz cruzaba las nubes. Volando cada vez más alto en la noche.
Entonces la ráfaga se detuvo de golpe en la estratosfera y Superman apareció flotando en el vacío con los brazos extendidos recibiendo de lleno los rayos del sol. Era lo que buscaba. Disfrutar del resplandor radiante del sol, empapándose de esa energía renovadora.
Mientras tanto la figura tendida en el medio de la calle se movió y luego, lentamente, se puso de rodillas logrando levantar la cabeza, mirando hacia la profundidad de los cielos de Metrópolis. Como esperando algo más. Con evidente dolor se puso de pie. "Un round más", surgió una frase de película en su mente.
Sus pasos lo enrumbaron hacia un gran camión de mudanzas que se hallaba estacionado. Caminaba como un zombi, movido por una voluntad que bien podía considerarse ajena a su cuerpo. No sin esfuerzo subió lentamente por el camión hasta llegar a pararse en el techo alto.
Extrajo unos dispositivos metálicos de sus antebrazos y desplegando ambos adquirieron la forma de segmentos que encajaron uno con el otro, revelándose como un largo arco. Luego se quitó el guante derecho y con la mano derecha desnuda busco algo en su cinturón extrayendo un alambre que colocó en los lados del arco, templándolo.
Se quedó así, encima del camión, escuchando, con el arco preparado.
En la estratosfera Superman continuaba inhalando profundamente la energía que muy generosamente le prodigaba el sol. Sus ojos los dirigió hacia abajo, hacia la tierra que esperaba su regreso. Ahora su vuelo lo regresa hacia las nubes de tormenta, con dirección al sitio de combate.
Abajo, Batman con el arco en mano se inclinó para abrir un compartimiento en una de sus botas de dónde sacó diferentes piezas pequeñas que atornilladas formaban una sola flecha de resplandor verde. De kryptonita.
Luego preparó la flecha en el arco y miró al cielo.
Superman descendía desde las nubes, su vuelo alcanzó los altos edificios.
Buscó en el panorama urbano.
De pronto ralentizó su vuelo, reaccionando con incertidumbre al ver a Batman parado encima de un camión, abajo en la calle. Entonces Batman sacó un batarang de debajo de su capa y la lanzó en dirección a Superman.
El batarang en su recorrido emitió un silbido agudo a muy alto volumen.
La treta funcionó, ante el sonido Kal-El llevó las manos a sus oídos, distracción suficiente para que abajo Batman apuntara a su objetivo, tensando hacia atrás la flecha de kryptonita. Con los dientes apretados.
Sus dedos soltaron la saeta, había sido disparada y su objetivo era el hombre de acero, quien todavía era sacudido por el silbido del batarang.
La flecha recorrió el espacio y le acertó en el hombro, justo debajo de la clavícula.
Se tambaleó en el aire como si fuera un halcón herido, agarraba la flecha y seguidamente dejó escapar un grito increíble.
El sonido de su voz recorrió el lugar haciendo que las ventanas de los edificios circundantes implosionaran simultáneamente.
Superman cayó del cielo..., impactando la acera, agrietando el concreto.
Por su parte, Batman bajó débilmente del camión, cada centímetro de su cuerpo sufría de dolores, pero estaba decidido a llegar al final del camino, así que enfocaba su mente en trabajar a través del dolor, tal como había aprendido mucho tiempo atrás.
Caminó hacia Superman, a quien encontró abrumado por el envenenamiento con kryptonita, con un dolor insoportable, su carne se volvía pálida y gris.
Batman lo contempla sin decir palabra. Era como si Superman envejeciera ante nuestros ojos, sus facciones hundidas, la piel arrugada.
-No tuve elección -le aseveró mientras sus dedos rodearon la flecha, luego tirando de ella la sacó del cuerpo del kryptoniano.
Después puso la flecha a un costado del Superman, a una distancia suficiente para afectarlo y mantenerlo controlado un buen rato.
-Cuando consigas levantarte, si es que no reúnes la suficiente fuerza para llegar a la Fortaleza de la Soledad, puedes ir a la baticueva. Ahí encontraras los medios para recuperarte -y en su voz y en su mirada podía escucharse una nota de tristeza y despedida.
Luego se dio vuelta y se alejó sin volver a mirar hacia atrás.
Momentos después desde lo alto del Monumento a la Libertad de Metrópolis podía verse en su base a una figura pequeña y maltrecha dispuesta a entrar.