Las vacaciones después de la escuela siempre es lo mejor para relajarse y más al salir de su zona habitual, en mi caso esa zona serÃa la ciudad. Regularmente solo salgo de entre todos los edificios cuando los dÃas libres de mi padre y los mÃos coinciden, lo cual puede llegar a ser una batalla incesable. El caso con mi familia es que cada vez que podemos y queremos, vamos a una cabaña en un terreno familiar al sur, es bastante relajante que haya mucha vegetación ahà y más en las vacaciones de verano aunque cuando no es suficiente cerca hay una laguna a la que podemos ir.
Y ahà nos dirigimos yo en el asiento detrás del conductor aunque acostumbro más a ir en el del copiloto, pero cierto hermano menor mÃo llamado Marcus ha decidido hacer de las suyas para conseguirlo. Lo bueno es que quede a la ventana no como mi hermano mayor, Esteban, que quedó entre Liz, nuestra hermana menor, y yo.
- Papi, cuánto falta? -Liz ya comenzaba a aburrirse, lo cual hacÃa que preguntara eso a cada momento que se le ocurrÃa, pero qué más puedes esperar de una niña de 7 años?
- No queda mucho -gran mentira la que se ha plantado, queda más hora y media para llegar.
- Oye...! -susurro Esteban- Cambiemos de lado la próxima parada..!
- ... -lo pensé por un momento y encontré la trampa- Sé que amas mucho a Lizy y no quisiera quitarte el privilegio de estar con ella.
- Oye...!!
- Eban! juguemos a algo -exigió mi pequeña y querida hermana.
El resto del viaje solo me dedique a ignorar las peticiones de Esteban para cambiar de lado y mirar el paisaje, hace mucho que no salÃamos de vacaciones y me era incluso más perfecto después de todo este año estresante de estudios. Finalmente, podÃa relajarme sin la necesidad de a cada instante estar pendiente de trabajos, exámenes o alguna exposición. La casa en el campo es lo mejor para estos momentos, tranquilidad y más por una semana, siempre y cuando Marcus y Lizy no comiencen con sus bromas.
- Ya llegamos!!! -gritaron emocionados los más pequeños.
Al salir del auto notamos que la vegetación habÃa crecido algo mucho, no, para ser sincera creció bastante pero de todos modos se veÃa de buen aspecto, sin importarles mucho en ayudar a bajar las maletas los niños salieron corriendo a ver todo y comenzar a jugar mientras papá, Estaban y yo comenzábamos a bajar las maletas y demás bolsos para entrar.
- Al fin, aquÃ...! -ya habÃa entrado todo lo que me correspondÃa asà que solo me deje caer en el viejo pero cómodo sofá.
- Oye, mano de obra barata! -me llamo mi hermano mayor- ¡Ayúdame con estas maletas!
- No, querido, yo ya acabe... -me acomode mejor y estaba dispuesta a descansar cuando decidà mejor salir al gran patio que habÃa atrás.
No solo la maleza, las demás plantas habÃan crecido bastante, también los árboles eran más abundantes, en el fondo donde anteriormente habÃa una hamaca, ahora solo habÃa unos cuantos árboles que acaparaban mucho espacio, pero la sombra era muy refrescante por lo que simplemente me senté en las raÃces de uno de estos árboles. La brisa era tan refrescante que me relajaba tanto, por lo que solo con cerrar los ojos casi me quedaba dormida, hasta que escuche las voces de mis hermanitos.
- Oh! ¡Es como un reino secreto de hadas! -grita emocionada mi hermanita.
- O el hogar de criaturas monstruosas! -la inocencia e imaginación de ellos siempre era agradable de ver.
Solo me quedé sentada mirando como jugaban, me traÃa tranquilidad a decir verdad, estudie tanto que me la pasaba encerrada en mi habitación, aunque a veces no lo haga notar, me gusta mucho estar cerca de mis hermanos menores, pese a que me irritan a veces, los quiero mucho y disfruto secretamente de su compañÃa. Pese a parecer que tenÃa toda mi atención en descansar y ver a mis hermanitos de aquà para allá, la verdad se me hizo muy evidente que algo no andaba bien, sentÃa algo raro en el ambiente, algo que me hacÃa estar incómoda. Mire detenidamente los alrededores, caminando como si tan solo estuviese viendo a mis hermanos jugar, en verdad lo vi, habÃa alguien mirándonos desde la distancia, cuando me acerque lo suficiente corrà en su dirección, esta zona es propiedad privada y no deberÃa haber alguien en los alrededores aparte de mi familia, cómo serÃa de esperarse esa persona salió corriendo, huyendo de mÃ, cuando casi la alcanzó, la perdà de vista inesperadamente.
Solo me quedé inspeccionando los alrededores con la mirada, esperando encontrar a donde fue o como entro, solo un par de minutos después de quedarme en ese lugar decidà caminar entre los árboles para volver al lugar donde dejé a mis hermanos menores. Pese a que lo sucedido me dejo muy inquieta, aun asà me percate cuando me acerque a la casa de cómo Esteban caminaba intentando que los niños no pusieran su mirada en él.
- ¡Hey! Qué sucede? -le pregunté al acercarme, él me miró rápidamente y volvió a mirar el suelo.
- No es nada.... -pronunció con un tono cansado pero de la nada volvió a ser el enérgico de siempre- PodrÃas... ¿PodrÃas llevar a los niños al parque del pueblo? SerÃa una muy buena recompensa por hacerme sentarme al lado de Lyz todo el camino.
- Bien, lo haré! -ambos soltamos una risa y yo golpee suavemente su hombro- Solo no te aproveches de que eres favorito!
- No prometo nada! -grito antes de entrar a casa, con él las risas nunca faltan.
Esteban siempre es alguien muy alegre y carismático además de cariñoso, me atreverÃa incluso a decir que es el soporte que siempre necesitamos. Aunque era todas esa cosas y más, también cuando tenÃa que serlo era muy rudo y protector cuando debÃa, debido a eso no me sorprendà tanto cuando un momento después de que entrara escuche como comenzaba a pelear verbalmente con papá, lo cual me hizo instintivamente querer alejar a los más pequeños de casa.
- ¿Qué les parece si mejor vamos al parque del pueblo? -propuse al estar cerca.
- ¡SÃ! -ambos se levantaron emocionados y me siguieron.
A veces, es difÃcil llevarnos bien o solo algo incómodo, debido a que tenemos diferentes madres. La madre de Esteban fue la primera mujer, se divorció de papá a los 4 años de Esteban, luego vino mi madre y después de tenerme se fue sin decir nada, después vino la madre de los mellizos, era una muy buena mujer, pero, murió cuando los mellizos tenÃan 3 años. Nunca nos ha gustado hablar de nuestras desaparecidas madre a las que nunca hemos vuelto a ver, asà que procuramos no hacerlo, aunque que los niños piensan que todos somos hijos de la misma madre, lo dificulta mucho. Que hubiera momentos en los que ellos nos preguntaran sobre una mujer a la que no conocimos mucho, no ayudaba demasiado, pero de todos modos por ahora solo eran niños, si llegamos a tener que enfrentar eso en su adolescencia. No sé si Esteban pelea con papá por eso, pero espero que no pase nada muy grave.
Al caminar los niños hablaban de cosas que solo ellos podÃan llegar a entender, por lo menos no se separaban de mi ni molestaban gritando y desobedeciendo. En el parque apenas habÃan unas personas sentadas en los bancos o caminando en las cercanÃas, muy tranquilo como de costumbre, también habÃa otros niños en los juegos y los que yo suponÃa eran sus padres los veÃan sentados desde las bancas o algunos jugaban con ellos. Alrededor de los juegos habÃan árboles que daban bastante sombra, por eso que los niños se quemaran no era una preocupación muy grande. Deje que fueran mientras yo los miraba sentada cerca de un árbol, se supone que hoy descansaremos para mañana visitar lugares cercanos, pero como siempre mis hermanos menores tenÃan mucha energÃa de sobra, aunque de todos modos me gusta, me encanta verlos siempre alegres y sin preocupaciones, casi me dan envidia y ganas de volver a mi infancia.
Después de unos momentos me aburrà de estar sentada todo el tiempo por lo que decidà caminar cerca sin quitarle la mirada a los más pequeños de mi familia, mis pequeños tesoros, a veces pienso que me ven como una madre, pero en serio hay momentos en los que lo aparento o tal ves si soy su sustituto. Mi mirada fue atraÃda por una persona, era esa persona misteriosa de nuevo, la misma que estaba en nuestro recinto, esa persona miraba fijamente a mis hermanos y eso no me agradaba ni siquiera un poco. Con rapidez y cautelosamente me acercaba a esa persona y cuando ya casi llegaba cuando choque con unas personas, me disculpé rápidamente y cuando volvà a mirar ese sujeto no estaba por ningún lado, se habÃa esfumado delante de mÃ, otra vez.
- Chicos, hay que irnos, -les hable acercándome rápidamente al lugar donde estaban jugando- vamos.
- Aaaa, no queremos. -reclamaron decepcionados- ¡Solo unos minutos más...!
- ¡Vamos! -exclame, cuando se lo proponÃan podÃan llegar a ser algo testarudos- Les compraré algo en el camino.
- ¡SÃ! -dijeron alegres, sabÃa cómo persuadirlos.
Por el camino habÃa unas cuantas tiendas, decidimos, más decisión suya que mÃa, pasar a uno que nos quedaba de paso a comprar unas galletas, helado, papas y alguna cosa para beber. Los niños se emocionan por comer galletas mientras yo era la que pagaba con mi dinero, todo porque mis hermanos estuvieran felices, aunque quizás los esté consintiendo demasiado, pero en serio me encanta hacerlo, serán consentidos pero son mis niños consentidos. Abrieron unos helados y siguieron caminando mientras comÃan, solo esperaba que las cosas estuvieran calmadas en casa, antes, las peleas entre ellos dos no existÃan, pero los últimos años comenzaron y no hicieron nada más que aumentar, habÃa intentado con anterioridad averiguar de que trataban, pero, por un lado papá solo esquivaba el tema, mientras que mi hermano solo decÃa que no era algo de lo que debiera preocuparme.
Por lo que note de lejos parecÃa que las cosas se habÃan apaciguado, en cierta manera me tranquilizó un poco, al entrar todo estaba en orden, los niños corrieron por la casa sin importarles mucho ayudarme con las bolsas, las cuales dejé en el mesón de la cocina donde Esteban estaba comenzando a preparar la cena, a lo que comencé a ayudarlo en silencio, preferà esta vez no interrogarlo, asà que lo hicimos todo en silencio, los niños se quedaron todo ese tiempo con papá jugando o viendo la televisión, el silencio continuo de parte de nosotros, incluso en la cena donde apenas y pronunciamos algunas palabras mientras que los niños muy ajenos a la situación seguÃan platicando al tipo volumen alto que los caracterizaba. Cuando acabamos de comer nuestro padre se ofreció a lavar los platos por lo que acompañamos a los niños a jugar momento más afuera.
- Sé que... -murmuró Esteban rompiendo el silencio finalmente- Sé que estás curiosa de saber lo que pasó....
-... -yo solamente asentà y apoye mi cabeza en su hombro- Y yo sé que algún dÃa confiaras en mà lo suficiente como para contarme lo que está pasando, por eso me mantendré paciente de momento...
- Agradezco mucho eso... -me respondió y acarició mi cabeza un poco, me hizo recordar los tiempos más tranquilos de nuestra niñez- Solo puedo decirte que pronto todo eso parara...
- ¿Lo prometes? -le cuestione, no me importaba si mentÃa solo querÃa creer que lo harÃa.
- Lo prometo -contestó apoyando su cabeza en mÃ.
Esa fue todo lo que hablamos antes de llevar a los niños a darse una pequeña ducha para luego dejarlos dormir, no puedo evitar envidiar levemente su inocencia, pero me alegro por ellos, lo único que les deseo a mis ángeles es la felicidad.