A la mañana siguiente el sol se asomaba con fuerza por la ventana y al abrir los ojos me golpeó directamente, me senté para apartarme pero lo hice tan rápidamente que me mareé y caí al suelo, miré durante un minuto o más el techo hasta que me levante para arreglarme y bajar a hacer el desayuno, aunque me sorprendí de ver que tanto papá como los niños ya estaban en la cocina, con el agua hervida y algunos tazones de cereales, preparando tostada, esto era bastante nuevo, regularmente las comidas los preparamos o Esteban o los sirvientes o yo, papá simplemente esperaba siempre que alguien más le cocinara o pedía comida a domicilio en algunas ocasiones.
— ¿Buenos días? —saludé dudosa, se me hacia muy raro esa situación.
— Buenos días, dormilona! —me contestó mi hermanito Marcus, hiperactivo como siempre.
— ¿Dormiste bien querida? —preguntó papá mientras sacaba la mantequilla para el pan.
— Si, —les respondí acercándome a ayudarlo— es raro verte cocinando y tan temprano.
— No creo que sea tan así... —me contestó con un toque de indignación, fingida obviamente, pero después de darle una mirada alzando una ceja él se rio levemente— Bueno, creo que debería comenzar a convivir más con ustedes, ya me perdí bastante de ti y de Eban, no quiero pasar lo mismo con Lizeth y Marcus...
— Adorable, pero falto yo —hablo Esteban entrando a la habitación, con su tono de bromista.
— Buenos días, bella durmiente... —le hable mientras calentaba más panes, él se dedicó a servir el té.
Me sentía más aliviada de que esta comida fuera más tranquila en cierta manera, no se sentía la misma tensión y silencio incómodo que había en la cena del día anterior, incluido esta vez Esteban y papá hablaron como si la discusión de ayer nunca hubiera sucedido, tranquilizante e inquietante, algo debió pasar mientras yo dormía, no podía dejar de sentirme inquieta, pero no sabia sobre que, un presentimiento de alerta me inundaba, prefería no demostrarlo para no inquietar a mi familia, quería más la paz de los demás en vez de darles falsas alarmas.
— Lyli... —dice la pequeña Liz tirando de mi ropa.
— ¿Qué sucede mi angelito? —le pregunté arrodillándome a su lado.
— Es que... No quiero que papá se entere pero... —murmuro con cierta timidez, podía ver como sus ojos se volvían llorosos— Se terminaron mis medicinas... Y me olvide de traer más...
—Ay, cariño no te preocupes, tu Lyli lo solucionara... — la calme lo mejor que pude y por suerte los rastros de lágrimas desaparecieron.
Una cosa muy delicada de Lizeth era su alergia bastante extraña que siempre la afectaba en el verano y la primavera, parecida a la alergia al polen pero un poco más grave, ella necesitaba sus medicinas o tendría que pasar el resto de las vacaciones en un hospital, la abrase y después de darle un beso en su frente se escondió en mi cuello, nunca me importo mucho recibir la culpa por cosas que podían afectar mucho y esta vez tampoco me iba a importar.
— Ve a jugar afuera con Eban y Marcus —le pedí mientras le revolvía el cabello.
— ¿No estas enojada? —pregunto jugando con sus manos sin mirarme directamente.
— Nunca mi amor, nunca podría enojarme con uno de mis angelitos —después de que le dijera eso ella sonrió y salió corriendo a juntarse con nuestros hermanos— Uff.. Em ¿Papá?
— ¿Sucede algo? —cuestionó al verme acercarme en donde él lavaba los platos.
— Yo... Em... por error olvide empacarle más medicinas a Lizeth... —dije mi mentira, pero de todos modos solo era una mentira blanca y no era la primera ni la última a mi parecer.
En cuanto me escucho decir eso paro en su labor de limpieza y su mirada se quedó en la nada por un segundo, creí que gritaría o que su tono sería uno más elevado, las medicinas de mi hermana eran muy difíciles de conseguir y no tenían ningún derivado por lo que las hacían incluso más costosas, por eso no me esperé que mi padre frunciera el ceño y diera un suspiro denotando su frustración, lo normal era que expresara su ira a gritos, a mí y a Esteban regularmente solo gritaba pero con los demás llegaba a ser mucho más hiriente, lo cual la gran mayoría de las veces no era agradable de ver.
— Bien, está bien... —él se sostuvo entre la raíz y el puente de su nariz, como si eso lo ayudará a calmarse— Lo que haremos es que en este momento iremos los dos a comprar, de inmediato.
Tomó su billetera y las llaves del auto, partimos tan rápido que solo le hicimos una señal a Esteban de que salimos y que debía cuidar a los niños, seguramente me pediría un favor más tarde y lo haría, en esos momentos no me interesaba mucho, al estar por las calles me había comenzado a dar otra vez el presentimiento sobre que algo estaba sucediendo, percibí que algo raro en el ambiente del pueblo, lo que regularmente era un lugar animado y amistoso se veía casi como si de un día a otro se hubiera convertido en un tipo de pueblo fantasma, las calles estaban más vacías a diferencia que como de costumbre y la mayoría de las tiendas estaban cerradas, pensé en tomarle importancia, pero otra vez preferí callar, solo debía importarme la salud de mi hermana.
— Ayer cuando salieron ¿sabes si la farmacia ya aceptaba tarjetas de crédito? —preguntó, solo había una farmacia y era un poco pobre por lo que regularmente sólo recibía efectivo.
— Eh? No, no me fije... —respondí, al principio no le había entendido debido a que tiene la mala costumbre de balbucear sin darse cuenta cuando está enojado o muy concentrado en algo.
— .... —lo pensó por un segundo mientras espera el semáforo en rojo— ¿Dónde está el cajero más cercano?
— La siguiente esquina a la derecha... —le indiqué, pese a todas las veces que hemos venido él regularmente nunca visita mucho el pueblo, no tanto como nosotros 4.
Afortunadamente el banco estaba abierto y las filas para los cajeros eran considerablemente cortas, estacionamos afuera y entramos juntos, considere en sacar un poco de dinero de mi tarjeta para más tarde en caso de emergencia o si a Liz y Marcus se les antojaba otra golosina, sin embargo decidí mejor no hacerlo para ahorrar tiempo. En cuanto nos acercamos a los cajeros un gran mareo me ataco, por lo que me apoye rápidamente en mi padre, él me miró muy preocupado y me sostuvo hasta que el malestar paso.
— Mi niña... ¿Estás bien? —su preocupación era clara.
— Estoy bien, estoy bien... —le aseguré mientras me soltaba de su agarre, su preocupación no disminuyó— Iré a refrescarme un poco al baño, usted vaya al cajero, lo veré en el auto.
Pareció convencido al momento en el que recordó el propósito de nuestra salida, antes de que pudiera decirme más me aleje caminando con cuidado hacia los baños, todavía aquí adentro se notaba la falta de gente, los baños estaban inesperadamente vacíos, algo que también era poco común, en sí, todo el día había sido muy raro y fuera de lo normal, y el presentimiento de alerta no había hecho más que aumentar, primero me quedo dormida, eso era raro, el horario de trabajar y estudiar que tenía me había hecho acostumbrarme a dormir tarde y despertar temprano, aunque podría atribuirlo al cansancio del viaje, luego pese a que papá adoraba pasar tiempo con todos ¿cocinar? ¿él? Él odia hacer el trabajo realizado por los empleados, también Lizeth, aunque sea una niña, ella es alguien responsable y ordenada contra todo pronóstico, nunca olvidaría algo tan importante como sus medicinas y nunca importa que diga o haga papá, Esteban siempre tardaría más de un día o dos para volver a hablarle. Ellos me estaban ocultando algo de lo que no querían hablarme. Tarde o temprano lo sabría, pero sin duda lo iba a averiguar.
Los baños estaban limpios aunque parecía que no habían sido utilizados en todo el día, me acerque a los lavamanos para mojar un poco mi cara y beber un poco de agua, eso logró relajar un poco mi malestar pero no lo elimino completamente, seguía pero bajo a una cantidad menos preocupante para mí y los demás por lo menos. De pronto un gran estruendo se escuchó en las afueras del establecimiento, cosas como explosiones, disparos, gritos y derrumbes era lo que podía oír, cuando iba a girar note en el espejo algo que me llamó mi atención, había alguien detrás de mí, mirándome desde la puerta, llevaba la misma ropa que la persona que nos estuvo espiando el día anterior, por lo que en cuanto intentó escapar lo seguí, no dejaría que se escapara de nuevo, quería respuestas, sobre todo ¿Qué era lo que quería?
A salir del baño, los gritos y disparos aumentaron de volumen, y entre más nos acercamos a la entrada pude ver mejor lo que sucedía, monstruos o máquinas, no estaba segura de que eran pero algo era claro, estaban masacrando a la poca gente que había en las calles e incluso destrozaban a las casas disparándoles proyectiles, la gente corría despavorida intentando escapar solo para ser atrapada por esas cosas y despedazadas de un momento a otro. La recepción del banco, se convirtió en lugar de masacre, había cadáveres y la sangre se veía a donde mirara. La bilis se junto en mi garganta, en ese momento solo podía preguntarme que mierda estaba sucediendo, era demasiado irreal, de un día para otro las cosas normales desaparecieron de mi vida para llegar a esto. El momento de sorpresa desapareció cuando pensé en mi familia, intente llegar a la zona de los cajeros y pese a la masacre que allí se presentaba me esforcé en reconocer si mi padre se encontraba entre los cuerpos de allí o en la recepción, ya no me importaba esa persona que nos estaba acosando quería saber que mi familia se encontraba bien y segura, pero no podía, no podía reconocer a mi padre entre todos los trozos cercenados de las personas, aunque una parte de mi quería creer que él había escapado a tiempo, en verdad pensaba que no había sido de esa manera. La única alternativa que me quedaba era intentar volver a casa, podía ver el auto destruido afuera, y no creí que fuera seguro salir por la puerta principal, hasta el momento era una maravilla que esas máquinas ni notaran mi presencia. Mire alrededor y decidí buscar una salida trasera o alguna manera de llegar a mis hermanos sin que esas cosas me vieran, por el pasillo del baño seguramente debía de haber otra salida.
— ¿Buscas una salida? —pronunció alguien entre los escritorios de recepción, era el desconocido— Es preferible que tú te quedes aquí hasta que se marchen...
— ¿Quién eres tú? —interrogue caminando cuidadosamente hacia él.
— Por ahora es mejor que nos quedemos aquí y guardemos silencio —murmuró tranquilo.
— ¡NO! ¡¿Quién eres y porque nos has estado siguiendo?! —no quería que mi tono de voz se elevara, pero tenía miedo y no sabía que hacer en verdad.
— Cállate, guarda silencio y espera o esas cosas... —intento callarme pero mi aleje de él y comencé a ir hacia el pasillo de los baños.
— ¡ME IMPORTA UN CARAJO ESPERAR! —lo interrumpí gritando y empezando a correr.
Preferí mandar todo ese asunto de que nos siguiera a la mierda, debía llegar a casa tenía que estar con mis hermanos, al doblar hacia el pasillo, pude ver que más al fondo estaba la puerta de emergencia, se escuchaban los estruendos de que estaban destrozando la entrada, una de esas máquinas venía por mi, en cuanto llegue a la puerta intente abrirla, estaba bloqueada, la desesperación me inundo ya era demasiado tarde para escapar cuando esa máquina me atrapo y hundió sus dientes filosos en mi cuello, no podía gritar debido a que rompió totalmente mi tráquea, la sangre salió de mi rápidamente manchando el piso y lo último que vi fueron esos ojos robóticos antes de que todo se volvió oscuro y frío. Todavía así, nunca espere que esa luz brillante apareciera frente a mí, en cuanto me acerque a ella me sentí sin donde apoyarme y el dolor de caer al suelo me recorrió, estaba en mi habitación otra vez, tomé mi teléfono y lo verifique, era la misma mañana.
— Todo... Fue un sueño... —me dije a mi misma, intentando tranquilizarme— Solo un maldito sueño...