Una oscura habitación octagonal. Columnas en cada esquina y una luz en el centro ¿Una mesa? ¿Un proyector? Desconocido es su función, forma y objetivo, pero irradia una potente luz permitiendo denotar cada detalle de la estructura.
Una silueta se alza sobre las paredes y una puerta que se abre y da presencia a una cegadora y casi divina luz.
—Dejo todo en tus manos —declaran en el umbral.
La presencia abandona la habitación avanzando a la luz y desapareciendo finalmente en ella.
La puerta se cierra y una sonrisa malintencionada se dibuja en la segunda presencia.
Los gritos resuenan. Las luces titilan. Las alarmas estremecen a sus oyentes y los disparos azotan lo que haya en su camino.