Una vez en mi habitación no paro de pensar que aún acontece todo, que los muertos se levantaron y empezaron a devastar la tierra, que mi familia estaba desaparecida pero con la seguridad que estaban bien, y que estaba con los chicos en casa, con ciertas disfuncionalidades, y una con pérdida significativa para mí.
Permanecía apoyado de la puerta, procesando y aceptando poco a poco, con algo de dificultad después de despertar que está era en definitiva mi nueva realidad. Con eso en mente debía alistarme y prepararme.
Inicio de la manera más convencional, ducharme. No dejo de volver rutinario el Apocalipsis, entro y me desvisto, me ducho, me seco y salgo, me cepillo y abandono el lugar ¿la diferencia? El mundo está en devastación.
Termino de secarme y cuelgo la toalla del perchero de la puerta y abro el chifonier en busca de mi ropa.
—Oye Thomas… —escucho a Alice y me doy la vuelta preso de mis pensamientos y costumbre. Me denota de pies a cabeza y cierra la puerta.
Me quedo unos segundos procesando lo acontecido. Alice me vio desnudo y yo solo me votee y me quedé viéndola como si nada. Los acontecimientos mejoran con cada momento que pasa, y la posibilidad que volvamos a tenernos la misma confianza que teníamos hace mucho se aleja con cada uno de los sucesos.
No doy cabeza a lo acontecido, y vuelvo a mis cosas. Me visto y me cepillo para volver.
Salgo finalmente y me voy encuentro con Alice esperándome recostada de la pared.
—Thomas... yo… —balbucea. Tratar de hablar al respecto no es algo que quiero.
—Yo no te vi, tú no me viste y nadie nos vio —delimito en un intento por superar la situación y dejarlo de lado.
—Pero… —reitera.
—Alice. Tú no me viste, yo no te vi, nadie nos vio, y lo que pasó jamás sucedió ¿Sí? —repito.
—Esta bien —indica—, pero debo decirte que aunque Nathan te defendió sigo teniendo mis dudas.
—Bien ¿ya terminamos? Tengo hambre —declaro en busca tanto de evitar una discusión y poder comer.
Esperaba un avance después de los desacuerdos presentados en solo estos dos días de desastres, pero al parecer no son una opción, ni menos una posibilidad.
Encuentro en la cocina una arepa rellena con huevo frito, y no lo pienso. La muerdo, y el disgusto se hace presente cuando siento la yema aguada en mi boca. Aunque me repudia no puedo escupirlo, apenas mastico y trago de golpe. Busco un vaso de agua y paso el mal sabor que me dió el desayuno.
Entre busco en las alacenas de la cocina en busca de otra cosa que untar, pero no encuentro nada. Pienso con detenimiento la situación y opto por comer de todas formas lo que me sirvieron, con disgusto, pero con buenas intenciones.
No me tardo mucho en comer ya que apenas muerdo y trago grandes porciones para salir con los demás.
Salgo y me encuentro con ellos esperando a la sombra del árbol de sauce llorón en la plaza. Asumo que Nate les habrá dicho algo sobre el lugar, lo mismo que yo hice cuando vino por primera vez. Me acerco y apenas escucho un par de cuchicheos, y apenas me ven llegar el silencio se entrona.
—No hagan como si no supiese de quien y que hablan —confronto a todos.
Algunos voltean su rostro y otros se quedan viendo.
—Pensamos que no querías hablar de Alice, y Ryan —pronuncia Álex—. Con todo lo que ha pasado… no sabemos qué decir.
—Oigan, porque no mencioné nada al respecto no quiere decir que no pasan cosas por mi cabeza —informo—, pero en estos momentos hay otras cosas por las que preocuparme, y necesito lo mismo de ustedes. Sé que puedo sonar muy duro, pero es la verdad.
—Lo entendemos, no decimos que no. Es solo que… —sostiene Nathan—, Siento que…
—Que tratas de evitar y evitarnos a hablar al respecto —termina Eva.
Suspiro.
«No se trata de eso, es que… no me siento cómodo para hablar al respecto. Necesito tiempo», pienso, y desearía decir, pero ni aún con lo que hablamos logro abrirme.
—Ya… tendremos tiempo —discuto—. Conozco a mis vecinos y este lugar como la palma de mi mano, y por lo que observé fueron lo suficientemente listos como para tomar solo dos trapos y huir.
—Bien por ellos, y por nosotros; podemos encontrar algo de provecho.
—Agua, comida, ropa, armas con suerte —termino.
—Bueno Thomas conoces el lugar, guíanos —indica Tony.
Aún cuestiono un poco de mi intento de liderazgo, pero poco a poco me desprendo de el temor y asumo un rol más dominante.
—Bien, Álex y Rose; encarguense de la manzana principal —dirijo—, Félix y Jenny; manzana "b", Dany, Ángel; manzana "c", Sean, Martha, Eva; manzana "e", Alice ve con Tony a la manzana "f", y tú Nate vendrás conmigo a la manzana "d".
—Si, una duda —pronuncia Sean, e imagino es para expresar sarcasmo por alguna cosa que dije o no mencioné—, a dónde coño vamos, si no nos indicas adónde ir.
Nathan rompe su irritación y toxicidad silbandole y señalando un cartel donde indican las calles de la urbanización, y él automáticamente se traga sus palabras y se va con Eva y Martha, mientras algunos de nosotros se ríen entre dientes. Sabemos lo tóxico e irritante que suele ser Sean, pero no lo culpamos. Le cuesta abrirse a las personas y confiar de igual manera y en las decisiones y argumentos que toman las personas, y quizás el apocalipsis no es la mejor manera de relacionarse con él, pero pensándolo bien ¿Cuál es la mejor manera de relacionarse con él?
Finalmente nos separamos dejando de lado el desacuerdo surgido. Acompañamos a Dany y Ángel del otro lado de la primera. Nos separamos de ellos y entramos a la primer casa. Revisamos exhaustivamente dando con algunas bolsas de comida y un cilindro de gas. No es un mucho, pero en vista amplia y contradicción del apocalipsis, es mucho.
Seguimos por las casas dando con ropa para los demás, purificadores de agua funcionales, comida, pero sin suerte con armas de fuego.
Nunca afronte de todo la posibilidad que mis vecinos tuviesen tal cosa, pero no podía exceptuar la posibilidad de ello.
—¡Hey, Thomas…! —anuncia Nathan—, Sube aquí.
Corro a la segunda planta y miro a ambos lados en busca de Nathan. Lo encuentro a mi derecha, de pie frente a una de las habitaciones. Me aproximo y conforme avanzo escucho por que me llama. En la habitación, al borde de la cama encuentro una desconcertante escena, una chica infectada amarrada a los bordes de la cama gruñendo.
— ¿La conocías? —Su duda me revuelve la mente, y no por esta escena, sino por lo acontecido antes de todo este desastre.
—Se puede decir —respondo—. Era una chica que solía ver seguido, hasta que salió embarazada. Obviamente sus padres estallaron, no le permitían salir, y lo último que supuestamente habían hecho con ella fue dejarla en una casa de acogida, pero sabía que era mentira, todos lo sabíamos.
«La policía entró, y los expusieron, le habían quitado al niño al nacer, y ella entró en un trastorno de estrés postraumático que más tarde se torno esquizofrenia. Para mí el mundo ya estaba desmantelado con lo que veía.»
— ¿Y qué harás con ella?
—Según lo que parece en estos momentos, lo más humano —declaro y alzo el bastón por encima de mi cabeza, acabando finalmente con su vida y sufrimiento.
Salimos de la casa con un mal sabor de boca, investigando en cada casa pero sin dejar de pensar en la posible agonía que debió pasar esa chica, amarrada a su cama, sin conocimiento de su entorno y más tarde despojada de su inconsciencia sólo para ser sustituida con una versión más deshecha de ella. Debería ser algo a lo que debería acostumbrarme, sin embargo me es complicado afrontar que desde hace mucho la humanidad se había ido a la mierda y que esta situación solo resaltó lo que ya sabía, que estábamos condenados a ser la llave de la destrucción del mundo y la nuestra o ser participes de dicha mediante alguna estupidez.
—Estás bien —consulta Nathan.
—Si estar bien es creer que todo está bien a mi alrededor, pues sí, estoy bien —declaro.
—Oye, sé que piensas muchas cosas, y que no es el mejor momento, pero no sé cuando será un buen momento, así que solo lo haré —anuncia y se lleva la mano detrás de la espalda, sacando una navaja, la misma con la que había asesinado a los infectados esta mañana—. Me la quedaría, pero no es de mi estilo, y a juzgar por cómo mataste esos infectados… bueno tú sabes.
En primeras estancias dilucido en tomarla, contra todo esto me decido por recibirla.
— Gracias, no pensé en… —formulo apenas.
Nathan está a punto de decir algo cuando un estruendo, o más bien, un sonido de arrastre irrumpe en el silencio. Desvío la mirada a una casa, conozco de quien es, una amiga. Ahora bien ella no puede estar allí, de ser así hubiéramos visto o escuchado algo, además que en estos días ella y su hermano están con su madre en Valencia.
Con la navaja en mano me acerco a la puerta, seguido de Nathan con su bastón en hombro, y nuevamente el sonido de arrastre resuena y la puerta se abre. Mi peor temor es que los infectados evolucionen y empiecen a tener inteligencia y ser más hábiles, ante esto el sonido de una respiración agitada me indica que es humano. Me armo de decisión y entro, enseguida una figura sale de un lado de la pared con un cuchillo de cocina. Logro inmovilizarla y desarmarla, deslizo mi pie por debajo de los suyo haciéndole perder el equilibrio y quedando espalda al suelo, y a mi merced.
Finalmente sobre ella alzo la navaja para clavarla, y denoto con atención a la persona, es Mary.
—Mary… —formulo su nombre, casi como un suspiro.
Mary abre sus ojos, tratando de verme con claridad debido a su astigmatismo, pero mi voz es más que necesaria para saber quien soy.
—Thomas —pronuncia con voz agitada, y casi como un gemido.
Dejo caer mi navaja caer a un lado y me le quito de encima. Primero me golpea, y luego me abraza.
— Creí que estabas muerta —expresó con voz quebrada y algunas lágrimas brotando.
Ella me toma fuertemente de la camisa y el cabello, y yo reafirmo mi agarre a su camisa y me apoyo del piso para evitar caer.
—Mírate, estás sucia —resalto en medio de mi nostalgia.
—Pues… discúlpame por no estar presentable —ironiza y por primera vez, veo sus ojos café tener lágrimas. Me doy cuenta con solo ver que en ese momento que nunca se había sentido más feliz en ver una cara amiga.
Empiezo a inspeccionarla de cerca y me preocupo al verla con sangre.
— Mary, tú… —balbuceo, y ella se percata.
—No te preocupes, estoy bien; no es mía —declara. Pero mi preocupación se activa cuando la palpo y está fresca, y temo que ella sepa que las mordidas son el método de infección, y me oculta su herida—. Thomas, eres la última y única persona que esperaba. Necesito tu ayuda.
—Qué pasa —dudo y me pongo de pie.
—Es Louis —estremece—, él…
Algunos pasos descalzos, casi inaudibles se abren paso en la sala.
—Mary… —pronuncia la voz de Louis, el hermano de Mary.
Me paro a un lado y lo veo proceder de su cuarto con pasos vacilantes. Me ve y me sonríe, y me percato finalmente que es lo que pasa. Su hombro tiene una gran herida, explicando la sangre en ropa de Mary.
—Hola Thomas… vaya reencuentro, un tanto… Inesperada, e insólita —comenta.
Observo el estado en como se ve Louis, y noto como poco a poco empieza a perder fuerzas y percepción con la realidad y el tiempo. Me acerco y logro sostenerlo antes de caer y acercarlo al sofá más cercano.
Su respiración es profunda y agitada, y su piel está fría y pálida cual vampiro.
—Nathan, ve por los demás rápido, Louis necesita ayuda, y mucha —menciono y no termino de decir nada más cuando él sale corriendo.
—No otra vez —menciona Mary, mientras me dedico a medir su ritmo cardiaco—. Thomas, ¿tienes idea de que tiene?
—Tengo sed… y… mucho frío —balbucea Louis.
—Por como se ve y lo que desvaría, puede que esté entrando en un shock hipovolémico —informo.
—En español convencional —demanda.
—Es cuando pierdes mucha sangre, y tu cuerpo empieza a descompensarse por dicha falta de sangre que no es bombeada por el corazón —explico—. ¿Qué fue lo que pasó?
—Volvíamos de Valencia, en la tarde, nos extrañamos al notar la ausencia de persona en el lugar… —narra, y en parte me irrito, pero necesitaba saber todo, aunque no me gustara que se tomara su tiempo—. Y luego empezó el terror, corrimos apenas vimos a las personas gritar, y comerse entre sí como una película de ciencia ficción, pero apenas estábamos en casa unos sujetos locos me pusieron la mirada encima.
—Y Louis te defendió —supongo.
—Lo único bueno de cambiar esas puertas de madera, fue nada, de no ser por ellas no hubiesen logrado apuñalarlo —comenta, pero se equivoca.
—En realidad, por como lo veo de no ser por el grosor la puerta hubiesen perforado su pulmón derecho, y estaría muerto en poco más de unas horas después —destaco—, claro que en estos momentos no está lejos de la muerte.
—Thomas, estamos aquí —anuncia Nathan. En primera estancia espero el apoyo de uno o dos, pero para mi sorpresa me encuentro con todos reunidos.
—Bien, Mary; necesito que te quedes con Louis, necesito hablar con los chicos —indico.
—De acuerdo —responde y se dirige con él, y yo a los chicos.
—Tenemos un gran problema aquí —mascullo.
—Somos todo oídos —señala Tony.
—Mary esta bien, pero su hermano está entre la vida y la muerte. Tiene síntomas de shock hipovolémico y necesita sangre —las palabras que diré son las que más me amargan—. Aunque tenemos muchas cosas para ayudarlo no será suficiente —indico.
—Oye, oye ¿insinuas lo que creo que insinuas?
—Si es ir a la ciudad, al hospital más cercano, pues si, eso es lo que insinuo.
Sean inhala profundo y exhala.
— Escuchen. Sé que soy la voz del disgusto para muchos, para no decir todos, pero tengo razón a la hora. La ciudad es una zona de muerte segura ¿Qué esperar de un hospital?
—Por más discrepancia que tenga con Sean tiene un punto a favor. Y aunque logremos llegar al hospital ¿Cómo haremos para entrar y aún más salir de allí sin que nos coman esas cosas? —cuestiona Nathan.
—Puede que tenga una idea —estremece la voz de quien menos esperaba respuesta, Tony.
—Tony, no tenemos tiempo para tus bromas, ésta es una situación… —formula Sean.
—Oigan, sé que no suelo tener buenas ideas —interrumpe de pronto—, y que por lo general soy un desastre, pero en esta ocasión deben creerme, porque no haría algo para empeorar la situación de tu amigo Thomas.
El tono de su voz es aquel que de alguna manera por más que cuestiones de esa persona muestra un interés por ser escuchado, incluso su mirada refleja ese brillo de atención.
—Quiero ayudarlo, así que solo por esta vez, cree en mí.
Todos se me quedan viendo, esperando impacientes por mi respuesta. Conozco a todos. Sé que Tony no es la persona en la que todos le confían una decisión de vida o muerte, pero lo conozco, no hay nadie más honesto y dedicado a ayudar a los demás.
—Te escucho —pronuncio y no faltan la voz de desacuerdo por parte de los demás.
—Primero lo primero, no podemos ir en auto. Por más necesarios que puedan ser no quitarán el elemento sorpresa, además una turba de infectados es lo último que queríamos en estos momentos —indica—. Debemos ir a pie, por la subestación eléctrica, y desde allí les contaré el resto.
—En parte no me gusta esta idea —expreso—, pero es esto o ver morir a Louis, y en estos momentos estoy desesperado por obtener lo que necesito.
—Bien, te convencí a duras penas. Ahora quién se une además de Thomas y yo.
Muchos se cuestionan, nadie además de mi persona se atreve a ver a Tony.
—Estoy dentro —alega Álex.
—Y yo —sucede Sean, cosa que me parece extraño.
—No lo dejaré solos, yo también me uno —indica Nathan.
—Creo que con nosotros es suficiente, el resto quédense. Trataremos de no tardarnos —declaro—. Ocultarse y mantengan a Louis hidratado.
Sin pensar nos dirigimos a mi casa, tomamos nuestras mochilas y con las misma salimos de la urbanización.
Seguimos de cerca a Tony. En cuanto a cualquier sonido extraño estamos atentos, ya que posiblemente no somos los únicos en la ciudad.
Llegamos a la subestación eléctrica, y estamos en espera de las indicaciones de Tony, pero él se mantiene tan misterioso como cuando nos contó su plan. En parte creo lo que hace es una venganza por lo que hice en el Farmatodo, y lo entiendo, les mentí al no contar lo que tenía en mente, y quizá que el me devuelva el favor no está de más.
Nos abrimos paso por un antiguo barrio, posiblemente de principios de edad contemporánea, y seguimos por un parque deportivo, y se hace claro —en parte— el plan de Tony. Atravesamos finalmente el parque y quedamos justamente detrás del hospital Egor Nucette, uno de los más viejos de la ciudad.
Caminamos por todo una avenida repleta de casas, y lo peor se manifiesta, infectados. Nos agachamos y observamos cuántos son, los cuales no son más de 3, pero aún así no son de subestimar. Por una parte estoy inclinado a atraerlos con algo de ruido, no obstante la gran polémica surge ¿Habrán más? Al estar tan cerca del hospital es muy posible, así que recurro a la locura. Tengo una navaja y puedo acabar con ellos sin causar tanto escándalo, además mi entorno me ayuda, hay autos estacionados, perfectos para ocultarme de la vista de los infectados.
—Esperenme aquí, acabaré con ellos, y luego podremos seguir —decreto y me pongo manos a la obra.
Alguien me detiene tomándome del brazo.
—Ten cuidado —menciona Tony y me suelta enseguida.
Avanzó a hurtadillas teniendo cuidado de cada paso que doy hasta quedar detrás de uno de ellos. Avanzó lentamente, clavo la navaja y logro asesinarlo. Los infectados apenas se dan cuenta que uno de los suyos está muerto. Los rodeo y mató al segundo, y el tercero queda a mi merced, coon un rápido movimiento lo hago caer y clavo la navaja en el centro de su cráneo.
Los chicos al verme finalizar se acercan.
—Tienes que enseñarnos a defendernos así —comenta Álex exitado. Y me hace sonreír.
Luego de su halago retomo mi postura.
—Bueno Tony, ya estamos aquí, ahora qué —consulto
—Ahora… nos infiltramos al hospital —señala.
Se da media vuelta y salta a un canal de aguas residuales, en la cual vemos un infectado bastante gordo atorado.
— ¿Me haces los honores? —Miro al infectado y propino el golpe mortal—. Bien, Álex, Sean; ayúdenme con esta bola de cebo muerto.
En primeras estancias los chicos se sienten algo temerosos que el infectado que termino de asesinar no esté del todo muerto, pero al final se deciden y lo empujan dejando el espacio libre.
— ¿Ahora sí nos dirás de qué se trata todo esto Tony? —demanda Sean.
— ¿Recuerdan aquel día con la droga? —encuesta.
— ¿Cuándo pasábamos por los callejones y ese chico esperaba clientes, y por desafortunada ocasión nosotros pasábamos y unos policías casi nos agarran?
—Lugar y hora equivocados, un día que no olvidaré —comenta—. Ustedes corrieron y lograron escapar, yo casi soy tomado por esos policías, pero de no ser por este "pasadizo" me hubiesen agarrado.
—Pensamos que había sido así, pero cuando fuiste al día siguiente respiramos con completa libertad, pero nunca quisiste decirnos cómo te les escapaste —argumenta Álex.
—Desde ese día este amigo ha sido mi comodín para escapar de situaciones similares —agrega, y se abre paso a través de la entrada—. ¿Qué esperan una invitación? Entren.
—No puedo creer que Tony haya tenido una buena idea —alega Álex.
—Yo no puedo creer que una de las ideas de Tony nos dé resultados —protesta Sean.
La conversación termina y finalmente nos adentramos en el canal, nos abrimos paso entre la maleza alta del alrededor y finalmente distingo a lo lejos la entrada de emergencias del hospital. Me abro paso entre los demás quedando en frente y logrando ver bien lo que está frente a mí. Es una gran sorpresa encuentrarme con una pila de infectados y algunos otros tirados a algunos lado, muertos.
—Un momento… —alarmo a la vez que cierro mi mano, los demás se detiene detrás de mí—. Algo aquí no está bien. Esperen aquí.
Logro salir de la maleza y me dirijo con pasos precavidos a la vez que observo con detenimiento el lugar, pero parece que no hay nadie.
Lo siguiente que siento es como alguien me aplica una llave y me retiene cerca de su cuerpo, y un cuchillo reposa sobre mi garganta.
—Creo que estás un poco perdido —comenta una voz que ineludiblemente me es conocida.
—Al contrario... —formulo, y tomando ambas manos me safo de su agarre con ayuda de una llave impuesta sobre sus manos—. Estoy en el lugar correcto —termino y lanzo una patada en su pecho alejándolo de mí.
— ¡Thomas! —exclama Nathan saliendo de la maleza seguido de los demás—. Eres hombre muerto.
Nathan está a punto de irse contra él, pero lo detengo. Del otro lado el compañero del chico también se adelanta al ataque como Nathan, a lo que él lo detiene. Rápidamente todos se dan cuenta, es una batalla entre ambos, solo entre los dos. Me quito la mochila, al igual que él, y quedamos inmersos en la incertidumbre, viéndonos las caras, y finalmente respondemos el uno al otro.
El ataca con un tajo frontal al abdomen, pero lo preveo y logro evitarlo, alzo mi navaja y con ambas manos intento un ataque alto, pero el lo intercepta con sus antebrazos, no me detengo y suelto mi cuchillo, y mientras él ve como cae sonrío e intento devolverle el favor de un tajo en el abdomen, pero logra evitarlo. Nos separamos, lanzo uno tajos sin lograr acertar y el hace lo mismo, y casi logra cortarme en la mejilla, y es cuando actúo. Sostengo su brazo, y él está a punto de atacarme lanzando la navaja hacia su otra manera, pero muevo de manera oscilatoria mi navaja en medio de sus piernas, y acepta la derrota.
—Vaya que has mejorado —resalto.
—Mejorado, pero aún no logro vencerte, amigo —replica. Dejamos nuestras tonterías, guardamos las armas y nos estrechamos las manos por nuestro duelo—. Que bueno verte Thomas.
Veo a los chicos y me miran con extrañeza.
— Thomas ¿lo conoces? —duda Tony.
—Se puede decir —afirmo—. Chicos les presento a mi amigo, Diego Sierra, un viejo compañero de clases de primaria.
—Hola, un placer, —saluda—. Sé que no causé una buena impresión, pero tenemos por costumbre esta clase de enfrentamientos físicos.
—¿Pero cómo, de dónde lo conoces? —encuesta Nathan.
— ¿Recuerdas lo que te conté con respecto a Ryan, de cómo nos hicimos amigos? —consulto y él afirma—. Él es el amigo que no había visto en mucho tiempo, a quien intenté defender.
— ¿Le contaste de cómo te hiciste amigo de Ryan? Un clásico —comenta—. Por cierto, Ryan…
—No lo logró —informo, y un ambiente de incomodidad y tristeza se apodera de la situación—. Pero eso no es importante, digo ¿qué haces aquí? Sabía que sobrevivirías, pero no que buscarías una horrible muerte.
—Mi mamá y otras personas necesitan medicamentos. Las farmacias fueron saqueadas. No hay nada de provecho que pueda tomar, tuve que recurrir a mi única opción —declara—. ¿Y qué hay de tí?
—Algo similar —comento—. Un amigo necesita medicamentos y tratamientos específicos, y tuvimos que recurrir a este intento de suicidio.
—Pues por lo que veo buscamos un mismo objetivo —menciona su compañero—. Y creo que en estos momentos necesitaremos apoyo.
—Ah sí, perdón; Thomas, amigos de Thomas, mi compañero de la universidad, Andrés Salias —presenta Diego.
—Ellos son mis compañeros y amigos de la preparatoria —señalo—. Nathan Lizander, Tony McTenner, Álex Sandrew y Sean Bucter.
—Un placer —declara y después de las presentaciones volvemos al objetivo principal.
—Bien Diego, te conozco, que tienen preparado —consulto.
—Las clases y videos de química que veía no fueron en vano, y logré tomar vários químicos de la universidad, y logré crear una bomba —declara.
Los chicos se asombran al saber quién resulta ser mi amigo, y lo que puede hacer.
—Conserven su asombro, aún no han visto nada —indico—, créanme este chico pudo haber tenido muchos problemas con la ley. De no ser por mi tío estaría en una celda de 4x4.
—Bien, volviendo al punto antes de que me adularan por mi asombrosa genialidad —reivindica con soberbia—, logramos escabullirnos y la colocamos en el estacionamiento.
—Y porque no planearon una ruta alterna, como ir la parte trasera. Sé qué están las rutas de escape de emergencias —interfiere Sean cosa que llama nuestra atención. su expresión cambia de manera drástica tras este hecho—, un amigo me contó eso.
—Sí, es una buena idea —destaca Diego meditando la idea tomándose el mentón y luego señalandolo, esos son un indicio que solo yo conozco de su parte.
Sean nos dirige a la parte trasera del edificio, y para nuestra sorpresa hay un montón de infectados atrapados en lo que parece ser arena movediza.
—Seria una gran idea si al principio tampoco se me hubiese ocurrido y me topara con ellos —indica—. Puede que podamos pasar por aquí, pero tendrías que correr muy, pero muy rápido para no quedarte atrapado en esa arena movediza, y sería más complicado con medicinas y demás cosas que traiga contigo. En todo caso no te quedarás todo, ellos te harán compañía.
Con el plan de Sean frustrado volvemos a dónde estábamos, y retomamos la idea del explosivo.
— ¿Y el detonador? —pregunta Álex, a lo que Andrés le contesta sacando un control de su bolsillo—, un genio de la programación y ensamblaje de circuitos eléctricos.
—Se puede decir —contesta.
—Bien, bien parece que tienen todo planeado, pero qué con los infectados dentro del hospital —interpela Sean—. Deben haber cientos.
—Sí, los hay, pero descubrimos un punto débil de ellos —informa, y espero lo mismo que yo sé—, su vista —nos quedamos un poco extrañados con su respuesta, pero no cuestionamos sus palabras—, al parecer solo pueden ver objetos que se exponen a la radiación de la luz solar, del resto ignoran levemente luces como las de las linternas y focos.
—Cómo saben eso, apenas y logré saber que se guían por el ruido por ciertos eventos favorables y circunstanciales —argumento.
—En la universidad logré ver un patrón —señala Andrés—. La sala de fotografía fue uno de los lugares donde nos escondimos, y otros se ocultaron en la sala de computación, los infectados vieron a ambos lados, nos ignoraron bajo la luz negra, pero a los de computación por dónde se filtraba la luz solar no les fue muy bien.
Las palabras de Andrés me hacen cuestionar la veracidad de ello. Muchas personas pueden tener problemas con ver en la luz negra, y en caso de los infectados veo es más como una debilidad a una realidad. Mi cuestionamiento es más que notorio con un par de miradas y gestos, cosa que Andrés nota, no obstante lo que dice me quita las dudas.
—Y ayer cuando hacía guardía me atreví a probar esa teoría. Bajo la luz amarilla me ignoraban, y con la luz blanca me veían unos segundos y se iban.
«El patógeno en los infectados afecta de manera muy curiosa al huésped», delibero.
—Dependen de sus sentidos primitivos, pero más del oído —agrega Diego.
—Es un hecho entendible, puedes no depender de la vista pero el oído te indica la presencia de algo, incluso si está lejos —resalta Sean—. La mayoría de los seres vivos dependen de muchos sentidos, pero el más importante, para cualquier especie es el oído.
—Vaya clase de ciencia, pero alguien se nos muere Thomas —reitera Álex.
—Álex tiene razón —reconzco—. Sí me hacen el honor.
—Será un placer mi estimado caballero —sucede Diego.
Andrés le entrega el detonador, presiona el botón y lo siguiente que vemos por encima de la estructura es una nube de humo negro. Algunas risas se les escapa a los chicos.
—Creo que se te pasaron los químicos un poco de las manos —comenta Nathan.
—Siempre digo cuanto más grande, mejor.
Nos acercamos a los costados del edificio y vemos como los infectados empiezan a acercarse a la zona de estruendo
—Funciono a la perfección, van al estacionamiento —indico.
—¿Hay algo que no resulte bien de este plan? —cuestiona Sean. Por una parte no culpo sus dudas, pero por otra libera mi frustración.
—Habrá varios infectados resagados, y la estructura interna tiene mucho eco, por lo tanto es importante el silencio y la sutileza —indica.
—Bien escuchen, el almacén está en el piso 2, y estamos en la planta baja —destaco—, son dos pisos donde no sabremos qué nos espera a la vuelta de la esquina. Nuestro puntos a favor es la primera planta, no hay ventanas; y sabemos sus puntos débiles, evitemos los lugares con espectros de luz solar y los ruidos fuertes.
Finalmente terminamos nuestras conversaciones y nos decidimos por entrar, nos formamos en equipos de dos —por excepcion de Álex— y entramos en formación.
Diego permanece a mi lado, y detrás de nosotros los chicos pisan con sutileza en busca de que sus suelas no nos delaten con los infectados gracias al pisa de cerámica. Dentro hay algunos infectados yendo en dirección a la explosión, algunos otros solo dan vueltas en los pasillos, caminando en un constante vaivén, y solo unos pocos están —con esfuerza arrastrándose al ruido, ya sea porqué eran personas que eran paralíticas, o porque están mutilados desde el abdomen hacia abajo.
Por seguridad matamos a los que se arrastran mientras el resto solo se dedica a caminar a la intemperie.
—Las escaleras están en frente —susurro, y es cuando un infectado sale de los sanitarios, y centra su mirada en nosotros.
Instintivamente saco mi navaja y estoy a punto de asesinarlo, pero Diego me detiene. El infectados nos ve unos segundos, se aproxima, y pasa de largo de nosotros. Suelto un suspiro ante la temible experiencia, y seguimos nuestro camino.
Llegamos a las escaleras y la escena que tenemos en la primera planta no es mejor que la que hay abajo. Me asomo por una de las puertas que separan las escaleras con la primera planta, y dicho pasillo está lleno de infectados.
Examinó el lugar y me encuentro con una manguera de incendios y una máquina de "rayos x" portátiles.
—Sean, la manguera. Diego ayúdame con la máquina —ordeno, y con ayuda de la manguera y la máquina logramos bloquear definitivamente las puertas—Eso los detendrá, sigamos —termino y seguimos nuestro camino.
Seguimos subiendo y con cada paso alcanzo a notar la luz solar, y mis miedos se encienden con casa escalón. La puerta de la segunda planta está frente a nosotros, y un estruendo azota el lugar.
—Esperemos que sea el auto —comenta Diego a Andrés.
—¿Auto? —cuestiono—¿Colocaron la bomba en un auto?
—Se puede decir —indica—. Lo colocamos cerca de un auto.
—Bien pensado —comenta Álex.
—No lo habíamos planeado —señala Andrés—, como en nuestra supervivencia, fue cuestión de suerte. Suerte que no sabemos cuándo se nos acabará.
Después de la discusión de la fortuna seguimos con nuestra misión. Diego y yo nos asomamos por la ventana, del lado derecho no hay nada, pero el lado izquierdo es otra cosa. Los infectados se aglomeran en la puertas de la recepción de "emergencias pediátricas". Con delicadeza abrimos la puerta y nos escabullimos en el pasillo apenas alumbrados por la luz que proviene del pasillo a la recepción. La escena parece de una película de Saw. luces titilantes, miembros desmembrados, manchas y marcas de sangre por las paredes y el piso, camillas ensangrentadas. Y los ruidos de los infectados no relajaban el ambiente. Nos abrimos paso al pasillo de administración, y finalmente en la oscuridad nos dirigimos al almacén.
—Bien, conozco el lugar, pero en estos momentos es cuestionable lo que está frente a nosotros —indico—. ¿Alguno trae algo con que iluminar?
Los chicos se entre buscan, sin aparentes resultados. La frustración me abate y en eso vemos a Tony de espalda a nosotros, tomando algo de la pared.
—Creo que esto servirá —Me entrega una linterna de emergencia, imagino de alguna caja de emergencias cercana.
La pruebo, y enciende y apaga a la perfección. Avanzamos entre la oscuridad, pasando al lado de los infectados que vacilan de un lado a otro, hasta llegar al almacén y un pasillo con luz. La puerta del almacén para nuestra fortuna está abierta, y la única razón que imagino por la que está así es por las emergencias que llevaban por los infectados, sin embargo lo que me atemoriza es ver cómo una puerta con candado y las palabras "no abrir" con posiblemente sangre me erizan los vellos de toda la espalda.
—Es mejor que nos demos prisa —pronuncia Diego sobresaltandome.
Indagó por el lugar en busca de las bolsas para transfusión de sangre, y solución lactina de Ringer. Mientas Diego y Andrés toman lo que ven de un lugar y otro, e incluso por mis conocimientos me piden indicaciones.
Encuentro uno de los elementos, y como si fuese un botín extra de un videojuego me encuentro con Ampicilina y Lidocaína, algo que me ayudará a tratar mejor las heridas de Louis.
—Thomas —enuncia Diego, me doy vuelta y me acerco a él—. ¿Has visto visto la anestesia?
—En aquel estante, también hay Ampicilina —señalo.
—Gracias —formula y se dirige en busca del materia—. Sabes, de no ser por ti, y tus amigos en estos momentos Andrés y yo estaríamos vagando igual que los infectados por los pasillos. Que bueno que tú mamá trabajó aquí una buena temporada.
—Y de no ser por ti, tu ingenio, y tu amigo ya estaríamos matando todo lo que se mueve en este lugar y gastando energía —comparto en busca del Ringer—, ¿por cierto cómo está tu mamá? Bueno además del hecho del desastre en el que estamos.
Diego respira profundo, y mis temores se activan.
— Murió, Thomas —confiesa.
Mi primera impresión es el asombro interno y la empatía y la confusión, mientras externamente permanezco inexpresivo.
—Pero… las personas, tu madre, qué… —balbuceo.
—Dijimos eso, para que nos ayudarán —Era como ver mis acciones en un espejo traslúcido—. Lo siento, pero temía que si decía la verdad... —indica.
—Diego escucha, eres mi amigo, y no hay nada en que no podría ayudarte —destaco—, pero mentirme no hará que te ayude. Si querías evitar está conversación debiste ser directo.
—No sabía que decirte Thomas —declara—. No sabía cómo decir que mi madre y las personas que estaban conmigo fueron presa de los malditos muerto vivientes.
Sus palabras demuestran fuerza y agresividad, pero conociéndole está destrozado por dentro. Me acerco a él y lo abrazo, y enseguida rompe en llanto. Mientras mi hombro se humedece, mis pensamientos se tornan oscuros, y nuevamente la imaginación junto con la paranoia me hacen pensar en los terribles escenarios en que mi familia podría estar, y en el peor de los casos sufrir. Ante esto debo mantenerme fuerte y apoyar a los demás, así como si ellos llegarán a apoyarme.
—Qué fue lo que pasó —consulto.
Diego se limpia el rostro y la nariz, y me limpia el hombro. Respira evitando mirarme, tomándose las caderas y finalmente habla:
—Regresamos de la universidad, y fuí directo a casa; Andrés a la suya, y nuevamente nos reunimos en la Plaza Zamora —narra—. Planeabamos huir de la ciudad, pero nos encontramos con una banda de dementes. Escapamos con la gran fortuna de encontrarnos rodeados de infectados, mordieron a mi madre en la mano, y tanto ella como yo sabíamos lo que pasaría. Se lanzó al grupo de infectados abriéndome paso para escapar. Se sacrificó para que yo viviera, el típico sacrificio de una madre por su hijo. Luego de eso me encontré con Andrés, solo y me dió la noticia que su madre ya era un infectado, y que le puso fin.
—Entonces… las medicinas…
—Huiremos de la ciudad Thomas, y te recomendaría lo mismo si de verdad quieren vivir —declara—. Mantenerse en un solo lugar es sentencia de muerte segura, ya sea por muchos factores; enemigos y dementes, ataques nucleares por parte de las armadas mundiales, e incluso los mismos infectados. Estamos en el inicio del fin, aunque suene trillado. Ya viste de lo que la humanidad y los infectados son capaces, solo los más aptos estamos sobreviviendo.
—Hay varias cosas que no me han gustado de ti amigo, pero, al final de todo, terminan teniendo su razón y su por qué —afirmo—, y por más que odie decirlo, tienes razón. Qué tienen en mente.
—En las películas suelen irse a las islas y otros lugares que estén deshabitados y lejos del alcance de los infectados y otra personas, pero eso no resultará, no sabemos cómo funciona lo que sea que reanima a los muertos —recita—. Puede estar en el aire, un animal puede ser portador, no lo sabemos, pero lo que sí podemos hacer es estar en constante movimiento. Escucha, Andrés y yo tenemos planeado encontrar recursos y si logramos hacer funcionar un auto o una bici lo haremos andar y nos largaremos.
—Thomas, Diego —llama Nathan, y corremos hacia ellos.
—Qué pasa —encuesto.
—¿Notan éso? El aire, se siente un poco más…
Doy un respiro y percibo lo que quieren decir.
—Puro —pronuncio. Me dirijo a las paredes y reviso las válvulas de oxígeno—. Los sistemas de oxígeno deben estar rotos, estamos en una zona de incineración segura con la mínima chispa.
—Bien y mal por nosotros —menciona Tony.
—Qué tiene de bueno que estemos en un lugar que posiblemente explotará Tony —rechista Sean.
—Si este lugar puede explotar…
—Podríamos acabar con los infectados alrededor —termina Diego.
—Si, y las medicinas y materiales médicos que intactos y que personas que como nosotros buscan sobrevivir y necesitarán —defiende Sean, y por primera vez me sorprende ver un hecho humanista, equitativo y desinteresado de su parte—. No nos conviene destruir este lugar.
—"Concierne" —corrige Álex.
—Da igual. "Convenir", "concernir"; no importa las palabras —argumenta—. El punto es que no podemos destruir el hospital.
—Sean tiene razón —apoyo y pronuncio las palabras como si de vinagre se tratara—. Solo sabemos de nosotros, no de los demás a nuestro alrededor. Escapemos de aquí, y dejemos este hospital en paz.
Todos se sorprende por mi posición, incluyendo a Sean, pero terminan por apoyarme. Tomamos nuestras cosas y estamos a punto de cruzar las puertas para irnos
—Esperen… —detengo y anuncio—. Falta algo más, la solución de Ringer.
— ¿Y eso con qué se come? —cuestiona Tony.
—Es algo que Louis necesita, ayúdenme a buscarlo —informo, y ellos se ponen a mi disposición—. En nombre completo es Solución lactina de Ringer.
El almacén no es un lugar muy grande, por lo que separarnos en busca de un objeto se nos hará fácil...
— Lo encontré —estremece la voz de Tony en el almacén y potencialmente todo el hospital, ya que el muy estúpido gritó.
Mi primera reacción es ir a la entrada, y allí me encuentro con los demás.
—Vaya manera de cagar todo Tony —irrita Sean, y los gritos ahogados ser los infectados empiezan a abatir el lugar.
—El juego de la culpa para después —indico—, vámonos.
Nuestros pasos pareces galopes dentro de las paredes del hospital, y en cada pasillo en que volteando nos encontramos con infectados atraídos por el escándalo que generamos.
Las escaleras de servicio están frente a nosotros y los infectados viniendo de todos lados, Álex logra llegar al ser el más rápido de nosotros, y se va directo a los infectados para enfrentarlos y darnos tiempo. Los chicos empiezan a bajar, y en un intento por ayudar a Álex voy a la derecha y detengo a dos infectados aunque una vez veo frente a mí el grupo que se acerca optó por la retirada. Me doy vuelta y veo a Álex y la horda que se acerca. Lo tomo del cuello de la camisa cosa que puede ser una mala idea en cuestión porque podría golpearme, y casi lo hace, pero lo detengo y una vez me ve corremos a las escaleras, donde del otro lado los chicos nos esperan.
Diego sujeta la manguera contra incendios y aplica la misma estrategia que arriba, pero solo nos dará tiempo. Apenas les da unas vueltas alrededor cuando la puerta se estremece y nos deja ver a varios infectados.
Emprendemos nuevamente la huida por las escaleras, y nos tomamos por seguridad ya que algunas partes de ellas están llenas de sangre aún fresca que nos podría hacer caer, y nuevamente llegamos a la planta baja.
Apenas asomo la mirada varios infectados nos hacen frente el en camino a la salida. Todos nos armamos y avanzamos. Actuamos como si fuésemos un equipo de tácticas especiales, únicamente dependiente de unos tubos de acero y unas navajas de caza de poco 20 centímetros.
Álex es uno de los más intrépidos y salvajes, saltando y golpeando a los infectados en la cabeza mientras lo cubro asesinando a los infectados cercanos a él. Andrés y Diego parecen estar sincronizados a la hora de abrir el paso, casi como si tuviesen una conexión psíquica. Es desvariante y estúpido, pero su sincronía, es como ver a dos pétalos unidos más que por la misma rama, es como si el viento que los mueve sopla de tal manera que se replican el uno al otro.
Estamos a metros de la puerta, a pesar de ello un grupo de infectados nos detiene, y es alli cuando lo que parece epico en una película lo hacemos realidad.
Diego y yo nos arrodillamos, y los chicos saltan impulsandose de nosotros, y acabando con un gran grupo de infectados, pero quizás no debió ser una de las mejores estrategias. Andrés es preso de uno de los infectados, y Diego corre en su rescate. Al igual que en instituto busco detenerlo, pero esta vez no puedo hacerlo. Algunos infectados logran tomarlo, pero también lo sujetamos y forcejeamos con el grupo de infectados, y la pesadilla empeora al ver como un gran grupo de infectados se aproxima detrás de nosotros.
Andrés los patea, y Diego y yo hablamos con fuerza, pero resulta inútil— Diego, debes soltarlo —declara Nathan.
—No, no lo haré —objeta y lo entiendo, ya que me pongo en su lugar y a Andrés como Ryan—. No lo dejaré morir.
Los chicos me observan y me conocen, saben que en este punto ya lo habría soltado. Los chicos interfieren y me notan de manos y pies arrastrándome lejos del lugar, y solo puedo ver cómo Diego y Andrés se quedan atrás.
Sean y Álex me retiene y arrastran lejos de la entrada.
— Sueltenme maldición —exigo mientras forcejeo por escapar.
—Thomas no puedes hacer nada por Andrés —sentencia Tony.
—No es Andrés, sino Diego. No lo puedo dejar atrás, no como Ryan —reitero—. Sueltenme maldita sea.
Golpeo a Sean y logro escapar de Tony, pero Álex y Nathan aún me impiden avanzar. El ambiente se ve envuelto en un fuerte y ensordecedor sonido. Una explosión, proveniente del hospital. Las ventanas estallan, la estructura se estremece y el fuego envuelve el lugar.
—¡Diego! —gritl en medio de las llamas que envuelven la entrada, pero solo alcanzó a ver como un par de infectados salen dando unos pasos y nuevamente caen muertos.
Caigo de rodillas, y solo puedo ver cómo nuevamente las personas que me importan solo las veo irse, las veo morir, y no alcanzo a hacer suficiente. Las lágrimas no tardan en aparecer, y la frustración y la ira me invaden. Los chicos corren hacia mí y me sujetan con fuerza, y mi intención es luchar, pero termino siendo presa de mi impotencia, lo único que puedo hacer es rendirme, y desahogarme rompiendo en llanto.
Después de unos segundos, y viendo cómo el hospital es consumido por el fuego y las cenizas decido que no podemos quedarnos allí, era posible que muchos —tanto vivos como muertos— pudieron haber visto eso desde cualquier punto de la ciudad, y huimos.
(···)
La casa nos aguarda con todos reunidos en la sala en espera de nosotros en una pieza. Todos saltan de sus asientos en saludarnos, pero Louis es mi prioridad.
—En el cuarto de tus padres —indica Martha.
— ¿Mary, tipo de sangre de tu hermano? —demando.
—AB+ —responde.
—De acuerdo —Saco la bolsa de transfusión y la coloco sobre la mesa—. ¿Algún voluntario? —encuesto mientras preparo la aguja.
—Yo —alega Sean mientras flexiona su brazo—. Y no, no he sufrido de hepatitis, Sida y otra enfermedad similar —se adelanta, ya que imagino sabía las preguntas protocolo.
Limpio el lugar e inserto a aguja, mientras los demás se dedican a ver y él solo arruga la cara al insertar la aguja. La sangre fluye y Ángel se retira ante su hemofobia.
Mientras está en proceso de llenarse acudo al cuarto para ver el estado de Louis. Apenas entró veo su estado y me preocupo al ver su palidez, parece un infectado. Actúo con rapidez y saco la solución Ringer y estoy por admistrarlo, cuando Louis abre los ojos y trata de hablar.
—Trata de no hablar —indico y busco tomar su brazo para buscar una vena, y me aterró al ver su frialdad. Tomo un trozo de goma y lo coloco alrededor de su brazo y presiono, pero Louis se me encima, y allí me doy cuenta que ya no puedo hacer nada.
Forcejeo y logro aturdirlo con un goloe, y me antepongo sobre él clavando mi navaja y matandolo. Observo su cadáver. Andrés, Diego, murieron en vano. Luché solo para ver como el fruto de mi esfuerzo se va al carajo. Voy al baño y me limpio la sangre del cuerpo, pero no puedo hacer nada con mi ropa. Lo único que puedo es verme y ver el cadáver de Louis sobre el suelo, me dirijo a la puerta y retengo todo en mí.
Bajo las escaleras, y para evitar que algo le pase a Sean halo la vía intravenosa de golpe. Los chicos me ven apenas, y eventualmente se dan cuenta de lo que pasó. Huyo de lugar al único lugar que puedo desahogarme, el sauce.
Lo golpeó continuamente, pero como siempre soy quien tiene las de perder, el permanece fuerte, cosa que no puedo hacer. ¿Por qué? Por qué por más que me esfuerzo siempre algo sale mal.
—Thomas ¡Thomas! —enuncia Sean, y es la última persona que quiero ver en este día.
—Vete —exigo sin darle la cara.
—Mira, puedo irme en este momento y dejarte romperte los malditos nudillos, pero no; necesito hablar contigo —reivindica.
Resollo contra preso de la ira y el cansancio, y escucho los pasos de Sean avanzar hacia mí. Apenas está detrás de mí suelto una ráfaga de golpes que el logra parar e incluso toma mis puños y estoy en espera de recibir una patada o cachetada de su parte.
—Entiendo por lo que pasas, porque yo también pasé por eso —confiesa. Me parece un poco inesperado recibir esa clase de palabras de Sean, e incluso no creo que hable en serio ¿el saber por lo que pasó? Por lo que sé él no suele aconsejar a los demás, pero, en estos momentos creo que vale la pena escucharlo, e intentar conectar con él.
Me doy la vuelta y camino a las bancas de concreto para sentarme, y él se sienta a mi lado.
—Sabes que pasaba tiempo mayormente en el Instituto de Cultura después de clases. tomaba clases y cursos de actuación y música —narra—. Un día cambió. Tuvimos que ir a un hospital. La idea no me agradaba del todo, pero al final me convencieron. Era para dar a los niños "risaterapía" en la zona de oncología. La verdad nunca pensé que hubiese algo así, el mundo si que era raro antes, pero en fin. Presenté una actuación, pero digamos que los niños no entendían la profundidad del asunto, o quizá no fui lo bastante bueno, pero para mí sorpresa un chico de 13 años me correspondió. Me dió algunos consejos para la próxima vez, no creí que volvería, no quería, pero por ese niño, me atreví. Me presenté haciendo monólogos cómicos y di un mejor espectáculo, pero un día todo cambió.
Por el tono de su voz deduzco lo acontecido
— ¿El chico murió, verdad?
—Ese día, me desmorone como nunca. Me encerré en una habitación, y después de unas horas me encontraron y hablaron conmigo.
— ¿Y qué hiciste? —interrogo.
—A pesar de estar dolido, al día siguiente fuí, y el siguiente, y el siguiente. Como si fuese una vocación —asegura—. Thomas, lo que trato de decirte es, que se te presentarán circunstancias, y por más que te esfuerces no podrás salvar a todos. Pero lo que sí puedes hacer es luchar por los que aún están a tu lado, en lugar de lamentarte y torturarte mentalmente en las cosas que quizá podrías haber hecho para ayudar a alguien.
«Debo reconocer que cargas con mucho, la comida, nosotros, los suministros, ¿pero cómo te sientes con todo ésto?»
—Sean yo… —pronuncio, y siento la terrible sensación de impotencia que te rodea la garganta, como si te colocarán un alambre alrededor de las cuerdas vocales y las palabras se quedan estancadas—. Trato de hacerme el fuerte con todo lo que pasa, pero no puedo ignorar lo que me pasa —digo finalmente y rompo en llanto—. me duele todo lo que pasa. Perdí a mi mejor amigo, mi familia está desaparecida, y hoy con Diego, Andrés y Louis y… no sé si pueda con todo esto que está pasando.
Me cubro el rostro con las manos. Aún cuando sentía que al decir todo esto e sentiría mejor, siento que todo es peor de lo que ya era.
—Escuchame, por más que sea todo debemos resistir —declara—. Sí, eres humano, pero los chicos te ven como más. Te escuchan, y nos escuchas; te ven como un líder Thomas. Te preocupas por todos por encima de ti, pero crees que pasará si te ven así.
—Perderán la fé en mí —supongo.
Él niega.
—Te van a apoyar, porque tú lo apoyaste —indica—. No creas que no me afectó lo que hicimos en el hospital, sigo pensando en Diego.
—No lo vimos salir, supongo que debe estar quemándose entre los escombros, junto con Andrés —argumento.
—No pienses en ello. Sé que no es fácil ignorar lo que hicimos, yo tendré que vivir con ello, pero tú estás libre de culpa, al igual que con Louis —agrega—. Thomas, se que darías todo por remediar lo que pasó, pero debes dejar que otros te apoyen y te ayuden a librar tus batallas.
Me río ante lo irónico que es este momento
—Sabes, es irónico —resalto—, que hayas sido tú quien hablara conmigo. Esperaba a Tony, o Nate, pero me sorprendió que fueras tú quien…
—Lo sé, te ayudará a salir de tu impotencia y tristeza, siendo uno de los más amargados seres del planeta —comenta, y no evito reírme—. No diré que esto nunca pasó, me gustó en realidad poder por fin entablar conversación con alguien, más si es apoyarte.
—En realidad, es lo que he esperado desde hace mucho.
—Eh, si; bueno debo irme —señala—, veré si puedo ayudar a cocinar, No vaya a ser que Álex cocine.
Sean levanta el puño.
—Lograste abrirte conmigo —destaco y choco el puño con él, algo dolorido, pero no es algo que unas pastillas y descanso pueda arreglar—. Quizá le puedan enseñar a cocinar.
—Puede ser...
Son sus últimas palabras y lo veo irse.
Medito un poco en todo lo acontecido, y hago lo que en mucho tiempo no he hecho. Escaló el sauce, y me siento sobre una de las ramas, miro al horizonte, y quizá haya destrucción a lo lejos, pero por primera vez siento que todo vuelve a cimentarse, reconstruyéndose de a poco, y ese atardecer y este sauce, cobran un nuevo significado: un rebrotar y un crecimiento.