[ale PDV]
Nos encontrábamos frente a mi esposa mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas.
- yo...- dijo con dificultad- No sé qué soy- dijo mientras sus ojos se cristalizaban aún más.
- ¿a qué te refieres?- dijo Lupita algo nerviosa.
- No... saben qué mejor en otra ocasión- ví como ella caminaba hacia la cama pero Lupita la sostuvo.
- dinos- la miró directo a los ojos- ¿porqué de repente todo el cambio en tu persona? ¿Y esos ojos? ¿Y tu cabello?
-¡que me sueltes y será en otra ocasión!- gritó y todo en la cocina salió volando al suelo.
Vi la cara de mi esposa más aterrorizada que la de mi amiga y vi sus ojos rojos brillar tanto como el fuego, supe que era difícil para ella. Se preguntarán cómo sigo a su lado después de saberlo, pero ¿a quién le importa? Tener a alguien como ella de esposa era fascinante y la amaba.
Vi a Arizona salir corriendo hacia la nieve, parecía el único lugar además de mis brazos que la calmaba.
- Amor- dije en un tono suave, no quería alterarla, pude observar por debajo de su nuca unas pequeñas, ¿grietas? Parecían moretones. Luego le preguntaría, ahora estaría para ella, para Paula o para Arizona, no me importaba. Ella era su esencia.
- yo... no me toques- dijo mientras lloraba.
- todo está bien- dije abrazándola y ella se dejó llevar, cerrando los ojos y llorando bajo la nieve.
[lupita PDV]
¿Qué acaba de pasar?
Recogí algunos cubiertos de la cocina mientras seguía en shock.
Miré por la ventana y vi a Arizona llorar en el regazo de Ale, me sentía mal por haberla tomado de esa forma.
- volveré a preguntar después- dije para mi misma y me recosté en la cama.
Escuché la puerta de la habitación abrirse y vi a Arizona y Ale entrando, Ari parecía más calmada y sus ojos volvieron a ser los mismos ojos grises.
- Ari...- dije y ella me miró apenada.
- lo siento mucho Lupita, no volverá a pasar, lo siento en verdad- dijo avergonzada. Yo negué.
- discúlpame tú a mi, te presioné demasiado- Ella bajó la mirada y sonrió levemente hacia mi.
- No te preocupes, te perdono, sólo quieres saber- dijo y se recostó en la cama contraria. Vi como Ale la abrazaba y ella se quedaba dormida.
- igual dormiré- dije y sin ninguna respuesta cerré los ojos.
[arizona PDV]
-puedes correr pero no escapar, Arizona.
- suéltame- dije sollozando y empujándole.
Él sacó su cola y me tomó de la cintura, rodeándome.
- Eres mi hermana.- dijo.
- soy tu hermano, Arizona, tú no perteneces acá, ¿porqué crees que eres tan única y rara? Las personas comunes con este don son nada más eso: comunes. Tú eres sobrenatural.
- tú... no te atrevas- dije empujándole mientras la ira se apoderaba de mi, pero el me tomó nuevamente con su cola de serpiente y tomó mi rostro entre sus manos.
- eres mi hermana. Eres mi hermana menor y como el duque en casa, debo hacer que cumplas lo que viniste a hacer al mundo mortal- yo quité sus manos de mi rostro y sentí que me desmayaba de tanto llorar.
Desperté de golpe y mi esposa me tomó entre sus brazos para calmarme.
- tranquila cielo, todo está bien, yo estoy acá, acá está tu esposa- dijo y una pequeña lágrima cayó a la almohada. Sentí que mi cuerpo volvía a la normalidad y me sentí demasiado relajada.
- yo... te amo- dije para volver a dormir.
[ale PDV]
Su cuerpo estaba más caliente que de costumbre, quemaba un poco si soy honesta, pero nunca le negaría un abrazo.
- shh acá estoy cielo, acá está tu esposa- dije dejando caer una lágrima por el ardor, sin embargo éste desapareció cuando se calmó.
- te amo- dijo levemente y volvió a dormir. La amaba tanto.
- yo igual te amo cariño- besé su hombro y me dormí con ella en brazos, como antes de todo esto, como cuando éramos sólo ella y yo contra el mundo.
[***]
Desperté ya entrada la noche y me levanté al baño.
Entré y pude ver un pequeño colgante en el lavabo.
"Úsalo cuando necesites mi ayuda.
Atte: A.T"
El colgante era con una cadena de oro, adentro se podía observar un pequeño diamante de rubí. Era precioso, así que me lo colgué con una pequeña sonrisa.
Salí del baño y me senté cerca de la ventana viendo la nieve caer.
Podía observar mi reflejo. Aquella chica de ojos negros y pelo oscuro se hacía presente, esa que era yo al menos en la esencia, Paula, Paula y sólo Paula.
Seguí mirando mi reflejo, extrañaba mucho mi vida anterior. Despertar con la única preocupación de qué haría para desayunar o cómo pasaría el día aburrida en casa, si viendo películas o durmiendo.
Ahora todo se había ido, todo menos ella, y yo no iba a permitir que ella se fuera también. Cueste lo que cueste.
Salí de mis pensamientos y volví a verme a mi misma, la chica de ojos cambiantes y de pelo rubio. "Arizona Asthares" escuché en mi cabeza y asentí.
- supongo que sí- me dije a mi misma para regresar a la cama y perderme en el aroma de Ale mientras me quedaba dormida.