Aquella mujer caminaba rápidamente por la oscura ciudad. Ella no iba sola, llevaba a una beba en brazos, ¿qué hacían a esa hora?
La mujer dejó a la beba en un bosque a las afueras, parecía triste, pero no lo suficiente como para arrepentirse de haber tomado esa decisión.
Pasaron las horas y una luz blanca se hizo presente al lado de la pequeña caja.
-bebé, ¿quién te ha dejado acá?-dijo aquella mujer angelical tomando a la pequeña en brazos.
La chica sacó lo que parecía una carta y la abrió
"Lo siento, espero que puedas perdonarme esto, amo a nuestra hija, sólo no sé si podré lidiar con esto.
Para: L."
- eres hija de Lucifer bebé, creo que debo avisar- aquella mujer cerrando los ojos, a su lado apareció aquel hombre temido por muchos mortales.
- Ella estaba en esta caja- dijo la mujer entregándole la pequeña bebé al hombre- tú debes ponerle nombre- sonrió.
Aquel hombre se quedó viendo a la pequeña, la pequeña pudo abrir sus hermosos ojos, unos preciosos ojos grises, los cuales cambiaron al color de un diamante de rubí.
-Creo que sé definitivamente cómo te llamarás- dijo mientras la observaba- Arizona- finalizó, a lo cual la pequeña le devolvió una inocente sonrisa.
-¿porqué hiciste esto, Rebecca?- dijo el hombre para si mismo desapareciendo en la oscuridad de la noche con aquella niña en brazos.
[****]
La chica creció entre dragones, fuego y maldad.
Sin embargo en su corazón solo cabía la bondad y el amor.
-Arizona- dijo una voz profunda e intimidante para cualquiera que la oyera- ¿dónde estás?- aquel hombre se acercó a la chica que practicaba renacer flores muertas.
- acá estoy, papá- dijo reprochando- No necesito que me cuides, ya no soy una bebé.
-Debes irte de acá- dijo el hombre a la chica
- ¿disculpa?- dijo confundida- ¿No te acuerdas de que soy tu hija?, ¿qué se supone que haga ahí afuera?
-debes ir a una misión para nosotros, Arizona, no es porque no seas mi hija. Tienes razón, tienes 18 años, ya eres una mujer- contestó aquel hombre de traje y pelo negro.
-agh okay- dijo dejando aquella flor- ¿qué se supone que debo hacer?- el hombre la miró
- primero que nada, sobrevivir en el mundo de los mortales- la chica iba a contestar pero el hombre chasqueó los dedos y la chica apareció en lo que parecía un parque.
- ¿qué demonios?- dijo empezando a caminar
La chica recordó las palabras de su padre.
-sobrevivir...- mientras lo hacía pudo escuchar a un pequeño perro ladrarle lo cual la asustó de sobremanera.
- ¡Atrás pequeño demonio!- dijo mientras lanzaba pequeñas hojas hacia el perro, el cual salió corriendo de manera juguetona hacia la chica que lo paseaba.
- los perros no son tus favoritos, ¿verdad?- escuchó esa voz femenina- Me llamo Alejandra- dijo y extendió su mano hacia la chica.
- eh... ¿es un perro?- dijo en un susurro y extendió su mano hacia la chica de pelo castaño.- eh... me llamo Paula- dijo y quedó sorprendida con el nombre que dió, ella quería decir Arizona.
- un gusto, Pau- dijo la chica sonriendo.
- eh... igualmente- dijo la chica de cabello negro.
- oye, me preguntaba si quisieras hacerme algo de compañía, la verdad hoy estoy sola y el parque está casi vacío- dijo Ale.
-emm pues claro- dijo Pau sonriendo hacia la chica, ambas se sentaron a ver al pequeño chihuahua correr por el parque.
Las dos chicas se hacían más cercanas cada vez, Pau podía llamarla una buena amiga. Algunas veces cuando Pau se sentía sola, iba a casa de Ale a pasar el rato viendo películas o jugando algún videojuego.
Todo parecía ir bien en su amistad. no sabían que eso cambiaría pronto.
[***]
Me dirigía a casa de Ale, este año en el mundo humano no había resultado tan malo después de todo, había hecho una buena amiga.
Llegué a la casa y toqué la puerta, Ale me abrió como de costumbre y yo entré, buscando el sofá para sentarme. Cabe destacar que mi apariencia me gustaba hasta más que la que tenía ahí abajo. Era una chica linda, tenía mis ojos negros al igual que mi cabello.
Noté un poco rara a Ale, pero no le di tanta importancia ya que a veces se ponía triste, en lo cual yo la ayudaba a sentirse mejor escuchándola.
- oye, ¿estás bien?- dije mirándola- parece que ves un fantasma- bromeé y ella rió algo nerviosa.
- bueno, estoy bien, sólo he tenido un resfriado y ya sabes- dijo y yo no estaba muy convencida de su respuesta- ¿qué te parece si jugamos un videojuego?- dijo y yo asentí emocionada. Estas máquinas de videojuegos eran más interesantes que renacer flores en el infierno.
-he comprado uno nuevo, así que no te sorprendas si te gano- dijo con una sonrisa retadora.
- ni lo pienses- dije de la misma manera y ambas nos sentamos a jugar.
-agh- dije cuando Ale me ganó por quinta vez- me rindo- dije haciendo un reproche y Ale negó.
- déjame enseñarte- dijo riendo y se paró detrás de mi tomando mis manos junto al control. Pude sentir mi cara arder más fuerte que el reino de mi padre, ¿qué rayos me pasa?
- creo que alguien está muy roja- dijo Ale riendo y mirándome. yo bajé el rostro avergonzada.
-debo ir al baño- dije rápidamente y me paré pero Ale me siguió.
- Pau- dijo mirándome a los ojos- ¿qué me has hecho?- dijo después de pensar un rato. Yo la miré confundida y nerviosa.
-¿a qué te refieres?-dije perdida en sus ojos.
-Creo qué hay algo que te quiero decir- dijo acercándose más a mi rostro. Yo podía jurar que mi cara estaba totalmente ruborizada.- pero no sé si lo puedo decir o lo tendré que demostrar.
- ¿qué...- dije en un leve susurro pero sentí como iba acercando sus labios a los míos, paró un poco y terminó de unirlos cuando vió que no le negué la cercanía.
-¿tú...me besaste?- dije algo confundida. Ese beso me gustó.
- ¿necesitas otro?- dijo y yo me perdí en mi mente y sin notarlo asentí. Me volvió a besar.
Podría decir que mi padre se estaría riendo de mi en este preciso momento.
Sentí como la mano de Ale tomaba mi cintura cada vez más fuerte y me llevaba hacia ella. Nada mal.
Yo me despegué del beso, ¿esto está bien entre los humanos?
-¿quieres que pare?- dijo Ale y yo la miré.
- emm, no estoy segura- dije y ella sonrió besándome de nuevo y bajando a mi cuello.
- ¿y ahora?- yo sentía mi cuerpo arder. Era raro. Pero de repente, vinieron a mi mente las palabras del señor Asmodeo.
-"Arizona, no te dejes llevar por la lujuria de los mortales, puede no siempre ser bueno.
- No se preocupe señor, no lo haré."
-No pensé que fuera tan difícil resistirse a esto- dije para mi misma pero Ale lo interpretó para ella.
- ¿no? ¿Y quieres resistirte?- su mano ya me estaba quitando el sostén cuando toda mi fuerza de voluntad como buena hija de Lucifer salió a relucir.
- sí, por el momento sí- dije separándome rápido.- me habían advertido sobre esto.
Tenía miedo de olvidar las palabras del señor Asmodeo por mi pérdida de memoria, al parecer era importante la pérdida de memoria para estar en plena sintonía con los humanos y pasar desapercibido.
- eh yo- dije nerviosa, no podía caminar por los nervios, bufé cuando la cara de Alejandra decía "qué adorable te ves, Pau"- me puse la blusa y salí de la casa.
- si, me gusta mucho- dijo Ale cuando me fui y se metió a la cocina a comer algo.