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Chapter 20 - Diferencia de opiniones

El cielo estaba despejado, horas atrás hubo tormenta pero ahora ni una sola nube se atrevía a posarse sobre aquel resplandeciente marco azul ni si quiera se les pasaba por la cabeza opacar a aquel radiante titán conocido como sol.

Las gentiles brisas otoñales peinaban el cabello lacio de Kevmel, a pesar del pequeño malestar que le provocaba mirar hacia el cielo de repente, ya que la petrificación solo le había otorgado oscuridad, continuó con ello, se estaba evadiendo de la realidad por unos instantes, se lo podía permitir, ningún basilisco lo interrumpiría ahora.

Lentamente dejó caer sus brazos al suelo y apoyó sus manos sobre este, después dio un paseo con la mirada sobre el lugar, las calles vacías, aunque un poco destruidas, mantenían aquel encanto silencioso que caracterizaba a los momentos de tranquilidad, podría simplemente tumbarse en el suelo, nadie lo iba a pisar, era algo sencillo pero aún así sublime.

En una de las rápidas escapadas de su mirada se topó con un gran edificio, tenía un estilo de arquitectura simple, pero las cenizas y la sensación de humedad le daban un ambiente melancólico, pudo haber perecido contra un monstruo tan sumamente imbécil, ya nada de eso importaba, la victoria era suya y se había fortalecido, recordó que aquel era el edificio en donde Aisha había generado el sol ilusorio y se le ocurrió levantar un poco más la vista, entonces la vio.

Desde las alturas, con un ojo cerrado y postura de jugador de baseball Aisha sostenía el brebaje en posición de lanzamiento.

—¡Tranquilo Kevmel terminaré con tu sufrimiento!—Declaró al mismo tiempo que se preparaba para lanzar.

—Ya no estoy petrificado—Dijo en voz alta pero no irritada.

La kitsune se tomó su tiempo para apreciar lo que su compañero le había dicho, ciertamente no parecía petrificado, se movía, hablaba, se enfadaba, incluso se tocaba la cabeza en símbolo de jaqueca, eso no podía ser obra de una estatua, no cabe duda.

Aisha abandonó su profesional postura, guardó la poción y desapareció del rango de vista de Kevmel, había ido al otro lado del edificio para poder bajar desde el mismo lugar que había subido, parecía ser lo más seguro, Tyler podría haberla ayudado, pero en esos instantes estaba preocupándose porque Oda no desfalleciera.

El mundo se había parado por unos instantes, ¿La victoria era siempre así? Quizá solo cuando te estás jugando algo muy importante, finalmente Kevmel se decidió por terminar con sus momentos de paz, habían ganado la batalla, pero no la guerra, quedaban muchos bandidos de los que encargarse y estos a pesar de no ser tan resistentes o feroces como un basilisco tenían artimañas y una inteligencia superior a la de una bestia.

El nigromante se alzó y comenzó a caminar hacia Pnicas y Tyler, o por lo menos eso parecía puesto que cuando pasó por el frente de ellos los ignoró de forma olímpica, avanzó un poco más hasta quedar de lado al lugar en donde se había caído el hombre que había estado reteniendo al basilisco.

El sujeto estaba pálido y temblando además adoptaba una posición de lobo herido que por más que lamiera sus heridas no sanaban, Kevmel se paró a pensar, el no conocía ningún hechizo curativo, podría acabar con su sufrimiento y levantarlo como un no muerto, pero eso no era una opción válida.

—Tyler—Enunció sin apartar la vista del hombre malherido.

—¿Qué sucede?—Respondió sin para de observar a Pnicas.

—¿Conoces algún hechizo curativo? ¿O eres de esos paladines sin magia?

—Me temo que no conozco hechizos curativos ni tengo forma de curar a nadie, por el momento, creo con algo más de tiempo y poder debería de poder hacer ese tipo de cosas.

—Hm... Con que así está la cosa.

—¿Tú no puedes sabes hechizos curativos?

—Soy un nigromante, como los no muertos no pueden ser afectados por estos nunca me preocupé en aprenderlos, primero quería tener bien preparado un ejercito, después seguramente aprendería sobre los conocimientos oscuros y conseguiría alguna forma de tener poderes curativos para ellos, nunca pensé que me vería en esta situación.—Explicó sin tapujos.

—Vaya, eres de ese tipo de mago.

—La vida a veces es dura.

—Si, pero lo único más duro que la vida es el pan duro, eso es muy fastidioso y un desperdicio, una vez escuché sobre una leyenda de alguien que logró hacer helado de pan, por lo tanto así como el pan la vida se puede moldear de formas muy variadas para obtener un nuevo resultado, diferente al original pero útil—Añadió Aisha que parecía haber aparecido de la mismísima nada.

—¿Lo haces a propósito verdad?—Declaró Kevmel con un tono melancólico pero manteniendo su rostro estoico.

—¿A quién estás mirando?—Ignoró las palabras de Kevmel al mismo tiempo que movía sus cola de lado a lado.

—En fin.... Es el compañero del tipo que vimos antes, el se encargó de mantener a raya al basilisco hasta que llegamos nosotros.

—Ah ya veo, ¿Tenéis forma de sanarlo?

—No—Respondieron Kevmel y Tyler al unísono.

—Bueno, todavía me queda una de las pociones que nos dio Eufrasio, la iba a gastar en Kevmel, pero como ya está bien podría usarla en ese tipo.

—Eso....—Observó al malherido hombre, no quería gastar la última poción que tenían de no ser necesario, pero lo que había frente a él era un moribundo—Supongo que valdrá.

La kitsune se encogió de hombros ante el rostro reflexivo de su compañero, se acercó junto a él sacó la poción y se la dio de beber al malherido sujeto, los tembleques cesaron, sus heridas cerraron en el mismo instante que ingirió la poción y después de eso comenzó a toser de forma vasta. Procedió a revisar sus alrededores ahora que más o menos había regresado de la semi inconsciencia, le dolía mucho la cabeza así que mantuvo su mano izquierda apoyada sobre esta, tardó poco tiempo en ver que la enorme criatura había sido cazada y que sus cazadores eran quienes lo habían ayudado.

—Ah—Gruñó con voz ronca—Es una lástima que las pociones no te devuelvan de inmediato la sangre al cuerpo.

—¿Lo hacen?—Preguntó la kitsune con curiosidad.

—No realmente, gracias a sus propiedades estimulan la generación de la sangre de ser así necesario, primero te cierran las heridas para que no se pueda escapar el nuevo líquido y luego se ponen manos a la obra—Explicó Kevmel.

—Tiene razón y ahora me siento peor que de resaca—Declaró con un tono de molestia.

—Hablas de forma bastante tranquila para haber estado a punto de morir.

—La bestia está en el suelo y vosotros parecéis con bastante energía.

—Supongo que es cierto.

—Preguntadle porqué estaba aquí solo contra el basilisco si su compañero está al otro lado—Gritó Tyler desde su posición.

—No grites tan fuerte por el amor de lo que más quieras—Musitó Pnicas.

Tras la sugerencia de Tyler unos cuantos pensamientos cruzaron por la cabeza de Kevmel y Aisha, aquel hombre tenía un compañero el cual estaba bastante seguro de la función que se suponía estaba desempeñando peor en realidad de no ser por ellos al final se le habría agotado el poder mágico o habría perdido las fuerzas para sostener su bastón, en cualquiera de los casos habría sufrido un destino aciago.

—No me miréis con esas caras, veo que estáis sacando conclusiones precipitadas—Dijo al mismo tiempo que se limpiaba el polvo de las ropas y se ponía en pie.

Las miradas a veces dicen más que las palabras y ese hombre tenía la sensación de que sus rescatadores pensaban que lo habían abandonado a su suerte para dejarlo morir, el motivo no está claro, pero el basilisco era una amenaza capaz de reclamar una escasa porción de la ciudad como su territorio hasta que llegara un grupo para aniquilarlo, que solo hubiera ido aquel sujeto era sospechoso, quizá era un ajuste de cuentas o una trampa, quizá el era un criminal y habían preferido abandonarlo o quizá el criminal era su compañero que quería deshacerse de él sin importarle que el basilisco continuase con sus infames actos, demasiadas conclusiones, necesitaban preguntar.

—Entonces, ¿Te importaría explicarte? Señor....—Alargó la palabra señor indicando claramente que esperaba a que revelara su nombre.

—Jaigur, Moten Jaigur—Respondió a la pregunta sin interrogante.

—Que nombre más raro—Dijo la kitsune con los ojos entrecerrados.

—¿Perdón?

—No le prestes atención, vamos al punto ¿Qué hacías solo contra el basilisco?

—Bueno, mi compañero y yo habíamos venido con el objetivo de derrotar al basilisco para sacarnos un buen dinero, unas monedas extra nunca vienen mal, y se lo que estáis pensando, no, no me quería dejar solo para sacar el solo la recompensa, somos compañeros desde hace mucho tiempo y un basilisco no es algo de lo que se pueda hacer cargo solo, además no tendría sentido que viniera con otras personas después de mi muerte, al final tendría que seguir repartiendo el dinero, puede que incluso con más de una persona—Explicó con cansancio—lo que ocurrió fue que queríamos tenderle una trampa al basilisco, no destacan especialmente por su inteligencia, yo iba a cegarlo y después mandaría una señal con un hechizo de bengala, son de nivel bajo y bastante útiles en estas situaciones, el problema fue que cuando iba a lanzar el hechizo sentí un disparo en mi brazo derecho, luego otro en el izquierdo, de alguna forma mi poder mágico fue drenado y sin fuerzas para lanzar el hechizo y con mi sangre cayendo a borbotones no podía permitirme detener la luz, esas criaturas adoran la sangre caliente y no son precisamente lentas, por suerte llegasteis muy rápido después de que sucediera eso—Dijo sin detenerse ni por un segundo.

—¿Cuánto tiempo es ´´rápido´´?

—De unos 5 a 10 minutos.

Suficiente, eso era suficiente para explicar el porqué su compañero no había ido a ayudarlo, no había pasado suficiente tiempo como para comenzar a preocuparse, lo único que extraño era el hecho de que Jaigur decía haber sido disparado, ciertamente lar heridas de sus brazos no parecían hechas por un basilisco sediento de sangre, sería más creíble si le hubieran arrancado un brazo, deberían de investigar sobre ellos más tarde, seguramente le preguntarían a alguien de autoridad como Ueror.

—Muy bien, entonces, ¿Qué harás ahora?

—Bueno, ya os habéis cargado al basilisco así que no tengo nada más que hacer por aquí, si fuera un poco más mezquino iría al gremio de aventureros y diría que quienes se han encargado de esto somos mi compañero y yo, pero no busco problemas con un grupo que puede derrotar un basilisco y no presenta heridos.

Sus palabras eran atrevidas pero iban cargadas de sinceridad, estaba hablando sin tapujo alguno.

—Comprendo, entonces márchate si has terminado.

—Eso haré—Comenzó a caminar hacia el mismo lugar por el que ellos habían llegado—Por cierto—Dijo sin girarse—Si necesitáis algo de ayuda o información podéis recurrir a mi o a mi compañero, se llama Blance, tan solo id a cualqueir taberna, somos más o menos conocidos—Tan rápido como terminó con sus palabras desapareció de la vista de sus salvadores.

Al mismo tiempo que eso ocurría Pnicas se alzaba de su letargo, continuaba adolorido, pero las pociones eran en verdad algo milagroso.

—¿No deberíamos de haberle pedido algo más?

—Eso sería extorsión—Respondió la kitsune.

—¿Por qué? Salvamos su vida y probablemente la de su compañero, el habría acabado acercándose.

—Eso es más o menos cierto, pero el mantuvo quieto al basilisco al inicio de nuestro combate, si esa cosa se hubiera abalanzado contra nosotros no se lo que hubiera pasado.

—¿Habías estado mirando desde la cima del edificio nuestro sufrimiento sin hacer nada?—Preguntó con algo de indignación.

—El pequeño sol ilusorio que cree necesitaba su tiempo para materializarse.

—Hm... Supongo que tienes razón pero-

—¿No deberías de ir por Stuart?

El caballero no se tomó el lujo de responder y se fue corriendo directamente, había dejado a Stuart con ese tal Blance y si bien él era una criatura inteligente y razonable no opinaba lo mismo del otro ser, sin duda fue un error dejarlo solo, pero.... ¿Quién más podría haber apaciguado a aquel aventurero molesto?

—¿Qué deberíamos de hacer ahora?—Preguntó al aire, casi como si solo fuera una manera autoimpuesta de hacerse pensar.

—Deberíamos de avisar de esto, apuesto a que la gente nos ayudará, puede que incluso el panadero nos haga precio—Argumentó con ansia.

—Que así sea, pero el cuerpo se queda aquí, lo necesitamos.

—¿Cómo dices Kevmel?—Estaba atónito, un pensamiento vago había cruzado su mente y no le gustaba lo que se estaba acercando.

—Los bandidos son como una pequeña plaga, hay muchos de ellos, se esconden, destrozan el medio y encima hay bastantes repartidos por todos lados para colmo nosotros somos solo 4 contando al perro infernal, pero.... ¿Y si tuviéramos una forma de acabar con un gran número de bandidos y destrozar una de sus bases para desorientarlos? ¿Y si tuviéramos un conejillo de indias que atravesara todas las trampas y artimañas con pura fuerza y sin quejarse?—Sonaba cada vez más tenebroso.

—No te sobreestimes, nigromante—Respondió con fiereza—Los de tu calaña siempre tendéis a hacerlo, puedo sentir tu poder mágico y también tengo ojos para ver esa pila de huesos—Señaló al lugar donde el basilisco había despedazado al no muerto invocado—Quieres más de lo que puedes controlar y todo porque un cuerpo inerte se ve más fácil de controlar al principio, pero no creo que estés al nivel.

—Ja....—Rio audiblemente—Suenas como ´´ese´´ tipo de paladines, no sabes como funcionan los conocimientos oscuros y es por eso que te molestan, porque no los comprendes ¿A qué dios le rezas tus plegarias? ¿Es acaso al de la vida? Los no muertos tienen sus beneficios e incluso el paladín más puro puedo saber eso, lo que hay ahí tirado es el cadáver de una bestia sin capacidad de raciocinio, nadie se sentirá ultrajado si lo tomamos.

—Te equivocas en lo que dices, se como funcionan los conocimientos oscuros y por supuesto que se como se les saca la utilidad, el problema es que esto puede salir mal, un paso en falso y levantarás al basilisco como un no muerto, si, pero no será un no muerto a tu servicio.

—Ese mi alado compañero....—Dijo a la vez que se movía hacia el basilisco—Es el único punto en el que te equivocas.

—No lo permitiré—Empuñó su lanza en dirección a Kevmel a la vez que comenzaba a acercarse.

—Estás por cometer una estupidez.

—Podría decir lo mismo.

Entrecruzaron miradas, eran frías y duras pero al mismo tiempo ardían con la ira de mil infiernos, era choque de ideas más allá de ideologías, llevado al siguiente exponente, llevado a la lógica y a la aplicación, llevado a la probabilidad, ¿Quién tenía razón? Kevmel estaba bastante seguro de sus acciones y no era un iniciado en la nigromancia, por otro lado Tyler tenía experiencia erradicando el mal que azota a los más débiles, por lo tanto podría haber sido testigo de situaciones similares, formidables enemigos que en situaciones desesperadas recurren a su última baza para luego darse cuenta de que la tan vanagloriada carta del triunfo se puede volver en su contra por falta de control.

En mitad de este choque Aisha se coloca en el medio de los compañeros enfrentados y comienza a tirar a ambos de sus ropas para llamar su atención, tardan un poco en responder, pero finalmente le prestan atención, entonces la kitsune alza sus brazos en símbolo de que quiere que la levanten para estar a su altura, Kevmel se cruza de brazos per Tyler que es un poco más amable decide levantarla, entonces ocurre lo inevitable, sin compasión alguna y estando a la altura necesaria Aisha mueve sus dos manos soltando dos poderosas bofetadas en las caras de los enemistados.

—Suficiente palabrería, me estoy cansando, he consumido mucho poder mágico como para estar perdiendo el tiempo, esto se me está haciendo más largo y tedioso que un día sin pan, ¡Tú!—Señaló a Tyler directamente causándole una gran impresión—Tienes un par de alas muy bonitas, si esto se sale de control puedes agarrarme y salir volando, Pnicas sabe correr, luego si nos preguntan podemos decir que Kevmel se volvió loco, suele ocurrir, esta ni siquiera era nuestra misión así que no les dolerá mandar a alguien más a encargarse del resultado, ¡Y tú!—Se giró y señaló a Kevmel el cual la estaba mirando con una mezcla de interés y extrañeza—No sé que te ha dado de repente por los basiliscos, creía que eras alguien más de camareras, pero si luego te sale mal no dudaremos en abandonarte—Terminó sentenciando.

Kevmel y Tyler se miraron entre ellos, luego ambos miraron a la kitsune que seguía en los brazos del ángel, suspiraron y asintieron.

—Inténtalo pues, nosotros nos alejamos un poco.

—Perfecto, tomad toda la distancia que necesitéis.

—Todavía no.

—¿Huh?—Dijeron ambos con intriga.

—Daos la mano.

—¿Perdón?

—¿Cómo dices?

—Daos la mano o me invitáis a 20 panes.

—Ah....—Kevmel no sabía que decir.

—S-supongo que no hay otra opción—Tyler pasó a sostener a Aisha únicamente con su mano izquierda, utilizó su brazo como un gancho para que no tener que sostenerla de forma complicada después extendió su mano derecha.

Kevmel suspiró, colocó su mano izquierda en sus sienes y con la derecha estrechó la de Tyler, para cuando Aisha asintió con la cabeza el ángel pudo alejarse sin problemas.

Estando solo le echó una mirada rápida al basilisco, comenzó a devorar a su objetivo con la mirada, jamás había tenido ese tipo de espécimen a su alcance, en tiempos pasados participó en rituales grandes junto a muchos compañeros de estudios similares para levantar todo tipo de entes siniestros, el basilisco no se asemejaba a ninguno, pero era algo grande y tenía que hacerse cargo el solo.

Sintió como su corazón palpitaba, emoción y nervios lo carcomían desde las partes más profundas de su ser, posicionó su mano izquierda en el pecho, era veloz, más veloz que el sonido del galopar de un semental en su mejor momento, estuvo a punto de detenerse, el sentimiento había comenzado a abrumarlo, pero entonces lo recordó, estaba maldito, maldito por un diablo de poder inconmensurable, daba igual lo que ocurriera en esos instantes, pasara lo que pasara su futuro era oscuro, el nigromante se sonrió, entonces escuchó una risa viciosa y siniestra, una que hace retorcerse a la voluntad de los más valiantes.

—¿Te lo pasas bien?—No obtuvo respuesta alguna—Ya veo.... Muy bien, entonces limítate a observar porque tu marioneta va a hacer algo digno de ver.

Tras esas palabras dejó de agarrar su pecho y colocó ambas manos sobre un costado del cuerpo sin vida del monstruo, cerró los ojos y se quedó en completa calma, en escasos segundos comenzó a recitar algo en un idioma antiguo puede que olvidado por las arenas del tiempo o prohibido por aquellos que prefieren olvidar antes que volverse locos, lentamente abrió los ojos, eran completamente negros, grandes borbotones de brea negra comenzaron a caer sobre el basilisco hasta consumirlo en el interior de una esfera oscuro en la cual también se encontraban las manos del nigromante, las sombras comenzaron a acrecentarse a medida que empezaba a gotear, la esfera estaba desapareciendo, el basilisco volvía a ser visible y con él las manos de Kevmel, estas estaban temblando, las separó sin mucha prisa y las observó con cara de satisfacción, se tomó su tiempo para inclinar hacia el frente su mano derecha y juntar sus dedos pulgar y medio, en el preciso momento que los juntó chasqueó sin hesitar ni por un segundo.

—Levántate.

Los restos de brea negra desaparecieron y el basilisco se alzó de forma majestuosa, sus ojos ya no brillaban en un resplandor azul como antes, ahora eran grises y estaban cubiertos por tinieblas, en su interior aquel lugar donde alguna vez estuvo su alma era invadido y consumido por oscuridad para luego ser reemplazado por una sombra de lo que fue, la bruma lo rodeaba todo y la brea lo inundaba, un sirviente de la oscuridad, un ente no muerto un ser quien no posee sed de sangre sino sed de miseria, una calamidad, una aberración para la luz, ahora era un no muerto.

—Presenta tus respetos—Pronunció de forma imponente a la vez que señalaba a Tyler y Aisha a la distancia.

En respuesta a la orden el basilisco agachó la cabeza, ante esta situación Tyler y Aisha comenzaron a acercarse.