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Chapter 21 - La persona oculta

La criatura había sido consumida por las tinieblas, cada parte de su interior antaño quemada e invadida por las llamas renacía como una sombra de lo que fue, se había transformado en un títire cuya alma no tenía permitido abandonar el cuerpo y su espantoso titiritero se encargaría de manejar los hilos que presionaban con fuerza hasta el último lugar más recóndito de su espíritu.

Ahora estaría condenado a la podredumbre, el calor de los centelleantes rayos de sol ya no le afectaban en lo más mínimo, finalmente se había vuelto más frío que su sangre, ahora ya daba igual cuanto rugiera o rogara, era preso de una maldición y aquel que la había orquestado tenía su alma bien sujetada en el lugar más recóndito de aquel cuerpo sin vida.

Sin posibilidad alguna de negarse o huir cumplió con su primera orden, agachó la cabeza en dirección a dos criaturas que se estaban acercando, todavía podía recordarlas, si.... Aquella que era una hembra se había encargado de engañarlo de la forma más cruel vil y despiadada, había generado algo tan benerado por los de sangre fría y tan ignorado por los de sangre caliente qué casi le hace perder la razón, con el otro había tenido una relación más corta pero sin duda más frenética, el le había empalado uno de sus valiosos ojos, ya no podría petrificar nunca más, pero por suerte a pesar de haberse convertido en una marioneta había recuperado su visión, no se explicaba como, pero lo había hecho.

Entonces algo cruzó por su mente, pensamientos, no eran complejos, pero desde luego no eran simples, estaba analizando la situación, la estaba comprendiendo pero más importante, estaba entendiendo lo que le decía el hombre de piel pálida a la perfección y lo estaba cumpliendo son rechistar ¿Qué había ocurrido? Era casi como si todavía estuviera ahí, por lo menos su esencia, podría haber tratado de dar el siguiente paso al mundo de las ideas y reflexionar sobre su situación, pero las criaturas comenzaron a hablar y a diferencia de tiempos anteriores podía entender su lenguaje.

—Es sorprendente.... Lo has logrado doblegar—Fueron sus primeras palabras al ver al basilisco.

—El ritual era extraño, pero parece que Melbin se ha podido reincorporar—Dijo con tono juguetón.

—No se llama Melbin—Contestó el nigromante con bonaire, el ritual había sido un éxito y las posibilidades de que se enfadara eran diminutas.

—¿Ah no? ¿Entonces como se llama? ¿Carsi? ¿Antonio? ¿Abstononte? ¿Piñaman?—Preguntó sin descanso rozando lo frenético.

—No tiene nombre, los no muertos no tienen nombre, o por lo menos la mayoría de ellos—Las últimas palabras fueron cargadas de nostalgia.

—Veo que estás de buen humor, así que me parece un buen momento pra aprovechar y pedirte algo—Argumentó con total descaro.

—Hm.... Quizá tengas razón en lo primero, pero no aceptaré cualquier tontería, habla si es lo que deseas pero que tus palabras no sean ridículas—Respondió con vehemencia.

—Graaaciias—Alargó exageradamente—Verás, lo que dijiste antes sobre el dios de la vida es más o menos cierto, yo sirvo en un grupo de ángeles redentores es cierto, pero todos estamos con el mismo dios, no has tenido tiempo de escuchar sobre él, pero te adelantaré que su nombre es Vastos y lo conoces por muchos nombres.

—¿Y eso a qué viene? No me digas que quieres que me disculpe.

—Para nada—Sonrió.

El basilisco escuchaba con atención todas sus palabras, se estaba adecuando al lenguaje a una velocidad de escándolo y aunque no podía hablar ni unirse a la conversación era interesante escuchar, o por lo menos eso pensaba ahora, también pensaba que su comportamiento podía estar siendo influenciado por la maldición de la no muerte.

Algo que le planteó especial curiosidad fue aquel nombre mencionado, Vastos, en su vida había visto muchas cosas y oído otras cuantas y su ahora no vida le revelaba los misterios que no había podido entender, más aún, los relacionaba con otros conocimientos que no recordaba haber adquirido, quizá el lazo con aquel nigromante le estaba proporcionando parte de su conocimiento.

Volviendo a su interés, aquel nombre, Vastos, lo había escuchado en contadas ocasiones, en 3 para ser exactos siendo esta la tercera, en la primera hablaban de Vastos el rey benévolo y en la segunda de Vastos el dios malévolo, había mucha historia detrás de esos adjetivos y títulos pero lastimosamente el basilisco no la conocía, lo que si que conocía era otra cosa.

Los basiliscos y los dragones tienen por lo general relaciones de vasallaje en las que normalmente un basilisco o grupo de basiliscos le piden a un dragón vivir en su territorio a cambio de servirlo, lo más normal es que el dragón sea rojo debido a que sus alrededores se transforman gracias a su presencia en lugares con mayores temperaturas y otras características un tanto más profundas, el basilisco estuvo alguna vez en el territorio de un poderoso dragon rojo anciano el cual quiso reclamar una ciudad entera como su territorio, lo habría logrado de forma muy sencilla de no ser porque un ángel le advirtió de que Vastos el dios malévolo no estaría contento de saber que el dragón mantenía su deseo de conquista después de tanto tiempo, entonces el dragón se retiró sin rechistar, no dijo nada, no quiso hacerlo, tuvo miedo, miedo de alguien que ni siquiera estaba presente, el basilisco ahora podía comprender que ´´Vastos´´ no era una palabra trampa que se decía y forzaba a las criaturas, Vastos era más complejo y desde luego no era alguien al que se podía tomar a la lijera ni pronunciar su nombre en vano.

—Verás, nosotros seguimos a nuestro señor y sus ideales y bueno, eso de los no muertos no es algo que podamos aceptar—Tyler observó una mueca en el rostro de Kevmel y continuó rápidamente con sus palabras—Pero no es por lo que te piensas, no es que nos moleste que sean criaturas oscuras, más bien nos molestan otras 2 cosas—Ahora Kevmel parecía un poco más interesado—La primera es que las almas merecen descanso o por lo menos ser guiadas hacia un nuevo lugar, si alguien es alzado como un no muerto su alma queda encerrada y se va corrompiendo poco a poco, manchándola de pecados y cambiando el destino que le habría tocado vivir, estoy seguro de que ahora pensarás en aquellos no muertos que son directamente generados y no necesitan de almas encerradas ni esas cosas, pues bueno, eso nos lleva al segundo punto, un ser sin alma destinado a la nada y con un único objetivo del que preocuparse en su existencia efímera y que además es impuesto por otra persona es un crimen imperdonable, es jugar con la vida y la existencia de una forma cruel, nuestro señor es muy compasivo tanto que puede llegar a sentir compasión por esas criaturas a las que ni siquiera se les permite tener un alma, es por eso que los no muertos están prohibidos dependiendo de la forma en la que se generen, hay ciertos rituales, magias, sellos, bendiciones.... Que pueden dar mucho juego, pero lo que acabas de hacer es un crimen y como ángel redentor debería de purificaros tanto al basilisco como a ti—Su mirada se tornó afilada—Pero puedo pasar esto por alto, solo por un tiempo puesto que ahora buscamos un bien mayor, lo único que te pido es que una vez hayamos completado la misión deshagas a esa criatura, su alma todavía podría encontrar su verdadero camino.

—Suena como delirios que solo podrían decir 3 tipos de dioses, uno que sienta demasiada pena y quiera un mundo feliz y fantástico—Dijo con sarcasmo en su voz—Otro que quiera hacerse ver muy bien y por último alguien que en verdad comprende las artes oscuras de una forma curiosa.

—Más allá de las blasfemias quiero conocer tu respuesta.

—Muy bien.... Supongo que podría hacerlo, pero te aviso de que me vas a tener que compensar, no tengo pensado perder esta gran adquisición así como así.

—Está bien, buscaré la forma de compensarte, al fin y al cabo eso de ahí es el fruto de un gran esfuerzo, así que lo respeto.

Kevmel y Tyler no necesitaron estrecharse la mano, la molestia en la voz de Kevmel y la compensación que había pedido le bastaban a Tyler para darle un voto de confianza, pero... Aún estando tan convencido había alguien que no pensaba como Tyler, el basilisco estaba explotando en una emoción que su nuevo yo no podía mostrar, su rostro no se lo permitía, en cada uno de los recobecos de su mente se escuchaba como gritaba exaltado ´´¡Mintió!´´ todo esto acompañado de carcajadas tenebrosas.

Mientras todo aqullo ocurría, Aisha que no quiso meterse en medio de las negociaciones de sus dos compañeros comenzó a seguir el rastro que había dejado Pnicas, con todo el polvo que había por el suelo era fácil diferencias las pisadas del caballero, realmente no le hacía falta seguirlas, ya sabía a donde se había dirigido, pero de alguna forma era entretenido seguirlas, era como si no conociera nada del lugar y un amable desconocido se hubiera encargado de dejar un rastro que la llevaría a algún sitio nuevo para explorar.

La kitsune caminó furtivamente, a veces aceleraba el paso, otras lo detenía por completo, en alguna ocasión escuchaba el gentil cantar de los pájaros o era recibida por las repentinas brisas, todo a su alrededor se había transformado en un mundo diferente, el sonido del silencio acompañado por casas que podían estar destruidas o impecables le añadía un aire de misterio, en mitad de toda aquella parafernalia inventada Aisha escuchó como una de las repentinas brisas cerraba de un plumazo una puerta que había estado abierta.

Léntamente giró su cabeza en aquella dirección, inspeccionó el perímetro con la mirada para luego dar un salto en el aire y rodar en dirección a unos arbustos cercanos a una farola, desde su escondite comenzó a acechar dicha puerta hasta que el viento volvió a abrirla, las visagras y la cerradura no debían de estar gozando de la misma endereza que antaño pudieron tener, debía de ser eso, o quizá y solo quizá un mago oculto se encargaba de provocar este efecto para llamar la atención de los transeuntes y asestarles un golpe crítico en el momento menos previsto, desde luego también podía ser eso, una maldad tan grande no podía quedar impune, la cazadora/detective/inspectora Aisha se armó de valor y en el preciso momento que se volvió a abrir la puerta hizo la carrera de su vida en contra reloj, estando ya muy cerca de la casa decidió dar un salto, según sus conjeturas a la puerta todavía le quedaba un poco de tiempo para ser empujada nuevamente, pero un mago tiene muchas artimañas y trucos así que no podía confiar en que no le cerraría la puerta en la cara, por suerte su astucia fue recompensada y entró sobradamente.

Lo primero que vio en el interior de aquella casa fue un largo pasillo, inmediatamente relacionó aquel lugar con una de las típicas casas rurales que había visto antaño, no era exáctamente igual puesto que presentaba unos cuantos rasgos más modernos pero se parecía bastante en esencia, lo que diferenciaba aquel lugar principalmente de otros eran los materiales de construcción, mientras que una casa de las que recordaba tenían sobretodo madera y roca, por no decir que no habúia nada más a excepción del material de los muebles, la que se le presentaba ahora tenía un suelo de madera fina similar al parqué, unos buenos pilares hechos de un material desconocido para la kitsune y a priori por lo que podía ver desde donde estaba unos muebles más refinados.

Envuelta en sigilo Aisha se decidió a revisar todo lo que tenía a su alrededor antes de seguir avanzando, no podía dar el primer paso sin haber comprobado el terreno primero, en una de sus fugaces inspecciones con la mirada encontró una foto metida en un marco, estaba sobre una mesita de recibidor y justo encima tenía un espejo lo suficientemente grande como para mostrar el rostro entera pero nada más.

Con curiosidad agarró la foto y comenzó a revisarla, en ella se podía ver una escena de lo más común para este tipo de fotos, un hombre vestido con un traje gris sentado sobre un gran sillón, sentada en su rodilla había una niña con una sonrisa resplandeciente y a su lado derecho una mujer con una sonrisa igual o más grande que le tocaba un el hombro a aquel hombre con su mano derecha mientras que su izquierda era sostenida por un niño pequeño.

—Una familia aparentemente normal—Concluyó la detective—Pero.... ¿Y si es un engaño? El niño no sonríe demasiado, el hombre tampoco, quizá la mujer es una psicópata que perdió a su anterior marido justo cuando iba a nacer su hija predilecta, negándose a vivir aquella realidad se inició en las artes oscuras y lo revivió mediante un ritual prohibido negándole por supuesto su entrada a los cielos, después de eso recuperó a su amado pero este ya no la quería de la misma forma, le había hecho algo horrible, no cabe duda, es por eso que con ayuda de la magia negra cambió sus recuerdos haciendo que no recordara haber muerto ni haber resucitado, después de eso la mujer gozó de una vida plena pero quería algo más, otro hijo, esta vez un niño, lastimosamente por la forma tan poco ortodoxa que tuvo de resucitar a su marido este ya no podía dejarla embarazada, es por eso que volvió a cambiar los recuerdos de su amado haciéndolo creer que todo este tiempo habían tenido un hijo para después matar a sus vecinos y robarles al suyo mientras este no miraba, cuando todo estuvo completo utilizó sus cuerpos como sacrificio para que nadie los pudiera encontrar y a ojos del público se presentó voluntaria para adoptar al ahora huérfano niño, eso explicaría porqué el niño no muestra una sonrisa tan grande, pero aquí hay algo que no cuadra ¿Por qué el hombre no sonríe tanto? Sus recuerdos debieron de ser afectados... Quizá la mujer falló en su magia y el hombre se dio cuenta de la situación así que sin posibilidades de huir decidió vivir aquella mentira esperando por poder pedir ayuda en algún momento, si.... debe de ser eso—Murmuró mientras colocaba sus dedos índice y pulgar en su barbilla.

Había logrado alcanzar una conclusión en poco tiempo, eso era bueno, pero ahora tenía que encontrar a la psicópata, que la puerta se abriera y cerrara todo el rato debía de ser una estrategia para atraer niños curiosos, aquel que más le gustará lo añadiría a su colección de supuestos hijos, desafortunadamente se había topado con la kitsune equivocada, léntamente para no llamar la atención Aisha comenzó a dejar la foto en su sitio original estaba realizando la tarea con suma cautela, pero de repente ocurrió algo inesperado, la puerta se cerró rompiendo todos los esquemas mentales de Aisha, por lo que había podido observar había un margen de tiempo entre las aperturas y los cierres y ese margen había sido destruido, había sido más rápido de lo habitual, la kitsune abandonó la delicadeza con la que estaba dejando la foto y simplemente la dejó caer para después ir lo más rápido posible al salón, una vez allí se atrincheró detrás de un sofá, el sofá del hombro maldito, este mueble le otorgaba una covertura completa gracias a su reducida estatura.

Los segundos seguían pasando, no había forma de detener el tiempo, lo que eran pequeñas fracciones de tiempo para Aisha se hacían eternidades, cansada de los juegos mentales de aquel mago invocó un fuego en cada una de sus manos y salió de su escondite.

—¡Muéstrate loca!

Pero nadie respondió, un silencio sepulcral inundaba la sala, de no ser porque el basilisco no había causado destrucción por la calle donde estaba situada esta casa en especial habría pensado que todo era obra de una ilusión y se habría dispuesto a destruirlo a punto de pirotecnia, pero no fue el caso, con algo de decepción abandonó el lugar cabizbaja, su cola ya no ondeaba, simplemente era arrastrada.

Una vez en la dichosa puerta en vez de esperar por el aire la abrió ella misma mientras daba un suspiro, avanzó unos pocos pasos y luego cerró la puerta, se decidió a seguir con su camino, pero entonces ocurrió algo que la molestó bastante, la puerta se había abierto de nuevo, al no haber mago involucrado resultaba desagradable ver como algo que había cerrado se abría de par en par, con rabia se giró y volvió a cerrar la puerta, entonces se decidió a marcharse definitivamente, hasta que la puerta se volvió a abrir, esto ocurrió unas 5 veces más, a la quinta le dio una patada y se quedó por 20 segundos mirándola, ya no se habría, debió de haberse sentido intimidada o quizá el aire ahora era más flojo o tal vez había ocurrido el típico milagro de darle un golpe fuerte a algo y que de repente funcione.

Rodeada de aires de victoria, probablemente los que habían estado atormentando a la pobre puerta, Aisha se dio media vuelta y dio un paso, entonces se detuvo, había pisado algo, no era duro tampoco pegajoso, además se había arrugado, con curiosidad levantó el pie y bajo la mirada, era una carta blanca, se decidió a tomarla con las manos y la revisó un poco, no tenía ni firma ni sello, su sed detectivesca volvió a salir a flote y la abrió sin tituvear, sacó el papel de adentro y se decidió a leerlo, estaba escrito con una letra hermosa era algo que jamás había visto, se le cruzó por la mente que tan solo por poder apreciar aquella letra ya había merecido la pena recoger la carta.

´´Buenos días milady, he de decir que estoy grátamente sorprendido, las habilidades que habéis mostrado tu grupo y tú son cuanto menos interesantes, no tenéis nada de poder pero aun así sois capaces de aferraros hasta al último destello de esperanza y surgir de las tinieblas con la victoria en las manos, estoy conmovido, espero que vuestro ahora maravilloso grupo de 5 y yo podamos cruzarnos algún día.... Por cieto milady, no soy una loca roba niños.´´

Un hormigueo comenzó a recorrer todo el cuerpo de Aisha, después alzó sus manos que todavía sostenían la carta al cielo y gritó a todo pulmón.

—¡Si que había alguien!—Acompañó el grito con un salto, un salto de victoria.

Para el momento en que Aisha terminó de celebrar retomó el camino, no tardó mucho en escuchar pasos detrás de ella, quieneslos orquestaban eran sus compañeros, no necesitaba girarse para saberlo, no es como si hubiera aprendido el ruido que hacen, pero las fuertes pisadas del basilisco zombie era algo difícil de imitar y bueno, no todo el mundo se pone a caminar al lado de un monstruo, así que por simple descarte debían de ser ellos, gracias a esta deducción Aisha no necesitó girarse.

—Aisha—Gritó su nombre—Estamos detrás—Concluyó el ángel.

—Aisha la detective no necesita girarse para saberlo—Contesto en voz alta y sin girarse.

—¿Por qué le ha dado ahora por los detectives?—Musitó kevmel dubitativamente.