Allí estaba él, con su mirada despreocupada y su postura errática, balanceando una pluma de un lugar a otro, parecía que ni si quiera le estaba prestando atención a los papeles en los que escribía.
Hubiera continuado mirando a la nada y pensando en muchas cosas de no haber sido la llegada de 3 individuos de aspectos un tanto peculiares y el guardia. Observó la escena de los 3 nuevos entrando a su oficina y al guardia cerrando de puerta con extremo sosiego.
Su mirada cansada sufrió un pequeño cambio al ver como el hombre de ropas más oscuras deba una ojeada a todo su laboratorio, era una reacción normal en los nuevos la cual no se podía evitar, lo que lo sorprendió fue las penetrantes miradas a cada parte de sus instalaciones.
El pensamiento fue fugaz ´´¿Podría ese hombre comprender mi tecnología?´´ En fin, eso no importaba en aquella situación, no demasiado. Su oficina siempre había sido ese lugar que los altos cargos desean visitar pero evitan comprender hasta cierto punto.
El lugar era relativamente sencillo, todo era un gran cubículo de grandes proporciones y con diferentes secciones, a juzgar por donde estaba la estética de la fachada del muro exterior no se veía afectada, la interior ya era otra cosa.
De todas las secciones posibles parecía que ahora el grupo de 3 se encontraba en una especia de recepción, recepción porque la cantidad de maquinas y aparatos era menor con respecto hasta donde les alcanzaba la vista, además había una mesa de ejecutivo con una pila de papeles de un tamaño considerable, por supuesto también estaba el ejecutivo.
El sujeto era un hombre, su pelo era de color azul a diferencia de sus ojos que eran morados, su estatura debía de rondar el 1.75 y las facciones de su rostro no eran para nada maduras, más bien juveniles, en cuanto a lo que ropa se refiere portaba una gabardina blanca unos pantalones azules de un tono oscuro un tanto ajustados y una camiseta negra.
Por último pero no menos importante se podía notar que él era un humano, algo que ni el guardia ni nadie del grupo de 3 era, la parte curiosa del asunto se basaba en su indiferencia, racialmente el era débil y físicamente también, en sus manos solo tenía una pluma y sus ojos revelaban marcas de cansancio y aun así el guardia lo dejó con 3 desconocidos cualquiera.
El chaval suspiró, soltó la pluma en el papel sin importarle que este pudiera llegar a mancharse de tinta, se levantó de su asiento y comenzó a crujirse el cuello.
—Buenas—Bostezó—Soy Kiel y me encargaré de interrogaros de forma intensa para asegurarme de que no sois un peligro—Anunció con total descaro—Vamos a comenzar por lo más sencillo ¿Nombres?
—Yo soy Aisha—Respondió rápidamente.
—Eso no- ¿Sabes qué? Es pasable—El mismo se puso freno—¿Y vosotros dos?
—Ah.... Bueno ya da igual, soy Kevmel.
—Yo Pnicas, Pnicas Ashes.
—Muy bien....—Terminó de estirarse y buscó rápidamente una carpeta en la mesa, después saco un papel de la misma y comenzó a escribir— Con que la señorita Aisha, el señor Kevmel y el señor Pnicas Ashes, ¿Tenéis intenciones de asesinar a alguien o causar algún alboroto?
—Ah no sé ¿Es divertido eso?
—Depende de si te gusta ser perseguida por un comando de élite.
—Por favor no la tenga en cuenta, solo queremos un poco de información y un lugar más formal que el bosque para residir por un tiempo—Dijo de forma sagaz.
Tras esas palabras Aisha hizo una cara de enfado, unas bastante bonita, después invocó un fuego en sus manos y se lo tiró a Kevmel a la cara, en respuesta un pequeño escudo de energía negativa se encargó de solventar el daño, el nigromante miró a la kitsune con desprecio y ella simplemente se puso a silbar mirando en otra dirección.
—Lo dejaré en el apartado de sospechosos, si algún crimen ocurre iremos a veros seguro, segundo punto—Ignoró por completo los rostros desencajados de Pnicas y Kevmel—¿De donde mierda habéis salido vosotros 3? Panda de anormales.
Por un momentos, solo por un instante todos, los tres llegaron a sentires ofendidos, pero luego recordaron que el joven frente a ellos había hecho la pregunta correcta y los había llamado por lo que eran en esos momentos, lo único que pudieron hacer fue torcer sus rostros de forma reflexiva y pensar por unos instantes.
—Un portal.
—Portal.
—Yo aparecía de la nada.
Casi como si de un efecto reactivo se tratase Kiel precipitó el cierre de su ojo izquierdo solo para detenerlo a mitad de proceso, después de eso una lucha titánica entre la voluntad de cerrarlo y el tik comenzó a desarrollarse.
—¿No podíais comenzar por ahí malditos desgraciados?
—Para ser un paladín dices bastantes groserías.
—¿Yo? ¿Un paladín? Soy un científico, además me encargo de los temas de inmigración de vez en cuando, volviendo al tema, ya no soy quien para evaluaros, los verdaderos evaluadores están en la ciudad, le diré a un guardia que os acompañe.
—Muy.... ¿Bien? Supongo.
—Mientras no sea nada raro....
—¿Tiene eso algo que ver con los guerreros espirituales?
—Muy perspicaz señor Ashes, aunque eso de guerreros.... También hay magos, duelistas, curanderos, puedes llamarlos invocadores, caballeros de la voluntad, esperanzados, la verdad da igual.
—¿Entonces....?
—Entonces seguidme.
Después de esas palabras lanzó la pluma y el papel a la mesa, como si no le pudieran importar menos y simplemente salió por donde habían entrado ellos.
Sin mucho remedio ni nada mejor que pudieran hacer siguieron a Kiel hasta unas enormes puertas, estando frente a ellas ninguno pudo evitar tener el mismo pensamiento pero un tanto distorsionado ´´¿Por qué tan grandes? ¿Cuál es la utilidad? Parece un desperdicio, podrían haber hecho otra cosa´´ Al final eso es así según el criterio del arquitecto y el contratista, alguna utilidad ha de tener.
Cabe recalcar que llegaron hasta allí rápidamente gracias a que los pasillos no eran para nada enrevesados y Kiel no vacilaba en ningún momento, ni en bajar el ritmo ni en cambiar de dirección, lo único que diferenciaba aquel lugar del resto del complejo interior eran sus enormes puertas y unas ventanas por las que entraba una luz tenue, si no hubieran tenido el objetivo de cruzar más de uno se habría asomado por las ventanas para ver el exterior.
El científico observo fríamente la puerta, sin ganas de sacar las manos de los bolsillos, se planteó por escasos 10 segundos cual iba a ser su curso de acción y terminó por abrirla de una patada con su pierna derecha, Pnicas sintió la ligera necesidad de preguntar porqué había hecho eso, pero así se quedo, como una ligera necesidad olvidada y perdida, destinada a vagar por la eternidad en su mente.
—Bueno, como no soy vuestra niñera dejaré de acompañaros, solo tenéis que seguir recto, ni derecha ni izquierda, rec-to, así llegaréis rápido al ayuntamiento, au—Tras finalizar con las indicaciones dio media vuelta y se fue.
—Que forma de despedirse tan extraña.
—¿Au no significa otra cosa?—Tanto Kevmel como Pnicas la miraron extrañados.
—Bueno, dijo recto ¿No? Pues será mejor que vayamos ahora.
El caballero comenzó a moverse de forma energética, por otro lado el nigromante hizo una mueca de cansancio y lo siguió regañadientes, por último la kitsune imitó la forma de moverse de Pnicas desde detrás de él, casi como si estuviera jugando a ser un mimo.
Las casas abundaban en los alrededores, la gran mayoría mostraban un segundo piso, el resto parecían ser hostales, las calles eran pedregosas, pero del tipo que puede llegar a molestar el paso, estas estaban bien colocadas, cada cierta distancia se podía discernir una farola y alguna que otra reja de alcantarillado, además la presencia de árboles en la calle era de cierta forma abundante, animales también había, pero o eran mascotas siendo paseadas o se encontraban en el interior de una granja la cual podía ser alcanzada por la vista.
Las carreteras utilizaban un tipo diferente de material para ser bien diferenciadas, la pedregosidad podía ser oscura o de un color marrón blanquecino.
Sin reparar mucho en las personas que los miraban o en los demás detalles del lugar, como que parecía haber menos humanos en la calle que otra cosa, el grupo alcanzó el lugar que se les había sido indicado, una plaza.
Toda la plaza era un rectángulo de grandes proporciones, en cada extremo había una farola y después de un metro diagonal de las mismas estaba el ayuntamiento, la forma de este no era muy convencional que se diga, era como si dos L´s una puesta a la derecha y otra a la izquierda se hubieran unido.
El lugar debería de tener unos dos pisos, eso si no había un subterráneo, pero lo verdaderamente interesante no era la edificación, si no la gente que se encontraba en el centro del rectángulo, debido a la disposición del edificio un rectángulo menor se había originado en el medio, desde allí se conectaba con la calle y podían llegar las personas a presentar lo que fuese.
En una de las puertas que daban al interior del ayuntamiento un anciano de robusta constitución era prácticamente acosado por una mujer aarakocra, una subraza demihumana que se asemeja a las gallinas, un enano vestido con armadura liviana y un doppelganger en su forma normal, es decir un lienzo en blanco, exceptuando por el anciano que portaba unas telas de alta calidad y armadura de placas los otros 3 parecían civiles normales, ropas sencillas de colores claros, con la clara excepción de la armadura liviana.
El grupo suspiró, si querían cumplir con lo que les había dicho Kiel deberían de por lo menos preguntar a alguien y en ese lugar solo estaban esos maniáticos que no paraban de reducir el espacio personal del viejo.
Este hombre anciano tenía una barba y pelo blanco, bastante largos, un parche en su ojo izquierdo el cual mostraba una gran cicatriz, las arrugas y las canas eran visibles, el ojo que todavía tenía visión era de un color anaranjado con tonos morados y su estatura debía rondar el 1.90.
Con su espíritu ardiendo en llamas Pnicas se acercó rápidamente para ayudar al pobre hombre acosado, lo que no se esperó es que el precio por aquel poder de fuego lo haría reducirse a cenizas.
—¿Qué está pasando aquí?—Preguntó implacable.
—¡Noooooo, no puede serrrrr, tiene que hacer algooooo!—Gritaba la aarakocra con histeria.
—Cada uno intenta llevar sus negocios, pero con esos malhechores es imposible prosperar—Decía el doppelganger al borde del llanto.
—Si tan solo pudiera mandar a algún guerrero, solo uno aun que sea—Decía el enano.
Pnicas ignoró el nombre de Ueror y se centró en que habían pasado de él de una manera terrible, esta vez se decidió enfocar en el viejo.
—Disculpe, mi nombre es Pnicas Ashes, el tipo llamado Kiel me ha mandado aquí por algo de los guerreros-
—Oh eso es muy bueno, veo que vienes acompañado, iré a explicarle la situación a tus compañeros, tu encárgate de esta pobre gente.
—Espero yo no he—El anciano desapareció de su vista en menos de una micra—Acabado....
—¡Tuuuuuú! ¿¡Te vas a encargar?!
—Por fin alguien que nos va a ayudar.
—Nuestras plegarias han sido escuchadas.
—Oigan, un momento—La distancia entre él y los 3 protestantes fue cerrada, parecía como si le hubieran pasado una maldición.
Kevmel y Aisha observaron desde la distancia la perdición de su compañero y la repentina aparición del mismo anciano en frente suya, el nigromante solo pudo sentir una cosa nada más verlo, peligro y uno muy inminente, intentó hacer aparecer 4 no muertos a su alrededor, pero sus invocaciones fueron canceladas, el terreno era demasiado puro como para hacer aparecer no muertos.
—Vosotros debéis de ser los nuevos invocadores, yo seré quien os estará dando las misiones.
—Ahm ¿Eso es divertido?
—Ho ho, pero por supuesto, ¿Usted que opina señor hechicero?
—(¿Quién diablos es ese tipo? ¿Así son los paladines aquí? Joder....)¿Qué tipo de misiones?
—Han estado habiendo casos de bandidos, el cuerpo de defensa tiene muchas misiones y apenas podemos encargarnos de estas cosas.