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Chapter 9 - Las hormigas de los gigantes

El anuncio fue hecho de forma rápida y concisa, efectivamente existían las misiones que hacía segundos había mencionado, además sin si quiera preguntar por algún tipo de identificación o nombre el anciano proclamó su diligencia sobre los asuntos a resolver.

Por lo que habían escuchado hacía apenas unos segundos aquel hombre debía de pertenecer al cuerpo de defensa de la ciudad, eso explicaba el porqué 3 personas que parecían ser civiles lo estaban acosando y prácticamente exigiendo ayuda.

La situación se había tornado de alguna forma conveniente para Kevmel y Aisha, pero ambos sabían que esa conveniencia podía desaparecer de un plumazo, sí, suena bastante cómodo simplemente decir que ellos son los refuerzos y que tomarán las misiones, pero la realidad era que ni si quiera lograban ubicarse bien en el mapa, la probabilidad de que Noel le hubiera comunicado a ese anciano algo era ínfima, así que lo que estaba aconteciendo debía de ser una equivocación la cual debía de ser expuesta.

—Discúlpenos mi buen señor—Dijo habiendo tomado una decisión—Pero creo que se está usted equivocando.

—Qué modales—Remarcó la kitsune con gracia.

—La cortesía es un bien muy preciado jovencita—Remarcó el supuesto integrante del cuerpo de defensas—Entonces dime joven ¿Cuál es la equivocación?

—Nosotros vinimos aquí porque nos falta identificación, Noel nos dijo que podríamos solucionar eso en este lugar.

—¿Y no os dijo nada más? No sé.... Algo sobre el espíritu o la voluntad.

—Si, somos guerreros—Comenzó a conectar una serie de puñetazos a Kevmel en la cadera, no dolían, pero sin duda era jodidamente molestos.

La situación era complicada, el nigromante quería quejarse, cerrarle la boca a su compañera o ensordecer sus propios oídos por 2 horas como mínimo, pero cualquiera de las dos opciones era una mala idea, si la silenciaba se arriesgaba a las represalias del anciano y si se ensordecía a él mismo no podría escuchar las respuestas del hombre.

—Ho ho, el entusiasmo no es mal comienzo y sobre lo de antes, si Noel os ha hecho venir y sois guerreros eso significa que el portal nos ha hecho mucho bien a nosotros.

—¿Nosotros?—Preguntó con incertidumbre.

—El bando de los invocadores—Contestó de forma seria—De vez en cuando los portales se descontrolan y traen nuevos individuos, esto es como una gran batida por la gente con talento.

—Pero....—Tragó saliva—¿A qué se debe el descontrol?

—Existe un Dios llamado Suicul, digamos que al ´´Dios supremo´´ le molestaron las conspiraciones en su contra por lo que montó en cólera y ya sabéis lo que pasa cuando gente de esa calaña monta en cólera, la realidad se descontrola y los portales también, pero no estamos aquí para hablar de eso ¿O sí?—Preguntó con una sonrisa.

—Claro que no, me disculpo por las preguntas innecesarias, entonces, como guerreros espirituales y o invocadores ¿Debemos de ayudarlo?

—Bueno, si Noel os ha dejado pasar es porque debéis de haber aparecido en el bosque o en los alrededores, lo que significa que legítimamente estáis en territorio humano, eso significa que podéis aceptar lo que os ofrezco o tratar de uniros a otro bando, el problema es que ese tipo de comportamiento es sospechoso, ahora mismo las opciones que tenéis son quedaros aquí o probar suerte con dioses y demonios, os puedo asegurar que no son amables con los forasteros, menos si han pisado una ciudad humana.

Kevmel fue todo lo perspicaz que pudo, trató de ver engaño en las palabras de aquel hombre, algún indicio por el que le conviniera mentir, pero simplemente no pudo, el encuentro con Zarg hizo de su reflexión algo más sencillo, como bien había dicho el hombre ellos legítimamente podían pertenecer al bando de los humanos, si Zarg los hubiera matado al rechazar su oferta los humanos lo hubieran sabido, ocasionando así más conflictos políticos, teniendo aquella montura encontrarlo habría sido fácil.

Para rematar todo el mundo sospecharía de ellos, gente especial que aparece de forma aleatoria y en lugares aleatorios decide que no les gusta donde han aparecido y marchan por algo mejor, eso es estúpido, los tres bandos parecen estar igualados, además da igual donde aparezcas, te van a tratar bien porque efectivamente eres algo especial ¿Por qué un elegido especial con buen trato y grandes expectativas se iría de su bando primordial? Quizá un fanático lo haría, pero ninguno de ellos parecía ser uno.

Podría haber seguido dándole vueltas, pero los repentinos gritos de agonía de Pnicas lo arrancaron de sus pensamientos, al parecer los civiles eran demasiado para él y terminó por salir corriendo hacia ellos, era como un apestado al que por supuesto iba a seguir la peste, al final dieron gracias porque un hombre de unos 24 años de edad con ropas finas, una alabarda, constitución fuerte, pelo y ojos azules y una altura de 1.85 tomó el puesto de Pnicas.

—¿Entonces qué me decís? ¿Os queréis unir y tomar las misiones?

—No veo porque no, pero a cambio quiero pan—Dijo sin vacilar.

—Agh.... Ciertamente es la mejor opción, entonces acepto.

—¿De qué habláis chicos?—Preguntó un exhausto Pnicas.

—Ho ho, sobre nada en particular, los bandidos están al oeste de la ciudad, podéis comenzar hoy mismo—Tras finalizar con sus palabras dio medie vuelta y comenzó a marcharse.

—¡Un momento!—Exclamó ansioso— Usted es un paladín con un aura lumínica muy fuerte, puedo sentirlo ¿Por qué necesita que gente como nosotros se encargue de ese problema? Usted solo ya debería de valer por más de un ejercito—Esa línea de pensamiento podía ser corroborada por Kevmel quien había visto sus poderes diezmados con la mera presencia de aquel sujeto.

—Bueno.... Supongamos que estás devorando un pedazo de pan como el que pide la señorita, entonces te das cuenta de que unas ladrones están intentando entrar a tu casa, con el pan aún en manos los espantas, el problema es que se van cayendo numerosas migas, es un problema desde luego, pero si sueltas el pan morirás de inanición, dar vueltas de aquí para allá espantando ladrones consume energía, día tras día ahuyentas ladrones, cuando te quieres dar cuenta tu casa está llena de hormigas hambrientas de migajas, la simple idea de recoger todas las migas y sacar a todas las hormigas de sus escondites es tan costosa y tan duradera que para cuando te quieras dar cuenta los ladrones se habrán llevado todo lo de valor y tú seguirás buscando simples hormigas.—Después de esas palabras se alejó hasta las puertas del ayuntamiento, dijo unas palabras al peliazul y cruzó al interior.

—Pelear con dioses y demonios les quita el tiempo para encargarse de simples bandidos.

—Es por eso que necesitan enviar gente como nosotros, un nivel despreciable pero que sin duda puede hacer algo, somos como trampas para hormigas, un momento ¿Eso existe? Oye Kevmel—Lo agarró de la túnica y comenzó a tirar de la misma como si fuera una niña pequeña—¿Existe?

—Estabas diciendo algo realmente interesante, pero tenías que estropearlo. No lo sé.

—Yo si veo una hormiga ladrona la quemo.

—Creo que no has captado el mensaje.

—Si que lo he hecho, ahora bien, ¿Me explicáis que es lo que hemos aceptado? Porque al final seguimos sin identificación.

Las duras e insufribles reflexiones que acecharon la mente de Kevmel fueron explicados de manera bastante sencilla, 5 minutos fueron suficientes, Pnicas no hizo muchas preguntas que se diga, mientras eso ocurría Aisha dio rápidas ojeadas al lugar, en cada parte remarcable del tejado del ayuntamiento había una gárgola, todas bastante bien talladas.

—Por cierto ¿Qué es lo te estaban reclamando?

—Ah sí, esa panda de locos quería que fuese a por los bandidos de inmediato, ni si quiera sabía donde estaban en primera instancia, siento que no se callarían ni debajo del agua.

Las palabras del caballero eran hasta cierto punto creíbles según el comportamiento que habían mostrado el enano, el doppelganger y la aarakocra, lo raro del asunto en aquella situación radicaba en el hecho de que ahora no se escuchaba nada, los gritos habían cesado, lo que es más, cada uno de los mencionados se dispersó dejando solo al hombre de pelo azul.

—Brujería—Dijo incrédulo—¿Los paladines de aquí son capaces de controlar mentes o qué?

—Un momento ¿Cómo sabes que son paladines? Quiero decir, son bastante llamativos, pero podrían ser otro tipo de personas—Kevmel podía imaginarse ya el porqué, pero necesitaba investigar las habilidades de sus ahora compañeros.

—Ah, lo se por su aura, el anciano y el tipo de allí tiene un aura radiante que rezuma poder, son bastante impresionantes, incluso el científico tenía un poco de la misma.

—Aun así.... ¿Los mismos dioses deberían de tener algo parecido no? Un aura lumínica y poderosa—Tendió una ligera trampa de pensamiento.

—La diferencia es que el aura de los dioses es divina, esos tipos tienen un aura de luz y ya está, son como los había llamado Noel, esperanzados—Añadió Aisha.

—Si tan solo pudiera ser siempre así—Susurró para si mismo.

Sin nada más que añadir los 3 se dirigieron hacia el paladín que había logrado disipar a la muchedumbre conformada por tan solo 3 civiles.

Una ligera brisa otoñal acompañó a los pasos de los ahora proclamados invocadores, algunas nubes taparon parcialmente el sol dejando el lugar con tonos grisáceos, un aire fresco y puro hizo acto de presencia, el ambiente se tornó ligeramente más agradable, casi como si los gritos desesperados de los aquejados hubiera bajado junto a la temperatura del lugar, de alguna forma era agradable, antes de darse cuenta quedaron frente al segundo paladín.

—¿Cuáles son las preguntas?—Dijo pesadamente.

—Oh no, nosotros somos los que se van a encargar-

—Lo sé, pero tenéis preguntas ¿No? Para empezar necesitáis licencias.

—¿No eran identificaciones?—Pronunció a la vez que imaginaba las palabras que pudo haberle dicho el anciano a aquel joven.

—Eso sería si fuerais ciudadanos normales, pero sois espirituales, eso os da cierta impunidad política a la hora de investigar los sitios y obtener información privilegiada por así llamarla, consideradlo como una ventaja, eso si, un solo abuso de poder y se retirarán de inmediato.

—Oh, comprendo, entonces.... ¿Qué hay que hacer para conseguirlas?

—Las licencias son imbuidas con magia especial de identificación—Dijo a la vez que sacaba papel plegable y bolígrafo de sus bolsillos—Apuntad aquí vuestros nombres, mañana estarán preparadas.

Como no había mucho que discutir tomaron el papel y bolígrafo dejando un claro orden, primero Pnicas porque simple y llanamente lo agarró primero, después Aisha y por último Kevmel, tras finalizar con sus escritos las herramientas fueron devueltas.

—Muy bien, ahora tengo una misión fuera de la ciudad con mis compañeros, así que os diré una cosa más antes de irme, si bien es cierto que los bandos son generalizados como humanos, dioses y demonios, eso solo es para crear una distinción sencilla, la realidad es que en el bando de los humanos no hay solo humanos, lo mismo aplica para los demás, mi consejo es que desconfiéis de todo lo que veáis, pero tampoco os destrocéis las cabezas—Sin nada más que decir y tal como había sentenciado segundos antes marchó en dirección a las afueras lugar donde debía de estar su misión.

Nadie trató de detenerlo, había sido conciso con sus palabras y tal como lo había explicado no había lugar a muchas dudas, licencias como las que tendría cualquier cuerpo del orden y generalizaciones para no decir cosas como ´´El bando de los humanos, enanos, doppelgangers, aarakocras....´´ Lo que si podrían haber preguntado era su nombre, pero eso se quedará para su siguiente encuentro.

—¿Alguno de vosotros necesita comprar algo? Lo digo por ir directamente hacia los bandidos.

—Tranquilo, yo confío en mi espada.

—Yo no tengo dinero, pero si hambre.

Un ligero pero agudo silencio incómodo llegó de forma repentina, podía ser que no supieran las facultades de sus compañeros, sus fortalezas más que nada, pero darse cuenta en ese momento, en ese justo momento de la necesidad alimenticia de Aisha era cuanto menos contraproducente.

—Supongo que podemos ir por algo de comer primero.

—Bien—Comenzó a caminar hacia este.

—¿Sabes si quiera donde puede haber un restaurante?

—Ah no sé, pero hay bandidos al otro lado, así que en la dirección contraria a ellos habrá negocios menos coaccionados lo cual significa menos probabilidad de estafa a la hora de comprar.

—Desgraciada.... ¡Solo piensas cuando te interesa!

Kevmel se quejó en voz alta, Pnicas simplemente se golpeó la frente con la palma de su mano, lo peor de la situación era que su compañera tenía razón, además no podían dejarla campando a sus anchas, si hacía algo raro la responsabilidad recaería sobre ellos, no los encarcelarían, de eso estaban seguros, pero si los exiliaban y tanto los dioses como los demonios los rechazaban por ser sospechosos estarían verdaderamente fastidiados ¿Gente especial sin asociación alguna? Solo faltaría que abonen parte de la recompensa por su captura.

Sin más comenzaron a seguir a Aisha. Las calles de la ciudad estaban muy bien alineadas, los edificios no eran muy abundantes, pero los que habían eran verdaderamente grandes, las casas por otro lado parecían estar en un distrito separado, una forma bastante radical de marcar la distinción entre zonas.

El lugar no era muy bullicioso que se diga, las personas justas estaban a se hora haciendo las compras juntas, avanzando un poco más quedaron frente a una curvatura en forma de Z, fue la primera desviación en todo su camino, pero bueno, eso no era lo verdaderamente importante, lo verdaderamente importante era quien tenían en frente.

Una túnica gris que iba de pies hasta el cuelo, guantes negros y pelo negro, los ojos no se podían distinguir debido a una mascara grisácea, la constitución del individuo no parecía ser demasiado fuerte y su estatura debía rondar el 1.87, debía porque unas botas negras aumentaban un poco la altura del susodicho.

La miradas fueron intercambiadas, el aura del desconocido se acrecentó, acortó las distancias y comenzó a hablar, su voz sonaba carraspeante y un tanto gruesa.

—¿Os gustaría uniros al culto a la reina y al rey de los cuervos?—Su tono sonaba bastante decidido.