PURGATORIO CANTO XX
Contra un mejor querer otro no lucha; y contra mi placer, por complacerle, saqué del agua la esponja aún sedienta.
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Eché a andar y mi guía echó a andar por los lugares libres, siguiendo la roca,cual pegados de un muro a las almenas;
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pues la gente que vierte gota a gotapor los ojos el mal que el mundo llena, al borde se acercaba demasiado.
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¡Maldita seas tú, oh antigua loba,que más que el resto de las bestias matas, a causa de tus hambres desmedidas!
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¡Oh, cielo, que se cree que cuando gira puede cambiar las leyes de aquí abajo!,¿cuándo vendrá quien a ésta le haga huir?
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A paso lento y corto caminábamos, atento yo a las sombras, que sentía llorar piadosamente y lamentarse
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y por ventura oí. «¡Dulce María!» clamar así en el llanto ante nosotros, como hace una mujer que esté pariendo;
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y que seguía- «Fuiste tú tan pobre cuanto se puede ver por el cobijo donte tu santa carga depusiste.»
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Oí seguidamente: «Oh buen Fabricio, antes virtud quisiste en la pobreza, que gran riqueza poseer vicioso.»
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Estas palabras tanto me placían,que avancé un poco más por conocer
a aquel que parecía proferirlas.
Aquel hablaba aún del generoso30trato de Nicolás con las doncellaspara guardar su juventud honesta.
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«Oh espíritu que tanto bien proclamas, dime quién fuiste --dije y por qué sólo repites estas dignas alabanzas.
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No quedarán tus palabras sin premio, si vuelvo a completar la corta senda, de aquella vida que al término vuela.»
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Y aquél: «Te lo diré, no porque espere consuelo en ello, sino porque tantagracia en ti luce aun antes de estar muerto.
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Yo fui raíz de aquella mala plantaque la tierra cristiana ha ensombrecido, tal que buen fruto rara vez se coge.
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Mas si Duay y Gante, Lila y Brujas pudieran, su venganza encontrarían; yo la suplico a aquel que todo juzga.
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Hugo Capeto fui llamado abajo;de mí nacieron Felipes y Luisespor quien Francia regida fue de nuevo.
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De un carnicero de París fui hijo:al extinguirse ya los viejos reyes,salvo el que en paños grises envolvieron,
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me encontré entre las manos con las riendas del gobierno, y con tanto poderíoadquirido, y con tantos partidarios,
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que a la corona viuda promovida fue la cabeza de mi hijo, el cual hizo nacer los consagrados huesos.
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Mientras que la gran dote de Provenza no quitó la vergüenza de mi estirpe, valía poco, pero mal no hacía.
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Allí empezó con fuerza y con mentira su rapiña; mas luego, por enmienda, Ponthieu tomó, Gascuña y Normandía.
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Carlos a Italia vino y, por enmienda, víctima hizo a Corradino; y luegoa Tomás, por enmienda, empujó al cielo.67
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Un tiempo veo, no muy lejos de ese,en que saldrá de Francia aún otro Carlos,
71para que sepan más de él y los suyos.72
Sale sin armas, con la lanza sólocon la que judas contendió, y la clava
74en Florencia, y el vientre le desgarra.75
Tierras no, mas pecados y deshonra, para él adquirirá, tanto más graves, cuanto más leve el daño le parezca.
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A otro, que sale preso de una nave, a su hija vender regateandoveo cual los corsarios las esclavas.
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¡Oh avaricia! ¿qué más hacer puedes, si de mi sangre así te has adueñado, que no se cuida de su propia carne?
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Por remediar lo hecho y lo futuro, veo en Anagi entrar la flor de lis,y en su vicario hacer cautivo a Cristo.
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Le veo nuevamente escarnecido;hiel y vinagre renovar le veo,y entre vivos ladrones darle muerte.
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Veo al nuevo Pilatos tan cruel, que no le sacia esto, y sin decreto lleva las velas avaras al Templo.
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¿Cuándo podré alegrarme, Señor mío, mirando la venganza que, escondida, hace dulce el secreto de tu ira?
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Lo que decía de la única esposa del Espíritu Santo, y que te hizo volverte a mí para que te explicara,
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la letanía es de nuestras preces mientras el día dura; y cuando marcha es un contrario son el que entonarnos.
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A Pigmalión recordarnos entonces, a quien traidor, ladrón y parricida hizo su desmedido afán de oro;103
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y del avaro Midas la miseria,que siguió a su pedir desmesurado, que será bueno reírla por siempre;
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al loco Acán después nos referimos, cómo robó el botín, tal que la irade Josué parece que aún le muerda.
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A Safira acusamos y al marido;
112de Eliodoro las coces alabamos;113y gira en todo el monte por su infamia.114
Polinestor que mató a Polidoro;
115y para terminar se grita: "Craso116di, ¿cómo sabe el oro, pues lo sabes?"117
Así habla en alto el uno, en bajo el otro;según la fuerza que nos espoleaa andar a paso lento o más ligero:
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Mas proclamando la virtud diurna no era el único; sólo que aquí cerca la voz no levantaba ningún otro.»
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Nos habíamos ya ido de su lado, procurando avanzar en el caminolo que nuestros recursos permitían,
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cuando escuché, como si algo se hundiera, temblar el monte, y me asaltó tal fríocomo le asalta a aquel que va a la muerte.
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De cierto no tembló tan fuerte Delos, antes de que Latona hiciera el nido, para alumbrar del cielo los dos ojos.
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Luego un clamor se oyó por todas partes tal, que el maestro se volvió hacia mí«Mientras te guíe --dijo- no te asustes.»
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Gloria in excelsis todos deodecían, por lo que escuché, de cerca, y pude comprender lo que gritaban.
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Suspendidos e inmóviles estábamos,
igual que los pastores al oírlo,hasta que terminó el temblor y el canto.
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Luego seguimos nuestra santa ruta, viendo yacer las sombras por la tierra, vueltas de nuevo al llanto acostumbrado.
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Con tanta guerra nunca la ignorancia de conocer me hizo deseoso,si es que no se equivoca mi memoria,
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cuanta creí tener, pensando, entonces;ni a preguntar osaba por la prisa,ni comprendía nada por mí mismo:
150y marchaba asustado y pensativo.