PURGATORIO CANTO XXIV
Ni hablar a andar, ni andar a aquel más lento hacía, mas hablando a prisa íbamoscual nao que empuja un viento favorable;
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y las sombras, más muertas pareciendo, admiración ponían en las cuencasde los ojos, sabiendo que vivía.
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Y yo, continuando mis palabrasdije: «Y asciende acaso más despacio de lo que en otro momento lo haría.
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Mas dime de Piccarda, si es que sabes;y dime si estoy viendo a alguien notable entre esta gente que así me contempla.» 10
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«Mi hermana, que entre hermosa y entre buena no sé qué fuera más, alegre triunfaen el Olimpo ya de su corona.»
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Dijo primero; y luego: «Aquí podemos a cualquiera nombrar pues tan mudado nuestro semblante está por la abstinencia.
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Ese -y le señaló- es Bonagiunta, Bonagiunta de Lucca; y esa cara a su lado, cosida más que otras. 19
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tuvo la santa iglesia entre sus brazos: nació en Tours, y aquí purga con ayunos el vino y las anguilas de Bolsena.»
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Uno por uno a muchos me nombró;y al nombrarles contentos parecían,
26y no vi ningún gesto de tristeza. 27
Vi por el hambre en vano usar los dientes a Ubaldín de la Pila y Bonifacio,
29que apacentara a muchos con su torre. 30
Vi a Maese Marqués, que ocasión tuvo de beber en Forlí sin sequedades,y que nunca veíase saciado. 31
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Mas como hace el que mira y luego aprecia más a uno que otro, hice al luqués,que de mí más curioso parecía.
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Él murmuraba, y no sé que «Gentucca»sentía yo, donde él sentía la plaga de la justicia que así le roía. 37
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«Alma –dije- que tal deseo muestras de hablar conmigo, hazlo claramente, y a los dos satisfaz con tus palabras.»
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«Hay nacida, aún sin velo, una mujer--él comenzó- que hará que mi ciudadte plazca aunque otros muchos la desprecien.
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Tú marcharás con esta profecía:si en mi murmullo alguna duda tienes, la realidad en claro ha de ponerlo.
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Pero dime si veo a quien compuso aquellas nuevas rimas que empezaban:«Mujeres que el Amor bien conocéis.»
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Y yo le dije: «Soy uno que cuando Amor me inspira, anoto, y de esa forma voy expresando aquello que me dicta.»
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«¡Ah hermano, ya comprendo ---dijo- el nudo que al Notario, a Guiton y a mí separadel dulce estilo nuevo que te escucho!
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Bien veo ahora cómo vuestras plumas detrás de quien os dicta van pegadas, lo que no sucedía con las nuestras;
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y quien se ponga a verlo de otro modo no encontrará ninguna diferencia.»Y se calló bastante satisfecho.
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Cual las aves que invernan junto al Nilo, a veces en el aire hacen bandadas,y luego aprisa vuelan en hilera,
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así toda la gente que allí estaba, volviendo el rostro apresuró su paso, por su flaqueza y su deseo raudas.
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Y como el hombre de correr cansado deja andar a los otros, y paseahasta que calma el resollar del pecho,
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dejó que le pasara la grey santa
y conmigo detrás vino Forese,diciendo: «¿Cuándo te veré de nuevo?»
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«No sé -repuse-, cuánto viviré;mas no será mi vuelta tan temprano, que antes no esté a la orilla mi deseo;
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porque el lugar donde a vivir fui puesto, del bien, de día en día, se despoja,y parece dispuesto a triste ruina.»
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Y él: «Ánimo, pues veo al más culpable, arrastrado a la cola de un caballohacia aquel valle donde no se purga. 82
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La bestia a cada paso va más rauda, siempre más, hasta que ella le golpea, y deja el cuerpo vilmente deshecho.
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No mucho han de rodar aquellas ruedas-y miró al cielo- y claro habrá de serte esto que más no puedo declararte.
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Ahora quédate aquí, que es caro el tiempo en este reino, y ya perdí bastante caminando contigo paso a paso.»
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Como al galope sale algunas veces un jinete del grupo que cabalga,por ganar honra en los primeros golpes,
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con pasos aún mayores nos dejó;y me quedé con esos dos que fueron en el mundo tan grandes mariscales.
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Y cuando estuvo ya tan adelante, que mis ojos seguían tras de él, como mi mente tras de sus palabras.
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vi las ramas cargadas y frondosasde otro manzano, no mucho más lejos por haber sólo entonces hecho el giro
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Vi gentes bajo aquel alzar las manos y gritar no sé qué hacia la espesura, como en vano anhelantes chiquitines
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que piden, y a quien piden no responde, mas por hacer sus ganas más agudas,
les muestra su deseo puesto en alto.
Luego se fueron ya desengañadas; 111y nos aproximamos al gran árbol,que tanto llanto y súplicas desdeña. 114
«Seguid andando y no os aproximéis: un leño hay más arriba que mordido fue por Eva y es éste su retoño.»
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Entre las frondas no sé quién hablaba; y así Virgilio, Estacio y yo, apretados seguimos caminando por la cuesta.
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Decía: «Recordad a los malditos nacidos de las nubes, que, borrachos, con dos pechos lucharon con Teseo; 121
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y a los hebreos, por beber tan flojos, que Gedeón no quiso de su ayuda, cuando a Madián bajó de las colinas.» 124
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Así arrimados a uno de los bordes, oyendo fuimos culpas de la gula seguidas del castigo miserable.
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Ya en la senda desierta, distanciados, más de mil pasos nos llevaron lejos, los tres mirando sin decir palabra.
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«Solos así los tres ¿qué vais pensando?», dijo una voz de pronto; y me agitécomo un caballo joven y espantado.
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Alcé mi rostro para ver quién era; y jamás pude ver en ningún horno vidrio o metal tan rojo y tan luciente,
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como a quien vi diciendo: «Si os complace subir, aquí debéis de dar la vuelta;quien marcha hacia la paz, por aquí pasa.» 139
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Me deslumbró la vista con su aspecto;por lo que me volví hacia mis doctores,como el hombre a quien guía lo que escucha.
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Y como, del albor anunciadora, sopla y aroma la brisa de mayo,de hierba y flores toda perfumada;
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yo así sentía un viento por en mediode la frente, y sentí un mover de plumas, que hizo oler a ambrosía el aura toda.
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Sentí decir: «Dichosos los que alumbra tanto la gracia, que el amor del gustoen su pecho no alienta demasiado, 151
153apeteciendo siempre cuanto es justo.»