Pasaron dos semanas y media desde que llegamos aquí. Las cosas han sido tranquilas por ahora. Shu ha estado cerca de mí en todo momento. No han habido señales de nada extraño. Koshuo ha estado de lejos, me mira con esa única mirada de cerdo, pero no se ha atrevido a acercarse. Todas las mañanas nos levantamos temprano para el entrenamiento, no es nada comparado al que Shiro me puso hacer. Aquí me han tratado como parte de ellos, claro que aún piensan que soy un hombre. El entrenamiento se basa en ejercicio básicos, parece al ejército ya que entre ellos está correr, esconderse, manejo de rifle, cortas, cuchillos, entre otras cosas. No practicamos con otros compañeros, solo nos entrenan contra objetos o maniquíes. Me han enseñado bastante; el comandante se ha encargado personalmente de entrenarme junto a Shu. No sé si siempre ha sido así o fue porque Shu se lo pidió. Respecto a Shu, nos bañamos, comemos, dormimos juntos; es algo un poco incómodo, ya que todavía no me acostumbro. Me molesta y me hace enojar, pero no como antes. Hoy planeaban hacer una fiesta con todos los compañeros esta noche, querían tomar y relajarse, así que el comandante aceptó. Quizá me equivoqué respecto a él. La primera impresión que da es de ser un viejo cerdo, pero parece que a veces las apariencias engañan.
La hora del baño llegó y fui como de costumbre detrás de Shu. Quité mi ropa y me tapé con la toalla para entrar. Luego de meterme al agua, Shu hizo lo mismo, a diferencia que hoy ha estado actuando algo extraño.
—¿Te sucede algo?
—¿Curiosidad? —me miró, y fingió una sonrisa.
—Te he notado extraño. Quisiera saber si sucede algo. Llevamos dos semanas y media conviviendo, si venimos a ver. Puedo decir que conozco fácilmente cuando algo pueda estar ocurriéndote.
—No me pasa nada.
—Esta bien, no volveré a preguntar —miré al cielo, y me quedé contemplando la vista un rato.
Shu se quedó en silencio, pero sentí sus manos por debajo del agua, lo que hizo que fijara la mirada de vuelta a él.
—¿Qué crees que haces?
—¿Yo te gusto?— preguntó seriamente.
—¿Qué tipo de pregunta es esa?
—Responde.
—No eres mi tipo, te lo dije.
—¿Y cuál es tu tipo? ¿Alguien como Shiro?
—Es de muy mal gusto esa pregunta. Shiro es mi enemigo, lo odio a morir y quiero matarlo. Luego de todo lo que me hizo, ¿Crees que alguien como él sería mi tipo?
—Si tu lo dices. Voy a salir, ¿Vienes?
—Sí, es lo mejor — Shu me ayudó a salir, y luego que me vestí. Siguió su camino y no fue de vuelta a la tiendita.
—Amigo, ¿Vas a unirte?— escuché la voz de uno de los hombres.
Tenían varias copas de cristal en la mano. No sé si deba tomar, pero tampoco quiero despreciar lo que están ofreciendo. Uno o dos tragos no estarían mal. Tanto tiempo en este lugar es desesperante.
—Claro — me sirvieron un trago en la copa, y brindamos.
Todos a la vez tomamos como buenos amigos.
—¿Cuántos años tienes?
—23 años— respondí.
—Eres el más joven luego de los hijos del comandante— reían a carcajadas.
Me quedé un rato con ellos tomando, hasta que me empecé a sentir un poco mareada, y quise avanzar a irme a la tiendita. No quería tomar demás, no vaya a ser que diga algo que no debo. No soy de tomar, pero necesitaba relajarme un poco, han sido días muy pesados. Shu no estaba por todo el lugar, no lo vi ni siquiera en la fiesta. Debe estar molesto por mi respuesta, no sé cuando habla en serio, o cuando dice algo a broma por molestarme.
—¿Qué se ha creído en decir semejante cosa? Jamás me podría gustar un cabrón como ese. Prefiero morirme antes de enamorarme de un sucio cerdo como él— sin darme cuenta hablé en voz alta.
Escuché un sonido en la entrada de la tiendita, y fijé mi mirada ahí.
—Es el colmo que te pongas a tomar, niña estúpida. ¿Sabes lo que pasaría si alguien te ve en ese estado deplorable? Ponte bien esa camisa, o se ve te va a ver todo — escuchar la voz molesta de Shu, me hizo molestar aún más.
—Fuiste tu quien se fue sin decir una palabra, si te hubieras quedado en la fiesta no me hubiera puesto a tomar. También merezco relajarme, ¿Sabes?
—¿Qué excusa es esa? Estás borracha y hablando a los cuatro vientos con esa voz, van a darse cuenta que eres mujer.
—No estoy borracha, solo tomé un poco. No me regañes como si fueras mi papá.
—En este momento lo mereces. Solo a ti se te ocurre tomar en un momento como este. Que despreocupada eres—se sentó a mi lado.
—Ya cállate, imbécil.
Se abalanzó sobre mí, sujetando ambas manos por arriba de mi cabeza.
—Si vuelves a decir algo como eso, no respondo. Me tienes cansado con tus insultos.
—Fuiste tú quien empezó, no haces otra cosa que molestarme y jugar conmigo. Lo que dijiste esta tarde fue lo más estúpido que hayas dicho.
—¿Y por qué te molestas? ¿Es por qué es verdad?
—Eres un cabrón al igual que ese pendejo. Se creen saberlo todo.
—Eres una tonta— colocó su rodilla en mi entrepierna —. ¿No vas a defenderte?
—¿Sacaste las garras como él?
—Puede ser, me alteran las mujeres tontas que no se dan cuenta de las cosas — movió su rodilla, frotando mi vagina por encima del pantalón—. Te haré entender a mi manera, jovencita.
Besó mis labios, robando cualquier palabra que pudiera decir. Sus manos no hacían tanta fuerza en las mías.
—Suéltame — musité.
No sentí la necesidad de soltarme o golpearlo, es como si pudiera controlarme. Escuchaba sus quejidos involuntarios al besarme. Nos interrumpió una detonación, y los gritos de los hombres en la base.
—¡A sus puestos! — gritaron con todas sus fuerzas. Se escucharon varios disparos y detonaciones a la par.
—¿Qué es lo que está pasando?— Shu se asomó—. Tenemos que salir de aquí ahora, Rui — ordenó, saliendo de la tiendita.
Estaba de noche, pero había mucha claridad, pero no precisamente de luces, sino del fuego que estaba apoderándose de parte de las tiendas, y el área de las mesas en madera del comedor. Vi a lo lejos corriendo a Shu a mi dirección con dos rifles en mano.
—Tenemos que irnos al auto ahora. Guarda la cuchilla que te di en la ropa por si la necesitamos.
Había mucho humo y el sonido de la balacera. No podía ver a nadie, solamente a Shu que estaba cerca de mi. Corrimos hacia el garaje donde estaba el auto en el que vinimos. Había varios hombres corriendo cerca de nosotros y disparando a la entrada. No hemos visto a quién nos estaba atacando, solamente hemos escuchado las detonaciones y los disparos.
—¿A dónde creen que van? — nos encontramos con Koshuo, quien nos estaba apuntando junto a dos hombres más.
—¿Qué estás haciendo aquí, Koshuo? — preguntó Shu.
—Son ustedes los causantes de esto, ¿Y piensan huir?
—No tenemos tiempo de explicar.
—Tampoco quiero que lo hagan. Se van a entregar ustedes mismos, o yo me encargo personalmente de hacerlo — Shu intentó apuntarles, pero los otros dos subieron el arma para apuntarle más directo.
—Déjanos ir, y no causaremos más problemas, Koshuo — le pedí, a lo que me miró fijamente.
—Mientras estamos hablando, están matando a casi todos los hombres de mi padre por ustedes dos. ¿Crees que los dejaré ir? ¡Muévanse!
—¿Qué te asegura que es por nosotros? — intenté ganar algo de tiempo, esperando que se despistara alguno y poder hacer algo.
—No hemos tenido problemas durante años, desde que llegaron las cosas han sido muy extrañas. Si no es por ustedes, lo vamos averiguar en segundos. Muévanse— me giré para dar mi espalda, y tiré una patada a uno de los hombres, a lo que Shu disparó.
Corrí para cubrirme por el lado del garaje donde estaba el auto. Shu se quedó ahí dentro. Tengo que hacer algo. Miré alrededor y solo vi varios hombres de los nuestros, peleando con unos hombres encapuchados y vestidos de negro. No puedo distraerme. Me asomé por la entrada del garaje y apunté hacia dentro, pero no veía ni a Shu, ni mucho menos a Koshuo. ¿Dónde se pudieron haber metido?
Caminé dentro del garaje y vi una puerta que salía hacia la parte de atrás. Tuvieron que haberse ido por ahí. No tengo las llaves del auto, y no sé encender un auto sin ellas. Se escuchaban aun disparos a lo lejos, lo que significa que no pueden estar cerca del garaje. Me asomé por la puerta de atrás, y escuché unos murmullos detrás de los arbustos. Apunté a esa dirección y me acerqué lentamente, cuando pude ver la espalda de Shu en el suelo, estaba encima de Koshuo dándole golpes en la cara.
—Tenemos que irnos de aquí — le dije, mientras miraba a todas partes.
Shu me miró y trató de levantarse, cuando vi a Koshuo sacar una cuchilla, y tratar de clavarla en el costado de Shu. En el forcejeó que tenían, cayó a un lado Shu y Koshuo se subió sobre él. Tengo que hacer algo. En el desespero tiré el rifle al suelo, y saqué la cuchilla que Shu me había dado y la clavé en su hombro. Cuando Koshuo gritó del dolor, Shu lo golpeó fuertemente en la cara dejándolo casi inconsciente en el suelo.
—Gracias— Shu se levantó —. Vamos al auto— entramos al garaje y los cuerpos de los dos hombres que Shu disparó no estaban en el suelo—. Olvídalo, solo vámonos — abrió la puerta del auto, y nos subimos.
Miré en los asientos de atrás, pero no había nadie. Sacó el auto en reversa del garaje y rodearon el auto varios hombres, mientras nos apuntaban.
—Mierda, ¿Qué vamos a hacer ahora?
Shu aceleró llevándose parte de la puerta del garaje en madera.
—¿Cómo es que no nos dispararon?— pregunté nerviosa.
—Tal parece que no tienen órdenes de matarnos, o lo hubieran hecho — Shu aceleró hacia la entrada, había un sinnúmero de cuerpos en el suelo; si no tiene cuidado les pasará por encima.
El portón de la entrada estaba cerrado.
—Mierda, ¿qué vamos a hacer ahora?
—Voy a llevármelo.
—¿Qué?
Shu aceleró el auto a toda velocidad, y chocamos contra el portón. Cayó parte de el al suelo, y Shu le pasó por encima.
—Se ha jodido la llanta, pero cuando salgamos de esta la cambiaré. No hay tiempo que perder.
Cruzamos por el lado de varios autos y camionetas que había afuera. Todas parecían estar vacías. No hubo movimiento alguno. Antes que pudiera decirlo, Shu lo comentó.
—Es muy extraño. Si fueran los hombres de Shiro, hubieran dejado varios hombres afuera. Tenemos que tener cuidado — manejó hasta salir, y llegar a un túnel.
—¿Dónde estamos? Esto no lo pasamos cuando vinimos.
—Si damos la vuelta y son los hombres de Shiro, nos van a interceptar por el otro camino. Deben pensar que saldremos de Tokio.
—Esta muy oscuro. ¿Por qué no volvemos a la cabaña?
—Este es el camino más corto para llegar, pero no podemos ir directo allá, o van a dar con nosotros —el auto comenzó a dar unos halones de la nada, y había un olor muy extraño—. ¿Cómo no me pude dar cuenta? Esos hijos de puta estaban en el garaje para averiar el auto.
—¿Qué sucede?
—Tenemos que avanzar a salir de aquí, en cualquier momento el auto no va a soportar más. Tendremos que caminar cuando salgamos del túnel. Todo esto fue planeado por ese cabrón. Ten el rifle a la mano, tenemos que salir rápidamente según detenga el auto.
—¿Por qué mierdas tiene que pasar esto? ¡Maldita sea!
—No es momento de frustrarse, es momento de actuar.
Según salimos del túnel, Shu detuvo el auto y nos bajamos. No contábamos con que habría tres personas esperándonos. Shu me haló el brazo para que corriera con él a la parte de atrás del auto, usando el auto para cubrirnos.
—Ya sabían que veníamos por aquí. Tenemos que disparar. Vete a la otra esquina— hice todo lo que Shu me ordenó sin protesta.
No soy muy buena con un rifle, pero si se acercan puedo asegurar que no fallaré. Me asomé lentamente, pero no vi que tuvieran planes de acercarse.
—¿Lista para disparar?
—Ellos no están disparando. ¿Por qué?
—No quieren matarnos. Tenemos que usar eso de ventaja. ¿Lista?
Disparamos solo para asustarlos, pero no dispararon de vuelta. Se mantuvieron lejos del auto. La visibilidad era muy poca, solo se veía la siluetas de las tres personas.
—¿Por qué no vamos de vuelta?
—El auto no llegará muy lejos, y deben tener la otra entrada cubierta también. Tenemos más posibilidades si salimos por esta. A la que demos la espalda, nos van a matar.
—Pero no están disparando.
Escuchamos un sonido de algo que rodó por debajo del auto, deteniéndose al lado nuestro.
—¡Mierda!— Shu se tiró encima de mí, y me tapó la cara—. No respires— me trató de levantar y caminamos en dirección contraria.
No podía hablar por la presión que estaba haciendo Shu sobre mi cabeza, contra su pecho para que no respirara. Me guío para caminar, pero sentí que Shu se estaba sintiendo muy mal. Dejó de caminar y cayó de rodillas. Tapé mi boca, y vi un humo amarillo alrededor de nosotros. Traté de hacer fuerza para levantar a Shu del suelo, pero no reaccionaba. Me faltaba el aire, así que traté de respirar en mi camisa, pero ya me estaba sintiendo mareada; mi cuerpo se sentía pesado y caí de rodillas al lado de Shu. Seguí tratando de tapar mi boca, aunque de nada iba a servir. Lo que haya sido, ya estaba en mi sistema. Luego de eso no recuerdo nada más.
Desperté al escuchar que me llamaron por mi nombre.
—¿Rui?— abrí mis ojos, y pude encontrarme en una habitación extraña de madera, encadenada con los brazos a la pared y Shu estaba a lado mío igual.
Estábamos solos en la habitación. Sentía un dolor horrible en mi vientre, mi cuerpo se sentía extraño.
—¿Estás bien? ¿No te hicieron nada, Rui?
—Me duele mucho el vientre— el dolor que sentía era como una punzada, y un ligero calor. No sé si fue que me golpearon cuando estaba inconsciente.
—¡Hay que salir de aquí! — Shu forcejeaba con las cadenas al igual que yo, pero era imposible soltarnos, ya que tenían varios candados. Tal parece que querían asegurarse de que no nos escapáramos.
Escuchamos la puerta de la habitación abrirse, y vimos la cara del comandante, junto a otros dos hombres más.
—Así que fuiste tú, cabrón — dijo Shu molesto, forcejeando con las cadenas.
—Mataron a mis hombres por tu culpa.
—¿Cómo es que estás vivo? — pregunté.
—Cállate, zorra. Mi hijo está herido por tu culpa —se acercó con la cuchilla, y la rozó en mi rostro.
—Fue mi culpa. A ella déjala tranquila — dijo Shu, a lo que el comandante lo golpeó con su codo en la cara.
—Ya mismo vendrán por ti, niña. Espero te den un buen trato. ¿Por qué no disfrutamos un poco mientras tanto?
Pasó la cuchilla por mis piernas y las moví.
—¡Maldito viejo, asqueroso!
Me dio un golpe en la barriga con la base del cuchillo. No pude contener un grito de dolor. Ya me estaba doliendo el vientre, y ese golpe hizo que doliera aún más.
—¡Hijo de puta, te voy a matar!— gritó Shu.
—¿Y cómo harás eso? — el comandante rio, y continuó pasando la cuchilla por encima de mi uniforme hacía mi pecho.
Se escuchó la puerta, y pude ver la cara de Shiro junto a tres hombres más.
—Oh, ¿empezaron la diversión sin mi? — me miró a mi según entró.
—Lo siento, Sr. Shiro. Esta cualquiera casi mata a mi hijo.
—Oh, ¿De verdad hiciste eso?— caminó hacia mí—. ¿Me extrañaste, pequeña salvaje?— miró a Shu—. Llegaron muy lejos. Permíteme felicitarlos — aplaudió —. ¿Y tú no vas a insultarme? — me miró de nuevo y sonrió.
—Jamás extrañaría a un cerdo como tú— sonrió ante mi comentario, y me miró de arriba abajo.
—¿Qué fue lo que le hiciste?— se volteó para mirar al comandante.
—Aún nada, Sr. Shiro.
—Ya veo. ¿Por qué no continúas en lo que estabas?— sonrió, y se alejó de mí.
—¡Maldito infeliz! — gruñí molesta.
—Déjala tranquila, Shiro. Tu problema es conmigo. Yo me la llevé sin avisarle. Fui yo quien planeó el escape. Ella no tiene la culpa de nada.
—¿Estás confesando en mi cara lo que hiciste, Shu?
—Te juro que ella no tuvo nada que ver.
—Los vi muy juntos en la base. No parece que haya estado obligada a estar aquí— añadió el comandante.
—No quieras entrar en razón con estos cerdos, Shu —le dije.
Otra vez sentí esas malditas punzadas en mi vientre.
—A ambos los voy a matar igual. ¿Por qué no ruegan un poco? Digo, para que sea más entretenido — dijo Shiro en un tono de burla.
—¡Primero muerta!— le grité.
—Eso lo podemos arreglar— el comandante se acercó, y arrancó la parte de arriba del uniforme.
Shiro no dejaba de mirarme, se podía notar que estaba disfrutando de esto. Sentí las manos del asqueroso viejo tocando mis senos por encima de la ropa. Cerré los ojos, no podía seguir viendo esta asquerosa escena, ni mucho menos la cara de Shiro. De nada iba a valer forcejear, de igual forma no iba a poder soltar las cadenas.
Escuché el sonido de un disparo, y dejé de sentir las manos del viejo. Abrí mis ojos y lo vi tirado en el suelo; Shiro era quien tenía el arma en la mano.
—¿Qué fue lo que le hizo a nuestro comandante? —los hombres de Shiro le dispararon a los hombres del comandante, antes de que pudieran tomar acción.
—No es divertido si cierras los ojos, salvaje— caminó hacia mi, y me tocó —. ¿Acaso querías que lo hiciera yo?
—¡Me das asco!— sonrió maliciosamente.
Me estaba sintiendo mareada, y el dolor en mi vientre cada vez era más fuerte. Estaba intentando aguantar para que ese cerdo no se diera cuenta. Bajó su mano a mi pantalón, y abrió el cierre. ¿Realmente hará esto frente a todos?
—¿Te estás muriendo? ¿Qué fue lo que te hicieron, salvaje? — se detuvo, y me miró.
—¿Rui?— escuché la voz de Shu.
Me estaba llamando, pero no podía hablar. Sentía que mi voz no iba a salir. Mi visión se estaba nublando, es el colmo que vaya a morir frente a este desgraciado. Luchaba para mantenerme despierta, pero me invadió un ligero sueño. Lo único que podía ver era la mirada de Shiro, hasta que perdí por completo el conocimiento.
Shiro
—¿Qué fue lo que hicieron?— pregunté.
—¿La vas a dejar morir, infeliz?— preguntó Shu.
—Te dije que ambos van a morir.
—Eres lo peor, Shiro — sonreí ante su comentario.
—Les pasa por traicionarme. Eras mi hombre de confianza, y por una mujer fuiste capaz de traicionarme y eso se paga con sangre.
—Haz lo que quieras conmigo, pero ayúdala, por favor.
—¿Me estás rogando? ¿Hasta aquí has llegado por una mujer, Shu?
—No soy una rata como tú, Shiro. Ella no tiene la culpa de nada. Mátame a mí, pero a ella no le hagas nada. Te lo ruego.
—Ambos se van a morir y punto —lo golpeé con el arma en la cabeza dejándolo inconsciente.
Horas después
El doctor salió de la habitación luego de haber evaluado a la salvaje.
—¿Qué la pasa a la salvaje?
—Tuvo una leve hemorragia, posiblemente por cambios hormonales. No le afectó al feto, pero le recomiendo que la lleve a hacerse unos exámenes a mi clínica.
—¿Está embarazada?
—Sí, señor.
—Esto será un problema.
—¿Qué quiere que haga? Ahora es el mejor momento para tomar una decisión.
—No le harás nada. Esto me puede servir de mucho. No le dirás nada a la perrita, sería un problema si lo sabe.
—Como ordene, señor.