Rui
Desperté ante una sensación de presión en mi vagina; al abrir mis ojos me encontré con el cerdo de Shiro.
—¿Qué estás haciendo, maldito cerdo?— coloqué mis manos en su pecho para empujarlo.
—Justo a tiempo, salvaje.
—Eres un sucio asqueroso. Estaba inconsciente, ¿y aún así eres capaz de violarme?
—Nadie te manda a bajar la guardia, y quedarte tan indefensa frente a mí— se levantó de la cama y se quedó mirándome.
—Eres lo peor.
—Vamos arreglar unas cuentas. Eres demasiado inservible, siempre estoy salvándote el culo.
—Yo no te pedí que me ayudaras, lo menos que quiero es seguir viendo tu maldita cara.
—Lastima que tendrás que hacerlo, y ahora más.
—¿Por qué me tienes aquí?— estaba en su habitación, y no me explicaba la razón.
—¿Quieres irte a tu asqueroso cuarto?
—Lo que sea con tal de no tenerte cerca.
—Si que eres desesperante, pequeña salvaje.
—¿Para qué me quieres? ¿Por qué mierdas no me matas de una vez? ¿No ha sido suficiente con todo lo que has hecho?
—Aún no es suficiente.
—¡Te odio!
—Entre más me odies, más ganas tengo de seguir jodiéndote como hasta ahora.
—¿Qué le hiciste a Shu?
—Oh, habías tardado en preguntar. ¿Y tú qué crees que le hice?
—Maldito, infeliz. ¿Cómo puedes ser tan cabrón? Shu te sirvió por mucho tiempo, él solo quería su libertad.
—Es entretenido. La salvaje defendiendo a un sinvergüenza como Shu. ¿Hasta dónde llegaron? ¿Te lo cogiste y le llenaste el oído también? — rio al hacer la pregunta.
—No es tu maldito problema, cerdo.
—¿Estás admitiéndolo?
—No tengo que darte explicaciones de nada— puso su mano en mi mentón, obligándome a mirarlo.
—Tendrás que empezar a hacerlo. De ahora en adelante trabajarás para mí y te advierto, si haces una tontería y tengo que volver a pasar el maldito trabajo de buscarte, voy a picar en pedacitos a Shu y te lo haré comer. ¿Fui claro?
—Cualquiera que te escuche pensaría que estás celoso. ¿Qué te pasa, Shiro?
—Oh, ¿Crees que sentiría algo como eso por ti? — presionó mi mentón —. No te creas la gran cosa. Puedo tener la mujer que quiera, jamás me fijaría en una perra salvaje como tú.
—Entonces, ¿Por qué no me matas y lo demuestras? — estaba tratando de presionarlo, pero por lo que veo no tiene intenciones de hacerlo. Solo quiero liberarme de una puta vez de sus manos.
—Porque no se me da la gana. Sé una niña obediente y has todo lo que te diga, no creo que sea tan difícil.
—En la oportunidad que tenga de escapar lo volveré hacer, Shiro. Seré tu maldito dolor de cabeza si no lo haces.
—Inténtalo otra vez, y para la próxima no seré bueno contigo.
—¿A esto le llamas ser bueno?
—Estás respirando, ¿No es eso suficiente?
—Mátame, y acaba con tu dolor de cabeza.
—Sé lo que estas tratando de hacer. Mientras más sigas insistiendo, más ganas de hacerte sufrir siento. ¿Quieres que continúe en lo que estaba antes de que despertaras?
—¿Es la única forma que tienes que descargar tu ira y frustración, por no sentir la valentía de matarme? ¡Patético!
—¿Y si es así qué? Has podido tratar de escapar ahora y no lo has hecho. Tal parece que estas esperando por eso. ¿Dónde esta la salvaje que trataba de golpearme cuando la tocaba? Porque no la veo por ninguna parte. Si tanto lo deseas puedes pedirlo, no voy a molestarme.
—No me hagas reír. Jamás desearía estar con alguien tan despreciable y arrogante como tú— me besó, y lo empujé limpiándome la boca.
—¿Y así dices que no quieres? ¿Te has dado cuenta de lo mentirosa que te has vuelto, salvaje? — sonrió — . Te vas a quedar en esta habitación hasta que yo lo decida, quieras o no.
—Si necesitas una cualquiera que cumpla con tus deseos, esa no seré yo. No pasaré un segundo más en este cuarto.
—Eso no lo decides tú.
—Ya dime de una puta vez, ¿Qué es lo que quieres de mí?
—Ya te lo dije, vas a trabajar para mí y harás todo lo que te diga. ¿Tengo que ser más claro?
—Entonces no tengo que quedarme en este maldito cuarto contigo, si solamente voy a trabajar para ti. Quiero ir a mi otro cuarto. No quiero estar cerca de ti.
—No voy a repetir ni una vez más lo que dije. Te callas y obedeces — caminó a la puerta—. Prepárate, porque este será tu nuevo cuarto, y a este cerdo tendrás que verlo más a menudo— salió del cuarto sin decir más.
Cada vez entiendo menos el por qué quiere que trabaje para él. Este maldito cerdo seguirá amargándome la existencia hasta mis últimos días. ¿Por qué mierda no me mata de una puta vez? Tengo que bañarme no soporto su despreciable olor en mi cuerpo.
Me acerqué a la puerta de la habitación, pero la cerró. Fui a la ventana, pero estaba cerrada, y si rompo el cristal no dudará en aparecer de vuelta. No tendré de otra que usar su maldito baño. Busqué en el baño cualquier cosa que pudiera ayudarme a defenderme, pero no había nada. Parece que ya sabía que intentaría hacerlo. Es el colmo de tener que quedarme en el mismo lugar que ese cerdo insoportable. Luego de bañarme salí en toalla. No tenía ropa para ponerme, y si me quedo desnuda ese hombre no dudará en atacarme de nuevo. No puedo creer que se haya aprovechado de haber estado inconsciente. De verdad que tiene problemas mentales.
Escuché la puerta de la habitación, creí que era él y me asomé por una esquina, pero era la empleada.
—Le traje su comida, señorita.
—¿Por qué tanta amabilidad, señora?
—Solo sigo ordenes.
—¿Será que me puede buscar algo de ropa?
—Tengo prohibido hacer nada de lo que me pida, señorita. Solo recibo órdenes del Sr. Shiro.
—Gracias por nada — la empleada salió de la habitación.
Tomaron todo tipo de precaución. Los cubiertos eran de plástico. Me tapé bien con la toalla y comí toda la comida, estaba hambrienta. No quería ponerme esa ropa sucia, pero tampoco debía quedarme sin nada. Busqué en el armario alguna ropa que no fuera de él, pero todo lo que había era obviamente de él. Jamás me pondría esa ropa.
Quise mirar alrededor del cuarto y pude darme cuenta de que había una cámara en el techo, apuntando hacia mí dirección. ¿Hasta en el maldito cuarto tiene cámara? Fui al baño y miré por todas partes, para mi sorpresa encontré otra. Estaba dentro de un florero que había cerca del lavamanos. Este tipo es un cerdo. Que descuidada fui. Tiré el florero junto a la cámara al zafacón. La cámara de la habitación no tenía nada para alcanzarla. La mesa de noche era muy pesada, y por más que traté de moverla fue imposible.
Mientras buscaba en la habitación, llegó la empleada a recoger el plato. No puedo intentar una estupidez, no sé dónde está ese infeliz.
Ha pasado un largo tiempo, y por suerte no ha regresado. Logré tirar una camisa a la cámara que estaba en el cuarto, y quise aprovechar para buscar, pero de nada sirvió. No encontré nada por ninguna parte. Me dispuse a tratar de forzar la puerta, pero al intentarlo, sentí que la fueron a abrir.
—¿Ibas a alguna parte?— quedé fría al encontrarme cara a cara con Shiro. Me empujó según entró y cerró la puerta. Miró la habitación y vio la cámara tapada —. Parece que te estabas divirtiendo mientras no estaba — un olor a gasolina inundó el cuarto.
—¡Apestas!— tapé mi nariz ante el olor tan fuerte.
—No más que tú. Ponte esto— me tiró un traje encima.
—¿Para qué es esto?
—¿Eres sorda? Póntelo.
—Frente a ti no me voy a cambiar.
—¿Quieres que lo ponga por ti? — me haló la toalla dejándome completamente desnuda.
—¡Eres un enfermo!— tapé mi cuerpo con las manos.
—No se por qué te tapas, si ya te he visto y probado varias veces— me encaró repentinamente—. ¿Te bañaste para mí?
—Ni en tus sueños— sonrío con malicia.
—¿Qué esperas?
Me puse el traje como quiso. Quería taparme de una vez, ya que no quitaba su asquerosa mirada de encima de mí.
—¿Ya no vas a joder más?
—Sin ropa interior se ve mejor el traje.
—¿Cuál es el motivo para vestir este traje?
—Vamos hacer una pequeña vuelta, y me vas ayudar.
—No te voy ayudar en nada.
—¿Quieres que demuestre otra vez quién manda? Tal parece que eso es lo que has estado buscando.
—¿Esa es tu única solución siempre?
—¿Quieres que te ayude a sacar a tu amiguita de la cárcel? Si haces el trabajo bien puedo sacarla.
—¿Tan pendeja me crees?
—¿Lo tomas, o lo dejas? Jamás sabrás si es cierto o no, si no lo intentas.
—¿Qué me garantiza que lo harás?
—¿Deseas un trato de boca o de carne?
—¿Eso qué significa?
—¿Tienes curiosidad?— intentó alzar mi traje, pero le di un golpe a su mano.
—¿Qué tengo que hacer?
—Algo sencillo. Usa tu encanto, si es que tienes alguno.
—Sé más específico, idiota.
—Servirás de premio en una apuesta, vas a entretener a alguien, mientras me encargo de un asunto.
—¿Ahora me tratarás como una prostituta?
—Las prostitutas lo hacen por dinero, mientras que tú lo harás de gratis — quería responder su insulto, pero preferí ignorarlo como basura y me fui a la ventana, a observar lo poco que se podía ver.
Sentía mucha molestia dentro de mi, pero discutir con este idiota no me hará llegar a nada.
—¿La perrita no dirá nada?— escuché su voz cerca de mi oído, pero hice de cuenta que no lo escuché.
Se escucharon sus pasos y el sonido de la puerta del baño al cerrarse. Me giré y caminé despacio a la puerta esperando que estuviera abierta, pero no, no recuerdo haberlo visto cerrarla. Entonces posiblemente haya alguien vigilando afuera. Cada vez veo menos posibilidades de escapar. Al rato salió desnudo, estoy segura que lo hizo para molestarme. Hice de cuenta que no lo vi. Cuando terminó de vestirse se acercó.
—Vámonos — ni siquiera tengo ropa interior, ¿Y quiere que me vaya así?
Al salir, me di cuenta de que si había alguien vigilando en la puerta. Me llevó a mi antiguo cuarto y buscó entre mi ropa.
—Yo puedo hacerlo — le dije, tratando de evitar que siguiera buscando.
—Al fin hablas — lo miré de reojo, y busqué mi ropa interior para ponérmela. Busqué los tacones y me los puse —. Maquíllate un poco y ponte perfume— hice todo lo que dijo, pero no pronuncie una sola palabra.
Nos fuimos al auto, y en todo el camino no dejó de mirarme como si estuviera esperando algo.
—Harás todo lo que te dije, ¿Quedó claro?— asentí con mi cabeza sin decir una sola palabra. En su expresión se veía que estaba más molesto que antes. ¿Así que eso lo molesta? Reí internamente al darme cuenta.
Llegamos a un lugar, en el letrero estaba escrito ミラマー "Miramar". Ahora que recuerdo, el viejo que Shiro mató fue quien mencionó este lugar para encontrar una caja fuerte. Antes de bajarnos, Shiro se acercó.
—Espero que no lo eches a perder. Necesito que lo entretengas el máximo de tiempo que puedas, ¿Quedó claro?
—Lo que digas — intenté abrir la puerta, pero me agarró el brazo—. ¿Qué es lo que quieres?— lo miré de reojo.
—Tendrás que fingir ser muy apegada a mi para que sienta interés. De nada valdría si tienes esa cara de perra sucia.
—Es la única que tengo— lo empujé, y me bajé del auto. Ya quiero que pase esta noche.