Chereads / Pasión Criminal / Chapter 19 - 19

Chapter 19 - 19

—¿Qué crees que haces? Estás demasiado cerca, Shu.

—¿Y qué hay con eso?

—¿Así que tienes las mismas intenciones que ese cerdo?

—No hay necesidad de compararme con ese pendejo, además no tengo esas intenciones.

—¿Qué quieres entonces?

—Si quisiera tenerte ahora mismo, podría hacerlo sin necesidad de obligarte.

—¿En qué te basas? Eres un cerdo al igual que ese criminal.

—No, no lo soy. No tengo que recurrir a la violencia para llevar a una mujer a la cama.

—¿Eso es lo que buscas? ¿Por eso me ayudaste?

—Y si te digo que sí es una de las razones, ¿Vas a molestarte y golpearme, o vas a escapar de mi también?

—Todos los cerdos son iguales, siempre buscan algo a cambio— me besó, sin que pudiera terminar de decirlo.

Intenté empujarlo, pero me pegó contra la pared, acercando su cuerpo al mío. Su beso no fue como el de ese cerdo, fue algo totalmente diferente. Sentí cuando puso su rodilla entre mis piernas, mientras continuaba besándome. ¿No piensa detenerse?

Moví mi cara a un lado, y continuó besando mi mejilla y descendiendo lentamente a mi cuello.

—¿No vas a detenerte, cerdo?

—¿Dónde está la chica agresiva que se defiende por todo? Si quisieras que me detenga, me hubieras golpeado y no lo has hecho — subió un poco su rodilla, y sentí que la acercó a mi parte baja—. Si quisiera llevarte a la cama solamente, ya estuvieras completamente desnuda en este momento. Espero que entiendas que no quiero eso nada más contigo —se alejó—. Me has llamado cerdo cuando estabas disfrutándolo — rio como un verdadero idiota.

—Jamás disfrutaría algo que venga de ti — le dije, y dejó de reír.

—¿Quieres que lo compruebe?— arqueó una ceja.

—Cretino.

—Volviendo al tema. Mañana a primera hora vamos a la base, así que intenta dormir algo mientras tanto. Me quedaré despierto en guardia, así que duerme tranquila.

—Como si pudiera hacerlo contigo aquí.

—¿Me estás pidiendo que te haga compañía?

Caminé al cuarto ignorando su estupidez. ¿Cómo voy a poder dormir con ese estúpido ahí despierto? ¿Cómo se atrevió a burlarse de mí de esa forma?

No pude dormir nada en toda la noche. Me sentía muy cansada, pero la angustia y la inquietud me lo impidió.

—Preparé algo de comer. No has dormido nada, ¿Cierto?

—No, no he podido.

—Cuando comas, nos vamos.

—Esta bien— me levanté de la cama, y fui a la sala para comer lo que Shu preparó —. No pensé que podrías cocinar— comenté.

—Te sorprenderías de todo lo que sé hacer — sonrió maliciosamente, y siguió comiendo.

—Con el orgullo que lo dices— seguí comiendo hasta terminar —. Gracias por la comida. Estuvo muy buena— me levanté del sillón, y me estiré.

—Tienes que recoger tu pelo. A donde vamos tienes que hacerte pasar por hombre; si llegan a saber que eres mujer, los tendrás encima todo el día. El único que lo sabe es mi contacto, así que pórtate como hombre.

—¿Cómo lo voy a recoger?

—Toma— me pasó una liguilla para sujetar mi pelo—. Está gorra también te ayudará de mucho. Te sienta muy bien mi ropa. No puedo creer debajo de ella esté escondida una mujer.

—Deja de mirarme con esa asquerosa y depravada mirada.

—No hay remedio. Luego de aquí tenemos que actuar como buenos amigos. ¿Por qué no fortalecemos la confianza antes?

—¿Eso qué significa?— se acercó.

—¿Te estás haciendo la estúpida o es que lo eres?

—Quizás es mejor ignorar tu estúpida pregunta. Haré de cuenta que no te escuché — me sujetó el brazo, y me besó de la nada, mientras que lo empujé con todas mis fuerzas.

—¿Te gusta?

—Que sea la última vez que haces algo como eso — salí de la cabaña, y me quedé al lado del auto. Me molesta que quieran jugar conmigo.

Al rato salió con varias bolsas, y las metió dentro del auto.

—¿Qué esperas para subir?— preguntó, y me subí al auto con él.

Estuvo un largo rato manejando, hasta que llegamos al lugar. Había un portón y rejas en medio de la nada, y varios hombres armados apuntaron al auto. Uno de ellos se acercó a la ventana, la tocó y Shu la bajó.

—¿Qué hacen aquí?— preguntó el desconocido, llevaba un uniforme militar.

—Vengo a ver al Comandante Rick, dígale que es de parte de Shu — miraron a mi dirección, y se alejó del auto.

—Te está esperando. Entra el auto, vamos a revisarlos — Shu subió la ventana, y abrieron el portón.

Estacionó el auto dentro del lugar. Había varias tiendas de acampar, con varios hombres armados y entrenando. Entonces es una base militar.

—Ya sabes lo que tienes que hacer, no dejes que sepan que eres mujer.

—Entendido.

Nos bajamos y nos rebuscaron. Me pegaron al auto, y me tocaron por encima de la ropa rebuscándome. Acercó su mano por mi entrepierna, tenía miedo de que subiera un poco más y se diera cuenta de que no soy un hombre.

—Tanto tiempo, Shu— escuché una voz gruesa en ese instante.

El hombre se detuvo de seguir buscándome. Shu se giró para hablar con ese otro hombre que habló. Se veía un hombre mayor, tez blanca, delgado y pelo corto. Venía acompañado de dos hombres más, eran jóvenes al lado de él.

—Él es Rui, el querido primo del que te hablé— dirigí mi mirada al hombre, y se quedó mirándome de arriba abajo.

Extendió su mano e hice lo mismo. Intenté poner una voz gruesa.

—Un gusto, señor — bajé la cabeza haciendo reverencia.

—El gusto es mío.

Uno de los jóvenes que lo acompañaba, se me quedó mirando fijamente. No sé si se hayan creído el cuento, no parece muy convencido que digamos. Shu dijo que ese comandante debía saber que yo soy mujer. ¿Estará fingiendo no saber también frente a esos otros dos?

—Shu me ha hablado mucho de ti. Será un honor tenerte entre nosotros—dijo el comandante, no soportaba su asquerosa mirada. No sé, pero me da muy mala espina este hombre.

—Gracias por permitirme entrar aquí. Espero ser de ayuda—respondí.

—Lo serás — sonrío —. Ellos son mis hijos Park, y Koshuo. Si necesitas algo puedes hablar con ellos o conmigo — ambos me miraron fijamente, y Park me saludó sonriendo, mientras que Koshuo solo me miró serio—. Estás en tu casa — dijo, antes de seguir caminando junto a sus dos hijos.

No pude decirle nada a Shu, ya que había varios hombres alrededor nuestro. Caminé lentamente junto a Shu hacia una de las tiendas de acampar. Al ver la oportunidad de hablar, rápidamente le pregunté.

—¿Confías en ellos?

—En nadie, pero es el único lugar donde podemos quedarnos por un tiempo.

—Ese hijo de el comandante será un problema. No creo que se haya creído una sola palabra de lo que dije.

—Es un hombre serio, siempre ha sido así. Tienes que andar con cuidado, si tenemos que salir de aquí en algún momento tengo todo preparado; por ahora solamente tienes que fingir estar a gusto, y ser un hombre más de nosotros. Mañana a primera hora te despertarán con los demás hombres para entrenarte, ellos no serán como Shiro, así que no te preocupes. Te servirá de mucho ese entrenamiento, así podemos vengarnos de Shiro más adelante.

—¿Planeas vengarte de Shiro?

—¿Tu no?

—Si quisiera, pero tengo que sacar a mi amiga de la cárcel primero.

—Piensa en eso más adelante, ahora solo concéntrate en ser una de las mejores. Te ayudaré mañana también para que aprendas algunas técnicas, ¿Te parece?

—Sí— Shu se acostó en la tienda, y lo miré fijamente —. Oye, ¿vas a dormir aquí?

—¿Cuál es el problema? Somos familia, y eres un hombre, ¿No es así?

—Te estás aprovechando de esto.

—No haré nada que no quieras que haga. No puedo dejarte sola, verás que hay muchos hombres aquí. Si llegan a descubrir que eres una hermosa chica, pueden hacerte muchas cosas. ¿Sabes lo hambrientos que están? No han visto una chica por años, y eso sería un gran problema.

—¿Ahora vas a hacerte el más preocupado?

Me haló el brazo, haciéndome caer acostada, y lo empujé para sentarme.

—Si no quieres que me preocupe por ti, al menos aprende a defenderte por tu cuenta .

—Gracias por el consejo, pero no necesito de tu preocupación.

Se sentó detrás de mi, y me quedé quieta.

—Estarás vestida de hombre, pero no es porque lo seas. Eres muy débil y sensible— besó mi cuello—, así que necesitarás alguien que te ayude por si las cosas se ponen difícil. Deja tu orgullo a un lado, que de nada te a servido hasta ahora y vuélvete fuerte— se levantó, y salió de la tienda.

Aunque me moleste admitirlo, tiene algo de razón. Hasta ahora no me he podido defender como he querido. Si hubiera sido fuerte, nada de esto estuviera pasando. Hubiera tenido una vida tranquila y en paz lejos de toda esta basura que me ha tocado vivir. Tengo que ser fuerte, no puedo dejarme pisotear por nadie, ni mucho menos por Shiro.

Me quedé en la tienda por un largo rato, hasta que escuché un sonido en la tienda. Miré a la entrada y era Koshuo.

—Te están esperando, muévete — dijo en un tono molesto. ¿Y a este pendejo qué le pasa?

Me levanté y salí de la tienda. Caminé detrás de él, a un área donde habían varias mesas en madera; todos los hombres estaban sentados. En una de las mesas estaba sentado Shu, así que fui con él.

—Te quiso ir a buscar. Creo que lo flechaste, Rui.

—¿Qué pendejadas dices?— Shu rio.

Trajeron unas bolsas con comida y la pusieron encima de la mesa.

—Será mejor que comas rápido, ya mismo será el momento de bañarnos y pueden descubrir lo que tienes entre las piernas si no te das prisa, linda.

—¿Eso qué significa?

—¿Crees que tienen duchas exclusivamente para ti? No podré acompañarte, tendrás que ir sola porque no quieres que te vea, ¿Cierto? Hay un río donde nos bañamos, así que tendrás que ocultar muy bien lo que tienes debajo de esa ropa.

—Cerdo— Shu rio, y comenzó a comer.

¿Cómo se supone que haga eso? Terminé de comer y me dirigí a la tienda, Shu vino conmigo.

—Esta toalla la traje de la cabaña, espero te sirva de algo para taparte. Estaré cerca por cualquier cosa.

—Ven conmigo, Shu— le pedí.

—¿Me estás permitiendo verte?— arqueó una ceja.

—No, solo quiero que me ayudes.

—Existe una palabra para eso, ¿Verdad?— ¿De verdad me va a obligar a decirlo? ¡Maldito estúpido!

—Olvídalo, iré sola —le arrebaté la toalla de sus manos, y caminé hacia el río.

Había varios hombres en toalla y desnudos. Intenté no dejarme asombrar por nada de lo que había en frente. ¿Cómo se supone que me quite la ropa y la toalla? No hay un lugar para hacerlo.

Me senté en el suelo, esperando que salieran algunos y ver si tenía alguna oportunidad de hacerlo, pero todos tomaron su tiempo. No puedo entrar con la gorra tampoco. Se darán cuenta rápido, si hago algo como eso. Esto será más difícil de lo que creí.

—Toma— escuché una voz conocida, y al mirar era Koshuo. ¿Qué hace este idiota aquí? Me extendió una barra de jabón y otra toalla—. ¿Qué esperas para bañarte? Muévete.

—No puedo, olvidé algo en la tienda— me levanté, y quise caminar de vuelta.

—¿Tienes miedo de que te vean desnuda?— su pregunta me dejó fría. ¿Así que sabe que soy mujer? Es muy obvio, solo un idiota no se daría cuenta.

Me giré y lo miré.

—No sé de qué habla, señor. Tengo prisa, permiso.

Me haló el brazo, y me llevó hacia el río.

—Entra ahora — me empujó al agua fría con toda la ropa.

—¿Qué mierda crees que haces, idiota?— no pude contener mi rabia.

Koshuo quitó su toalla, y se desnudó entrando al río también.

—¿Por qué te me quedas mirando? ¿Eres marica?— preguntó sarcásticamente.

Este hijo de puta me tiene a punto de mandarlo a la mierda. Tiré la toalla afuera, ya se había mojado y mi ropa obviamente también. Me adentré más al río, cuestión de que al quitarme la ropa no se vieran mis senos. Quité el uniforme y la camisa para tirarla fuera. Hice lo mismo con mi pantalón y ropa interior. Ya no me importaba si se daba cuenta, es obvio que lo sabe ya.

—¿Ahora dejarás de joder, cabrón?— se quedó sorprendido por mi actitud.

Se adentró más al río, hasta acercarse.

—¿Crees que no sé lo que hay debajo? Eres muy descarada como para quitarte la ropa frente a un hombre.

—Aléjate.

—¿Qué pasaría si se enteran todos aquí? No entiendo cómo mi padre permitió esto, es una pendejada. Deberías de irte a tu casa, niña.

—Si tuviera una casa a donde ir, lo menos que iba a estar haciendo es ver tu repugnante cara. Tengo la mala suerte de encontrarme con puros machistas, que subestiman mucho a las mujeres.

Sentí su mano cuando agarró la mía por debajo del agua.

—Porque tenemos lo que ustedes no tienen— haló mi mano a su parte baja, y la halé de vuelta.

—¿Estás llenándote la boca con tan poco? — sonreí descaradamente, y Koshuo rio.

—¿Quieres que salgamos y te muestre lo que puedo hacer con este poco, zorra?

—No hace falta, no se me antoja. Ahora déjame tranquila. Si quieres decirle a todos los de la base que soy mujer puedes hacerlo, aunque no sé si a tu padre le agrade — me alejé de su lado, y nadé un poco más lejos de la orilla.

Busqué la manera de bañarme, era muy difícil hacerlo aquí. Ese cabrón no ha salido, solo me ha estado mirando desde lejos. No puedo salir hasta que todos se vayan. No tengo nada de ropa puesta, y las toallas las tiré lejos de la rabia.

Luego de un rato vi a Shu, que se acercó al río.

—¿Aún estás aquí? — preguntó en un tono de burla. Que mala suerte la mía.

Se fue quitando lentamente la ropa, y me miró fijamente. Es un pervertido y asqueroso como todos. Intenté mirar a otra parte esperando a que entrara. Me perdí mirando a otro lugar, hasta que sentí unas manos alrededor de mi cintura y me giré.

—¿Qué mierda haces?—me alejé de él, y rio.

—Estabas tan despistada que no escuchaste cuando llegué. ¿En qué pensabas? ¿No te gustó lo que viste?

—¿Por qué me va a gustar eso?

—Oh, ¿Te gustan las mujeres?

—Los hombres como tú no me gustan, así que no te ilusiones.

—Eso no demostraste cuando estuvimos solos.

—Estas confundido, hombre. Si no te di un golpe, fue porque no puedo tenerte de enemigo también. Eres quien me ayudó, ¿No?

—Que excusa tan tonta, pero está bien, haré de cuenta que te creo.

—Koshuo me descubrió.

—¿Qué?

—Sí, pero no sé qué planea. Si hubiera querido que todos supieran, ya lo hubiera gritado.

—Eso será un problema.

—No deja de mirarnos, y no disimula.

—Debe creer que tenemos algo. Manténlo al margen, yo voy a vigilarlo por si tenemos que irnos.

—Será lo mejor. Quiero salir, ¿Puedes ayudarme?

—¿Por qué tendría que hacerlo?

—Esta bien, no me ayudes. Voy a salir así — nadé a la orilla, y cuando me disponía a levantarme, sentí el cuerpo desnudo de Shu con el mío.

—Si haces algo como eso, vas a volver locos a todos, y te caerán encima como pirañas, ¿Eso quieres? —sentí un escalofrío por todo mi cuerpo. Pude sentir algo en mi espalda baja, y no creo que sea precisamente su mano. Tragué saliva y me quedé quieta —. Yo traeré tu ropa— salió del río desnudo como si nada. ¿Todos son así de despreocupados? —. Toma, niña— me alcanzó la toalla, junto a la ropa que estaba mojada en el suelo.

Me cubrí lo más que pude con la toalla, y caminé hacia unos árboles para vestirme. Luego de ponérmela salí, y Shu me estaba esperando.

—Vamos a la tienda — me fui detrás de él. 

Llegamos a la tienda y me recosté. Tenía todo el pelo mojado, hasta la gorra. Tendré que quitarla para que se seque. La tiré afuera, y Shu me miró.

—Estas toda húmeda, te vas a enfermar. Toma— me dio una toalla seca, para que me secara mi pelo.

—Gracias.

—Creo que se acabará el mundo hoy.

—¿Tienes que ser tan estúpido y cagarla siempre?

—¿Tienes que ser tan orgullosa y tonta por algo tan simple?

—Vete a la mierda, Shu— se abalanzó sobre mí, y lo miré.

—¿Qué dijiste?

—¿Por qué todos los hombres deben ser tan impulsivos e imbéciles?

—Si no me provocaras no te haría esto, pero eres muy contestona, niña.

—Parece que te excitan estas situaciones, asqueroso— pude sentir su erección en mi pierna.

—¿Y si es así qué?

—Muérete, imbécil.

—No puedo morirme hasta que me pagues por haberte sacado de las manos de Shiro.

—¿Y qué quieres de pago? ¿Mi cuerpo?— Shu sonrió.

—También.

—Entonces, ¿Qué más quieres?— escuchamos un sonido extraño, y se salió de encima de mí. Movió a un lado parte de la tiendita para ver qué estaba pasando.

—Tengo que hablar contigo, Shu. Tenemos problemas— dijo el comandante.

—Ya salgo— respondió—. Quédate aquí, si la necesitas úsala— metió por debajo de la toalla una cuchilla.

¿Cómo consiguió esto? No iba a preguntarle ahora, solo la cogí y la metí debajo de la pequeña almohada que había.

Shu

—¿Qué fue lo que pasó, comandante?

—Hubo una actividad sospechosa en la entrada. Unos rusos aparecieron con la supuesta excusa de estar perdidos. Es imposible que alguien se pierda por estos lugares.

—¿Crees que pudo haber sido Shiro?

—No lo sé, pero de ser así tienes que estar alerta.

—Mierda.

—No quiero problemas en mi base, y menos con un mafioso tan peligroso como Shiro.

—Es imposible que sepa que estamos aquí, a menos que alguien le haya avisado; él será peligroso y todo lo que sea, pero este lugar está bastante lejos.

—¿Qué estás tratando de insinuar?

—Que el único que sabe de nuestra estadía en este lugar y sobre Shiro, eres tú. ¿No tendrás algo que ver?

—¿De qué estás hablando, Shu? Es imposible que ponga en peligro a mis hombres solo por una chica, además me vería implicado en muchos problemas si logra saber que los tenemos aquí.

—Por esa misma razón. Solo espero que no intentes entregarnos a Shiro para cubrir tus espaldas. No se te olvide que me debes muchas, hombre.

—Me molesta que pienses que haré algo como eso, Shu.

—Me molestaría más que sea cierto. Gracias por avisarme. Estaré pendiente por si tengo que salir de aquí.

—Te informaré cualquier novedad.

Rui

Shu tardó mucho en volver, solo esperaba que las cosas estuvieran bien. Cuando regresó, entró a la tiendita y se acostó.

—¿Qué ha pasado?— Shu me explicó lo que sucedió—. ¿Estamos en peligro?

—Aún no lo sé, no sabemos si sea él. Será mejor prepararnos por si tenemos que irnos.

—¿Por qué no nos vamos?

—Tengo unos contactos, pero están fuera de Tokio, y no podemos salir hasta que las cosas se normalicen con Shiro.

—¿Y si tenemos que irnos de emergencia a dónde iríamos?

—Arriesgarnos a salir de Tokio.

—De ambas formas estamos jodidos, ¿No crees?

—Si ves algo extraño, avísame. Esta vez sí Shiro nos encuentra, hay que darnos por muertos. Conociéndolo debe estar furioso y maldiciendo porque la gallina de los huevos de oro se le escapó.

—¿Hablas de ti? Tú eres quien le producía dinero en las carreras.

—No, hablo de ti, niña tonta. No entiendo cómo te dejó vivir tanto, le debes servir mejor viva que muerta; eso puede ser algo a tu favor.

—No me hagas reír. Si no me ha matado es porque quiere hacerme sufrir por los últimos días que me queden de vida. No dudará en matarme, tanto como a ti si nos llega a encontrar. Tenemos que procurar que no lo haga.

—Compórtate como un buen hombre mientras tanto y pon de tu parte, así puede ser que duremos algo. Vete a dormir —me dio la espalda, y se hizo el dormido.

Yo debo hacer lo mismo. Solo espero poder seguir fingiendo, y que ese cabrón de Koshuo no diga nada sobre mi.