Chereads / Perdido en tus curvas / Chapter 11 - 11

Chapter 11 - 11

Me di tanta prisa para ir al baño, que la dejé con la palabra en la boca. Eso fue muy descortés de mi parte, pero no soportaba estar un segundo más ahí. Todo mi cuerpo estaba sudoroso, no pareciera que me hubiera bañado hace poco. 

Aún no puedo creer que estás manos acaban de acariciar y tocar la piel de una mujer. Nada mas de pensar en ello, la piel se me eriza. Ella es mucho más de lo que puedo soportar. 

Si me hubiera quedado ahí, no sé lo que hubiera ocurrido. Estaba fuera de sí, mi mente no estaba pensando claramente. Incluso ahora, que ella no está conmigo, estaba teniendo pensamientos que jamás se me habían cruzado con una mujer. Mi imaginación estaba muy activa, imaginando lo que podría sentirse al probar esos labios tan suaves; esos labios que aún la sensación de su suavidad permanece en mi cuello. Todo venía seguido, con las depravadas imágenes mentales de su cuerpo, sus movimientos, y sensualidad que me atrapó desde ese día que la vi por primera vez. Se ha convertido una tortura tenerla tan cerca. No sé si pueda contener esta llama que me consume por dentro cuando la tengo tan cerca de mi. 

Luego del baño regresé con ella. Aún estaba en la cocina picando los ingredientes que se habían sacado de la nevera. 

—¿Te sientes mejor?— su pregunta me puso nervioso. 

Lo más probable esté pensando en que hice algo en el baño, ¿Cierto? 

—Yo… solo me bañé. No hice lo que estás pensando. 

—No pregunté eso, así que tranquilo. No debes darme explicaciones. Aunque si ese fuera el caso, no debes avergonzarte por algo tan normal. 

—Ya veo. Por cierto, sí, me siento mucho mejor. Gracias por preguntar. 

—Supongo que debo disculparme por haberte puesto en una situación tan complicada e incomoda hace un momento. 

—Es mi culpa, por no saber cómo controlar mis emociones. 

—Al menos cuenta como una emoción. Vamos progresando— me hizo un guiño, y sonrió. 

Cocinamos juntos y hablamos de temas sin importancia. Al sentarnos en la mesa, ambos cenamos en silencio. Las miradas no faltaron, cada cierto tiempo se cruzaban nuestras miradas y ella sonreía. No era tan distinto a la última vez, algo que me hace sentir cómodo. 

—Creo que te debo una explicación sobre la ocurrido esta noche y del sitio en que me encontraste— añadió, cortando con el silencio que había.

—No, no me debes una explicación. Con saber que ahora estás bien y que tomaste la decisión de no volver a subir a ese lugar, realmente me basta. No quiero que hables de algo que te va a incomodar o causar disgusto. 

—Cuando regresé a la academia los problemas llegaron en cadena. No solo por la situación de tu jefe, sino porque nunca he sido bien recibida que digamos. El primer día que me inscribí en la academia como tal, pasé muchos sinsabores, pero no soy del tipo de persona que se rinde fácilmente. Fue complicado lograr ser "aceptada" por la agencia en sí, ya que por mi peso, mi apariencia, no soy del agrado de muchos. Me mantuvieron por varios meses solamente practicando en el área del salón de baile en la academia, con un sinnúmero de chicas más, hasta que la antigua supervisora y maestra me permitió presentarme a una actividad. Desde ahí, me transfirió directamente a la agencia e hizo todo lo que estaba en sus manos para que pudiera bailar con las demás y ser partícipe en las demás actividades. Todo cambió, cuando ella renunció, dejando su puesto a la actual supervisora, que obviamente no le caí bien luego de verme. Ella es quien me ha hecho la vida de cuadros, junto a las demás compañeras. Siempre buscan la forma de no dejarme participar, de hacer que haga el ridículo y de molestarme. Han buscado la forma de echarme, pero debido al contrato que firmé con la antigua supervisora por varios años, ella no puede y quiere hacer todo para que sea yo quien decida renunciar. Es un gusto que no le daré a ninguna de ellas aún. Además que necesito el dinero. Al regresar, me di cuenta de que había una nueva compañera que se inscribió mientras no estaba, y resulta que se trata de una supuesta amiga que yo tenía— se quedó en silencio mirando hacia la pared. 

—¿Supuesta amiga? — pregunté curioso.

—Nos criamos juntas y habíamos sido siempre amigas, o al menos yo la consideraba eso. Hace más o menos un mes con unos cuantos días, cortamos cualquier vínculo que pudiera existir entre las dos. Hay algo que aún no te había comentado, y es que estaba saliendo con una persona. Alguien con quien estuve muchos años y tenía planes de casarme, convivir, tener una familia, supongo que el sueño de toda mujer. Nuestra relación no era perfecta, pero siempre estuvimos unidos. Teníamos muchos planes en mente para nosotros, planes que ya él y yo habíamos hablado, pero no se llevaron a cabo. Había ahorrado mucho para poder rentar un mejor apartamento, más amplio, cómodo y bonito para los dos, pero no tuve la oportunidad de dárselo, o más bien fue Dios quien me hizo abrir los ojos antes de tiempo y darme cuenta que no iba a valer la pena hacerlo. Resulta que encontré a mi "mejor amiga", con esa persona que me juró tantas veces que solo tenía ojos para mí. Eso no es lo peor, incluso el apartamento que había rentado y visitado varias veces con ella para decidir si rentarlo o no, ahora resulta que ella se encargó de hacer ver que fue ella quien lo rentó y se lo regaló de su parte. Ni siquiera pude recuperar el dinero que di para el depósito. He perdido mucho y todo por la culpa de esos dos. Fui tan tonta, que me dejé cegar por ellos y resulta que ahora están teniendo una "mejor vida" a costa mía. 

No puedo creer que exista gente tan cruel y mala, capaz de hacerle algo así a alguien como ella. No me ocurrió a mí, y siento tanta rabia y frustración, que no puedo soportarlo. 

Me levanté de la silla y me acerqué a ella. Estaba cabizbaja y realmente no me gusta verla así. Prefiero que se ría de mí, o que al menos sonría como siempre hace. Cuánto quisiera poder aliviar esa carga que está cargando sola, y que la comparta conmigo para que sea más liviana. 

—¿Puedo abrazarte? — dicen que a veces un abrazo en este tipo de situaciones ayuda. Quería confortarla de alguna manera, y eso fue lo único que se cruzó por mi mente.

La vi levantarse y asentir con la cabeza. A pesar de lo nervioso que estaba, las ganas de verla sonreír y de que se sintiera mejor fueron más, que me llevaron a abrazarla. 

—Son unos desgraciados, pero ya les tocará la hora de rendir cuentas por todo lo que han hecho. Realmente te admiro mucho. No podría soportar algo así. Nada mas de pensarlo, yo… me siento disgustado, así que no puedo imaginar todo lo que has tenido que pasar sola y cómo debes sentirte ahora. En parte me siento un poco culpable por haberte obligado a bajarte de allí, cuando habías conseguido ese empleo. Discúlpame por eso, ¿Si? Te prometo que voy a ayudarte en todo lo que pueda. Cuentas con mi ayuda y mi apoyo en lo que necesites. Te ayudaré a conseguir un mejor trabajo, pero no regreses a ese. Mereces un lugar donde te traten bien, te sientas cómoda y ganes buen dinero. Un ambiente tan tóxico como ese o la agencia, con gente tan desgraciada como esa, nadie puede progresar. Tú mereces algo mucho mejor. Además de que, esas compañeras tuyas parecen largartijas bailando, tú luces mucho más hermosa, natural, y sensual haciéndolo. Por otro lado, es mejor no pensar en esa gente y mantenerlas lejos. Ahora bien, ese infeliz, que no se le puede llamar hombre, es mejor también mantenerlo lejos. No mereces a alguien que juegue de esa manera contigo. Vales mucho y eres muy hermosa para conseguir a alguien mejor, que te quiera realmente, te dé tu lugar, te valore y te demuestre con hechos, no solo con palabras y promesas que al final no cumplirá. 

—¿Y por qué no puedes ser tú ese alguien? — me miró fijamente, y desvié la mirada. 

—¿Te sentirías bien si soy yo ese alguien? ¿No es eso muy apresurado? 

—No, no lo es— recostó su cabeza de mi pecho, pero sin dejar de mirarme. 

Nuestra cercanía era más de la que pensé que sería, y es que no se trataba solo del roce nuestros cuerpos, sino del hechizo de su mirada, quien sentía que me controlaba, haciendo que se fuera acortando la distancia entre los dos y hasta la respiración, y es que me había perdido; me había perdido en su mirada, en sus labios, y en sus mejillas un poco rosadas. Mi corazón estaba de nuevo saltando en mi pecho, latiendo tan apresuradamente que sentía que podría salirse en cualquier momento. Fue como si todo alrededor no tuviera importancia, como si el tiempo se hubiera detenido ahí, sí, a solo centímetros de sus labios.