—¿No se-ría e-so muy aa-tre-vido de mi par-te? — ni las palabras me salían al tenerlas tan de cerca.
—¿Por que te avergüenza tanto? Se supone que quien se avergüence sea yo, por pedirle a un desconocido, que se me hace muy tierno, que me toque.
—Pero no somos nada como para que la toque. Mi mamá dice que las mujeres no son un bollo de pan para que las manosee, pero más aún, que debo respetarlas. Por lo tanto, no es correcto que se deje tocar de mi. No debo tocarla, por más que quiera.
—¿Por qué debes ser tan lindo e inocente? Hace que me sienta la mujer más depravada del mundo.
—No es mi intención. Es solo que no somos nada, y esas cosas solo se deben hacer con la persona que uno se case.
—Dices cosas interesantes, pero debo aclarar algo— retomó su postura, y sonrió—. Eso no es algo que solo se haga con una esposa, con que te guste la persona y la atracción sea mutua, no debe haber ningún problema. Iré a cambiarme, ya es muy tarde y estoy segura que quiere descansar. Gracias por haberme visto bailar.
—Espere. ¿Acaso está molesta por lo que dije? No quise decir nada que la molestara, es solo que no quiero que se vaya a ver afectada su dignidad, por algo momentáneo o por irresponsabilidad mía.
—No estoy molesta, todo lo contrario, realmente admiro que aún existan hombres como tú. ¿En dónde te hicieron, para ir a conseguir uno para mi? — sonrió, y caminó hacia la puerta.
—Espera.
—Cualquiera diría que no quiere que me vaya.
—¿La puedo volver a ver de nuevo? Quiero decir, no quisiera perder comunicación contigo.
—Ya tienes mi número. Puedes llamarme cuando quieras.
—Realmente discúlpeme si dije o hice algo que la hizo sentir mal o incómoda. Para ser completamente honesto, más que nada quisiera tocarla, pero no me sentiría bien haciéndolo.
—Puede quedarse tranquilo.
—Gracias por haber bailado para mí. Si se puede, me gustaría volver a verla bailar de nuevo otro día.
—Gracias a ti.
Fue al baño a cambiarse, y la esperé en la sala. Cuando se acercó, vino cargando la pequeña mochila donde tenía todas sus pertenencias.
—¿Puedo acompañarla a su casa?
—No sé preocupe, traje mi auto.
—Al menos escríbame para saber que llegó bien.
—Lo haré. Fue un placer haberlo conocido y compartido un rato. Cuídate.
—El placer fue todo mío. Cuídese — ambos sonreímos, y le abrí la puerta para que pudiera salir.
No sé si realmente hice bien en decir todo eso. Ella no se vio afectada, pero aún así sentí que fue un comentario indebido el que hice.
En el transcurso de cuatro semanas, nuestra comunicación se volvió más frecuente, aunque siempre que la invito a tomar o vernos, tiene algo que hacer. No sé lo que está ocurriendo, pero realmente estaba anhelando poder verla de nuevo; aunque fuera unos minutos.
Incluso en horas de trabajo escribímos, conversamos de temas sin importancia, pero divertidos. De alguna manera siento que algo ha ido cambiando en mi vida. Esa monótona rutina diaria, había ido tomando color desde que comencé mi amistad con Mónica. Antes casi no miraba el celular, a no ser que debiera a una llamada importante, en cambio ahora no puedo parar de mirarlo a cada instante. Pienso que cada notificación que recibo, es un mensaje de ella y automáticamente dejo de hacer lo que esté haciendo para responder.
Estaba escribiendo con ella, cuando mi jefe me envió la dirección del lugar donde se estaría reuniendo con un amigo que vino a visitarlo sólo para asistir a su boda. Durante estas semanas he estado con los preparativos de su boda, ya que él no tiene el más mínimo interés de participar en ello.
Era la segunda vez que entraba a un bar, pero me sigue disgustando el olor a cigarrillo y a alcohol. Definitivamente, este lugar no es para mí. Lo único que pensé que sería divertido para pasar el rato que estaría acompañando a mi jefe, era el espectáculo que estaban presentando. No tenía idea de que sería de chicas enseñando parte de su cuerpo, con tal de ganar algo de dinero a cambio. Por lo regular, en este tipo de lugares hacen espectáculos de canto o baile cada día de la semana. Siempre he pensado que la persona que llegue a este nivel, debe realmente necesitarlo, porque de otra forma, dudo que alguien pueda disfrutar exponiéndose de esta manera delante de tantos viejos verdes, enfermos y borrachos.
Me di un sorbo del jugo de manzana que pedí, cuando escuché mencionar un nombre muy conocido. Algo que me hizo centrar toda mi atención al tubo que estaba en medio. No podía creer lo que había escuchado, debía verlo con mis propios ojos para confirmar que realmente escuché bien. El haber visto el rostro de Mónica, hizo que me levantara rápidamente de la silla. La forma en que estaba vestida, no era la adecuada. Estaba exponiéndose demasiado con la ropa corta y ajustada que llevaba puesta.
No quise permitir que hiciera lo que haya sido que planeaba hacer. Caminé ligero y me subí a donde estaba. En realidad, no pensé en nada más, ni siquiera en mi jefe. Tan pronto ella me vió se sorprendió tanto, que retrocedió. No imaginé verla de esta forma delante de toda esta gente. Tampoco conozco sus razones, pero me disgustaba el hecho de que la estuvieran viendo. Me quité el gabán y se lo extendí.
—¿Qué haces aquí, Steven?
—Cúbrete, por favor.
—¿No estás aquí para juzgarme o insultarme ?— me quitó el gabán y se lo puso por encima.
—¿Te parece que soy de ese tipo de persona? No soy quién para hacerlo, pero por favor, cúbrete bien.
A las personas no le agradó para nada el hecho de que me haya subido a donde ella estaba, pero eso no importaba ahora, solo quería sacarla de ahí.
—Sal de aquí, Mónica— coloqué mis manos en sus hombros para cubrirla bien y que pudiera bajar.
—¿Por qué haces esto? Yo necesito terminar mi presentación.
—¿Presentación? ¿Piensas seguirte mostrando de esta manera?
—No lo entenderías, pero necesito este trabajo, Steven.
—¿Qué? Existen otros trabajos, ¿Por qué quieres hacer este? Si necesitas un mejor trabajo yo puedo ayudarte, podrías simplemente haberme pedido ayuda. Somos amigos, ¿No?
—¿Esto qué significa? ¿Qué estás haciendo? — al escuchar la voz de mi jefe, quedé petrificado. Si reconoce quien es ella, lo más probable eso le cause más problemas.
—Camina conmigo— la hice caminar ligero, y ella puso algo de resistencia al principio, pero luego no le quedó de otra.
La saqué del lugar hasta llevarla a donde estaba mi auto estacionado.
—¿Por qué me sacaste de esa manera? Quería decirle sus cuatro verdades a ese tipo.
—No, no quiero que tengas más problemas.
—¿Por qué haces todo esto, Steven? ¿Por qué me complicas más las cosas?
—¿Las estoy complicando?
—Por supuesto. Yo debía terminar mi presentación, y acabas de estropearla.
—Entiendo que tengas problemas, que quieras tener un trabajo o lo que sea, pero ese no es lugar para ti. Puedo ayudarte a conseguir algo mejor, pero no hagas esto.
—Puedo hacer las cosas por mi cuenta, no necesito de nadie.
—¿Por qué actúas de esta forma? Hemos estado hablando por varias semanas. Somos amigos, así que como amigo, me gustaría ayudarte.
—No somos amigos, yo no tengo amigos— se quitó el gabán y me lo extendió—. Gracias por lo que hiciste, pero no necesito tu ayuda— me dio la espalda, pero no quería dejarla ir así.
Es la tercera vez que nos vemos en persona, no conozco mucho de ella, a pesar de tener interés de conocerlo todo, pero siento que algo malo le pasa y no puedo simplemente hacerme el de la vista larga e ignorar ese hecho. En las veces que hemos hablado, ella siempre ha tenido una sonrisa, ha sido completamente distinta, a la mujer que tengo enfrente ahora. Algo definitivamente no andaba bien, y quería a toda costa ayudarla, aún sabiendo que ella no quería mi ayuda.
—Quizá malinterpreté todo, pensando que me veías de la misma manera que yo y te pido una disculpa por eso, pero no quiero que te vayas ahora. No voy a pedirte que me cuentes tus problemas, no voy a obligarte a que seas mi amiga si no quieres, tampoco voy a juzgarte por esto que estás haciendo, pero ¿Podrías al menos considerar mi petición y quedarte? Este sentimiento al verte dar la espalda o recibir este trato tan distinto de tu parte, es un poco doloroso, ¿Sabes? Ya sé que no nos conocemos lo suficiente, que tal vez sigo siendo un desconocido para ti, a pesar de todo lo que ha ocurrido y lo mucho que hemos hablado durante este mes. Si no quieres hablar sobre nada, no hay necesidad de que lo hagas. Solo quiero que sepas que, aunque no me consideres tu amigo, estaré aquí siempre que me necesites.
La vi detenerse y apretar los puños.
—¡¿Por qué demonios tienes que ser tan distinto y bueno?! ¡¿No ves que me confundes, y haces que quiera tener a alguien como tú?!